miércoles, 31 de agosto de 2016

¿Quién tira la primera piedra?

¿Quién tira la primera piedra?


Raúl Prada Alcoreza

Quién tira la primera piedra.pdf








Usamos una escena bíblica, en forma de metáfora, para ilustrar, también para escenificar un suceso político de connotación nacional, también regional y mundial; el juicio a la presidenta de Brasil, Dilma Roussef. Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra, es una pregunta conocida, atribuida a Jesús en el Nuevo testamento[1]. Nosotros preguntamos, ahora, en referencia al juicio efectuado a la presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff, ¿quién tira la primera piedra? Claro que no se trata de la misma acusación, de acuerdo a los términos religiosos, según el mismo “pecado”, sino la acusación es otra. La acusación contra Rousseff, por parte del Congreso, consiste en que transgredió normas fiscales, “maquillando” el déficit presupuestal. Los que la acusan, congresistas, tanto de la cámara baja como la cámara de senadores, gran parte de los 594 parlamentarios, la mayoría, conllevan cargos y condenas en los tribunales; incluido delitos como el lavado de dinero, así como también el delito de tortura. En otras palabras, en los términos bíblicos, tiraron la piedra. Los “pecadores”, en términos religiosos, siguiendo la metáfora, llevan a cabo el juicio a la acusada, con la pretensión de condenarla. En términos políticos, los “pillos” hacen de jueces, buscando la condena de la presidenta por uso no normado de fondos, con el objeto de cubrir desbalances en el cumplimiento de desembolsos, allí donde faltaba; dicho en términos suaves, la falta consiste en un “préstamo” no normado técnicamente. Que ha sido un recurso constante y recurrente en varios gobiernos que la antecedieron. No es corrupción por lo que se la acusa o por algún delito estipulado por la Constitución, que deriva en juicio, sino por una observación técnica al manejo presupuestal. Los congresistas, que fungen de jueces, que tiran la primera piedra, fuerzan esta situación hasta convertirla en una consecuencia de condena. Este forzamiento, este despliegue de fuerza, que violenta la estructura normativa, para lograr un fin perseguido, si se quiere, esta inflación del problema, convierte a los congresistas acusadores en violadores de la norma, también de la Constitución.

Lo que sorprende es que la principal acusación no es por el inaudito escándalo de sobornos en PETROBRAS, escándalo que compromete a la clase política, oficialistas y de oposición. ¿Por qué encubren este delito flagrante, develado, descubierto y constatado? No solo lo hacen los congresistas, sino también el poder judical, el órgano de poder que debe garantizar el cumplimiento de la justicia y velar por los bienes del Estado, la sociedad y los individuos. También encubren está flagrante corrupción y expansiva corrosión institucional los medios de comunicación. En consecuencia, todos ellos, son cómplices de encubrimiento de flagrante delito contra el Estado; no solamente los congresistas, sino también los jueces y magistrados, el poder judicial, los partidos políticos, es decir, el sistema político, así como los empresarios de medios de comunicación. Algunos de estos, que si bien no tiran la piedra, sin embargo callan o dejan que avance la apedreada contra la presidenta; incluso operan para que este juicio prospere. Todos estos personajes tiran también la piedra o dejan que otros lo hagan.
 
Dejando la metáfora ilustrativa ahí, que no tiene ni intensiones ni pretensiones religiosas, de ninguna manera, sino que busca una exposición ilustrativa para presentar el análisis político crítico. Ahora intentaremos abordar este suceso jurídico y político, continuando con las interpretaciones que expusimos en otros ensayos[2].

No se trata de salvar a nadie de sus responsabilidades; por ejemplo, las correspondientes al PT; por lo menos, teóricamente, en lo que respecta a profundizar el “proceso de cambio” iniciado. Tampoco de no reconocer la responsabilidad del ejecutivo y del estrato directivo empresarial, en el doloso manejo de bienes del Estado, en el caso PETROBRAS; caso en la que está comprometida la clase política, tanto del PT como de sus aliados, el PMDB, así como los partidos de oposición. Sino de comprender el funcionamiento de las dinámicas de fuerzas en el contexto de este suceso político, el del juicio a la presidenta.

En ensayos anteriores hablamos de la crisis múltiple del Estado-nación, también de la crisis de la potencia emergente,  en el contexto de la geopolítica del sistema-mundo capitalista[3]. Entonces, se trata de la crisis de este sistema-mundo capitalista, en la coyuntura, manifestada en las singularidades regionales, particularmente, en las singularidades nacionales. Es también la crisis del sistema-mundo político y del sistema-mundo cultural[4]. Lo que decimos y la forma de exponerlo, no implica, de ninguna manera, que del contexto mundial se deduzca los que ocurre en el contexto nacional; que de la crisis mundial se deduzca la crisis nacional. Sino, que las singularidades de la crisis brasilera producen efectos de masa en las composiciones y combinaciones singulares, integradas, que conforman el mundo. El Estado-nación de la potencia emergente  es en el mundo, así como la crisis brasilera es en la crisis del mundo. Se puede aprender de la crisis brasilera, de las composiciones de sus singularidades, lo que en términos académicos se llama historia política, lo que pasa en el acontecimiento de la crisis del sistema-mundo capitalista; no, por cierto como generalización, como inducción. Sino cómo el acontecimiento Brasil forma parte del acontecimiento mundo, cómo la crisis brasilera participa de la crisis mundial.










Hipótesis interpretativas de contexto

1.   Habría que interpretar los tejidos de la formación territorial y social brasilera, en los múltiples planos y espesores de intensidad, articulados e integrados por las dinámicas de la complejidad integrada y simultánea. Como no se puede abarcar la pluralidad de estos planos y espesores de intensidad, salvo intuitivamente, se puede hacer selecciones pertinentes, dependiendo de la problemática en cuestión. Por ejemplo, los planos de intensidad y espesores de intensidad sociales se vinculan con los espesores de intensidad territoriales, también con los planos de intensidad geográficos, las topologías de los ciclos vitales. El tema es configurado por las preguntas: ¿qué composiciones y combinaciones conforman?, ¿qué intersecciones articulan e integran singularidades? Las composiciones que nos interesan y las singularidades que enfocamos, dependen, otra vez de la problemática en cuestión.

2.   También habría que configurar la interpretación desde la perspectiva del espacio-tiempo-territorial-social, que es la simultaneidad dinámica; sobre todo, abarcando y comprendiendo, los variados juegos de composiciones y combinaciones singulares, formando distintos cuadros móviles o bricolajes mutantes. Estas figuras interpretativas remplazan a las figuras temporales, al tiempo lineal y sucesivo, de las explicaciones históricas. Importan, entonces, las variaciones, los cambios, las mutaciones; pero, también, las alternativas, así como las posibilidades.


3.   Se trata de comprender las composiciones y combinaciones en movimiento, sus articulaciones y las formas de integración, comprender las dinámicas de fuerzas inherentes.

4.   Por ejemplo, en lo que respecta a la crisis múltiple del Estado-nación, en el momento, en la coyuntura, en el presente, ya se perciba el presente como momento fugaz o, mas bien, como presente dilatado, es sugerente contar con la descripción exhaustiva de las plurales estructuras de relaciones entre formas sociales locales y espesores territoriales diversos; en el contexto de los ecosistemas de la biodiversidad. Sobre esta base descriptiva, un tanto exhaustiva, lograr teorizar distintos modos de integración ecológica y social; es decir, que se refieran a la formación territorial-social brasilera. Ciertamente esto supone contar con teorizaciones sobre los modos de integración ecológica y social, dados en el mundo, en el mismo presente. De lo que se trata, desde la perspectiva de la complejidad, es contar con teorías eco-sociales, ya no como antes, con teorías restringidas al campo social, como si éste fuese espacio autonomizado.


5.   De la misma manera, como lo institucional es construcción social, contar con teorías sobre las formaciones y estructuras institucionales, incluyendo sus genealogías, no enfocadas solo desde la visión social, sino, mas bien, desde la percepción eco-social.

6.    Lo anterior nos lleva a contar con teorías eco-políticas,  que corresponden a las teorías de la bio-política y del bio-poder. No solamente en la versión aportadora, crítica y de apertura de Michel Foucault, Antonio Negri y Michael Hardt[5],  sino ampliando la complejidad biológica a las dinámicas ecológicas[6].


7.   Desde esta perspectiva, la de la complejidad, no es de sociología de lo que hablamos o desde donde hablamos; tampoco es política. Sino el locus, por así decirlo, es la complejidad eco-social, así como la complejidad eco-política.

8.   En consecuencia, la crítica a las formas del poder, la crítica del poder,  que significa la crítica desde la experiencia del poder, crítica efectuada al poder mismo, como economía política del poder, ya no se desenvuelve y despliega desde la crítica realizada del discurso jurídico político; tampoco, desde la genealogía del poder. Sino es una crítica que emerge desde el análisis complejo de la eco-política; desde la dinámica compleja ecológica-política.


9.   Es así, como el Estado ya no aparece solamente como instrumento separado de la sociedad, tesis del marxismo crítico, que corresponde a la economía política del Estado, sino como máquina de poder, que se relaciona de manera dominante con los espesores territoriales, los ecosistemas, las ecologías de la biodiversidad, los ciclos vitales, los plurales cuerpos de la vida. En otras palabras, el Estado es un dispositivo del bio-poder.

10.       Desde esta perspectiva, ¿cómo puede interpretarse la crisis múltiple del Estado-nación? Ya no se trata solamente de los ciclos políticos en vinculación con los ciclos económicos; tampoco de sus fases ascendentes, por así decirlo, en contraste con sus fases descendentes. Sino de los efectos masivos en la integralidad ecológica, así como de las re-sincronizaciones de la complejidad integral de la biodiversidad[7]. En consecuencia, se puede sugerir la hipótesis interpretativa prospectiva como que la crisis múltiple del Estado-nación corresponde a la re-sincronización de la complejidad integral biodiversa. El Estado ya no concuasa con los ciclos vitales, con los ecosistemas, con las ecologías dinámicas, con las sociedades orgánicas, incluyendo a las sociedades humanas. Aparece como una amenaza a los ciclos de reproducciones de la vida.


11.       Ahora bien, ¿cómo ocurre esto?, ¿es una fenomenología singular[8]? En el caso de la formación territorial-social brasilera, no depende de las historias políticas, locales y nacionales; incluso, ampliando, de las historias sociales-económicas-políticas. Tal como se pensaba en las ciencias sociales de la episteme moderna, que supone la secuencia del pasado, presente y futuro; sino de las repercusiones de las acciones del Estado en la sincronía integral de la biodiversidad.

12.       En el caso del acontecimiento Brasil, que comprende una extensa geografía política, que hace como superficie accidentada, cambiante, variada, a vitales ecosistemas, donde se mueven proliferantes ciclos ecológicos y dinámicos, se trata de comprender las repercusiones del poder en los cuerpos, no solamente humanos, en las corporeidades sociales, en los espesores territoriales, en los ciclos vitales, en los ecosistemas, en las dinámicas ecológicas. La crisis real o la realidad de la crisis, para decirlo fácilmente, aunque de manera inadecuada, por razones de exposición y de ilustración, es material, en sentido amplio; es decir, es ecológica. Lo que en la modernidad, las ciencias sociales llamaban crisis económica, crisis política, crisis cultural, crisis social, no son más que representaciones o corpus teóricos, en el fondo, aunque no lo visualicen, de la crisis ecológica. Estas teorías de la crisis, concebidas en los campos sociales, no lograron explicar la dinámica misma de la crisis, su emergencia y desenvolvimientos, pues solo atendían a un recorte de realidad, que suponían autonomizado.

13.       La crisis múltiple del Estado-nación no puede explicarse sino en el contexto y como síntoma, si se quiere, político e institucional, de la crisis ecológica.


14.       El funcionamiento del Estado, el ejercicio de las polimorfas formas de poder, no solamente se inscribe en los cuerpos, se registra en las corporeidades sociales, deja sus huellas en los espesores territoriales. Sino que lo hace, de tal manera, que afecta a los cuerpos, disminuyendo sus capacidades; despoja a las corporeidades de sus capacidades, de lo que pueden como fuerzas sociales; depreda, contamina, destruye los espesores territoriales, desarticulando a los ecosistemas. Los cuerpos sufren, mostrando las marcas del dolor; las corporeidades sociales se vacían de sus contenidos, banalizando sus axiologías; los espesores territoriales se esterilizan, se vuelven desiertos.

15.       Tomando lo descrito como contexto o tejido, provisionalmente, podemos entender la desigualdad social como síntoma del vaciamiento de la corporeidad social; la corrosión institucional como síntoma de la adulteración de los instrumentos y dispositivos, que las sociedades han construido para su sobrevivencia y potenciamiento. La corrupción política como síntoma de la degradación del ejercicio de la participación y la convocatoria, si se quiere, también de la legitimación. El monopolio de la representación del pueblo, por parte de la clase política, como síntoma de la manipulación; ejercicio de dominación, que sustituye a la gubernamentalidad, en sentido ético-político; es decir, como cuidado.  Siguiendo esta lógica, por así decirlo, las crisis económicas, en sus distintas formas, que son formas de la crisis de sobreproducción del sistema-mundo capitalista, dilatada como intermitentes crisis financieras, es síntoma  del socavamiento, expansivo e intensivo, de las armonías dinámicas de las ecologías, en las que se encuentra la ecología-social.


16.       Las ciencias sociales de la modernidad, sus teorías, incluso las teorías críticas,  solo han visto los síntomas, confundiéndolos con realidades; haciéndolos referentes básicos o únicos de procesos lineales o planos. Los síntomas son fenómenos que expresan complejidades dinámicas no visualizadas. Se trata, mas bien, no de perderse en los síntomas, sino comprender el funcionamiento de complejidades dinámicas que los hacen posibles. 

17.       Hemos dicho, más de una vez, que la episteme compleja está más allá de los esquematismos dualistas amigo/enemigo, del bien y el mal, de los dualismos esquemáticos de la episteme moderna. La episteme compleja atiende las paradojas, no como contradicciones, sino como dinámicas, movidas por contrastes, articulados e integrados. En consecuencia, la exposición no es condenatoria, juzgadora, denunciativa, menos descalificadora; no es discurso de “ideología”, sino se expresa como análisis complejo de los funcionamientos de las composiciones y combinaciones de composiciones, de sus dinámicas, de sus integraciones, que hacen como de síntesis paradójicas[9].


18.       Para dar un ejemplo, los enemigos, que se creen irreconciliables, como si pertenecieran a mundos distintos y opuestos, por así decirlo, en realidad, son cómplices de la reproducción del poder; se requieren, se necesita, para constituir su identidad opuesta.  Todo esto forma parte de las representaciones dualistas. En otras palabras, los enemigos forman parte del mismo imaginario del poder, aunque proyecten distintas formas de realizarlo.  Así como los ángeles y demonios se requieren para existir en el cosmos imaginario de la religión.

19.       ¿Si no hay amigo y enemigo, qué hay? Hay poder, como economía política del poder, como bio-poder. Ciertamente, el poder, en tanto Estado, en tanto institucionalidad, inviste a dominantes y dominados;  enunciado que parece repetir el esquematismo dualista. Empero, el dualismo entre dominantes y dominados es construcción institucional. Aparece como efecto del ejercicio del poder, de las economías políticas del poder, de la separación entre Estado y sociedad; disyunción entre dominantes y dominados. La dualidad misma no es una explicación del poder; sino es algo que se debe explicar desde la complejidad del bio-poder. Esto significa que las singularidades del poder, las singularidades de las dominaciones, las singularidades de las relaciones entre dominantes y dominados, son como efectos de la articulación integrada de planos y espesores de intensidad de la complejidad dinámica de la formación territorial-social, en un momento dado, usando un término del paradigma del tiempo lineal.


20.       En el discurso jurídico-político, la dualidad esquemática se da entre legitimidad del soberano y las transgresiones a la ley, la subversión contra la autoridad del soberano. El juicio ya está establecido de antemano; se condena el atentado a la ley, al orden, a la legitimidad del monarca. En el discurso histórico-político, el esquematismo dualista dibuja el enfrentamiento entre conquistados y conquistadores; entre pueblo sometido y aristocracia conquistadora,  entre derechos consuetudinarios y deberes impuestos por los conquistadores, entre pueblo sublevado contra las instituciones impuestas, que no son más que la cristalización de la violencia y la usurpación. El discurso histórico-político es una convocatoria a la subversión, al levantamiento generalizado del pueblo sometido. Se interpela a la autoridad legal, instituida por la fuerza; empero, no la legitima históricamente. Ambos discursos, el jurídico-político y el histórico-político, se mueven en el paradigma político del amigo-enemigo. Solo que en la primera formación discursiva, el amigo es el obediente, el leal, el que acata y reverencia al rey; el enemigo es el transgresor, el subversivo, el irreverente; el enemigo del Estado. En la segunda formación discursiva, el amigo es el hermano, el consanguíneo, el coterráneo, el de la misma clase social, el del pueblo dominado; señalando claramente al enemigo, con el que se enfrenta. En este discurso histórico-político, el enemigo es  el conquistador, el foráneo, el extraterritorial, el de la clase dominante, la burguesía. El discurso histórico-político es un discurso de guerra, de combate.

21.       Desde la perspectiva de la complejidad, al tratarse de las dinámicas del bio-poder, no hay amigo-enemigo, sino son, tan solo,  figuras aparecidas como efecto del ejercicio del poder. Se trata, mas bien, de desmontar las maquinarias del poder y las maquinarias de guerra. La responsabilidad política consiste no en sustituir al enemigo dominante, tampoco tomar el Estado y ocupar el poder, sino en abolir las estructuras estructurantes mismas, que hacen al poder. Salir del círculo vicioso del poder, que reproduce la trama circular de amigos-enemigos.



Con estas anotaciones podemos volver al análisis del juicio a Dilma Rousseff.






















Desenlace de una confrontación

Si bien, hemos dicho que, en la realidad efectiva, en este caso social, particularmente política, no hay, propiamente hablando, desenlaces, pues el devenir constante del mundo efectivo no es una trama de una narrativa; de todas manera, utilizaremos esta imagen tramática y narrativa, para ilustrar la exposición de una resultante provisional de la correlación de fuerzas, en el plano de intensidad institucional. Bueno pues, el desenlace de la confrontación política entre el segundo gobierno de Dilma Rousseff y la “oposición”, a la que se sumó su aliado, el PMDB, ha culminado con la destitución de la presidenta; como tal, hasta la determinación misma, por mayoría del Congreso. El PT no llegó a acumular 54 votos en el senado. Con esto se clausura el ciclo de más de una década, 13 años, de las gestiones de gobierno del PT. Su ex-aliado, el vicepresidente, Michel Temer, que se hizo cargo de la presidencia, de manera interina, al inicio del juicio a Dilma Rousseff, por decisión congresal, va culminar el periodo de gestión que queda, hasta el 2018; aunque no cuenta con la simpatía del pueblo Brasilero. Un hombre gris, de perfil mediocre, acusado de delitos por corrupción, como muchos hombres de su partido, sustituye, a una brillante mujer, de trayectoria de lucha, que también fue involucrada con el escándalo de corrosión institucional y corrupción de PETROBRAS. Escándalo que no ha sido aclarado por la clase política, ni por el sistema político, por el Estado y sus dispositivos. En este encubrimiento jugó un papel activo el Congreso; prefirió reducir los alcances del escándalo a lo mínimo. A tal punto, que en este reducto solo entraba Dilma Roussef, dejando al resto, la gran mayoría de los involucrados, tanto del PMDB como del PT, fuera del juicio. Además, escándalo minimizado, a tal punto, donde solo se contempló una infracción técnica-normativa, que no amerita juicio. Empero, de todas maneras, la mayoría congresal, llevó adelante el juicio, a pesar de sus incoherencias, incongruencias y grotescas contradicciones.  Se ve claramente, que no interesa el cumplimiento de la Constitución y de las leyes; menos el cumplimiento de la normativa en la estructura institucional. No interesa la democracia, en su restringida formalidad institucional, menos la voluntad general del pueblo brasilero. Lo que interesa es lograr realizar el deseo del deseo, lo imposible, la satisfacción del vacío anhelante, con el ejercicio  del poder; mediante artimañas jurídicas, con retóricas políticas, insostenibles y banales; recurriendo a astucias criollas de políticos de pacotilla; aprovechar la ocasión del escándalo, para hacerse del poder. Usurpando la voluntad general del pueblo. Con esto la clase política brasilera ha vuelto a mostrar descarnadamente su decadencia.

Se puede decir que esta clase política no está a la altura de los desafíos y tareas de la potencia emergente, para no definir todavía otras metas y otros horizontes, más valiosos civilizatoriamente. Es una clase política sumisa, elemental y miserable; reducida a la satisfacción de goces angurrientos, a deseos de poder, de prestigio ceremonial y vacío, a lograr riqueza fácil, por cualquier medio, aprovechándose de la posición de representantes del pueblo.

Por otra parte, esta clase política ha manifestado claramente el desprecio más arrogante y pedante al pueblo brasilero; esto evidencia su psicología colonial, racial, machista y depredadora. Una psicología, heredada de la oligarquía “café con leche”, que reduce el mundo efectivo al mundo de sus representaciones elementales, simples e ingenuas, que evocan los prejuicios más recónditamente conservadores. Una psicología de clase dominante, que no es más que lumpen-burguesía, como señalaba Andre Gunder Frank,  de un Estado-nación, que pasó de las periferias de la geopolítica del sistema-mundo capitalista a la condición de centro subalterno del núcleo dominante de esta geopolítica. En definitiva, una clase política que inhibe la potencia social y creativa del pueblo brasilero y de la sociedad alterativa de este subcontinente en el continente mismo.

Empero, de este desenlace, de la correlación de fuerzas, en el plano de intensidad institucional, no solo es responsable, por así decirlo, la clase política, sino también el mismo pueblo, la misma sociedad, en los planos y espesores de intensidad de las dinámicas moleculares y molares sociales. Como dijimos antes, no hay dominación sin aceptación de la misma; cuando un pueblo no lucha lo suficiente para hacer respetar sus derechos, constitucionalmente consagrados, deja hacer a la clase política lo que esta clase angurrienta quiere. Hay pues complicidad, por parte de los colectivos sociales, aunque sea velada, laberíntica, indirecta y hasta explicable por la cristalización de las dominaciones polimorfas en los huesos.  

Es cierto, que no se puede justificar, ética y políticamente, el comportamiento sinuoso y barroco del PT, en el gobierno; a pesar de los logros sociales, las conquistas soberanas, en términos de nacionalización. Pues, la responsabilidad delegada por el pueblo es la de profundizar el proceso de igualación, profundizar la democracia, potenciar al país y al acontecimiento Brasil, avanzar en la integración continental, la Patria Grande. El PT, a pesar de los avances sociales, no cumplió con las tareas encomendadas; en contraste, se encaminó en un laberintico recorrido por las entrañas del poder. Poder que se lo tragó; encandilado por las burbujas ceremoniales del poder, por la disponibilidad de fuerzas y riqueza. Sin embargo, no se trata de defender esta laberíntica entrega a la reproducción del poder, a la laberíntica reproducción del capitalismo, en su versión especulativa, inflacionaria, extractivista y corrupta. Sino de defender los puentes, por así decirlo, que pueden permitir cruzar la orilla. Dejar abiertas las rutas, para la profundización democrática hacia los autogobiernos de los pueblos, hacia la armonización social, la armonización con los otros seres de los ecosistemas y de los ciclos vitales de la biodiversidad. Solo las fuerzas populares pueden cerrarle el paso a esta clase política corrupta y elemental, aterida en la tramoya y en los escabrosos juegos de poder; empleando, en sus prácticas políticas bochornosas, anacrónicas astucias y trampas.


¿Cómo interpretar este desenlace político?  En primer lugar, en la perspectiva de la complejidad, esta pugna de poder, entre “progresistas” y neoliberales, para reducir el mapa de las connotaciones, no es más que la pugna de dos versiones de las realizaciones fácticas e institucionales del poder. En un caso, en la versión “progresista”, esta exégesis política pretensiosa, amplia los derechos sociales, colectivos y, en perspectiva, puede llegar a plantearse la posibilidad de ampliarlos hacia los derechos de los seres de la biodiversidad; claro que solo para que quede en texto escrito. Sin embargo, estos derechos, pueden quedar en la Constitución, como ideales, a los que se tarda en llegar a cumplir; pues la burocracia partidaria, la burocracia estatal, interponen sus buenos oficios para ralentizar el “proceso de cambio”. Por otra parte, de partida, cuenta con un margen permitido por el sistema-mundo capitalista, por el sistema-mundo político, por el orden mundial, por el imperio. En la medida que no se plantea transgredir este orden mundial; esta geopolítica del sistema-mundo capitalista, el margen definido, ya acotado, de antemano, sus objetivos prácticos, que no son otra cosa, que objetivos reformistas, dentro de la reproducción capitalista y la preproducción del poder.

La otra versión política del sistema-mundo, la versión neoliberal, es mucho más reductiva; despliega un discurso simple, ya desgastado y conocido, en el periodo neoliberal, que antecedió al periodo del “gobierno progresista”. Un discurso insostenible teóricamente, menos con la contrastación con la misma dinámica del sistema-mundo capitalista; solo sustentado en un imaginario mundo plano, como virtual dimensión plegada, que funciona por la oferta y la demanda. A esta versión política, no le interesa la más mínima profundización de la democracia, que ya es mucho decir; mejor dicho, entonces, el más mínimo avance democrático. Le interesa, mas bien, la restricción de la democracia formal; restricción manifestada en la disminución de los derechos sociales y colectivos. Por otra parte, entiende la soberanía solamente de manera simbólica; considera, como la oligarquía “café con leche”, que de lo que se trata es adherirse subordinadamente al imperio, para beneficiarse de su benevolencia. Cuando, efectivamente, es el imperio el que se aprovecha de la ingenuidad “ideológica” de la oligarquía criolla, de la lumpen-burguesía y esta parte neoliberal de la clase política, reducida a la ceremonia de cocteles, a la estridencia de la publicidad, a la bagatela de propuestas políticas escolares.    

En consecuencia, esta pugna entre “progresistas” y neoliberales, no es el conflicto entre dos proyectos políticos, totalmente diferentes, totalmente opuestos, menos antagónicos, sino entre complementarios, amigos-enemigos, que se complementan de manera contradictoria y celosamente exaltada.

Por otra parte, lo que se ha vuelto a constatar, en la experiencia social política, es que ambos, aparentes irreconciliables enemigos, comparten la inclinación compulsiva por las formas paralelas del poder; formas de dominación, que corresponden al lado oscuro del poder, la de la economía política del chantaje.

El discurso de la “izquierda” reformista y de los “gobiernos progresistas”, expresado en sus medios - algunos tienen alcance mundial - y en sus comunicaciones, emisiones y alocuciones retóricas, hacen gala de apologías desenfrenadas; donde exponen la trama repetida de los cuentos infantiles, en la cual los buenos enfrentan a los malos. En estas narrativas pobres, los “gobiernos progresistas” aparecen como víctimas de la conspiración “imperialista” y de las oligarquías gamonales. Los “gobiernos progresistas” son los héroes de la epopeya; héroes que enfrentan al dragón de varias cabezas. Son, además, los padres que se ofrendan y sacrifican por sus pueblos; logrando cambios trascendentales invaluables e irreversibles. No hay una tacha ni una mancha que disminuya sus grandezas de epopeya. En cambio, la monstruosidad, la maldad, la perversión, se encuentran en los enemigos “conspiradores”. Esta narrativa política nos muestra los alcances de esta “izquierda” reformista. Esta “izquierda” es izquierda - manteniendo su esquematismo dualista de izquierda/derecha,  que, obviamente no compartimos, por su equívoco histórico, además por su inamovilidad glacial - en este mundo imaginario de la epopeya de estos “revolucionarios” patriarcales y engreídos.

Toda sociedad institucionalizada, la que sostiene al Estado, a las estructuras de poder, a las máquinas de poder y las máquinas de guerra, a las máquinas económicas y a las máquinas extractivistas, esta como rodeada, asediada y hasta atravesada por la sociedad alterativa; la sociedad vital, que escapa a las capturas de los diagramas de poder, a las cartografías políticas, a las mallas institucionales; esta sociedad alterativa simplemente vive. Al respecto, la pregunta es: ¿cuándo la sociedad alterativa decide actuar a gran escala, ocupar las fortalezas de mármol, los castillos de naipes, construidos por la sociedad institucionalizada?  










[1] Evangelio según San Juan; evangelio (Jn 8, 1-l1): En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a él, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?" Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Pero como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: "Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra". Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?" Ella le contestó: "Nadie, Señor". Y Jesús le dijo: "Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar".


domingo, 28 de agosto de 2016

Composiciones del lado oscuro del poder

Composiciones del lado oscuro del poder


Raúl Prada Alcoreza


Composiciones del lado oscuro del poder.pdf





En El lado oscuro del poder dijimos que las genealogías del poder han mostrado, desde sus nacimientos, un lado luminoso y un lado oscuro[1]. El lado luminoso corresponde a la malla institucionalizada del Estado, también a las mallas institucionales de la sociedad; en tanto que el lado oscuro corresponde a las formas paralelas no-institucionales del poder; concretamente, a lo que hemos denominado economía política del chantaje. En esta perspectiva analítica, dijimos que, en la etapa del capitalismo tardío y de la decadencia de la civilización moderna, el lado oscuro del poder invade y atraviesa la malla institucionalizada del poder, ocasionando, primero, sus variaciones perversas, sus deformaciones, sus corrosiones; después, subsumiendo la malla institucional del poder a las formas paralelas no-institucionales del poder. Ahora, queremos concentrarnos en las composiciones del lado oscuro del poder.

Se trata de una red o, mas bien, redes, de entramados, de las formas paralelas de poder. La economía política del chantaje tiene una estructura basada en concomitancias y complicidades; entonces,  estamos hablando de una composición o composiciones mutantes. Es difícil situar un centro de la estructura; pues en un periodo puede ser o parecer ser una de las formas paralelas del poder; para en el siguiente periodo, mas bien, colocarse como en el centro otra forma paralela de poder. Lo sugerente es que se trata de la imbricación de varias formas de la economía política del chantaje. Por ejemplo, las formas de corrosión institucional, entre ellas, la corrupción, se vincula con otras formas de poder paralelas, no necesariamente internas a las mallas institucionales, sino, mas bien, externas, como la economía política de la cocaína. Las vinculaciones pueden extenderse a los circuitos de los tráficos, ya no solo de la cocaína, sino también extenderse al tráfico de armas, al tráfico de cuerpos y de órganos, así como al contrabando. En este contexto, las vinculaciones de las empresas trasnacionales aparecen institucionalmente como contratos, concesiones, proyectos, que pueden convertirse o ampararse en leyes. Sin embargo, por debajo de la mesa, se dan también otras vinculaciones no visibles, obviamente no-institucionales, que se las puede tipificar como parte de la corrosión institucional y la corrupción. Aunque quizás sea mejor clasificarlas aparte, pues estos sobornos, de las empresas trasnacionales, suponen los monopolios de estas empresas; por lo tanto, suponen otros espacios de movimientos, de producción y circulación y consumo, también otros espacios de acuerdos. En este sentido, posemos decir, que las empresas trasnacionales se mueven tanto en el espacio luminoso del poder, como en el espacio monopólico de los mercados, que no deja de ser visible, pero, lo es de manera diferente a la luminosidad del poder, y en el espacio gris de laeconomía política del chantaje. Esto equivale a situarlas en la geopolítica del sistema-mundo capitalista; por tanto, en las estructuras de poder vigentes. Abarcando a las máquinas económicas, a las máquinas extractivistas, a las máquinas de guerra.

Cuando un gobierno, en un periodo dado, conserva todavía cierta iniciativa, incluso en lo que respecta a los compromisos con el lado oscuro del poder, se puede decir, que el centro de la economía política del chantaje parece ser el de la corrosión institucional y el de la corrupción. Teniendo a las otras formas paralelas de poder como adyacentes; ciertamente apoyando y complementando esta economía política del chantaje.  En cambio, cuando el gobierno pierde incluso esta cierta iniciativa y se deja subsumir por otras formas paralelas de poder, el centro de mando ya no corresponde al gobierno corroído, sino al lado oscuro mismo del poder. Por ejemplo, cuando la economía política de la cocaína absorbe las mallas institucionales del Estado, el gobierno no cuenta con iniciativa propia, solo obedece a los requerimientos de la economía política de la cocaína. Esto parece ocurrir en México; ¿pasa lo mismo en Bolivia?

Para responder esta pregunta, no bastan las estimaciones cuantitativas, sean o no sobrevaloradas o subvaluadas; por ejemplo, el referente de la estimación de que en Bolivia se producen 295 toneladas de cocaína al año - siendo ya el segundo productor, debajo del Perú y encima de Colombia -, no implica necesariamente que la economía política de la cocaína se ha convertido en el núcleo del lado oscuro del poder. Esto no depende de cantidades sino de cualidades; de las estructuras de relaciones de poder que atraviesan el Estado.

Tampoco, ya en la descripción de la información, es suficiente contar con que la policía y las fuerzas armadas han sido penetradas por las redes de la economía política de la cocaína; por lo menos en parte; dejemos si es una gran parte o relativa mediana parte o pequeña parte. Pues se requiere saber si  el Estado ha sido atravesado por las redes de la economía política de la cocaína, de tal manera, que lo ha sometido a sus propias reproducciones perversas, y en qué magnitud; además, en qué profundidad cualitativa. ¿Cómo se puede contar con esta información? Sobre todo, cuando la economía política del chantaje, en este caso, la economía política de la cocaína, funciona clandestinamente. Es difícil contar con esta información, a no ser que se logre ésta desde adentro. ¿Se puede lograr un diagnóstico por procedimientos indirectos? Por ejemplo, diagnosticando los síntomas del acontecimiento de la economía política del chantaje.

Cuando toda una región, cuando toda una organización de representación social, está no solo comprometida con los circuitos ilegales de la hoja de coca excedentaria, sino también con la producción de cocaína -  se oculta esta situación conocida por muchos, como si no se diera; es decir, cuando calla el gobierno, incluso, lo más sorprendente, soslayan los organismos internacionales, encargados del control de la disminución de los cultivos de la hoja de coca; además, claro está, de la misma DEA, que, en realidad, nunca combatió al narcotráfico, sino que, pragmáticamente, optó por una guerra de baja intensidad, conteniendo, controlando y participando, desviando esta economía política del chantaje hacia el monopolio que ejerce el imperio -, entonces, el síntoma es preocupante, pues connota no solamente atravesamientos de lado oscuro del poder en la malla institucional, sino incluso cierto control sobre los dispositivos estatales

Sin embargo, tampoco podemos aseverar que el Estado ha sido subsumido por la economía política de la cocaína. Se requiere observar otras zonas donde se manifiestan los circuitos de la economía política de la cocaína; por ejemplo, el blanqueo. Cuando hay grandes inversiones, que notoriamente no son rentables, por lo menos, como se esperaría, debido a la magnitud de la inversión, es muy probable que sean inversiones de blanqueo o lavado. ¿Qué importancia tiene en el funcionamiento de la economía, por lo menos comercial? Si esta proporción y el lavado son de magnitud, en extensidad e intensidad, ocasionando un mundillo artificial de aparente riqueza, que en todo caso es banal, entonces el síntoma es alarmante.

Otro síntoma corresponde a las formas y niveles de la violencia no estatal; por ejemplo, la del crimen, usando este término jurídico conocido, aunque no lo compartamos. Cuando las formas de violencia se empiezan a parecer a formas desmesuradas de la violencia, a los mensajes del terror, a lo que se manifestó abiertamente en Colombia y en México, es muy probable que la violencia de los carteles recorra las calles, los caminos, ciertas regiones y ciertas ciudades. Los carteles recurren al terror para dominar poblaciones o parte de ellas, para someterlas; así mismo para manejar por el miedo a autoridades, a policías, a jueces, también a sus propios miembros comprometidos hasta el tuétano. En algunos casos el terror de los carteles se suma al terror de Estado. Lo más grave es cuando otras bandas, no necesariamente vinculadas, de manera directa, a la economía política de la cocaína, imitan los procedimientos violentos desbordantes de los carteles. Mucho peor es la situación cuando ciertas organizaciones sociales, en la consecución de sus demandas, no necesariamente imitando, sino haciendo escalar la espiral de la violencia, expresan también desmesuras de la violencia descarnada. Es cuando, como dice la canción, la vida no vale nada.

Si para los organismos internacionales, para la policía y los destacamentos especializados de lucha contra el narcotráfico, para el Estado, para las instituciones encargadas, como el poder judicial, el tráfico de cocaína es un problema moral - forma de asumir que más se parece a una postura doble e hipócrita, pues, efectivamente no hay tal lucha o, si se quiere, matizando, no es efectiva ni tiene resultados -, visto desde otra perspectiva, mas bien crítica, no se trata de problema moral, sino de ilusión, de fetichismo, de decadencia. El ilusionarse con el acceso a la riqueza fácil es un autoengaño; olvidando que, como en toda economía política, la estructura es piramidal; sólo ganan los de la cúspide, mientras los demás sostienen la pirámide; además de ser los que caen, la excusa carnal enclaustrada en las cárceles. Por otra parte, la economía política de la cocaína no es una economía sostenible; es decir, a largo plazo, sino, mas bien, es de corto plazo. En tercer lugar, es altamente costosa en múltiples planos de intensidad; depreda el medio ambiente, descohesión a las familias, comunidades y sociedades; destruye las culturas, las memorias, la capacidad de experiencia; sobre todo, la capacidad de lucha por una vida digna. La gente comprometida con la economía política de la cocaína es la gente más devastada por el despojamiento, la desposesión y la de-constitución de sujetos y subjetividades, por parte de las formas del capitalismo extractivista y especulativo. Son la muestra del vaciamiento de humanidad, quedando sin ella, sino con barrocas subjetividades grotescas e infelices. Personas que consideran que la vida no vale nada, sino solo el poder, que lo entienden en la reductiva forma descarnada de poder, la violencia atroz, no son humanas, sino el bodrio que ha esculpido en sus cuerpos el capitalismo más banal, el de la economía política del chantaje, el especulativo, el extractivista, el financiero.

Contando con las descripciones de la corrosión institucional, con la expansión del lavado, con los niveles desbordantes de la violencia, se ha avanzado a bosquejar un conjunto de síntomas alarmantes, que apuntan a aproximaciones a la situación de subsunción del Estado por la economía política de la cocaína;  empero, todavía no se puede aseverar que esto ya ha ocurrido. El dato que parece podría ser definitivo, para poder argumentar en el sentido de la subsunción y el sometimiento del Estado a la economía política de la cocaína, corresponde a cuando el Estado, su estructura institucional, por lo menos la parte estratégica de ella, no solamente está comprometida con el narcotráfico, sino que el Estado mismo ya es ejecutoroperador, en esta economía política de la cocaína.

En este punto, no estamos en condiciones de responder, ni hipotéticamente. No podemos dejarnos llevar por rumores, por acusaciones, incluso por sospechas. En este caso se requieren investigaciones; no hablamos de investigaciones policiales, sino de investigaciones sociológicas, económicas, políticas o antropológicas; mejor si se puede efectuar una investigación genealógica; mucho mejor si se puede intentar una investigación desde la perspectiva de la complejidad.

Antes de concluir, quisiéramos detenernos en otros síntomas, de carácter de efectos; uno de estos, es el que se refiere a la mutación del autoritarismo gubernamental a formas de despotismo. Ciertamente esta mutación puede tener varias y distintas causales, por así decirlo. Sin embargo, cuando de por medio, se encuentra, lejanamente o cercanamente, la economía política de la cocaína, el despotismo puede ser un síntoma de la incidencia de las formas de poder paralelo; sobre todo, de esta forma del lado oscuro del poder, que tiene que ver con el narcotráfico.

Si en las políticas del gobierno no se nota coherencia, tampoco conexiones estructurales estratégicas; dicho de otra manera, si no aparece en la conducta del gobierno una estrategia política, aunque lo pretenda discursivamente, sino una constante improvisación, encubierta apenas con discursos estridentes y demagógicos, es muy probable que haya incidencia fuerte del lado oscuro del poderIncidencia en el contexto de la situación que nos ocupa, la de la economía política de la cocaína, cuando esta forma de la economía política del chantaje es de significativa proporción en el país.

Otro de estos síntomas, tiene que ver con las formas de articulación con el sistema-mundo capitalista, su ubicación en la geopolítica del sistema-mundo capitalista. Sobre todo, en este enfoque, respecto al lado oscuro del poder, se trata no de los acoplamientos institucionales, tampoco de las bisagras estructurales con el orden mundial, el imperio. Sino con esos dispositivos secretos, clandestinos, camuflados, que son los servicios de inteligencia del imperio; dados de manera directa o, mas bien, de manera indirecta. Al respecto, la pregunta, sin mucha vuelta, sería: ¿cuán infiltrado está el gobierno por los servicios de inteligencia del imperio? En el sistema-mundo, donde juegan un rol geopolítico, por así decirlo, las máquinas de guerra, los servicios de inteligencia - que cuenta con información abundante, aunque no manejada del todo, mucho menos interpretada adecuadamente, aunque usted no lo crea;  tampoco analizada adecuadamente, salvo el uso de modelos esquemáticos, que los servicios de inteligencia usan recurrentemente - constantemente “conspiran” o intervienen, de uno u otro modo, llegando a extremos delirantes. Como, recientemente, la invención del ISSIS; antes el financiamiento a yihadistas para combatir al ejército rojo, que ocupaba Afganistán. Así como el apoyo a dictadores militares como Manuel Antonio Noriega en Panamá o Sadam Hussein en Irak. ¿Qué proyectos han desplegado en el país, hace un buen tiempo, no solo en las gestiones del “gobierno progresista”? Esta pregunta es problemática, pues supone eso, la “conspiración” de los servicios de inteligencia del imperio, sin contar con información fidedigna y corroborada; aunque la hipótesis sea plausible. Sobre esta debilidad conjetural, se pregunta ¿qué proyectos se han implementado y están en marcha? A pesar de esta debilidad, la pregunta no deja de tener su importancia; incluso a pesar de que no compartimos las teorías de la conspiración, pues nos parecen ingenuas, extremadamente esquemáticas y débiles. Aunque aceptamos que hay conspiraciones y conspiradores; empero, estos no controlan todas las variables en juego. Tampoco están a la altura de la complejidad de la realidad social efectiva, menos de la praxis de la política. La importancia radica en el alcance de los juegos de poder de estos dispositivos conspiradores.

Si, en caso hipotético, en un escenario supuesto, ocurriera esto, estaríamos, por cierto, ante una grave situación y peligrosa condición, expuesta y vulnerable, no solamente respecto de la soberanía, sino incluso respecto del funcionamiento de los engranajes del Estado y de las prácticas políticas, abarcando el recurso a los montajes políticos,  en los decursos de las manifestaciones rutinarias del Estado. Se asistiría no solamente a una tramoya, sino a una absoluta dependencia, a la subordinación total del manejo, como se manipula a los títeres, de los dispositivos de poder del Estado.

Repasando la perspectiva de los escenarios, si otro escenario fuese el descrito como posibilidad más arriba, el de la subsunción del Estado a la economía política de la cocaína, la situación sería mucho más grave; pues no solamente asistiríamos a la des-funcionalización del Estado, sino, mucho peor, a la descohesión generalizada de la sociedad. La sociedad habría caído no solamente en la pusilanimidad más estúpida, sino en el terror, en el miedo, más paralizante, dejando que sus lazos se disuelvan.

Estos dos escenarios son indudablemente desoladores. ¿De qué depende no caer en ellos? No del Estado, que se encontraría en plena decadencia, marchando sinuosamente a este destino, por así decirlo; no de los organismo internacionales encargados, pues estos están sumergidos en la hipóstasis, en el discurso hipócrita moralista y en toma de medidas ineficaces y hasta condescendientes. Está en manos de la sociedad, de los pueblos. Son las fuerzas sociales las únicas que pueden cambiar el curso de los acontecimientos; pues también son estas fuerzas, mejor dicho, parte significativa de estas fuerzas, la que sostiene la reproducción del poder, la que sostiene estos juegos de poder, estas combinaciones escabrosas entre formas de poder luminosas y formas de poder del lado oscuro.



Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/composiciones-del-lado-oscuro-del-poder/