El embrollo de las elecciones
Raúl Prada Alcoreza
La democracia
liberal, desde un principio, tiene que resolver el problema de la representación, casado con el problema
de la delegación. ¿Cómo lograr el orden de la representación poblacional y
espacial en el Congreso? ¿Cómo conformar una estructura de la
representación y delegación, que consolide al Estado-nación; cuya arquitectura política es la república? Se trata de organizar un sistema de representación y delegación que
abarque adecuadamente y pondere convenientemente a la población y al espacio,
donde se distribuye y habita esta población. Si se quiere, se tiene como dos fórmulas políticas cuantitativas; por una parte, una estructura de la representación demográfica, ponderada
espacialmente; por otra parte, una estructura
de la representación espacial, ponderada demográficamente. El embrollo político comienza cuando se
conjugan ambas fórmulas, buscando
obtener una organización institucional
del Estado, que legitime al
Estado-nación, que le otorgue capacidad de convocatoria
y permita el movimiento de las dinámicas
políticas.
No deja de sorprender el sistema electoral norteamericano de la república
federal estadounidense. Los
ciudadanos no eligen de forma directa al presidente.
Escogen a unos representantes,
llamados electores, quienes
trasfieren el voto al Colegio Electoral;
que es el organismo comisionado para designar al presidente. En este marco
procedimental electoral, se prorratea
el voto popular; por ejemplo, a quien gana en un estado dado, se le otorgan todos los votos del área geográfica
política. En estas condiciones y circunstancias, el partido que obtiene 270 votos o más en el Colegio Electoral consigue colocar a su
candidato en la Casa Blanca.
Se puede
decir que se trata de un sistema representativo
y delegativo, estructurado por mediaciones
institucionales, que construyen la legitimidad
liberal demográficamente y espacialmente. Pero, el sistema, al estar
conformado por estas mediaciones - que
transfieren las decisiones, las
inclinaciones de voto, la elección
plural de los ciudadanos, a estas instancias
de prorrateo y de ponderación electoral -, lo que termina
ocurriendo es que los ciudadanos, el conjunto, si se quiere, plural de los
ciudadanos, ya no controlan los desenlaces
electorales. Por este camino, los ciudadanos no controlan los desenlaces de la democracia formal, así como los desenlaces
políticos. Las decisiones políticas las controla la clase política; es más, la élite
de la clase política.
Por otra
parte, este sistema representativo y
delegativo ha conducido, en efecto, al bipartidismo.
Demócratas y republicanos se disputan la presidencia y el Congreso; son los dos
partidos que rotan en el gobierno; dispositivo estatal que adquiere la tonalidad discursiva y política
que le atribuye el partido de turno. En este contexto político, también, contexto específicamente electoral, no
se puede esperar, por cierto, grandes variaciones,
menos sorpresas. Hay como acuerdos
implícitos en los dos partidos “representativos”; uno de los acuerdos
implícitos, es la estructura de las
estrategias de la política mundial. Otro acuerdo implícito, aunque, en este caso, los márgenes de maniobra sean mayores, por lo tanto, se dan ciertas diferencias; por ejemplo, en lo respecta
a las políticas sociales, a las políticas de salud y a las políticas educativas. También pueden
darse desacuerdos circunstanciales en lo que respecta a
las políticas económicas,
inclinándose unos más a aproximaciones
a políticas económicas al estilo
keynesiano; inclinándose otros más a aproximaciones
a lo que se conoce como políticas
neoliberales. Sin embargo, lo que no hay que olvidar, que, también en este
caso, hay como acuerdos implícitos en
lo que respecta a los márgenes de
maniobra. En consecuencia, los dos perfiles
políticos económicos, a pesar de sus circunstanciales
diferencias minuciosas, tienden, mas
bien, a parecerse que a distinguirse notoriamente.
Un campo temático, que se ha venido
haciendo polémico, en las contiendas electorales más recientes, son las políticas o las estrategias políticas con relación a los campos sociales,
políticos, económicos y culturales de Latinoamérica,
particularmente con México. En este
caso, los demócratas se han
caracterizado, por lo menos, discursivamente,
por aperturas a Latinoamérica;
concretamente, en el caso puntual de la migración,
por reformar la normativa migratoria. Buscando solucionar la situación discriminadora de los “indocumentados”, que trabajan, en
condiciones no institucionales, en
los Estados Unidos de Norteamérica. En cambio, en el caso de los republicanos, vertiendo un tono más conservador; incluso, de ratificación
de la discriminación institucionalizada,
más aún, recrudeciendo las medidas y dispositivos migratorios,
rayando, ya no solamente en la violencia
implícita y simbólica, racial, sino en una violencia descarnada y desenvuelta. Un ejemplo estrambótico es la
delirante propuesta de construir un muro a lo largo de la extensa frontera
entre Estados Unidos y México.
Sin embargo,
si se revisa no solamente los discursos electorales, contrastantes, entre demócratas y republicanos, sino también las políticas efectuadas, en lo que
respecta a la migración, vamos a ver
que, en la práctica, muy poco se diferencian los gobiernos demócratas y los gobiernos
republicanos. Desde esta perspectiva
descriptiva, habría que preguntarse
sobre el alcance y la significación del debate entre Hillary Diane Rodham Clinton y Donald
John Trump. Por un lado, tenemos el perfil de una mujer experimentada en la política de la Casa Blanca; por otro
lado, tenemos un empresario destacado en el ranking económico, al estilo
de la revista Fortuna. Como se ha
podido notar, el estilo discursivo y convocativo es también contrastante;
por un lado, se tiene un discurso
elaborado, de tradición política demócrata;
por otro lado, se tiene un discurso
improvisado y una convocatoria carismática, que raya en un populismo de casta y en un despotismo patriarcal, al estilo de los hombres
pioneros, convencidos de sí mismos,
por sus logros económicos. Convencidos, además, que son el referente de su mundo,
que es, en realidad una burbuja, y
que cuentan con la verdad del mundo. Siendo
esta concepción del mundo tan
elemental, que el mundo se reduce al esquematismo simplón de ganadores o perdedores, a ser país grande
o país chico; la economía del mundo se reduce al crecimiento
económico o la crisis económica;
mejorando un poco sus orientaciones
esquemáticas, el mundo económico se
reduce a ampliar el empleo o cerrar las fábricas.
Ciertamente,
no solo la concepción del mundo de
Donald Trump es elemental, sino también su concepción
política e ideológica; en comparación con lo que sucede con Hilary Clinton.
Sin embargo, no hay que olvidar que sería ingenuo, sobre todo, ahora, en la historia política reciente, que los
presidentes no gobiernan, no deciden, en pleno sentido de la palabra; aunque
puedan darle un estilo propio a las expresiones políticas. En sistemas democráticos formales, de larga
data, consolidados institucionalmente, más aún, correspondiendo a la
hiper-potencia mundial, la gubernamentalidad
concurre, mas bien, como inercia;
recurrencia repetitiva de los engranajes
de maquinarias de poder consolidadas. Es difícil que se pueda esperar cambios
trascendentes en cualquiera de los gobiernos,
que conformen ya sea los demócratas o
los republicanos.
A la vuelta
de la esquina de las elecciones, los dos candidatos se hallan, según las
encuestas, “técnicamente empatados”; llevando una ventaja aritmética Hilary
Clinton no solamente de menos del 2%, según alguna encuesta, un poco más del
2%, según otra encuesta, sino la que le otorga el prorrateo electoral, el contar con más votos en el Colegio Electoral.
Se puede decir, que las campañas
electorales encontradas, se orientan por un cuadro
ya establecido por los comportamientos
electorales pasados. Como referencia
constatada, se encuentran los estados
tradicionalmente demócratas, como
Massachusetts o California; así como, en contraste, los estados
tradicionalmente republicanos, como
Nebraska y Alaska. Como referencia de
incertidumbre electoral, están diez estados, cuyos comportamientos
electorales han sido, mas bien, variables; estos estados son denominados como swing
states, que connota la figura de bisagra. En esta situación electoral de los inmediatos comicios, las estrategias y
tácticas electorales se concentran en éstos estados
bisagra; sobre todo, en aquéllos que contienen más población, es decir, más
votos para el Colegio Electoral.
Según los datos de
las encuestas procesadas por Real Clear Politics, Nevada, Colorado, Arizona, Iowa, Ohio,
Carolina del Norte y Florida, son los estados donde todavía hay incertidumbre
respecto a la inclinación del voto. Sin embargo, en lo que respecta al peso del
voto en el Colegio Electoral, no son equivalentes. Revisando la localización
de las campañas electorales, demócratas
y republicanos se han como localizado en algunos estratégicos estados bisagra; uno de ellos es la
Florida, que corresponde a
un swing states, que cuenta con 29 electores en
el Colegio electoral. Recordando
comicios pasados, las elecciones del 2000, en Florida se hicieron evidentes los
problemas inherentes del sistema
representativo y delegativo de este singular procedimiento de prorrateo del voto popular. Problemas relativos al recuento de votos, que
otorgaron la victoria a George W. Bush, que contaba con más electores en el Colegio Electoral, en lugar de a su oponente demócrata, Al Gore, que contaba con más votos acumulados.
Otro estado bisagra disputado es Ohio, que
cuenta con
18 electores, así como Carolina del Norte, que cuenta con
15 electores. Al respecto, en Ohio, los
resultados de las encuestas han venido variando. Se dice que la abigarrada composición demográfica del estado,
como que resume, de alguna manera, la estructura
electoral, segura y contingente, de las inclinaciones
del voto de los ciudadanos estadounidenses. Por ejemplo, en Carolina del Norte la
votación ciudadana esta, prácticamente, empatada; un 47% del electorado se
inclina por Hilary Clinton y un 47% lo hace por Donald Trump. Los esfuerzos de
los candidatos se encaminan a convencer al 6% de los indecisos[1].
En
resumen, en todos los estados,
excepto Maine y Nebraska, el ganador del voto
popular en el estado gana todos
los votos electorales del estado. Los estados mencionados utilizan el "método de distrito del
Congreso", en el que el ganador del estado
recibe dos votos electorales y los
candidatos reciben votos electorales
adicionales para cada distrito del que ganan. En las recientes campañas
electorales, los partidos en competencia han centrado sus esfuerzos en un
número relativamente pequeño de estados competitivos. En el cuadro electoral, se puede decir que estados claves son Nevada, Colorado, Iowa, Wisconsin, Michigan, Ohio,
Pennsylvania, Nuevo Hampschire, Virginia, Carolina del Norte, Minnesota, y la
Florida. De acuerdo a las opciones o probabilidades, demócratas y
republicanos, orientan sus esfuerzos de campaña en otros grupos de estados. Los demócratas,
incluyen el segundo distrito del Congreso de Nebraska, Missouri, Indiana,
Montana, Arizona y Georgia. Mientras tanto, los republicanos orientan sus esfuerzos al segundo distrito de Maine,
Oregón y Nuevo México[2].
Consideraciones sobre la crisis de la democracia
institucional
1.
La democracia institucional moderna, que
corresponde, en su nacimiento,
también como paradigma político, al modelo liberal, se ha globalizado, a pesar de las excepciones,
que escapan al modelo.
2.
Esta democracia institucional moderna es el sistema representativo y delegativo que legitima las formas del poder del Estado-nación, que se constituye e instituye
como república.
3.
La
democracia institucional liberal, en su expansión mundial, ha sufrido embates,
resistencias, incluso adaptaciones singulares, que llegaron al
límite de distorsionar estructuralmente el paradigma, incluso cruzarlo.
4.
De todas
maneras, en el transcurso de los siglos de globalización de la democracia liberal, el paradigma se ha como asentado
mundialmente, para no decir consolidado, que sería incorrecto. La paradoja es que cuando parece haberse
globalizado, convertido como sentido
común de las clases políticas
nacionales, es cuando la democracia
liberal enfrenta una crisis política
y de legitimación, que no corresponde a las resistencias o disposiciones
conocidas en el pasado. Esta crisis política es estructural y orgánica, corresponde a su desgaste institucional, al deterioro
como instrumento de legitimación, así como sistema de apoyo
a la gubernamentalidad.
5.
La crisis estructural e institucional de la
democracia liberal tiene que ver con
una contradicción, por así decirlo,
de principio o de nacimiento. Nace como política restringida y como democracia usurpada, pues, como dijimos,
la política moderna ya no es política,
al separar ética de política; la democracia formal no es democracia sino simulación, al usurpar el
autogobierno del pueblo y
transferirlo al gobierno de los
representantes y delegados.
6. Esta crisis
estructural, congénita, ha sido congelada,
durante la historia política de la
modernidad, con el funcionamiento
sistémico y sistemático del Estado-nación, en su forma republicana. Lo que quiere decir que se han podido, resolver los problemas políticos en los límites del paradigma político, mientras estos problemas eran manejables
institucionalmente e ideológicamente. Sin embargo, cuando la
intensidad, extensidad y cualidad de los problemas desbordan el alcance instrumental e ideológico de la democracia liberal, se hace manifiesta
la inutilidad del sistema representativo
y delegativo de la democracia formal.
7. La primera república
moderna, los Estados Unidos de Norte América, que ha sido el referente de los movimientos independentistas, así como la revolución francesa, que ha logrado
consolidar el Estado-nación federal, con
todas sus máquinas de poder; en un
país extenso, que se extiende desde sus orillas en el Atlántico hasta sus
orillas en el Pacífico, que ha sorteado los desafíos de la guerra de secesión,
de las guerras mundiales, de la interpelación socialista, ha llegado a sus límites históricos-jurídicos-políticos.
8.
Siendo la
super-potencia solitaria en el mundo
de la modernidad tardía, no
encuentra, entre sus recursos ideológicos,
políticos, culturales y económicos, proyectos
adecuados para resolver las
problemáticas de un sistema-mundo
capitalista, en la etapa financiera del
ciclo del capitalismo vigente.
9.
Tampoco
encuentra en su knockout, proyectos adecuados
para resolver los problemas estructurales internos.
10.
Ante esta escasez ideológica y política del liberalismo norteamericano, los decursos políticos parecen encaminarse
por el abandono a escenarios de espectáculos, cada vez más banales y
pobres. Una revisión de los debates de los candidatos corroboran esta
interpretación.
11.
Las salidas
no se encuentran en el sistema
representativo y delegativo, en el paradigma
liberal, tampoco en el sistema-nacional
político, así como tampoco en el sistema-mundo
político, en el orden mundial.
Estas máquinas políticas han quedado
obsoletas ante la complejidad
desbordada del mundo efectivo.
12.
Ante esta obsolescencia política, son los pueblos del mundo los encomendados a liberar la potencia social, su capacidad
creativa e inventiva. Son los pueblos los que pueden inventar otras formas institucionales, los que pueden consensuar
sobre sus usos; heurísticas políticas que sean capaces de resolver las problemáticas, desde la perspectiva de la complejidad. Sobre todo, ante el requerimiento
impostergable de la gobernanza mundial de
los pueblos, así como ante la necesaria y urgente tarea de armonizar a las sociedades humanas con
la multiplicidad de sociedades orgánicas
de la biodiversidad.
13.
Es el pueblo
norteamericano el encargado de encontrar salidas más allá de la política
restringida, constituida en el esquematismo dualista del amigo-enemigo.
Es el encomendado a llevar la experiencia
democrática más allá de la simulación
democrática, hacia el autogobierno
del pueblo. Fue el pueblo que instituyó la primera república moderna, lo que Hannah Arendt llama revolución política;
puede ser también el pueblo que empuje
a formas de la democracia radical; la
democracia, en pleno sentido de la
palabra, del autogobierno del pueblo
y del decir la verdad del pueblo.
14.
Son los pueblos del mundo los que tienen la potestad de crear mundos alternativos, recurriendo a su capacidad alterativa, creativa e inventiva de la potencia social.
[1] Ver Elecciones
Estados Unidos: estos son los estados que decidirán el próximo presidente. La Vanguardia. http://www.lavanguardia.com/internacional/20161103/411518222051/elecciones-estados-unidos-estados-clave-bisagra-swing-states.html.
[2] Enlaces externos: Elecciones presidenciales en Estados
Unidos, 2016. Open Directory Project. Consultado el
11 de agosto de 2013. También Presidential Form.
Filers at the Federal Election Commission (FEC); 2016; Chris Cilizza. Así como 13 punteros para 2016. Washington Post. Consultado el 8
de noviembre de 2012. https://www.hillaryclinton.com/. https://www.donaldjtrump.com/. https://www.donaldjtrump.com. http://www.jill2016.com/. http://castle2016.com/home/. https://www.evanmcmullin.com/. http://www.robertwwhitaker.com/. Ver Enciclopedia Libre, Wikipedia: file:///C:/Users/RAUL%20PRADA/Documents/EEUU/2016/Elecciones%20presidenciales%20de%20Estados%20Unidos%20de%202016%20-%20Wikipedia,%20la%20enciclopedia%20libre.html.
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