viernes, 30 de septiembre de 2016

Revelación bogotana

Revelación bogotana


Sebastiano Monada


revelacion-bogotana





Te encontré de repente caminando
Suave desplazamiento de pétalos de rosas
Tierna encarnación vaporosa
Benigno sueño de notas rojas
Fragante sinfonía de amores
Y oferta de deseos trovadores

Caminabas lentamente distraída
Gacela emergente de los bosques
Cercanos a los bordes de la urbe
En la acera de la calle concurrida
Bulevar de domingo festivo
Bogotá bohemia y desvelada

Pensativa caminabas melodiosa
Silenciosa como vuelo de ave
Rememorando a Atenea morena
Miel exquisita diluida en atmósfera
Húmeda como lluvia acabada 
Como si fueras condensación añorada
De entrañables recuerdos galopantes

Sorprendiste mi existencia acostumbrada
A regularidad de analogías juguetonas
Tocándose sensibles en bordes
De voluptuosa piel tersa
Como agua de manantial
Días repetidos en rutinas
Y noches distintas en novedades
Mostrando geometrías cristalinas
Donde la igualdad es la diferencia

No podías ser verdad
Revelación estética de sensualidad
Intrépido testimonio inesperado
Cuadro mágico inédito
O intuitivo poema ocultado

No existías en mi imaginario
Arrebatado por presencia afortunada
Maravillosa creación de fuerzas primordiales
Tonada de cuerdas trovadoras
Del enigmático multiverso sincronizado
Y de incontables memorias afectivas
No eres recuerdo sino invención momentánea
Presente eterno y refulgente
Intenso en fugacidad indefinida

No podías ser verdad
En espontanea belleza danzante
Aposentada movilidad en la vereda  
Poblada de memorias encajonadas
Como cuando murió Jorge Eliécer Gaitán asesinado
Para siempre desatando la guerra permanente
En ciudad erigida sobre nostalgias muiscas

Eres aleatoria canción evocando alegrías
Extraviadas en viajes largos al olvido
Buscando ansiosa pasados perdidos
En tiempos minerales sedimentados
Como vetas ocultas del subsuelo
Navegando al porvenir prófugo
Expresas potencia de vida creadora

Quedé mudo, absorto y extasiado
Como niño asombrado ante lo inédito
De mis ropas despojado
Y de certezas acumuladas
Consciente comprendí mi negligencia
Y los límites de experiencia agazapada
Rizomas de arbustos persistentes
Rumor de tolas nocturnas de la cordillera
Incendiadas por el frío de la helada

No puedo decir que me enamoré
De ti a primera vista
Como se dice de costumbre
No fue así tu presencia percibida
Revelación explosiva del momento
Cadenciosa aparición súbita
Prodigiosa elocuencia deslumbrante
Intrepidez de cíclicos vitales
En universos de la nada

Ahora sé que existes
Así como existo yo
Casualidades de encuentros inesperados
También sé que no eres para nadie
Quizás ni para ti misma
Eres como auges del renacimiento
Floresta renovada en ciclos envolventes
Anunciándose en coloridos manifiestos
Como alboradas crepusculares
Pintando el día en sus avatares
Eres la espontánea fragancia derrochante
Composición de cuerdas inaugurales
Inventando constelaciones ondulantes
Soñados por dioses muertos

Sería pretensioso describirte
Eres anhelante poema esperado
Como convulsivos deseos nómadas
O expectantes esperas ilusionadas
De carne y huesos embrujados
Definición sublime en despedida
De atardecer ensangrentado
Incendio clausurando el día
Manera de transcurrir como brisa
Coro de tallos sin prisa

Me enseñaste que amar no es desear
Solo maravillarse por expresiones vitales
Memorias químicas en dilemas
No resueltos por sabios
Y por experimentar afectos sin normas

Ni soy tuyo ni eres mía
Frases pronunciadas en delirio
Diseminado de entrelazados cuerpos
Llevados encantados por el viento
O serpenteantes corrientes marinas

Lo armonioso es la intuición subversiva
Existimos en el mismo mundo tangible
En el mismo tejido espacio-temporal
De entrelazados hilos vibrantes  
En innombrable cosmos divagante
Empujado por caravanas nómadas

Nada más
Este saber consciente de su ignorancia
Felicidad indescifrable de ideogramas desconocidos
Certeza existencial, argumento incontestable
Metáfora repentina en metamorfosis
Arjé-escritura de materia sonora
Energía condensada en alegorías
Constante devenir difuminado

No es amor lo que emana hacia ti
Profundo gratitud a tu existencia
Por presencia consagrada en el azar
Demostración categórica y corpórea
Ondulante y sigilosa pronunciación
Sin palabras enunciadas por la voz
Soplo exhalado desde los huesos
Gramática muda en danza seductora 
Como ceremonia de iniciales besos
Ritmicos suaves e insinuantes
Poiesis inmanente de infinita potencia
Y trascendental peregrina extravagante
Genial biológica composición curvada
Por la gravitación indescifrable de tus sueños
Y la combinación estética de tus formas
Sinfonías de cuerdas inspiradas
Más acá y más allá de la mirada humana


Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/revelacion-bogotana/

jueves, 29 de septiembre de 2016

Economía política del narcotráfico

Economía política del narcotráfico


Raúl Prada Alcoreza


Economía política del narcotráfico.pdf






El cuarto tópico de la problemática, que ocupa al Acuerdo de Paz, es  Solución al Problema de las Drogas Ilícitas. Quizás sea éste el tema más delicado, por sus características propias; se trata de uno de los rubros de los negocios más rentables en el mundo, compartiendo los primeros lugares, con el tráfico de arma y el tráfico de cuerpos. Ciertamente hablamos de circuitos no institucionalizados, aunque ya cuentan con formas de organización, llamadas carteles. Hablamos de recorridos clandestinos de formas y estructuras de poder paralelasno institucionales, aunque eficaces en lo que respecta al ejercicio del lado oscuro del poder[1], que podemos resumir como de la economía política del chantaje[2].  Estos circuitos y estos recorridos no institucionalizados, mas bien, clandestinos, han generado y desatado formas de violencia atroces contra las humanidades componentes de las sociedades, en toda la diversidad, pluralidad y tonalidades locales y territoriales. Son formas del ejercicio del poder que extreman, de manera demoledora, la violencia empleada, recurriendo a la amenaza y al terror para amedrentar a las poblaciones y someterlas por el miedo. Estas estructuras del lado oscuro del poder son las más destructivas de las formas de cohesión social, las más devastadoras de las estructuras sociales integradoras de lo social; no solamente institucionales estatales, ni solamente institucionales de la sociedad civil, sino también de estructuras estructurantes sociales, que funcionan como iniciativas creativas de la vida social. Se puede decir que estas formas de poder paralelas, no institucionales, correspondientes a la economía política del chantaje, que llevan la violencia hasta la intensidad demoledora del terror, anulan la condición humana; no solamente de las víctimas, no solamente de los contingentes involucrados, sino también de los grupos jerárquicos de los carteles y las mafias; que supuestamente se benefician grandemente con este negocio ilícito. Que solo puede desplegarse, por los mecanismo de los aparatos del lado oscuro del poder, sus aparatos de guerra sucia y sanguinaria, por el uso extremo de la fuerza, de la coerción y el chantaje.  Estos “oscuros personajes” son el ejemplo de a lo que llega el más extremo desgarramiento de la condición humana, hasta tal punto de llegar a la inhumanidad casi absoluta.

El apartado correspondiente que comentamos del Acuerdo de PazSolución al Problema de las Drogas Ilícitas, se parece a muchas declaraciones de los organismos internacionales y nacionales, que se esmeran por expresar las buenas intenciones, que motiva su buena voluntad de resolver este flagelo para los pueblos y países.  Casi todo lo que se menciona como metodologías, incluso integrales, de incidencia política, social, alternativa y de lucha efectiva contra el narcotráfico, ya se ha empleado en muchos países; monitoreados por organismos internacionales y hasta por dispositivos policiales, de acuerdos internacionales, así como por intervenciones militares. Todos los programas, tanto de “desarrollo alternativo”, también de “concientización” de la población, así como también la misma interdicción del narcotráfico, han fracasado. ¿Por qué volver a repetirlos, quizás con más ímpetu, alcance y de manera “integral”?

Parece que es menester atender esta problemática en su complejidad misma; no reducirla ni a la estigmatización como “monstruosidad” o como desenvolvimiento implacable del mal. Este esquematismo dualista entre bien y mal, también entre lo normal y lo patológico, no ayuda a la comprensión integral de la problemática en cuestión. Solo expresa la angustia de la consciencia desdichada, de la consciencia culpable, de la consciencia moralista. No parece haber salida por este lado, salvo la satisfacción de la catarsis por haber expresado discursos de buenas intenciones. Al respecto, diremos que, los involucrados en esta economía política ilícita, ni son “monstruos”, ni son endemoniados tomados por el mal, ni son anormales ni patológicos. Aunque usted no lo crea, también son víctimas de entramados de estructuras de poder, que hacen al sistema-mundo capitalista, que contiene al sistema-mundo cultural de la banalidad y al sistema-mundo político de la simulación. Son víctimas todos los involucrados en las telarañas de los circuitos, los recorridos, las producciones, de esta economía política del chantaje, que llamamos narcotráfico. Son víctimas de la decadencia de la civilización moderna, de la decadencia del sistema-mundo capitalista, cuya economía política generalizada[3] ha construido un mundo institucionalizado, que abarca y articula concomitantemente, distintos planos de intensidad, zurcidos, por así decirlo, con imbricadas mallas institucionales. Son víctimas, aunque usted no lo crea, desde los y, sobre todo, las que sufren y padecen las violencias perversas y polimorfas del lado oscuro del poder, hasta los jerarcas multimillonarios de los carteles y las mafias. ¿Por qué lo son, en este último caso? Por qué son sujetos desdichadosconsciencias desgarradas, a tal extremo que  no se encuentra en ellos, exagerando, para ilustrar, rasgos de humanidad. Han optado, quizás debido a sus historias de vida, por el goce banal y provisional; por la ostentación rabiosa, que no puede cubrir los profundos abismos y vacíos de su desdicha. Precisamente cuando aparecen como implacables y crueles, es cuando más se manifiesta, paradójicamente, sus miedos tremendos y sus angustias mortíferas.   

No hay solución en la “guerra contra el narcotráfico” desencadenada, optada por décadas de fracasos. Lo único que se ocasiona es obligar a mejorar la organización y la irradiación de las organizaciones clandestinas del narcotráfico; obligarlas a armarse cada vez mejor, incluso mejorando la viabilidad de sus circuitos. Lo único que ocurre, en términos económicos, es que suben exorbitantemente los precios de las drogas, haciendo incluso mucho más rentable un “negocio” que no deja de ser riesgoso. También se ocasiona el avance de la centralización y concentración del monopolio de los flujos y circuitos, de los cultivos y de la producción. Así como ocurre con las formas del capitalismo institucional, en sus ciclos largos. ¿Dónde encontrar una salida o, por lo menos, caminos cuyas direccionalidades mejoren los proyectos ejecutados en el pasado, que fracasaron?

Comenzaremos con la propuesta más fácil, además que cuenta con la experiencia de la aplicación, en otro tiempo y en otro rubro, en Estados Unidos de Norteamérica; hablamos de la legalización de la producción y comercialización de las bebidas alcohólicas. Esta medida fue suficiente para hacer bajar los precios de las bebidas, particularmente del whisky; así como para desmoronar a las organizaciones clandestinas encargadas de la producción, comercialización y el monopolio de esta economía política ilícita; aunque después, se hayan generado otros monopolios lícitos. Entonces, tal parece que una salida, por lo menos, inicial, es la legalización de las drogas. Ciertamente, esta medida no puede ser sino mundial. Si algo les queda de honestidad a las burocracias de los organismos internacionales, a las burocracias nacionales, encargadas de la “lucha contra el narcotráfico”, deberían asumir la tarea de la legalización mundial de las drogas, coordinando, evidentemente, las disposiciones y dispositivos institucionales de la distribución y la comercialización controlada.

Ya que hablamos de la honestidad de las burocracias del orden mundial, incluyendo a los órdenes nacionales, vamos a largar una pregunta indispensable, a estas alturas de la “evolución” del lado oscuro del poder, en el mundo institucionalizado por el orden mundial y sostenido por el sistema-mundo capitalista. Cuando podemos decir que el lado oscuro del poder, que comprende, obviamente, no solo la economía política del narcotráfico, sino otras formas del ejercicio del poder desmesurado y violento de la economía política del chantaje, el lado oscuro del poder ha, no solamente atravesado las mallas institucionales del lado luminoso del poder, de las formas de poder institucionalizadas, de los Estado-nación, incluso del Sistema Financiero Internacional, sino que, en algunos países, parece haber subsumido a las mallas institucionales, integrándolas a las  estrategias del lado oscuro del poder. La pregunta es: ¿De la misma manera, que afirmamos, que las jerarquías de los carteles y las mafias, son víctimas, lo son las burocracias, gobiernos, Estado-nación, trasnacionales, Sistema Financiero Internacional, que se encargan de lavar el dinero abundante de la economía política del narcotráfico?

Aunque parezca provocador y hasta desmesurado lo que vamos a decir, es menester decirlo, pues ilustra sobre una diferencia, plausible de tomar en cuenta. Los carteles, las mafias, ponen el pellejo; arriesgan, aunque cada vez menos, en la medida que se involucra a las mallas institucionales de los Estado-nación y del Sistema Financiero Internacional. En cambio las burocracias comprometidas y cómplices, encargadas del lavado, no arriesgan, no ponen el pellejo; ganan por su condescendencia, por su participación en el lavado, obteniendo grandes y superabundantes beneficios, por solo lavar el abultadísimo flujo dinerario de la economía política del narcotráfico. Sin querer hacer ninguna apología de los carteles y las mafias, de ninguna manera, es menester distinguir la labor de los carteles y las mafias en la división del trabajo de esta economía política ilícita; distinguirla de la labor de las burocracias gubernamentales, policiales, judiciales, tanto nacionales como internacionales, de la labor de lavado del Sistema Financiero Internacional. La perversidad extrema, por así decirlo, metafóricamente, no se encuentra en estas formas de organización del lado oscuro del poder, relativas a la economía política del narcotráfico, sino en las mallas institucionales estatales, comprometidas con el lavado. Estas burocracias no solo son cómplices, si se quiere, son tragadas por los circuitos de la economía política clandestina, sino que le otorgan la estructura nacional e internacional institucional para que el “negocio” prospere, se globalice y se proyecte espantosamente en el tiempo, hacia un futuro apocalíptico. En conclusión, estas burocracias, nacionales e internacionales, civiles y policiales, no son víctimas; al contrario, son el amarre del círculo vicioso del poder, en su decadencia, en el desenvolvimiento de sus formas más destructivas y atroces.

¿Dónde radica el núcleo del problema, por así decirlo, para no hablar de los contextos de la problemática en cuestión?  Nuestra hipótesis interpretativa, en distintos ensayos, ha sido esta: En la economía política generalizada, que ha estructurado el sistema-mundo capitalista, la economía política del poder, que separa poder de potencia socialdesvalorizando la potencia social y valorizando el poder, que es el fantasma-vampiro, alimentándose de la sangre vital de la potencia de la vida; también la economía política del Estado, que separa Estado de sociedadvalorizando a la criatura de la sociedad, desvalorizando a la creadora, la sociedad; han impulsado la decadencia de la civilización moderna, su apuesta por las estrategias de muerte, desechando la potencia creativa de la vida. Es pues el núcleo representativo de la economía política del poder, el Estado, así como, ahora, en el mundo globalizado, es el núcleo del orden  mundial, el imperio, lo que ha “evolucionado” a estas formas cómplices, concomitantes, condescendientes, de la economía política del narcotráfico, de la dominancia del lado oscuro del poder.



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miércoles, 28 de septiembre de 2016

Polemos en la guerra y la política

Polemos en la guerra y la política












En este ensayo, Polemos en la guerra y la política, vamos a intentar una reflexión crítica y ponderadora del Acuerdo de Paz, en lo que respecta al tercer tópico del documento acordado, entre las partes beligerantes. En este apartado, el tono de la prosa es, mas bien, técnico, instrumental y normativo; estableciendo las garantías del desarme, del fin del conflicto, y la incorporación a la vida política, de parte de las FARC-EP. Seguramente es un apartado necesario, para establecer y normar las operaciones de la finalización del conflicto, del desarme y de la incorporación a la vida política. Sin embargo, nos da la oportunidad para reflexionar sobre la paz, las condiciones de posibilidad de la paz.



El tercer tópico y campo temático del Acuerdo de Paz es Fin del Conflicto. Ambas partes, El Gobierno de la República de Colombia (Gobierno Nacional) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP); en desarrollo de los sub-puntos 1: Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y 2: Dejación de las armas, del punto 3, Fin del Conflicto, del Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado en la ciudad de La Habana, Cuba, el 26 de agosto de 2012, acuerdan: El Gobierno Nacional, en cumplimiento y en los términos de lo acordado en el punto 2 “Participación política: Apertura democrática para construir la paz”, reafirma su compromiso con la implementación de medidas que conduzcan a una plena participación política y ciudadana de todos los sectores políticos y sociales, incluyendo medidas para garantizar la movilización y participación ciudadana en los asuntos de interés público, así como para facilitar la constitución de nuevos partidos y movimientos políticos con las debidas garantías de participación, en condiciones de seguridad[1].


El documento del Acuerdo de Paz dice, seguidamente:


Así mismo, el Gobierno Nacional reafirma su compromiso con lo acordado en los puntos 3.4. y 3.6. del punto 3 Fin del Conflicto, entre los que se encuentra la creación de un nuevo Sistema Integral de Seguridad para el Ejercicio de la Política, en los términos acordados en el punto 2 Participación Política, como parte de una concepción moderna, cualitativamente nueva de la seguridad que, en el marco del fin del conflicto, se funda en el respeto de la dignidad humana, en la promoción y respeto de los derechos humanos y en la defensa de los valores democráticos, en particular en la protección de los derechos y libertades de quienes ejercen la política, especialmente de quienes luego de la terminación de la confrontación armada se transformen en movimiento político y que por tanto deben ser reconocidos y tratados como tales[2].


Como corolario de esta primera consideración del Fin del conflicto, se escribe:


Adicionalmente, el Gobierno Nacional y las FARC-EP expresan su compromiso de contribuir al surgimiento de una nueva cultura que proscriba la utilización de las armas en el ejercicio de la política y de trabajar conjuntamente por lograr un consenso nacional en el que todos los sectores políticos, económicos y sociales, nos comprometamos con un ejercicio de la política en el que primen los valores de la democracia, el libre juego de las ideas y el debate civilizado; en el que no haya espacio para la intolerancia y la persecución por razones políticas. Dicho compromiso hace parte de las garantías de no repetición de los hechos que contribuyeron al enfrentamiento armado entre los colombianos por razones políticas.


Por último, el Gobierno Nacional y las FARC-EP se comprometen con el cumplimiento de lo aquí acordado en materia de Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo (CFHBD) y Dejación de Armas (DA), para lo cual elaborarán una hoja de ruta que contenga los compromisos mutuos para que a más tardar a los 180 días luego de la firma del Acuerdo Final haya terminado el proceso de dejación de armas[3].


Como se puede ver, el apartado del documento del Acuerdo de Paz, está dedicado a hacer viable y operable la finalización del conflicto. El carácter del contenido se encuentra en los límites de la democracia formal, aunque ampliada, en lo que respecta a menciones a la participación de la sociedad, a la ampliación de los marcos jurídicos y políticos,  insistiendo en la solución de los problemas sociales y políticos, que ocasionaron la guerra permanente en Colombia.





Reflexiones sobre la guerra y la política


¿Pasar de la guerra, como ámbito bélico, para resolver problemas socio-políticos, a la política, como ámbito polémico para resolver los problemas no resueltos en la guerra, en el campo político, es asumir la política como continuación pacífica de la guerra? ¿Antes, en la guerra permanente, la guerra era asumida como continuación bélica de la política?  ¿Cuál la relación entre la guerra y la política? Como escribimos en La guerra y la paz, ni la guerra es continuación de la política, ni la política es continuación de la guerra[4]. La relación paradójica de la guerra y la política, no se da en el esquematismo dualista, ni en el tiempo lineal, no se resuelve dialécticamente, que es una versión móvil y mutante del esquematismo dualista; se da en la complejidad dinámica de las composiciones singulares de la formación espacio-temporal-territorial-social, que articulan e integran dinámicamente múltiples planos y espesores de intensidad. La guerra es acontecimiento, que contiene múltiples singularidades, que se asocian, convergen o divergen, se articulan de una determinada manera, en una coyuntura, combinando formas de desenlaces, por así decirlo, momentáneos o definiendo lapsos. La política es otro acontecimiento, que como tal, es multiplicidad de singularidades, articuladas e integradas en composiciones y combinaciones sociales, que hacen a los desenvolvimientos de la política. Para comprender estos acontecimientos, además en su singularidad compleja, es menester comprender las simultaneidades dinámicas y singulares, que se dan en los acontecimientos.


Desde esta perspectiva, la política no aparece como el ámbito institucional y normativo, además de prácticas y relaciones estructuradas, que hacen a la paz. Sino que la paz aparece como un concepto que expresa una idea, en sentido kantiano; es decir, una finalidad construida por la razón, aunque también por la esperanza. Para conseguir la paz, idea esperada en el ámbito de la guerra, se finaliza el conflicto bélico; para conseguir la paz, idea esperada en el ámbito político, es menester resolver los problemas que ocasionaron la guerra.


El Acuerdo de Paz considera algunos de estos problemas, que supone cruciales, en la coyuntura presente; sin embargo, como no son todos los problemas heredados o por lo menos un núcleo significativo de la problemática social, económica, política y cultural, no es todavía la condición de posibilidad jurídica para lograr la paz, anhelada en el ámbito político; tampoco es la condición de posibilidad jurídico-política, es decir, institucional, para realizar la paz esperada. Así mismo, no es todavía la condición de posibilidad histórico-política para efectivizar la paz, ya entendida como ideal exhaustivo, es decir, como concordia y fraternidad. Para decirlo, de manera resumida, el Acuerdo de Paz es la condición de posibilidad jurídica de la finalización del conflicto bélico, para alcanzar la realización de la paz, anhelada en la conflagración bélica. Para conformar la condición de posibilidad jurídico-política de la paz, anhelada en el ámbito político, se requieren de transformaciones jurídicas, de las reglas del juego político, así como transformaciones institucionales, que operen los desplazamientos hacia la paz. Si se quiere; para decirlo de una manera simplona, por razones de exposición, se requiere de un proceso constituyente, que otorgue potestad al poder constituyente, es decir, el pueblo. Sin embargo, desde la perspectiva histórico-política, esto no es suficiente para alcanzar la paz, anhelada políticamente. Se requiere de transformaciones estructurales e institucionales, que profundicen la democracia formal, que la conviertan en democracia participativa; que se resuelvan, por lo menos, algunos problemas estructurales de la formación social. Uno, el relativo a la estructura de las desigualdades, que adquieren diferencias abismales. Dos, el relativo a la cuestión agraria, es decir, el materializar la reforma agraria integral; como menciona el mismo documento del Acuerdo de Paz. Tres, resolver el problema de la violencia descomunal y perversa, generada por las estructuras de poder paralelas del narcotráfico; lo que implica, desmantelar a los carteles y a las mafias; así mismo, denota el desarme total de los paramilitares. Cuatro, avanzar sustantivamente, por así decirlo, en la descolonización; en otras palabras, en la desracialización de las relaciones sociales; lo que conlleva el respeto efectivo, es decir, institucional y en la práctica, de los derechos de las naciones y pueblos indígenas, así como de las poblaciones afro-descendientes. En consecuencia, para lograr la paz, anhelada políticamente, desde esta perspectiva histórico-política, se requiere de la reivindicación plena, el ejercicio pleno de la ciudadanía integral de las y los oprimidos, excluidos, marginados, discriminados, subalternizado. Para decirlo, en la expresión del discurso histórico-político puesto en escena, tanto en el acontecimiento de la guerra como en el acontecimiento político, el discurso marxista, se requiere de la condición social-política-económica del socialismo. ¿Es este último logro, la paz anhelada por la perspectiva histórica-política, la paz como idea integral, como armonía? No. La paz como armonía es posible resolviendo la problemática en su complejidad integral, comprendiendo los múltiples planos y espesores de intensidad, que hacen a la realidad efectiva. Esto compromete resolver la crisis ecológica, la amenaza a la vida, que ocasionan las sociedades humanas institucionalizadas; las que, bajo el manto de la cultura-mundo, la civilización moderna, han convertido a la naturaleza, mejor dicho, a la integralidad de los ciclos vitales, al Oikos, al planeta, en objeto de dominación y materia de poder. Por lo tanto, cumplir con las condiciones de posibilidad para la paz como armonía, requiere de la armonización de las sociedades humanas con los ciclos ecológicos, los ciclos vitales del planeta; para decirlo, en términos jurídicos, de la última generación de derechos, garantizando los derechos de los seres, que cohabitan, coexisten, con las sociedades humanas.


En consecuencia, no hay que perder de vista que la paz es una idea racional y afectiva; no algo o circunstancias que se efectivizan inmediatamente, después de un Acuerdo de Paz. Tampoco hay que perder de vista que la paz tiene distintas connotaciones conceptuales, de alcances diferentes, o, si se quiere, hay distintas ideas de paz; unas más simples, otras más complejas. En tercer lugar, no hay que perder de vista, que si se quiere alcanzar esta finalidad o esta idea de paz como armonía, se requiere reintegrar a las sociedades humanas a las ecologías de la pluralidad de sociedades orgánicas y de sus ciclos vitales; logrando armonizar a las sociedades humanas con los devenires creativos de la potencia de la vida.



Esta reflexión no tiene porque desalentar, tampoco desmoralizar, menos desvalorizar el logro del Acuerdo de Paz; sino, mas bien, se trata de ponderar el Acuerdo de Paz, como condición de posibilidad jurídico-política para alcanzar la paz, anhelada desde las entrañas devoradoras de la guerra. Se trata también de definir ámbitos de tareas, en distintos horizontes de la paz; ámbitos de tareas que responsabilizan o exigen la responsabilidad, en primer lugar, del pueblo; en segundo lugar, de los involucrados en el conflicto bélico; en tercer lugar, de los y las activistas libertarias, activismo múltiple e integral, no solo en la crítica, en la interpelación y en la convocatoria, sino como despliegue afectivo del amor a la vida.  








[1] Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera: https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/files/24_08_2016acuerdofinalfinalfinal-1472094587.pdf.
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.



martes, 27 de septiembre de 2016

Democracia y participación

Democracia y participación


Raúl Prada Alcoreza


Democracia y participación.pdf





El segundo tópico y problemática temática abordada por el Acuerdo de Paz es el de Participación política: Apertura democrática para construir la paz. Se trata de la democracia; es decir, del gobierno del pueblo. Se habla de la profundización de la democracia por la vía participativa, la promoción de la participación de los y las excluidas; sobre todo, en las zonas de conflicto, que son donde habitan las poblaciones más afectadas por la guerra. Ciertamente, este eje del Acuerdo de Paz es indudablemente un importante avance, no solamente en lo que respecta a la situación beligerante del conflicto, que prácticamente suspende derechos, como si se estuviera en un permanente Estado de excepción, sino respecto a la concepción liberal y restringida de la democracia, en su sentido formal e institucional. Sin embargo, es indispensable detenerse a reflexionar sobre la democracia.

La democracia, que significa gobierno del pueblo, no es otra cosa que autogobierno del pueblo. La modernidad ha constituido una democracia restringida, formalizada, institucionalizada; empero, no, de ninguna manera, una democracia plena. Esto implica comprender que el ejercicio de la democracia plena, en el sentido de autogobierno del pueblo, se hace posible cumpliendo otras condiciones de posibilidad política; una de ellas, de crucial importancia, es el dar la palabra al pueblo, para que diga su verdad. Otra condición de posibilidad política, es la verdad misma, como descripción exhaustiva de los hechos y sucesos, así como la interpretación colectiva, construida deliberativamente. La tercera condición de posibilidad política, es la ética; en otras palabras, el sentido comunitario y social compartido, como sentido de vida y como afecto a y de la vida. Estas tres condiciones de posibilidad política sostienen el ejercicio de la democracia.

Dar la palabra al pueblo no solo significa escucharlo, sino que su palabra tenga efectos políticos; es más, efectos de Estado. A esto llamaremos la construcción colectiva de la decisión política. También, en consecuencia, implica la participación social en los asuntos de Estado; no solamente como consulta, referéndum, plebiscito, ni tampoco, mucho menos, el acto electoral, sino la participación vinculante; es decir, la construcción de la institucionalidad desde las dinámicas mismas populares. Como se puede ver, para cumplir con estas otras condiciones de posibilidad política, no basta con abrirse a la participación, en general, sino que se requiere de una democracia participativa, que es, en sí misma, democracia, en sentido pleno de la palabra. No basta ampliar los derechos de los y las ciudadanas, incluso valorando la participación de las mujeres y de las poblaciones afectadas por la guerra, sino dejar ejercer al pueblo su potestad, que es del hacer gobierno; es decir, gobernar. Bueno pues, esto puede parecer, hoy por hoy, inalcanzable, por lo menos, en la coyuntura; lo que no quiere decir que no se busque lograrlo, para realizar la democracia y no suplantarla por caricaturas, aunque sean mejores mascaras que las anteriores. Visto de esta manera, se considera, entonces, a lo establecido por el Acuerdo de Paz, como un avance importante, en el sentido de establecer condiciones institucionales para estructurar una paz duradera. Por lo tanto, se puede comprender que se trata de transiciones consensuadas, en la perspectiva de avanzar a la democracia en sentido de autogobierno del pueblo.

Amerita una reflexión de la responsabilidad en la tarea del cumplimiento del Acuerdo de Paz en el presente. Como dijimos, se trata de la oportunidad histórico-jurídico-política para construir una paz duradera y sostenible. Se puede decir que la realización y la materialización del Acuerdo de Paz es una tarea primordial en la coyuntura. ¿De qué depende que se cumpla? ¿Cuál el alcance de la irradiación de la tarea? En otras palabras, ¿cuál es la relación del presente con el porvenir? Dicho de otro modo, ¿qué contiene el presente como campos y espesores de posibilidad? No se puede responder a estas preguntas si no se ausculta en la complejidad dinámica de las composiciones y combinaciones de la formación espacio-temporal-territorial-social de Colombia. No pretendemos contar con esta comprensiónentendimiento y conocimiento; de ninguna manera. Al no contar con esta condición de posibilidad de intuicióncomprensión y entendimiento, cuyo substrato fenomenológico se encuentra en la experiencia social y política y en la memoria social del pueblo, abarcando sus pluralidades, sus multiplicidades y sus singularidades, optamos por hipótesis aproximativas y prospectivas, que sondeen, por así decirlo, la geología estratificada de la complejidad dinámica integrada de la formación social colombiana. Solo contamos con cierta información, mas bien, descriptiva, y con los análisis que ya efectuamos con el mismo propósito; el artículo que  dibuja este boceto es La guerra prolongada. En consecuencia, solo intentamos diseñar otras hipótesis interpretativas y prospectivas, respecto al campo de posibilidades inherentes en las extrañas del presente.



Apuntes sobre la formación social colombiana

1.   La formación social colombiana articula territorialidades culturalessociales y económicas, que se pueden describir adecuadamente desde la perspectiva de la geografía humana; que en la semántica política, sobre todo, en los registros de la memoria política, se nombran como regiones. Las cuales han estado en disputa desde el comienzo mismo de la independencia; buscando, cada una, su propia hegemonía sobre el resto. Y si no se conseguía esto, su autonomía, por lo menos relativa, respecto a un centro dominante.

2.   Por esto, el proyecto federalista arraigó, desde un principio o nacimiento republicano del Estado-nación. Entonces, se puede conjeturar que los proyectos encontrados eran, por una parte, los proyectos regionales; por otra parte, los proyectos regionales en disonancia con un proyecto unitario y centralizador.


3.   Se puede decir que sobre este substrato histórico-político-territorial emerge el conflicto, la beligerancia y la guerra entre liberales y conservadores.

4.   En consecuencia, se puede conjeturar que, sobre la base, por así decirlo, del pleito geográfico y político de las regiones, emerge el conflicto político e ideológico entre liberales y conservadores. Esta anotación nos lleva a suponer que estamos ante,  por lo menos, por el momento, dos espesores del conflicto social y político. Uno, que corresponde al pleito geográfico político entre las regiones, lo que es distinto a hablar de geopolítica; otro, que corresponde a la predisposición y disposición de las fuerzas, convocadas por discursos ideológico-políticos; uno liberar, el otro conservador. Entonces, las procedencias o los nacimientos de la guerra permanente en Colombia, tienen que ver con un doble código o de codificaciones, que configura interpretaciones, también tramas y narrativas sociales; tejidas desde las regiones y desde la interpelación liberar y la defensa de la estructura institucional conservadora. Un circuito de códigos tienen que ver con las percepciones regionales, principalmente de las oligarquías regionales;   otro circuito de códigos tienen que ver con la convocatoria liberal, de carácter, mas bien, popular, en esas primeras etapas del largo conflicto político y bélico. Convocatoria enfrentada a la herencia ideológica colonial de las oligarquías latifundistas conservadoras.
5.   En La guerra permanente escribimos:

Se dice que el Estado-nación de Colombia fue inestable entre 1839 y 1885, lapso cuando se dieron lugar a unas secuencias de guerras civiles, inscribiendo su huella perdurable.  Estas guerras civiles respaldaron cambios constitucionales, cambios de régimen, incluso cambios de nombres. Un golpe político militar llevó al poder a José María Melo, en 1854; gobierno de facto que duró solo algunos meses. Derrocado Melo, se promovió el reajuste del ejército; lo que parecía ser la condición necesaria para instaurar el federalismo establecido en 1858. Sin embargo, esta situación no duró mucho; al poco tiempo estalló la quinta guerra civil, con una rebelión en el estado de Cauca. Desde entonces se hizo patente la inestabilidad, hasta 1876, en todo el periodo de legalidad de la Constitución de Rionegro; Constitución que otorgaba autonomía a los estados, así como permitía la organización de ejércitos regionales, que hacían de contrapeso al gobierno central. En este panorama regional, estallaron cerca de cuarenta guerras civiles regionales, solo una nacional. Los liberales radicales, insatisfechos ante este equilibrio inestable entre regiones y gobierno central, se levantaron en armas, intentando derrocar al presidente Rafael Núñez, en 1884, empero, el levantamiento fracasó.

La llamada Guerra de los Mil Días da comienzo al siglo XX. La crisis estatal se agrava con la pérdida de Panamá; separación instigada por las potencias imperialistas, que necesitaban el canal para ahorrar recorridos y tiempo, además de costos, en los viajes del Atlántico al Pacífico.  En una coyuntura aciaga el presidente Rafael Reyes se ve presionado a renunciar (1904-1909). De todas maneras, en 1930, culmina la hegemonía conservadora despuntada en 1886. Un liberal ganó las elecciones presidenciales, poniendo fin a casi medio siglo de gobiernos conservadores. La presidencia de Olaya Herrera (1930-1934) comenzó el periodo denominado de la República Liberal; los liberales se sucedieron en el poder durante un poco más de una década y media; desde 1930 hasta 1946.       

Después vino el dramático periodo denominado de “La Violencia”; se trata de los doce años, que se extienden de 1946 a 1958. Hablamos de guerra civil prolongada entre liberales y conservadores; se dice que esta guerra arrojó más de 300 mil muertos. Como consecuencia de esta guerra civil, se ocasionó el desplazamiento de miles de campesinos, trasladándose a las ciudades, desalojando el campo, buscando refugio. Esto cambió la composición demográfica, la población dejó de ser rural, transformándose en urbana. En 1946 el 42% de la población de Colombia ya vivía en la ciudad; siguiendo esta tendencia, en 1959 la proporción urbana alcanzó al 53%; en el año 2005 la población urbana constituía ya el 74,3%.

En las regiones y zonas desalojadas y despobladas, las tierras fueron compradas a bajo precio por la burguesía industrial. Hablamos de regiones como el Valle del Cauca, la sabana de Bogotá, Tolima y Meta. Las haciendas establecidas se dedicaron a la producción agraria capitalista. Los campesinos migrantes se transformaron en el proletariado agrario.

Los conservadores retomaron el poder; sin embargo, en otras condiciones que antaño; no lograron las mayorías en el Congreso. Además no fue nada tranquilo su periodo de gobierno. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en 1948, desencadenó la revuelta y la insurrección popular, conocida como el Bogotazo. Volvió el fantasma, el espectro y el cuerpo martirizado de la guerra civil; la misma que se dilató hasta 1960. Los conservadores permanecieron en la presidencia hasta 1953; momento en el cual se dio un golpe de Estado, haciéndose cargo del gobierno de facto el General Gustavo Rojas Pinilla.

El gobierno de Rojas Pinilla hizo propuestas de paz para terminar con la guerra civil; un grueso de las guerrillas entregaron sus armas; sin embargo, al poco tiempo varios de los guerrilleros que lo hicieron fueron asesinados. Ante estas circunstancias, liberales y conservadores se pusieron de acuerdo, poniendo fin a la dictadura de Rojas Pinilla. Se conformó una Junta Militar provisional; en ese panorama político se organiza el Frente Nacional, buscando garantizar el retorno a la democracia electoral, acordando la alternancia en la presidencia entre liberales y conservadores.

Se puede decir que el acuerdo entre liberales y conservadores, la conformación del Frente Nacional puso fin a la guerra civil de estas dos corrientes políticas, una guerra civil que atravesó el país durante un siglo. Culminaron las guerrillas liberales. Sin embargo, se estaba lejos de acabar con el conflicto armado, cuyas raíces se encuentran en la lucha de clases, en la dominación y la exclusión social, en la explotación y subordinación social, también racial. Emergieron de este contexto y de sus espesores sociales otros proyectos guerrilleros. En 1964 nacen las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el 7 de enero de 1965 el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en julio de 1967 el Ejército Popular de Liberación (EPL), en 1984 el movimiento indigenista Quintín Lame (MAQL) y el 19 de abril de 1970 el M-19.

Se puede catalogar como historia reciente la temporalidad comprendida desde 1960 hasta nuestros días, que nombramos como presente. En el presente estamos ante los llamados Diálogos de Paz, que se llevan a cabo en la Habana, entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y las FARC; así como entre el gobierno colombiano y el ELN, en Ecuador; sin embargo, esta mesa todavía no se ha instalado oficialmente.  Cada cuatro años entre 1982 y 2002, los llamados Diálogos de Paz, las negociaciones involucradas, han variado de acuerdo al perfil del gobierno y los criterios asumidos. Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos fueron los presidentes sucesivos desde el 2002 hasta el presente, siendo el último el presidente vigente de la república de Colombia. En este periodo se han desvinculado cerca de 54,000 guerrilleros y paramilitares. En contraste, las Fuerzas Armadas regulares se han venido fortaleciendo continuamente. También, en el periodo, se ha implementado el conocido Plan Colombia, plan diseñado entre el gobierno colombiano y el gobierno de los Estados Unidos de Norte América. Uno de los puntos de este plan tiene que ver con la disminución progresiva de cultivos ilícitos, principalmente de la hoja de coca. El incremento de las prácticas para erradicar los cultivos ilícitos, han ocasionado el descenso de Colombia al tercer lugar de producción mundial de cocaína, dejando de ser el principal productor; sitio que ocupó por décadas. Otro de los puntos, quizás el más importante, por su incidencia, es considerar el plan como contrainsurgencia; en otras palabras, un dispositivo de guerra contra la llamada insurgencia; en términos claros, contra el pueblo colombiano. Sin embargo, con la desmovilización de las denominadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que son los paramilitares, a mediados de 2006, las denominadas bandas criminales (BACRIM) se han hecho cargo de las actividades realizadas por los paramilitares.

El gobierno del presidente Juan Manuel Santos promueve, desde 2012, en los Diálogos de Paz, un proceso de paz con la guerrilla de las FARC-EP en La Habana, Cuba, buscando encontrar una salida política al conflicto armado. Por otro lado y paralelamente, viene efectuando otro proceso de paz con la guerrilla del ELN en Ecuador. Ambos procesos son dificultosos y delicados; han dibujado un recorrido difícil y sinuoso. De todas maneras, parecen avanzar. Sin embargo, la gran ausente en estos Diálogos de Paz es la misma sociedad colombiana, la gran afectada por la larga guerra.

Se puede decir que el conflicto armado en Colombia corresponde a una guerra asimétrica de baja intensidad. Las fuerzas involucradas en el enfrentamiento son el ejército regular de Colombia, los ejércitos irregulares de las guerrillas, los destacamentos paramilitares y los brazos armados del narcotráfico. El conflicto armado ha pasado por varias etapas de agravación de la conflagración múltiple, por así decirlo. A pesar de haber adquirido características singulares, un perfil y estructuras singulares, el conflicto armado, en la historia reciente, el mismo tiene sus nacimientos en los espesores de la matriz histórica-política del periodo de “La Violencia”. Guerra civil entre liberales y conservadores, que tiene, a su vez, sus emergencias, en la entonces llamada la Nueva Granada, que, posteriormente se independizó de la Corona española. Es cuando se inicia una querella sobre la forma de Estado.

La pregunta que vamos a hacernos es: ¿Cuál es la complejidad del conflicto armado? Responder esta pregunta requiere no solo de aproximaciones a la experiencia social y a la memoria social colombiana, sino de la perspectiva del pensamiento complejo. Por de pronto, partiendo de algunos hilos del tejido espacio-temporal-social-cultural-político, de algunas miradas rutilantes, que hacen como iluminaciones de linterna, intentaremos proponer hipótesis interpretativas prospectivas[1].

Como se puede ver, en esta sucinta descripción, de recorte, mas bien, político, más aún, gubernamental, que define el recorrido en el plano de intensidad político, haciendo hincapié en las repercusiones estatales, vemos las figuras coyunturales y de periodos del largo conflicto y de la guerra permanente. Si bien, los discursos expresivos, audibles, son los de la ideología liberal y de la ideología conservadora, no se puede restringir el sentido histórico-político solamente a lo que dicen los discursos políticos, sino es indispensable, develar lo no dicho, por así decirlo, o, por lo menos, lo dicho y olvidado, o lo dicho y opacado, por la elocuencia de los discursos ideológicos. Esto no dicho tiene que ver con lo que denominamos el pleito geográfico político de las regiones; mediadas por las pretensiones de dominación de las oligarquías regionales.  Empero, lo no dicho - usando este término, no suficientemente adecuado, aunque ilustrativo -, que se encuentra, si se quiere, en el substrato mismo del substrato, de este conflicto de poder en la flamante república, es la guerra de conquista, materializada en la institucionalidad colonialguerra perpetrada contra las naciones y pueblos indígenas y sus territorialidades.

6.   Una consecuencia hipotética, que podemos sacar de las anteriores hipótesis interpretativas y prospectivas, es que la matriz del ciclo largo del conflicto y de las estructuras de larga duración no es ni el pleito geográfico político entre las regiones, ni el conflicto iniciado por liberales y conservadores, sino la conquista colonial, la colonización y la colonialidad instituida por el Virreinato de Nueva Granada.

7.   Entonces, la hipótesis interpretativa, que proponemos, es que la guerra permanente o la genealogía de la guerra en Colombia, arranca con la guerra de conquista. Desde entonces, desde esta violencia inicial, instauradora de la cartografía y la institucionalidad colonial, se plantan las raíces, para decirlo metafóricamente, de la guerra permanente colombiana.


8.   Ciertamente, lo mismo podemos decir del resto de los virreinatos y capitanías coloniales en el continente; que se convirtieron en repúblicas, después de las guerras de independencia. Sin embargo, la singularidad colombiana consiste en que la guerra iniciada con la conquista no se transmuta en la filigrana de la paz institucionalizada, como ocurre con el resto de las repúblicas criollas, sino que preserva el carácter beligerante de las formas descarnadas de la guerra.

9.   ¿Cuál la interpretación de esta singularidad histórica y política? Podemos decir, por lo menos, algunas consideraciones hipotéticas; una, que se mantiene un equilibrio en la correlación de fuerzas, en coyunturas y periodos. Lo que desata constantemente la guerra, en sus distintas formas de presentarse. Otra, que las fuerzas organizadas y convocadas ideológicamente, no renuncian a sus iniciales proyectos de dominación; en el caso liberal, de hegemonía. En tercer lugar, que, en el caso colombiano, se arrincona y se acalla, tempranamente, la guerra anticolonial indígena, aunque sea parcialmente. Lo que no ocurre en el caso ecuatoriano, peruano y boliviano.


10.       No desaparece la guerra anticolonial de las naciones y pueblos indígenas: sin embargo, es arrinconada o exiliada a las sombras, suplantada por el pleito de las regiones y elocuentemente por la guerra entre liberales y conservadores.

11.       El fondo del problema, mejor dicho, la madre de todos los problemas de legitimación de las dominaciones en el continente, tiene que ver con la conquista, la colonización y la colonialidad. En consecuencia, si se quiere resolver estos problemas, es indispensable solucionar las consecuencias desastrosas de la colonialidad. No se puede construir, como lo dijimos varias veces, la democracia, la república, ni el socialismo, la edificación de sus respectivas mallas institucionales y sociedades institucionalizadas, sobre cementerios indígenas.


12.       Este es uno de los handy caps del Acuerdo de Paz. No ha considerado el substrato primordial de la genealogía de la guerra permanente; la conquista, la colonización y la colonialidad. La única manera de hacerlo es reconocer plenamente los derechos colectivos y territoriales y de autogobierno de las naciones y pueblos indígenas.

13.       Se especula mucho, sin reflexionar, sobre la minoridad de las poblaciones indígenas, en comparación con el conjunto de la población colombiana, considerada mestiza. Lo que se olvida, en estas apresuradas descripciones, es que no se trata de la cuantificación del problema de la crisis de legitimidad, sino de la cualidad histórica inscrita en las estructuras institucionales del Estado-nación. Por otra parte, en eso de definir y englobar al grueso de la población en la categoría general de mestizos, no se cuestiona el supuesto insostenible del que parte; el suponer una homogeneidad de lo mestizo, incluso, matizando, la continuidad de lo mestizo. En primer lugar, lo mestizo supone la mezcla, la hibridación y la simbiosis;  esto implica, por lo menos, visibilizar la gama de singularidades mestizas, que suponen el trasfondo indígena, incluso en el caso de los “criollos blancos”; quienes al nacer en el nuevo continente, eran considerados indianos. Categoría administrativa, no del todo equivocada, pues los indianos nacían en otra tierra, en otra atmosfera, en otro cielo y en otro barroco cultural. Para decirlo, de un modo extremo y hasta exagerado, las oligarquías blancoides criollas no saben cuan indígenas son.  Esto es algo que queda claro para las noblezas europeas, incluso, después, para las burguesías europeas.

14.       Esta herencia maldita, la de la conquista, la de la colonización y la colonialidad, es el problema primordial que se debe resolver si se quiere construir una paz duradera, una república, en el sentido pleno de la palabra; yendo más lejos, una democracia plena, incluso el socialismo efectivo y pleno. Algo distinto a esta solución histórico-política-cultural de la descolonización, no es más que hipostasis, impostura, solución artificial insostenible.


15.       Lo que expusimos, en forma de hipótesis interpretativas, no significa que se tenga que renunciar a las soluciones de la aguda problemática social de las desigualdades; desigualdades que desataron la guerra en los periodos republicanos. Soluciones de las problemáticas desatadas por la lucha de clases; menos renunciar a la solución del conflicto y de la guerra permanente, que asola a Colombia; de ninguna manera. Sino, que en las transiciones, por las que se ha optado, donde el Acuerdo de Paz parece delimitar un hito crucial histórico, entre un antes y un después, juega un papel preponderante, para que éstas, las mutacionestransformaciones diferidas y transiciones, puedan adquirir irradiación, alcance e incidencia estructural; las mismas que requieren no olvidar la tarea primordial en el continente, que es la descolonización.











Apuntes para una auscultación del porvenir

1.   Dependiendo de los alcances del proyecto político, si se parte de los problemas de las estructuras de mediana duración, desde el nacimiento de la república. Si se parte del conflicto de la historia reciente, el conflicto entre el Estado-nación colombiano y las FARC, incluyendo al ELN; si se quiere, ampliando el referente a la guerrilla del M-19. O si se parte de las estructuras de larga duración, que abarcan a la conquista, la colonización y la colonialidad. Los alcances del porvenir pueden definir horizontes cortos, medianos o de largo alcance. Indudablemente el horizonte descolonizador es el que va más lejos.

2.   Las transiciones que se decida, no dependen ni da las buenas voluntades, ni de la razón, tampoco de la justicia, sino de la correlación de fuerzas. Por donde se vaya, parece que es indispensable, conectar las distintas posibilidades y recorridos inherentes en el presente.


3.   El Acuerdo de Paz es, para decirlo ilustrativamente, un paradigma histórico-político y jurídico-político, además de histórico-cultural, de trascendencia en la contemporaneidad del mundo efectivo. No hay un antecedente parecido. Enemigos irreconciliables, de una guerra interminable, lograron ponerse de acuerdo; no en un armisticio, no en una paz restringida, sino en una paz duradera y sostenible, que implica transformaciones estructurales e institucionales. El resto de los conflictos y de las guerras, que no son más que inútiles, considerando las perspectivas de largo plazo y los problemas de base, que tienen que ver con la vida, la ecología, la supervivencia humana y el planeta, no son más que manifestaciones superficiales, de lo que se convulsiona en las profundidades de las geologías de las formaciones sociales y el mundo efectivo.

4.   El porvenir no solamente está en manos de las organizaciones e instituciones involucradas, el Estado-nación colombiano, expresado en la forma de un gobierno singular, consciente de la encrucijada en la que se encuentra, y las FARC-EP, proyecto de Estado socialista, sino en la sociedad y el pueblo colombiano. Ejercer la potencia social, por lo menos, en el sentido de participar en la construcción colectiva de la paz duradera, es tarea colectiva, no solamente de los involucrados en la firma del Acuerdo de Paz.
5.   Para decirlo de una manera convocatoria, incluso romántica, lo que le da un carácter subjetivo y emotivo, lo que pueda pasar, el porvenir, depende, sobre todo, en no renunciar a luchar, no solo de parte de las FARC-EP, sino fundamentalmente del pueblo colombiano, de las organizaciones sociales y de las naciones y pueblos indígenas. Teniendo como tejido vital a la alteridad de las mujeres y otras subjetividades diversas; así como a lo que quepa de honestidad a parte de las clases dominantes, incluso de la oligarquía rancia y de la burguesía industrial.

6.   Lo que enseña el Acuerdo de Paz, es que hay alternativas a la guerra, a la violencia descarnada, a los callejones sin salida del sistema-mundo capitalista. Una de ellas es optar por la conformación de consensos entre partes encontradas.






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