Re-sincronización planetaria
Raúl Prada Alcoreza
Resincronizacion.pdf
Desde
la mejor perspectiva humana, la
perspectiva crítica, dando apertura a su propio desplazamiento epistemológico,
se interpreta como crisis ecológica
lo que acontece en el planeta, en lo que respecta a los cambios y
comportamientos de los ciclos vitales;
tomando en cuenta sus modificaciones
estructurales, sus variaciones y ritmos, frecuencias, intensidades y
extensidad, además de sus modificaciones en los impactos y vinculaciones entre
los ciclos mismos. Para contrastar
esta perspectiva, diremos,
ilustrativamente, que la peor perspectiva
o una de las peores, sobre todo, por sus pretensiones, sin respaldo empírico y teórico
adecuado, se interpreta desde la tesis
evolutiva; como si el humano
fuese la cumbre y el fin de la evolución. Como si su papel en el
universo se destacara radicalmente, diferenciándose de lo demás
cualitativamente, sobre todo por su “inteligencia”. Se considera esta diferencia ontológica; a partir de ella
se concluye que lo que hace el ser humano
es propio de la evolución; en
consecuencia, se explica y se legitima su historia
como la historia del desarrollo humano.
Al considerar de esta manera las perspectivas
contratadas humanas, sin dejar de ponderar la función de apertura de la
crítica, sobre todo, en la versión y
concepción alcanzada por la ecología,
lo que queremos hacer es encomiar y evaluar la perspectiva humana crítica, sus referentes; desde lo que hipotéticamente,
abusando del término, podemos denominar, provisionalmente, la perspectiva sincrónica, simultánea y
dinámica de la complejidad integral del
multiverso, abarcando sus distintas escalas.
Ciertamente
no podemos hablar con propiedad de perspectiva
del multiverso, pues estaríamos transfiriendo un antropomorfismo a la complejidad
del multiverso; esto de perspectiva.
Fuera de comprender que la misma perspectiva
humana forma parte de las dinámicas
complejas e integrales del multiverso. Sin embargo, como no contamos con el
lenguaje adecuado, ni con el bagaje conceptual pertinente, que
correspondería al desciframiento de
las dinámicas de la complejidad integral,
simultánea y dinámica del multiverso, vamos atrevernos, provisionalmente, a
forzar los términos en las connotaciones proyectadas, para sugerir una hipótesis interpretativa prospectiva. La
hipótesis es la siguiente:
Desde
la perspectiva de la simultaneidad
dinámica del multiverso, no es adecuado interpretar el acontecimiento denominado “cambio climático” como crisis ecológica, que corresponde a la concepción crítica humana, sino, mas
bien, como re-sincronizaciones de las
composiciones de la complejidad dinámica
planetaria. Vale decir, el planeta re-sincroniza su integralidad ecológica compleja, a consecuencia de las alteraciones provocadas por las sociedades humanas. En otras palabras,
los efectos masivos no controlados de
las prácticas humanas, no solo tienen
el alcance descrito y explicado por la perspectiva crítica humana, que se denomina crisis ecológica, sino que va más lejos. Lo que no controlan las sociedades humanas no es solamente los efectos que se les escapa de las manos, sino las condiciones de posibilidad vitales mismas, las del planeta. No controlan la compleja, integral y simultánea sincronización planetaria.
Una
de las interpretaciones, que se acercan a la perspectiva crítica, aunque no se estructura en base al pensamiento crítico, aunque use algunos de sus planteamientos, que,
de todas maneras se distancia del paradigma
optimista linealista de la tesis
evolutiva, construye en sus narrativas desenlaces
apocalípticos. Sin discutir ahora la interpretación de estos desenlaces, aunque lo hicimos antes[1],
lo que interesa decir es que la perspectiva
compleja y simultánea del multiverso
no puede desprender una concepción
apocalíptica. Las narrativas
apocalípticas corresponden a la concepción
trágica del cosmos; concepción que se ha plasmado en la poética del mito, en las armaduras culturales de las sociedades antiguas. Esto es humano, demasiado humano. La interpretación que se pude desprender, dilucidando
lo que acontece en lo que hemos denominado, provisionalmente e inadecuadamente,
perspectiva del multiverso, es que el
universo no teje tramas, tampoco desenlaces,
como los relativos al mito. Sino que
el tejido espacio-tiempo, abarcando
sus múltiples dimensiones, sincronizadas, es constante movimiento y constante devenir, considerando las
distintas escalas y las múltiples dimensiones del multiverso; por lo tanto, sincroniza y re-sincroniza la complejidad dinámica integral de sus composiciones y combinaciones.
La filosofía moderna define la mortalidad y finitud del ser humano, incluso se puede decir su vulnerabilidad. El pensamiento complejo encuentra la paradoja del condicionamiento
absoluto del ser humano y la potencia creativa, por su pertenencia completa a las dinámicas
integradas del multiverso. Haciendo una paráfrasis metafórica a una frase
de la Odisea, podemos enunciar
figurativamente que el ser humano no es
nada sin el multiverso, sin su integral
simultaneidad dinámica de composiciones
complejas y singulares entrelazadas. Por ende, el ser humano no es nada sin las dinámicas
ecológicas del planeta.
Haga
lo que haga el ser humano, sin
olvidar su pluralidad y multiplicidad, diversa y convergente, no controla los efectos de sus acciones, no controla
las condiciones de posibilidad vitales,
no controla la sincronización y re-sincronización planetaria[2].
Haga lo que haga, lo que acaece no depende de sus acciones, sino de las sincronizaciones
y re-sincronizaciones planetarias, donde sus prácticas y acciones son subsumidas en el devenir
constante. El ser humano tiene ante sí y en sí la posibilidad de recurrir a la potencia creativa; sin embargo, extrañamente, esto es lo que no
hace, salvo parcialmente y relativamente, en puntuales ocasiones. Opta por usar
sus fuerzas o, mas bien, parte de su potencia, de una manera restringida y
circunscrita, mediada por dispositivos
instrumentales e institucionales;
es más, sometido a estas mediaciones, que son sus propias
creaciones y criaturas.
La
condición humana es no solamente relativa históricamente y culturalmente, sino
que su condición misma se encuentra condicionada por las condiciones de
posibilidad vitales, las condiciones de posibilidad de la vida misma. Se puede
decir que la condición humana es condición de la vida, en sus plurales y
múltiples formas, en sus mutantes y transformadas formas; en consecuencia, no
se puede disociar la condición humana de la condición de la vida. Esto implica
que la valoración de la condición humana no solamente tiene que ver con las
realizaciones y logros humanos, sino que se encuentra definida por la
valoración de la vida, en sus múltiples manifestaciones y formas.
Esta
valoración no solamente es ética, sino, incluso para ser ética, en pleno
sentido de la palabra, es decir, en su realización práctica, es efectuada en la
praxis social, en los contextos de relaciones de las sociedades humanas con el
resto de las sociedades orgánicas, en las relaciones de las sociedades humanas
con las ecologías de la biodiversidad planetaria. En consecuencia, para
ilustrar mediante consideraciones evaluativas, si estas relaciones de las
sociedades humanas con las sociedades orgánicas, con los ecosistemas de la
biodiversidad planetaria, son conflictivas, para no decir contradictorias,
cuyos efectos derivan en depredaciones, contaminaciones y destrucciones
ecológicas, se desvaloriza, por parte del ser humano, la vida, las
proliferantes formas de vida, convirtiéndolas, por desencadenadas dominaciones,
en objetos y materias de poder. Al hacerlo, se desvaloriza también la condición
humana, que no puede ser otra que la condición de vida. El ser humano se
convierte también en objeto y materia de poder.
No entender que
la cosificación generalizada, desplegada por las sociedades institucionalizadas, por las mallas
institucionales, por los Estado-nación, por el orden mundial, el imperio, por el sistema-mundo capitalista, coloca en el núcleo de la cosificación al ser humano, volviéndolo la cosa por
excelencia, condenándolo entonces a la muerte en
vida, es la manifestación más evidente de
los alcances de la cosificación. El ser humano solo
puede mirarse en el espejo
ideológico, en
el mito moderno; espejo que le dice lo que quiere escuchar. En
resumidas cuentas, la destrucción del planeta, efectuada por las sociedades institucionalizadas y sus máquinas de poder, sus máquinas económicas, sus máquinas de guerra, es inmediatamente una destrucción de
la condición humana, así como mediatamente la destrucción misma
del ser humano.
[2] Ver Cuerdas compositoras del multiverso. https://voluntaddepotencia.wordpress.com/cuerdas-compositoras-del-multiverso/.
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