Economía política del narcotráfico
Raúl Prada Alcoreza
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El cuarto tópico de la problemática, que ocupa al Acuerdo de Paz, es Solución al Problema de las Drogas Ilícitas. Quizás sea éste el tema más delicado, por sus características propias; se trata de uno de los rubros de los negocios más rentables en el mundo, compartiendo los primeros lugares, con el tráfico de arma y el tráfico de cuerpos. Ciertamente hablamos de circuitos no institucionalizados, aunque ya cuentan con formas de organización, llamadas carteles. Hablamos de recorridos clandestinos de formas y estructuras de poder paralelas, no institucionales, aunque eficaces en lo que respecta al ejercicio del lado oscuro del poder[1], que podemos resumir como de la economía política del chantaje[2]. Estos circuitos y estos recorridos no institucionalizados, mas bien, clandestinos, han generado y desatado formas de violencia atroces contra las humanidades componentes de las sociedades, en toda la diversidad, pluralidad y tonalidades locales y territoriales. Son formas del ejercicio del poder que extreman, de manera demoledora, la violencia empleada, recurriendo a la amenaza y al terror para amedrentar a las poblaciones y someterlas por el miedo. Estas estructuras del lado oscuro del poder son las más destructivas de las formas de cohesión social, las más devastadoras de las estructuras sociales integradoras de lo social; no solamente institucionales estatales, ni solamente institucionales de la sociedad civil, sino también de estructuras estructurantes sociales, que funcionan como iniciativas creativas de la vida social. Se puede decir que estas formas de poder paralelas, no institucionales, correspondientes a la economía política del chantaje, que llevan la violencia hasta la intensidad demoledora del terror, anulan la condición humana; no solamente de las víctimas, no solamente de los contingentes involucrados, sino también de los grupos jerárquicos de los carteles y las mafias; que supuestamente se benefician grandemente con este negocio ilícito. Que solo puede desplegarse, por los mecanismo de los aparatos del lado oscuro del poder, sus aparatos de guerra sucia y sanguinaria, por el uso extremo de la fuerza, de la coerción y el chantaje. Estos “oscuros personajes” son el ejemplo de a lo que llega el más extremo desgarramiento de la condición humana, hasta tal punto de llegar a la inhumanidad casi absoluta.
El apartado correspondiente que comentamos del Acuerdo de Paz, Solución al Problema de las Drogas Ilícitas, se parece a muchas declaraciones de los organismos internacionales y nacionales, que se esmeran por expresar las buenas intenciones, que motiva su buena voluntad de resolver este flagelo para los pueblos y países. Casi todo lo que se menciona como metodologías, incluso integrales, de incidencia política, social, alternativa y de lucha efectiva contra el narcotráfico, ya se ha empleado en muchos países; monitoreados por organismos internacionales y hasta por dispositivos policiales, de acuerdos internacionales, así como por intervenciones militares. Todos los programas, tanto de “desarrollo alternativo”, también de “concientización” de la población, así como también la misma interdicción del narcotráfico, han fracasado. ¿Por qué volver a repetirlos, quizás con más ímpetu, alcance y de manera “integral”?
Parece que es menester atender esta problemática en su complejidad misma; no reducirla ni a la estigmatización como “monstruosidad” o como desenvolvimiento implacable del mal. Este esquematismo dualista entre bien y mal, también entre lo normal y lo patológico, no ayuda a la comprensión integral de la problemática en cuestión. Solo expresa la angustia de la consciencia desdichada, de la consciencia culpable, de la consciencia moralista. No parece haber salida por este lado, salvo la satisfacción de la catarsis por haber expresado discursos de buenas intenciones. Al respecto, diremos que, los involucrados en esta economía política ilícita, ni son “monstruos”, ni son endemoniados tomados por el mal, ni son anormales ni patológicos. Aunque usted no lo crea, también son víctimas de entramados de estructuras de poder, que hacen al sistema-mundo capitalista, que contiene al sistema-mundo cultural de la banalidad y al sistema-mundo político de la simulación. Son víctimas todos los involucrados en las telarañas de los circuitos, los recorridos, las producciones, de esta economía política del chantaje, que llamamos narcotráfico. Son víctimas de la decadencia de la civilización moderna, de la decadencia del sistema-mundo capitalista, cuya economía política generalizada[3] ha construido un mundo institucionalizado, que abarca y articula concomitantemente, distintos planos de intensidad, zurcidos, por así decirlo, con imbricadas mallas institucionales. Son víctimas, aunque usted no lo crea, desde los y, sobre todo, las que sufren y padecen las violencias perversas y polimorfas del lado oscuro del poder, hasta los jerarcas multimillonarios de los carteles y las mafias. ¿Por qué lo son, en este último caso? Por qué son sujetos desdichados, consciencias desgarradas, a tal extremo que no se encuentra en ellos, exagerando, para ilustrar, rasgos de humanidad. Han optado, quizás debido a sus historias de vida, por el goce banal y provisional; por la ostentación rabiosa, que no puede cubrir los profundos abismos y vacíos de su desdicha. Precisamente cuando aparecen como implacables y crueles, es cuando más se manifiesta, paradójicamente, sus miedos tremendos y sus angustias mortíferas.
No hay solución en la “guerra contra el narcotráfico” desencadenada, optada por décadas de fracasos. Lo único que se ocasiona es obligar a mejorar la organización y la irradiación de las organizaciones clandestinas del narcotráfico; obligarlas a armarse cada vez mejor, incluso mejorando la viabilidad de sus circuitos. Lo único que ocurre, en términos económicos, es que suben exorbitantemente los precios de las drogas, haciendo incluso mucho más rentable un “negocio” que no deja de ser riesgoso. También se ocasiona el avance de la centralización y concentración del monopolio de los flujos y circuitos, de los cultivos y de la producción. Así como ocurre con las formas del capitalismo institucional, en sus ciclos largos. ¿Dónde encontrar una salida o, por lo menos, caminos cuyas direccionalidades mejoren los proyectos ejecutados en el pasado, que fracasaron?
Comenzaremos con la propuesta más fácil, además que cuenta con la experiencia de la aplicación, en otro tiempo y en otro rubro, en Estados Unidos de Norteamérica; hablamos de la legalización de la producción y comercialización de las bebidas alcohólicas. Esta medida fue suficiente para hacer bajar los precios de las bebidas, particularmente del whisky; así como para desmoronar a las organizaciones clandestinas encargadas de la producción, comercialización y el monopolio de esta economía política ilícita; aunque después, se hayan generado otros monopolios lícitos. Entonces, tal parece que una salida, por lo menos, inicial, es la legalización de las drogas. Ciertamente, esta medida no puede ser sino mundial. Si algo les queda de honestidad a las burocracias de los organismos internacionales, a las burocracias nacionales, encargadas de la “lucha contra el narcotráfico”, deberían asumir la tarea de la legalización mundial de las drogas, coordinando, evidentemente, las disposiciones y dispositivos institucionales de la distribución y la comercialización controlada.
Ya que hablamos de la honestidad de las burocracias del orden mundial, incluyendo a los órdenes nacionales, vamos a largar una pregunta indispensable, a estas alturas de la “evolución” del lado oscuro del poder, en el mundo institucionalizado por el orden mundial y sostenido por el sistema-mundo capitalista. Cuando podemos decir que el lado oscuro del poder, que comprende, obviamente, no solo la economía política del narcotráfico, sino otras formas del ejercicio del poder desmesurado y violento de la economía política del chantaje, el lado oscuro del poder ha, no solamente atravesado las mallas institucionales del lado luminoso del poder, de las formas de poder institucionalizadas, de los Estado-nación, incluso del Sistema Financiero Internacional, sino que, en algunos países, parece haber subsumido a las mallas institucionales, integrándolas a las estrategias del lado oscuro del poder. La pregunta es: ¿De la misma manera, que afirmamos, que las jerarquías de los carteles y las mafias, son víctimas, lo son las burocracias, gobiernos, Estado-nación, trasnacionales, Sistema Financiero Internacional, que se encargan de lavar el dinero abundante de la economía política del narcotráfico?
Aunque parezca provocador y hasta desmesurado lo que vamos a decir, es menester decirlo, pues ilustra sobre una diferencia, plausible de tomar en cuenta. Los carteles, las mafias, ponen el pellejo; arriesgan, aunque cada vez menos, en la medida que se involucra a las mallas institucionales de los Estado-nación y del Sistema Financiero Internacional. En cambio las burocracias comprometidas y cómplices, encargadas del lavado, no arriesgan, no ponen el pellejo; ganan por su condescendencia, por su participación en el lavado, obteniendo grandes y superabundantes beneficios, por solo lavar el abultadísimo flujo dinerario de la economía política del narcotráfico. Sin querer hacer ninguna apología de los carteles y las mafias, de ninguna manera, es menester distinguir la labor de los carteles y las mafias en la división del trabajo de esta economía política ilícita; distinguirla de la labor de las burocracias gubernamentales, policiales, judiciales, tanto nacionales como internacionales, de la labor de lavado del Sistema Financiero Internacional. La perversidad extrema, por así decirlo, metafóricamente, no se encuentra en estas formas de organización del lado oscuro del poder, relativas a la economía política del narcotráfico, sino en las mallas institucionales estatales, comprometidas con el lavado. Estas burocracias no solo son cómplices, si se quiere, son tragadas por los circuitos de la economía política clandestina, sino que le otorgan la estructura nacional e internacional institucional para que el “negocio” prospere, se globalice y se proyecte espantosamente en el tiempo, hacia un futuro apocalíptico. En conclusión, estas burocracias, nacionales e internacionales, civiles y policiales, no son víctimas; al contrario, son el amarre del círculo vicioso del poder, en su decadencia, en el desenvolvimiento de sus formas más destructivas y atroces.
¿Dónde radica el núcleo del problema, por así decirlo, para no hablar de los contextos de la problemática en cuestión? Nuestra hipótesis interpretativa, en distintos ensayos, ha sido esta: En la economía política generalizada, que ha estructurado el sistema-mundo capitalista, la economía política del poder, que separa poder de potencia social, desvalorizando la potencia social y valorizando el poder, que es el fantasma-vampiro, alimentándose de la sangre vital de la potencia de la vida; también la economía política del Estado, que separa Estado de sociedad, valorizando a la criatura de la sociedad, desvalorizando a la creadora, la sociedad; han impulsado la decadencia de la civilización moderna, su apuesta por las estrategias de muerte, desechando la potencia creativa de la vida. Es pues el núcleo representativo de la economía política del poder, el Estado, así como, ahora, en el mundo globalizado, es el núcleo del orden mundial, el imperio, lo que ha “evolucionado” a estas formas cómplices, concomitantes, condescendientes, de la economía política del narcotráfico, de la dominancia del lado oscuro del poder.
[1] Ver El lado oscuro del poder. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/el-lado-oscuro-del-poder/.
[2] Ver Cartografías políticas y económicas del chantaje. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/cartografias-politicas-y-economicas-del-chantaje/.
[3] Ver Crítica de la economía política generalizada. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/economia-politica-del-narcotrafico/
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