Poder y muerte
Raúl Prada Alcoreza
Poder y muerte.pdf
El concepto de poder
y el concepto de muerte están
asociados o, mejor dicho, imbricados. También, si se quiere, sus símbolos y sus significados. Pero, esto no solo pasa por asociaciones
representativas y también metafóricas, sino porque, como acontecimientos, están
entrelazados. El poder como disponibilidad concentrada de fuerzas y condensación
institucional de ámbitos y estructuras de relaciones, además de ejercicio de las dominaciones, por medio de formas
de gubernamentalidad, está, íntimamente vinculado a la muerte. A la muerte como
culminación de la vida; a la muerte
como interrupción de los ciclos vitales; a la muerte como solución de problemas, que desafían al poder, amenazan su continuidad y conservación,
por parte de las resistencias, de las rebeliones, de las revoluciones; solución
recurrente por parte del poder.
Si revisamos las historias
políticas de las sociedades modernas,
para no extendernos a los ciclos largos,
a las estructuras de larga duración, vamos
a encontrarnos con que la realización, consolidación y continuación de las formas de poder, están plagadas por la
proliferación de muertes, decididas
por el poder, por las formas de dominación, que recurren a la violencia, como manifestación demoledora
de la autoridad suprema. De esta
constatación, podemos sugerir una conclusión general: no hay poder sin muerte.
Sin embargo, nuestro interés, ahora, en este ensayo,
no es tanto hacer una reflexión teórica sobre la relación entre poder y muerte; sino, mas bien, reflexionar sobre asombrosos sucesos,
eventos, hechos, acontecimientos, que vinculan, de manera concreta y singular, formas de poder singulares y formas de muerte, cuya violencia no solamente es descarnada,
sino que llega a niveles desbordantes de escarnio. Uno de los referentes asombrosos, en la historia reciente, es lo que ocurre,
como realización descarnada de la relación
de poder y muerte, en México.
Cuando el poder
convierte a un país en un cementerio,
cuando todo su territorio es usado para cavar fosas comunes y enterrar a los “desaparecidos”, estamos asistiendo
no solamente ante las formas extremas del
poder, poder que recurre, no
solamente al terror de Estado, no solamente a la violencia más descarnada, abierta,
desnuda y pornográfica, sino a la compulsión
por la violencia, que lleva a la
muerte, como solución final, estamos ante mallas
institucionales, nacionales e internacionales, que se asientan y funcionan
no solamente capturando vida, fuerzas vitales, parte de la potencia social, sino, que ya requieren
de la muerte de las vidas mismas,
individualizadas y masificadas. Requiere del mensaje de terror, de la amenaza y del fantasma de la muerte
rondando.
El Estado mexicano y sus instituciones de emergencia,
como el ejército, han entrado en guerra
no declarada, pero, ya guerra sin
cuartel, contra el pueblo mexicano.
Cuando el ejército ingresa a las poblaciones, en la denominada “guerra contra
el narco-tráfico”, ingresa como si fuese un ejército que invade a un “territorio
enemigo”. Su comportamiento es despiadado; trata a las poblaciones ocupadas de
la manera más explícitamente violenta, vulnerando todos sus derechos. Aparece entonces,
con toda evidencia, como un ejército de ocupación. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por
qué es considerado el pueblo enemigo
del Estado? ¿Qué clase de Estado-nación es éste, que tiene a su pueblo como enemigo?
Por otro lado, los llamados “carteles”, también
consideran al pueblo como enemigo; lo
atacan y lo aterrorizan; emplean con mucha saña la violencia más atroz, para escarmentar y para inscribir sus mensajes
de sangre. Hay aquí una coincidencia entre el Estado y los “carteles”; tienen
un enemigo común, el pueblo. ¿Qué nos
dice esta coincidencia? No se trata solamente de denunciar lo que ya se sabe;
ciertamente por parte de la sociedad, aunque se hacen a los que no lo saben o
no están informados, o se trata de rumores no corroborados, por parte de los
medios de comunicación, por las instituciones que deben ser garantes de los derechos humanos; incluso por organismos
internacionales, además de los consabidos partidos políticos. Que es cuando
estos organismos fungen de dispositivos diligentes y mediadores, mostrando
ademanes diplomáticos ante hechos de sangre. Sino de comprender
esta concomitancia de dos formas de poder; la del poder institucional y la
del poder no institucionalizado; la del poder
luminoso y la del lado oscuro del
poder.
En escritos anteriores, hemos interpretado esta
concomitancia como que, en la era de la simulación
del sistema-mundo capitalista y de la
civilización moderna, sobre todo, en
su etapa decadente, el lado oscuro del poder, no solamente ha
atravesado las mallas institucionales
del lado luminoso del poder[1];
que las formas paralelas de poder, no institucionalizadas, no solamente se
encuentran ya en las estructuras del
poder institucionalizado, sino que ya el lado oscuro del poder ha subordinado al lado luminoso del poder; el lado
paralelo del poder, el que corresponde a la economía política del chantaje, ha subsumido al lado legal e
institucional del poder. El Estado-nación ya está en manos de las mafias.
Desde que se ha declarado la “guerra al narcotráfico”,
a los “carteles”, el que ha sufrido es el pueblo,
sus organizaciones sociales, las organizaciones activistas; en cambio,
los “carteles” se han fortalecido; sobre todo, aquéllos que tienen la
connivencia del gobierno o están ligados al gobierno, han atravesado el Estado
y lo usan para sus fines. Cuando las poblaciones decidieron organizar “autodefensas”,
pues el Estado, los aparatos de emergencia, encargados de proteger y garantizar
el cumplimiento de la ley, de la defensa del país, que debían cuidar de la
seguridad de ciudades y poblados, no lo hacían. Y, en vez de esto, después,
cuando las poblaciones se guarecieron con las “autodefensas”, el ejército, en
vez de atacar a las bandas armadas de los “carteles”, atacó y ataca a los grupos
y organizaciones de “autodefensa”.
Esto no solamente es extremadamente cínico y
grotescamente descarado, sino que es la muestra palpable de la cruda realidad. Se trata de un gobierno
al servicio de los “carteles”; además, de lo que se sabía, al servicio de las mafias de cuello blanco; las empresas trasnacionales extractivistas y los
organismos bandoleros del sistema financiero internacional. Pero, esto va más
allá, estamos ante un Estado al servicio de las mafias.
Esta situación extrema y demoledora, nos dice algo que
no se puede ocultar o ignorar si no se quiere ser cómplice. No hay salida ante
el crimen organizado, donde los
cómplices son el Estado y los “carteles”;
además de los servicios de inteligencia
del imperio y las políticas de seguridad
del gobierno y el Estado el imperio.
Cuando la cifra de muertos ha sobrepasado, ampliamente, la cantidad
impresionante de los cien mil, en poco más de una década, esta verificación
empírica y estadística de lo que decimos, debería haber obligado a los
organismos internacionales, a los gobiernos, que se autoproclaman de
“democráticos”, de defensores de los derechos
humanos, a las sociedades institucionalizadas del mundo, a intervenir, a
parar este crimen de lesa humanidad.
Pero, callaron, se comportaron, no solamente diplomáticamente, sino burocráticamente,
como aletargados y casi indiferentes o, matizando, ineficientes.
Se sabe ya, y se sabía antes, después de los sucesos
espantosos de Ayotzinapa - solo que no se hacía público, en sentido mediático, hasta la publicación de libros,
en forma de reportajes y descripciones, contando con testimonios, además de
investigaciones, sobre lo acaecido con los normalistas en Ayotzinapa -, que fue
el ejército el que ejecutó a los 43 estudiantes de la normal; incluso, es lo más
probable, no solo los torturó y los desolló, como lo que se evidenció, con una de
las víctimas, sino que los cremó[2].
¿Por qué tanta simulación, tanta hipócrita conducta, no ya de instituciones del
Estado, que era de esperar, sino de organismos de derechos humanos, nacionales e internacionales; de los medios de
comunicación, nacionales e internacionales; obviamente de gobiernos, de
estados, sobre todo, del imperio, que
se autodefine como “democrático” y defensor de los derechos humanos?
En este caso, la responsabilidad
de los crímenes de lesa humanidad, no solamente se encuentra en el gobierno, en
el Estado, en los organismos, internacionales y nacionales, de derechos humanos, pusilánimes, sino en
las sociedades que contemplan y callan. Los crímenes cometidos en México son
crímenes contra la humanidad entera[3].
Comprobamos, desde otro ángulo, la decadencia, el grado de la decadencia, al que han caído las sociedades institucionalizadas, además
de las instituciones decadentes, como
el Estado. Cuando la pusilanimidad impera en las conductas y los
comportamientos sociales, es la decadencia
más profunda, la que se ha hendido en los hábitos y habitus sociales
institucionalizados. El nihilismo
moderno ha llegado al extremo, por no decir, al colmo; la voluntad de nada no solamente ha optado por la nada, en sentido general, en este recorrido vaciador, sino por la nada categórica, que es la muerte.
¿Cómo afrontar esta decadencia y este nihilismo?
Teóricamente, dicho de una manera general, se trata de salir del círculo vicioso del poder y del círculo macabro de la muerte. Salir del círculo vicioso del poder, implica salir
del juego del poder, cuya mecánica es el de la efectuación de las dominaciones polimorfas. En palabras
resumidas, no jugar al poder; en términos metodológicos,
para decirlo ceremonialmente, no tener al
poder como fin, ni convertir al ejercicio
político en un quehacer para cumplir con este fin. Salir del círculo
macabro de la muerte, que tiene como condicionalidad indispensable salir
del círculo vicioso del poder,
implica salir del esquematismo dualista
del amigo/enemigo.
Por otra parte, lo que ocurre, como efectuación del poder y de la muerte, por doble partida, no ocurre solamente en México, sino en
el mundo; aunque se dé con distintas tonalidades y formas singulares; adquiriendo en el caso mexicano, tonalidades alarmantes. En consecuencia,
es una problemática amenazante a
escala mundial. Los pueblos del mundo están amenazados por el terror de Estado,
que avanza raudamente al Estado de excepción mundial, por el terror de los “carteles”,
por el terror de las mafias, tanto de
“choque” como de cuello blanco. La solución a esta complicidad perversa entre poder y muerte, entre Estado y crimen de lesa humanidad, está en manos
de los pueblos y las sociedades alterativas[4];
no en las sociedades institucionalizadas;
mucho menos en los gobiernos y estados; tampoco en los organismos
internacionales y nacionales, supuestamente garantes de los derechos humanos.
[1] Ver El lado oscuro del poder. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/el-lado-oscuro-del-poder/.
[2] Ver de Francisco Cruz La
guerra que nos ocultan. Historia y
sociedad - Planeta. En
Aristegui Noticias, se escribe: Con
evidencia, los periodistas de la obra 'La guerra que nos ocultan' desmienten
las conclusiones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de que el
rostro de Julio César fue devorado por la fauna callejera de Iguala.
El celular de Julio César Mondragón Fontes, el normalista que
fue asesinado y apareció con el rostro desollado en Iguala, Guerrero,
estableció comunicación desde el Campo Militar número uno y desde
el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), después de su
fallecimiento.
En el libro La
guerra que nos ocultan, los periodistas Francisco Cruz, Félix
Santana y Miguel Ángel Alvarado documentaron el seguimiento de
las señales del teléfono y encontraron que el aparato continuó funcionando hasta el 04 de abril de 2015.
El 26 de septiembre de 2014, Julio
César fue asesinado y apareció con el rostro desollado al día siguiente en la
ciudad de Iguala. El mismo 26, sus 43 compañeros de la
normal de Ayotzinapa desaparecieron.
De acuerdo con la información de la periodista Maribel Gutiérrez publicada en el periódico El Sur, el libro destaca que el 17 de octubre de 2014 se registró, en el
celular de Mondragón, una llamada desde las instalaciones del Cisen y el
23, 25, 27 de octubre y el 1ro de diciembre de ese mismo año se registraron
telefonemas desde el Campo Militar Número Uno en la Ciudad de
México.
Anotados en un documento confidencial
que la empresa Telcel entregó a la Procuraduría General de la República (PGR)
el 31 de agosto de 2015, esas llamadas
forman parte de las 31 actividades que registró ese teléfono, un LG L9
con el número 7471493586, desde el 27 de septiembre de 2014 hasta el 4 de abril
de 2015.
Los autores señalan que el estudiante
llevaba consigo su teléfono durante sus actividades del 26 de septiembre y no
apareció entre los objetos localizados con su
cadáver.
Los autores de la obra plantean que los
asesinos se quedaron con el aparato y lo usaron hasta el 4 de abril de
2015, como lo indica la información proporcionada por la empresa de telefonía
Telcel, que consta en el expediente de la PGR, y revelan, con datos oficiales, que lo usaron para hacer espionaje y tratar de
descubrir los contactos del normalista.
Sostienen que Julio César es una de las
claves para explicar la represión a los estudiantes de Ayotzinapa en Iguala,
“porque las coordenadas que generaron las
actividades despuésdel 30 de septiembre de 2014, condujeron a
un viaje sin desvíos hacia las entrañas de uno de los campos militares más
importantes del país, en la Ciudad de México”.
Parte de las investigaciones que los
periodistas realizaron durante 22 meses se dedica a la forma como el normalista
fue desollado, el uso de una técnica quirúrgica, que se observa en las fotos del
cadáver, y sostienen que no queda duda de que fue desollado, para dejar un mensaje de terror.
Las evidencias desmienten las
conclusiones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), de que el
rostro de Julio César fue devorado por
la fauna callejera de Iguala. http://aristeguinoticias.com/0808/mexico/celular-de-normalista-desollado-fue-usado-por-el-cisen-y-el-campo-militar-1-documenta-una-investigacion/. Revisar también de Autores
Varios 43 por Ayotzinapa. http://www.ctasantafe.org.ar/IMG/pdf/43_por_Ayotzinapa.pdf.
[3]
Ver México: Intensidades
sociales y territoriales. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mexico-intensidades-sociales-y-territoriales/.
[4] Ver Imaginación e
imaginario radicales en Devenir y dinámicas moleculares. https://pradaraul.wordpress.com/2016/04/17/imaginacion-e-imaginario-radicales-en-devenir-y-dinamicas-moleculares/.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario