Fenómeno, vivencia e intencionalidad
Raúl Prada Alcoreza
Fenómeno, vivencia e intencionalidad.pdf
En el capítulo La
consciencia como vivencia intencional, Edmundo Husserl expone el cuerpo
teórico de la fenomenología; presenta,
para decirlo directamente, el funcionamiento
de este conjunto de procesos entrelazados,
que hacen al fenómeno. Fenómeno que es vivido por el cuerpo; lo
decimos, aunque no lo diga de esta manera Husserl. Es en la vivencia
que el fenómeno adquiere objetividad o, mejor dicho, se vuelve objeto; es decir, adquiere contenido,
significación, sentido, expresión y representación. Esto ocurre, sobre todo, por la puesta en escena, para decirlo de este
modo, figurativamente, de una multiplicidad
de actos. Los actos hacen al objeto, establecen contenidos; los contenidos
empíricos se convierten en contenidos
de la percepción. También los contenidos
son los que dan significación a la representación; entonces, la representación, también, a su vez, tiene
contenidos. Los contenidos adquieren connotación en el lenguaje, en las formas de
los discursos. Las expresiones
pueden variar, dependiendo de la forma de decirlo o, si se quiere, de la cualidad lograda por los actos,
que no es lo mismo que la cualidad
captada por la percepción, empíricamente. La cualidad
de la que hablamos tiene que ver, mas bien, con los contenidos. Contenidos
que pueden distinguirse por la intencionalidad.
Este es el meollo
del capítulo, la intencionalidad. La intencionalidad es consciente, interviene intencionalmente
en la relación con el objeto. Le da
cabida, por así decirlo, seleccionando de su composición compleja,
compuesta o simple, lo que busca la intención
consciente. Intención activa, que
comprende un conjunto de actos, que
hacen al fenómeno vivido como experiencia compleja; que, sin embargo, no aparece en toda su complejidad, sino que, la intención no solamente efectúa
selecciones, también configura un contenido
apropiado a la intención; otorgándole
una unidad a la complejidad misma. La intención
entonces interviene configurando las representaciones,
conformando los objetos, haciendo
variar las expresiones y los significados.
Lo que llama Husserl consciencia viene a ser vivencia
intencional. No es que la consciencia
se da porque la vivencia intencional
la ha hecho nacer; sino que, es menester comprender
que se trata de la consciencia
fenomenológica; es decir, de la consciencia
como condición de posibilidad pura, que condiciona la vivencia del fenómeno; vivencia que, a
su vez, configura y conforma la consciencia
fenomenológica; consciencia que
vive el fenómeno según la intencionalidad puesta en juego.
Algunas diferencias entre la psicología y la
fenomenología
Ahora bien, Husserl se encarga de mostrar
constantemente la complejidad del
fenómeno, en los distintitos niveles de los procesos conjugados, mostrar las diferencias, que, a su vez se
asocian, se componen, se coaligan, dando lugar a unidades configuradas; ya sea como contenidos o como significaciones,
ya sea como sentido o expresión, ya sea como objetos. También, deja claro, que no se
puede concebir el fenómeno desde una analítica que aísla, como si los momentos, es más, como si los componentes de las ligazones, pudieran
funcionar y aparecer de esa manera, aislada. De ninguna manera; se complementan,
se dan en relación al componente o
los componentes con los que concierta
una unidad.
En el apartado de Fijación
de nuestra terminología, Husserl, después de demarcar las diferencias con
Franz Clemens Honoratus Hermann Brentano, se da a la tarea de definir su terminología
en uso; dice:
Evitaremos,
pues, por completo la expresión de “fenómeno psíquico” y hablaremos de vivencias intencionales siempre que sea
necesaria la exactitud. “Vivencia” deberá tomarse en el sentido fenomenológico
fijado. El adjetivo calificativo intencional indica el carácter esencial común
a la clase de vivencias que se trata de definir, la propiedad de la intención,
el referirse a algo objetivo en el modo de la representación o en cualquier modo
análogo. Como expresión más breve usaremos la palabra acto, definiendo a los
hábitos idiomáticos ajenos y propios[1].
Dejar el concepto de fenómeno psíquico, de Franz Brentano, y optar por el concepto de vivencia intencional, marca no solamente la diferencia conceptual,
sino sobre todo epistemológica. Según
Husserl, el circunscribir el fenómeno
a lo psíquico es separar el fenómeno de la experiencia, así como quitarle la complejidad inherente. Aunque se puede decir que Brentano ya
adelanta dos ideas importantes para la fenomenología,
el acto y la intencionalidad, éstas también terminaban sujetadas a la mente, si bien se le atribuye un papel
activo; perdiendo, el acontecimiento
vivencial para explicar la conexión primordial con la realidad; ámbito de la totalidad de los fenómenos, haciendo
paráfrasis al Tratado lógico filosófico
de Ludwig Wittgenstein, cuando dice que el mundo
es la totalidad de los hechos. Es cierto que para Brentano la mente no está conectada casualmente a la realidad, sino que es el actor
principal, en la captación activa la realidad.
Sin embargo, precisamente, este enunciado deja suelta la interpretación psíquica, pues no se llega
a explicar ella misma, la consciencia,
como fenómeno psíquico, su situación. Se llega muy rápido a las
conclusiones o, si se quiere, al fenómeno
psíquico ya conformado, sin dar cuenta de los procesos que la constituyen.
La diferencia epistemológica
tiene que ver con el desplazamiento de la fenomenología;
ésta se abre el fenómeno en su integridad vivida como complejidad de actos; de ninguna manera reducida
a lo mental o psíquico, como lo hace Brentano.
Esta diferencia, entre la connotación del concepto fenómeno psíquico y la connotación del
concepto vivencia intencional, no es
la única; hay otras de importancia crucial. La fenomenología no piensa
de la misma manera que la psicología
de Brentano, a pesar de compartir problemas parecidos; los relativos al acto, a la intencionalidad y al conocimiento.
Podemos decir, que la fenomenología
ya piensa la complejidad y se exige, a sí misma, lograr un pensamiento adecuado a la complejidad.
Aunque no lo haga desde la episteme
compleja, como pensamiento complejo,
la fenomenología ya se encuentra en
los límites de la episteme moderna y en los umbrales de la episteme compleja. Brentano propone una teoría sugerente de la actividad psíquica, pensada
en una episteme marcadamente dualista; lo psíquico diferenciado de lo no-
psíquico, si se quiere, lo real.
A pesar del leguaje filosófico,
heredado de la filosofía trascendental,
acompañado por la crítica de las
teorías psicológicas, de los conceptos
de la psicología, sin embargo,
paradójicamente, influido por las pesquisas
de la psicología, Husserl no deja de
tener en cuenta el fenómeno dado en
su material, captado por los sentidos; por lo menos, como referencia inicial. Este enfoque, que no
deja del todo lo empírico, que, mas
bien, parte de la experiencia, no
solamente se abre a la comprensión
del fenómeno como dado, independientemente de los actos que lo perciben, sino que lo dado
es el referente, que se convierte en
el objeto percibido; empero, al ser percibido, deja de ser independiente
como fenómeno vivido.
En otras palabras, las nuestras, la fenomenología devuelve a la vida al proceso formativo del sentido,
de las expresiones, de las representaciones, de las unidades ideales del
conocimiento. Lo que le faltó a Husserl, en comparación con Merleau Ponty, que
lo sigue y lo transforma, que desplaza
la fenomenología de la consciencia hacia
la fenomenología del cuerpo, es comprender que la condición de posibilidad efectiva es el cuerpo, no los a priori,
que hereda de la filosofía trascendental.
Husserl dice que el concepto de intención se
adecúa muy bien a la comprensión del
papel de los múltiples actos
intervinientes en la percepción. Además de distinguir distintas cualidades de la intención; desde las que simplemente buscan enfocar el objeto hasta las que persiguen conocerlo. Se puede decir,
interpretando, que la intención no es
solo deseo, aunque este deseo se haga consciente, no es solo querer,
que ya es consciente, sino llega a ser
voluntad, con todas las gradaciones
que podamos encontrar en la voluntad.
Ahora bien, ahora podemos entender
por qué la intención no es o no se
reduce al fenómeno psíquico.
No tenemos que aclarar que no se trata, aquí, de
una ampliación de la tesis de Brentano, que dice que la mente es la actividad
psíquica clave para captar la realidad,
proyectando, ahora, la tesis de que la voluntad
es clave al darle forma y unidad al conjunto de actos que captan la realidad,
en su complejidad. Husserl sabe que
la intención actúa sin dejar de tener
en cuenta los condicionamientos ineludibles de la realidad. Para ilustrar mejor, hay como dos polos del fenómeno;
uno, que tiene que ver con la realidad
del entorno, empíricamente captada;
otro, que tiene que ver con el cuerpo,
según nuestra interpretación. El cuerpo percibe la complejidad de la realidad;
la intencionalidad inherente al cuerpo aparece en distintas modalidades,
desde informarse sobre el entorno, hasta conocer el entorno; si se quiere,
yendo más allá, desde adaptarse y adecuarse al entorno hasta transformarlo. El fenómeno vivencial o el fenómeno vivido no serían posible sin la
existencia del entorno. Entonces el fenómeno
adquiere una configuración mayor, que desborda, para decirlo rápidamente, al mundo de las representaciones. Por otra
parte, esta vez, adentrándonos en las tesis
fenomenológicas de Husserl, el fenómeno
vivido adquiere su propia complejidad
en los procesos vivenciales, dados en
el cuerpo, aunque no use Husserl esta
perspectiva corporal; de todas
maneras, ayuda a entender lo que queremos decir. Siguiendo a Husserl, el fenómeno es fenómeno cuando se lo vive.
En el primer tomo de Investigaciones lógicas[2]
asistimos a la demarcación respecto a la psicología,
también concurrimos a la crítica de la
psicología y del psicologismo,
sustentado en el empirismo. La
crítica de Edmund Husserl es teóricamente consistente, debido a una mirada más
abarcadora y más compleja; lo que
abre un horizonte mayor que el
definido por la psicología; comparando,
sobre todo, con la psicología cognitiva.
Sin embargo, hicimos notar que, si bien, la ventaja de la crítica, desde la lógica pura, convertida en epistemología, es teórica; su debilidad
y desventaja, respecto a la psicología,
es que no cuenta con investigaciones
empíricas, donde sostener su elucubraciones. Fuera de las observaciones críticas que dilucidamos
respecto a las pretensiones de esta epistemología, derivada de la lógica pura. Ahora, nos interesa
distinguir la fenomenología de la psicología de Franz Brentano; que juega
paradójicamente dos situaciones contrapuestas en relación a la fenomenología. Por una parte, Husserl se
inspira en la psicología de Brentano,
particularmente, por su análisis novedoso de las representaciones, del conocimiento
y de la consciencia, a partir de la función de la intencionalidad, basándose en los actos. Hasta aquí, todo parece análogo con la fenomenología; sin embargo, la diferencia es epistemológica. Esta diferencia se puede apreciar en la distinción
de la enunciación psicológica, que
tiene como núcleo al fenómeno psíquico, en el caso de
Brentano, respecto a la enunciación
fenomenológica, que tiene como substrato
a la vivencia del fenómeno.
En primer lugar, la diferencia radica en las
características de los campos teóricos;
uno, define su ámbito en lo psíquico; otro, define su ámbito en las vivencias. El campo
fenomenológico es más amplio que el campo
psicológico. A esto hay que añadirle que el campo fenomenológico contrae una complejidad mayor que el campo
psicológico.
En segundo lugar, el acto psíquico o mental se
mueve en actividades más
circunscritas en lo psíquico, a
diferencia de los actos vivenciales,
que se abren a varios ámbitos, que componen el fenómeno, a los espesores y
planos de intensidad del fenómeno. Los actos
vivenciales, a diferencia del acto
psíquico, que convierte a la mente
en la instancia fundamental en la captación
de la realidad, se desenvuelven en
toda la complexión del fenómeno;
abarcando los procesos inherentes al fenómeno;
procesos entrelazados, vinculados a los múltiples
actos, que hacen a la percepción.
Actos que configuran composiciones,
simples o compuestas, concordando unidades,
hasta llegar a la unidad integral de
la percepción.
En tercer lugar, el fenómeno psíquico, todavía se mueve en el esquematismo dualista de la episteme
moderna, que, en este caso, separa mente
de realidad, de manera concreta, mente de cuerpo; en consecuencia, mente
de experiencia. El fenómeno vivencial ya se encuentra en
los límites de la episteme moderna y en los umbrales de la episteme compleja, relativa al pensamiento
complejo. En la interpretación de Husserl, la vivencia está ligada a la experiencia;
la experiencia desata las posibilidades encerradas en las condiciones a priori. Para nosotros,
esto no es otra cosa que reincorporar la percepción
al cuerpo. Además, teniendo como referente al mundo efectivo de los hechos; aunque se tome en cuenta solo el fenómeno vivido, no el fenómeno sentido.
En cuarto lugar, considerando la diferencia
epistemológica entre Investigaciones
lógicas I e Investigaciones lógicas
II, entre una lógica ampliada,
convertida en epistemología, que se
traza la imposible tarea de la ciencia de
la verdad, y una fenomenología,
que se abre a la complejidad,
sinónimo de realidad; en este caso, a
la complejidad del fenómeno dado, así como del fenómeno
vivido.
A propósito de los conceptos
Como se puede ver el concepto de acto es clave
en la fenomenología. Como el mismo
Husserl dice; no acto derivado de actus; aunque se comparte la connotación
en tanto actividad, sino como actos, entendidos más cerca del concepto pragmático de actos del lenguaje. Husserl le otorga al acto una connotación más amplia; refiriéndose
a la pluralidad de actos que
intervienen en la percepción del
fenómeno. Entonces, se trata de una multiplicidad de actos, con distintas funciones, por así decirlo, que
efectúan, en conjunto, el proceso
complejo de la percepción, así
como logran la unificación de la percepción. Por otra parte, se define al
fenómeno como actividad, como conformado por procesos compuestos y simples de actos. El fenómeno es actividad.
Una de las distinciones, que pone en juego la fenomenología es entre el objeto de la percepción y el acto de la percepción. Husserl dice que
hay que distinguir el sonido oído -
el objeto de la percepción - y el oír el
sonido - el acto de la percepción -. Esta distinción permite comprender de
qué fenómeno se trata o se ocupa la fenomenología; se ocupa del acto de la percepción; es decir, del fenómeno configurado, conformado y
construido por el acto de la percepción.
El fenómeno como objeto de la percepción, en el caso del ejemplo dado, el sonido oído, queda como hecho empírico,
que, si se quiere, corresponde a la física, así como a las ciencias naturales. Empero,
sin llegar a concebir el fenómeno
restringido a solos los procesos relativos a la percepción, sin olvidar que el fenómeno
referencial forma parte del mundo efectivo, define el campo de las reflexiones en el fenómeno percibido.
Insistiendo sobre la interpretación de la diferencia entre objeto de la percepción y acto de la percepción, Husserl escribe:
La
percepción es para nosotros un plus que consiste en la vivencia misma, en su
contenido descriptivo frente a la existencia bruta de sensación; es el carácter
de acto que anima la sensación, por decirlo así, y que hace por esencia que
percibamos este o aquel objeto, por ejemplo, que veamos este árbol, oigamos
aquel campanillazo, aspiremos el aroma de las flores, etc. Las sensaciones, e
igualmente los actos que las “aperciben”, son vividos, pero no aparecen
objetivamente; no son vistos, ni oídos, ni percibidos con ningún “sentido”. Los
objetos, por otra parte, aparecen; son percibidos, pero no son vividos. Es
claro que excluimos el caso de la percepción adecuada[3].
Los objetos son percibidos,
pero no vividos; las sensaciones y los actos que las aperciben
son vividos, empero, no se muestran
objetivamente; el excedente consiste
en la vivencia; en su contenido descriptivo de la existencia
de las sensaciones. La vivencia es el carácter que anima las sensaciones. Diríamos, el conjunto de actos intervinientes otorgan significación
y sentido a las sensaciones. En otras palabras, la fenomenología no se ocupa del objeto
percibido, sino del objeto sentido.
Contenidos y actos
Edmundo Husserl, remarcando la distinción entre objeto percibido y objeto sentido, situando el campo de reflexión y análisis de la
fenomenología, distingue contenidos y
actos; escribe:
No se
puede encontrar nada más evidente que la distinción entre contenidos y actos,
distinción que se pone de relieve aquí; y más especialmente, la distinción
entre contenidos de la percepción, en el sentido de las sensaciones expositivas,
y actos de percepción, en el sentido de la intención apercipiente, provista
también de otros varios caracteres superpuestos; intención que constituye, en
unidad con la sensación apercibida, el pleno acto concreto de la percepción[4].
Desde la perspectiva
que compartimos, la de la complejidad,
teniendo en cuenta que una de las vertientes
reconocidas, en lo conformación y configuración del pensamiento complejo, es la fenomenología;
contando entre estas vertientes a
la arqueología de las teorías de sistemas, a la arqueología de las teorías nómadas y a la arqueología
del marxismo crítico y la crítica del marxismo; nos interesa
enfocar el tratamiento fenomenológico,
en lo que respecta a contenidos y actos, entendiendo que los contenidos corresponden al objeto percibido, en tanto que los actos corresponden al objeto sentido. Esta distinción, hecha
por la fenomenología, es como el
movimiento estratégico para su constitución como campo del saber de los fenómenos; pero, también, es la señal de que
la fenomenología se retiene en los umbrales de la episteme compleja, jaloneada por la herencia de la episteme moderna.
Cuando se dice que el objeto sentido es el fenómeno,
que atiende la fenomenología, dejando
para las ciencias el estudio del objeto percibido, es una taxativa
renuncia a la complejidad, sinónimo
de realidad efectiva. Como decíamos
antes, si no se puede dejar suelta y aislada a la mente, en el análisis de sus dinámicas,
pues quedarían sin sustento, como si fuesen entidades
sin mundo; tampoco se puede acortar
la apertura a la vida, abreviada solo a las vivencias humanas; más aún, cuando el referente es solo el individuo,
no la sociedad. La experiencia humana no puede comprenderse
sino en la ecología, en la biodiversidad, en el mundo efectivo donde la vida crea y se recrea.
En los términos de la fenomenología, el objeto
sentido no podría darse sin el objeto
percibido, incluso dando como ejemplo a la fantasía, a la ficción, a
la imaginación. La imaginación produce ficciones y fantasías
cuando la experiencia vivida se sedimenta en las
estratificaciones de la memoria; es
en la genealogía de la memoria de donde la imaginación obtiene la inspiración,
las formas de la inspiración de la ficción y fantasía.
En consecuencia, no puede comprenderse el fenómeno, sino en su integralidad, abarcando la dinámica compleja y simultanea de la vida, en los desenvolvimientos y despliegues
de la potencia vital. No se crea que
esta apertura a la complejidad ecológica
difumina la comprensión y el entendimiento del fenómeno; el análisis del
fenómeno, desde la perspectiva de la complejidad, no se
pierde en la inmensidad y pluralidad ecológica; sino que, al enfocar el fenómeno en cuestión, lo visualiza en la
articulación compleja y singular de
la complejidad simultánea y sincronizada
de la totalidad. La característica
propia del fenómeno, su singularidad, la singularidad de sus procesos,
sus composiciones, sus dinámicas, en este caso, del sentido y del conocimiento, se presenta en la plenitud
de su presencia en el mundo.
[1] Edmund
Husserl: Investigaciones lógicas II.
Capítulo 2; La conciencia como vivencia intencional; apartado 13.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario