Trump comandante del ISIS
Raúl Prada Alcoreza
El ataque del ejército norteamericano a la base
militar siria, a la base
aérea de Al Shayrat, es textualmente una efectiva defensa del ISIS. El imperialismo norteamericano, que dice
estar en guerra contra el “terrorismo”, acude, prácticamente en defensa de los “terroristas”.
Sin embargo, lo que se ha comprobado en la historia
reciente de los fundamentalismos
musulmanes armados, es la incumbencia de los servicios de inteligencia y
del Pentágono, también de la OTAN, en la conformación de estos dispositivos del
terror. Lo que se ha perpetrado, el
ataque premeditado al Estado-nación de Siria, corrobora la hipótesis de la
complicidad de Estados Unidos de Norte América con la estrategia militar de cuarta
generación diseñada por los “estrategas”. Estrategia que contempla el uso
de comandos de ágiles movimientos y de alto impacto; además de inventar fundamentalismos armados con el objeto
de destruir a los Estado-nación árabes, sobre todo a aquellos que se presentan
marcadamente soberanos[1].
La excusa del ataque fue que el ejército sirio lanzó
desde esa base un ataque con agentes químicos prohibidos en
el noroeste del país, que dejó unos 80 civiles muertos, incluidos varios niños.
La invasión a Irak tuvo la excusa de que el Estado Iraquí almacenaba armas de
destrucción masiva, supuestamente químicas; armas que no se encontraron cuando
el ejército norteamericano ocupo el país árabe. Nos se ha esperado la investigación
acordada en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre los
responsables de este ataque químico; se asumió la versión de que fue el ejército
sirio el que lo hizo, para luego, en consecuencia, atacar la base, dejando una
advertencia a Bashar
al Asad, mediante el lanzamiento de 59 misiles Tomahawk, desde
el mar Mediterráneo. ¿Qué clase de comportamiento es éste? La versión
del presidente estadounidense es que fue en defensa de la población víctima, de
los niños muertos y afectados por el cruel ataque químico. Este “humanismo”
repentino de Donald Trump sobresale y contrasta con sus desenfrenadas
declaraciones racistas, contrasta con el ataque militar, que no parece
responsable, ni militarmente, ni políticamente.
El gobernador de
Homs, Talal Barazi, le dijo a la televisión estatal de Siria que el taque "sirve
a los intereses de grupos terroristas armados". De hecho, Barazi dijo
que la base bombardeada por Estados Unidos daba apoyo a operaciones contra el
autodenominado Estado Islámico. En las guerras de la modernidad se han usado toda clase de artimañas y excusas para
iniciar el ataque premeditado; empero, lo que ocurre bajo el manto de la cuarta generación de la estrategia militar estadounidense va más
lejos. Lo asombroso de esta estrategia
es que se inventa el enemigo, incluso
se lo conforma, organiza y arma, para después supuestamente actuar contra él,
en nombre de la seguridad del Estado-nación, hiper-potencia mundial, complejo
militar-tecnológico-científico-comunicacional, a nombre de los Derechos Humanos y, para ponerle una
cereza al pastel, en “defensa de la paz”.
Por lo tanto, no
se trata ya de artimañas para iniciar el ataque, tampoco de estratagemas para
confundir al enemigo, sino de todo una heurística
de la guerra, basada en la simulación, en el engaño sistemático, en la invención
y conformación del enemigo, con el objeto de mantener en
buenas condiciones las máquinas de guerra,
monstruos hipertrofiados, que ya están demás en el mundo efectivo, en su actualidad emergente y su presente
desafiante.
La serie de
guerras en el Medio Oriente son guerras inventadas por las potencias de “Occidente”.
La competencia por el control de los
recursos naturales, sobre todo de los que acumulan la llamada energía fósil, se ha convertido en
disputas bélicas. En principio, en el ciclo largo del capitalismo hegemonizado
por el imperio británico, se empujaba a la guerra a los Estado-nación,
propietarios de esos recursos
codiciados; en el ciclo largo del capitalismo hegemonizado por Estados Unidos
de Norte América, se continuó con la misma inducción; sin embargo, a partir de
la guerra fría, se dividieron a los
Estado-nación, entre amigos y enemigos. La intervención imperialista fue más directa y evidente. Ahora, en la etapa decadente de la modernidad tardía, en la fase del dominio del capitalismo financiero y especulativo, la intervención del imperio es más avezada, más sofisticada
y hasta, se podría decir, imaginariamente
delirante, sobre todo cuando se inventa y se organiza y se arma a su propio
enemigo.
En la actual guerra, desencadenada sin que
nadie sepa, hablando de la opinión pública
mundial, la tercera guerra mundial,
cuya característica es el de baja
intensidad, además de diferida y fragmentada, la guerra mediática, la guerra de la información y la
contra-información, se ha vuelto crucial; de un apoyo imprescindible no solo
para justificar las acciones militares perpetradas y en proyección, sino para
inventarse un mundo que no es, salvo en los medios de comunicación, sobre la base de
noticias que nunca se corroboran con los hechos.
Las poblaciones de usuarios, bombardeados por los medios de comunicación, de
una manera contante y continua, como no pasaba antes, se encuentran desinformados respecto a lo que acaece
en el mundo efectivo, pues están atiborrados
de noticias que hablan de lo que
ocurre en el mundo virtual, pero no
deja huella en el mundo real.
¿Qué más nos
muestra este ataque de misiles norteamericanos a la base aérea siria? La crisis de sobreproducción del sistema-mundo capitalista, que se viene
arrastrando desde la década de los setenta, del siglo pasado, que ha sido
diferida intermitentemente mediante intervenciones especulativas del sistema
financiero, generando burbujas
especulativas, decayendo en las crisis
financieras, no es asumida como corresponde por las potencias mundiales,
tampoco por los organismos internacionales y menos por el conglomerado de Estado-nación.
Se prefiere apostar a la especulación insostenible de las maniobras financieras,
descargando el peso de la crisis a
los pueblos del mundo. Este diferimiento no puede durar mucho más, se ha
alargado artificialmente la crisis de
sobreproducción. Cuando ya no son del todo útiles las maniobras
financieras, el endeudamiento eterno de los pueblos, parece que se busca
recurrir a las máquinas de guerra, no
solo como máquinas de destrucción del exceso producido, sino, sobre todo, como dispositivos generadores de nuevos despojamientos y desposesiones,
análogas a la acumulación originaria
mundial de capital con el colonialismo
globalizado.
Éste sería el
otro polo, simétrico y opuesto, al polo de la especulación financiera; en contraste con las burbujas financieras, se ocasionan densidades militares para imponer obediencias y acatamientos
incondicionales. El capitalismo
quiere resolver su crisis estructural y
orgánica mordiéndose la cola, si se quiere, volviendo a su origen, el de la violencia colonial. Ya no es el plano
de intensidad económico el plano privilegiado del sistema-mundo capitalista, sino comienza a valorarse el plano de intensidad militar. El capital o la valorización dineraria retornan a su estado matricial, el del despojamiento y desposesión, para hacerse de recursos
naturales, de energía requerida,
sin esperar ninguna aquiescencia o no de los Estado-nación, supuestamente soberanos.
Sin necesidad, de ninguna manera, de defender el
régimen de Bashar al Asad, al que apoya la Federación
Rusa, se puede decir que el ataque militar estadounidense es también un ataque
a todos los pueblos del mundo. Los misiles lanzados no solo van dirigidos como
una advertencia al presidente sirio, sino a todos los pueblos. Es como decirles
a los pueblos que no tienen derecho a la autodeterminación,
a la autonomía, a la libertad de decidir sus rumbos, a la democracia, que están sujetos a la tutoría
y al cuidado celoso de la hiper-potencia descomunal, agobiada y paranoica. Esto
no significa otra cosa que los pueblos se han convertido en rehenes de esta hiper-potencia,
hipertrofiada de musculatura bélica, sin
embargo, perdida en su laberinto
hedonista y egocéntrico. Este comportamiento es síntoma de su derrota y de su desmoronamiento.
[1] Ver Más allá del amigo y enemigo. https://pradaraul.wordpress.com/2016/07/20/mas-alla-del-amigo-y-enemigo-2/.
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