Crepúsculo de la convocatoria del mito
Raúl Prada Alcoreza
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La crisis del proyecto político y social bolivariano
nos muestra con evidencia el crepúsculo
de la convocatoria del mito. Es indispensable volver hacer un análisis crítico
de esta experiencia social y política, ahora, cuando la crisis parece
desbordarse y sus cauces llevar a la clausura,
por lo menos, de este lapso continuo
de gobiernos chavistas. Después de la
derrota electoral en las elecciones parlamentarias, se desencadena un cuso de
los sucesos que parecen aislar al gobierno de Nicolás Maduro; sumándose a este
curso la política incongruente que despliega el mismo gobierno y el partido
oficial (PSUV). Comportamiento político que empujan no solamente a un mayor
aislamiento, sino al mismo abismo. La mayoría absoluta de la “oposición” estaba
en condición de destituir al presidente; en esta perspectiva, se encamina hacia
el referéndum revocatorio. Reúne más
firmas que las exigidas, en una primera fase del proceso del referéndum,
cumpliendo con las condiciones para abrir el referéndum, lo que ya parecía
anunciar que se conseguiría cumplir con las condiciones exigidas en una segunda
fase del proceso del referéndum
revocatorio; el 20% de las listas del electorado. El CNE observa una
proporción de las listas presentadas; empero, como la lista no observada
sobrepasa a lo exigido, el 1% del electorado, entonces se da comienzo a la segunda fase del
proceso el referéndum. En este transcurso, tribunales
penales regionales, teniendo en cuenta la parte observada de la lista
presentada para cumplir con la primera fase del referéndum, además de las
acusaciones de fraude al respecto, decide suspender el proceso del referéndum revocatorio “hasta nuevo
aviso”. En este contexto, la crisis parece desbocarse a su desenlace.
Parece que asistimos al crepúsculo de la convocatoria del mito. Es menester comprender las
dinámicas moleculares políticas de este crepúsculo. Para comenzar, retomaremos
las consideraciones teóricas de Encrucijadas
histórico-políticas. En Encrucijadas histórico-políticas
escribimos:
La
convocatoria del mito
Aproximaciones
a la figura del caudillo y a la revolución bolivariana
De
acuerdo a la etimología, mito es el relato tradicional relativo a seres
sobrenaturales, o a los antepasados o héroes de un pueblo. Mythos, del latín tardío, quiere decir cuento; y mýthos, del griego antiguo, significa
fábula[1].
Como se puede ver, la raíz de la palabra mito nos lleva a la significación del
relato imaginario sobre los orígenes del cosmos o sobre los orígenes de los
pueblos, también relato de la epopeya de los héroes primordiales. Paul Ricoeur
entiende que se trata de una trama, de una narración, que articula el
principio, la mediación y el desenlace de un texto, en la configuración de una
totalidad; es un modelo de concordancia. Emile Durkheim encuentra en el mito la
estructura que sostiene valores y la cohesión social[2].
Para George Sorel el mito es como una intuición social que convoca a la acción[3].
Claude Levi-Strauss estudia los mitos como estructuras de racionalizaciones que
diferencian y encuentran analogías, que clasifican plantas y animales, que
construyen calendarios, usando la fuerte narrativa de imágenes y figuras
arquetípicas, las que sufren metamorfosis y cambios[4].
Para una de las corrientes hermenéuticas, dedicadas al estudio e interpretación
de los mitos, el mito es la matriz de la cultura, de la narrativa, del
imaginario, que es como la totalidad de sentidos de la que nunca salimos[5].
Como se puede ver, estamos ante una gama de interpretaciones del mito; empero,
en todas ellas, el mito cobra relevancia; ya sea como relato primordial; ya sea
como estructura cultural subyacente; ya sea como imaginario total, que es como
decir que nacemos en lo imaginario, que nacemos en el mito; ya sea como
intuición convocativa a la acción. Nosotros usaremos la figura del mito en este
último sentido, empero, sin descartar los otros usos e interpretaciones del
mito.
¿Por
qué es importante analizar los acontecimientos desde esta perspectiva? Se
acostumbra a analizar la experiencia política desde una perspectiva que
llamaremos objetiva, tomando en cuenta la descripción de los hechos, eventos,
secuencias, contextos y coyunturas políticas; usando modelos analíticos y
teorías explicativas, que orientan el análisis a dar cuenta de causalidades, de
estructuras subyacentes, de contradicciones dialécticas, de enfrentamientos de
bloques. No desechamos la utilidad de estos análisis; sin embargo, notamos que
muchas veces se quedan sorprendidos y sobrepasados por el desborde de
acontecimientos políticos inéditos. Sobre todo estos análisis se quedan un
tanto atónitos ante la presencia de figuras políticas carismáticas, que
subjetivan los enfrentamientos políticos, las luchas sociales, sintetizando
densamente el acontecer político en el dramatismo de sus personalidades.
La
política, en tanto campo de prácticas y de acciones, y lo político, en tanto
campo de distribución de fuerzas, posiciones, dispositivos y agenciamientos,
además de instituciones, no son acontecimientos políticos que solamente pueden
describirse y explicarse desde una exterioridad académica. La política es una
experiencia fuertemente subjetiva; se vive la política pasionalmente, se figura
la experiencia política en los imaginarios sociales. Determinados
acontecimientos políticos, como las rebeliones, las movilizaciones, las
revoluciones, despiertan entusiasmo; otros acontecimientos políticos, como la
crisis, el desgaste y el deterioro de los referentes de las expectativas,
incluyendo la inercia misma en la que cae la rutina política, desencantan.
Estas experiencias no se hacen inteligibles si es que no se consideran la
constitución y des-constitución de subjetividades, si es que no se comprende el
espesor de la experiencia política. Claro que es indispensable estudiar las
políticas públicas, las prácticas, las relaciones y las estructuras en su
manifestación objetiva; empero esto no basta. Nos quedaríamos en una
descripción que trata a la política como una exterioridad o en una explicación
abstracta, que no deja, en todo caso de ser pedante.
La
figura del caudillo es indudablemente un acontecimiento político, es un lugar
de condensación de la experiencia política, una subjetivación concentrada de
las tensiones y contradicciones políticas, a tal punto que todos sus actos,
incluso los más insignificantes, no solamente se convierten en actos públicos,
esto ya lo sabíamos, sino se convierten en signos políticos. Adquieren
significación, connotación, irradian en el ámbito social, apropiándose del
sentido y de los significados de los fenómenos políticos no personalizados. El
carisma es seductor y atrayente, se convierte en un núcleo gravitatorio, que
captura los entornos, haciéndolos circular alrededor. Lo que importa, en el
análisis de estos acontecimientos políticos, centrados en la emergencia
carismática, no es, obviamente, descartarlos o reducirlos, menospreciando el
caudal emotivo y afectivo de las vivencias políticas, sino, al contrario,
tomarlos en cuenta como fenómenos integrales, que logran develar el juego
intenso de las fuerzas, sus composiciones y relaciones, sobre todo sus pliegues
subjetivos. Los acontecimientos políticos, centrados en el carisma, deberían
ser, mas bien, privilegiados en el análisis.
Ahora
bien, el mito no es algo que está en nuestras cabezas, tampoco es una
estructura abstracta; el mito es producido y reproducido en la dinámica de las
relaciones lingüísticas, discursivas, imaginarias, afectivas, pasionales de la
gente. Se figura, configura y refigura en la dinámica de estas relaciones. Son
los sujetos sociales los que crean y recrean el mito, así también son los que
terminan atrapados en sus redes. Creen que nacen en el mito, que se mueven en
el interior de su esfera, y que lo que les ocurre se explica por la trama del
mito. Entonces el mito tiene que ser entendido como una estructura imaginaria,
construida y reconstruida en las dinámicas relacionales de los sujetos
sociales. Hay pues como una “economía política” del mito, si nos excusan de
hablar así; donde el mito pretende diferenciarse, separarse, autonomizarse,
respecto a sus productores, a sus imaginadores, sobre quienes terminan actuando
como una “ideología”[6].
De lo que se trata es de efectuar una crítica de la “economía política” del
mito, como de toda economía política, en el contexto de su generalización.
Empero, esto no significa decir que el mito es un fantasma; al contrario, es
una estructura y un ámbito de relaciones dinámicas, que actúan en el cuerpo,
induciendo comportamientos y conductas. De lo que se trata es de comprender
estas dinámicas relacionales que sintonizan subjetividades, la del caudillo y
la del pueblo.
El
mito del caudillo
El
mito es una trama y un entramado; una trama pues es un tejido, una narrativa,
una textura de hilos sensibles e imaginarios, hilos que se encuentran en los
filamentos más recónditos del cuerpo; un entramado pues en el mito también se
entrelazan tramas. Quizás por eso, el mito se remonta al origen, explica el
cosmos por este origen, pero también nuestra tragedia en el acontecer del
mundo. El mito avizora entonces, descifrando en las convulsiones de esa matriz,
el anuncio de nuestra emancipación. El mito es poderoso pues es la captura de
la totalidad por medio del inmediato e intenso procedimiento de la intuición.
Sólo la estética y el arte podrían acercarse a una experiencia parecida. El
mito remueve nuestras fibras, conmueve nuestro cuerpo, lo empuja al abismo de
la nada, otorgándole la plenitud del sentido en su propia caída, en la
experiencia de la caída, vivida como una resurrección.
El
mito cohesiona, sostiene la consistencia perdurable de la comunidad, al
otorgarle una identidad descomunal, a la altura de los dioses o de las fuerzas
creativas. El mito comunica en la iniciación al hombre, a la mujer, al
guerrero, a la tejedora, con las fuerzas inmanentes del devenir, devenir
animal, devenir planta, devenir agua, devenir fuego. El mito es un torbellino
pasional sublime, es una hermenéutica sensible del acontecer. Si clasifica es
porque todo se conecta, no se divide; no es pues una analítica, sino más bien
una “síntesis”; empero una “síntesis” en tanto “experiencia” de la metamorfosis
o la metamorfosis hecha “síntesis” mutante.
El
mito es memoria, pero, se trata de una memoria simbólica, de una memoria
alegórica, cuya narrativa figurativa concibe el tiempo, el transcurrir del
tiempo, como una actualidad pura, un acontecimiento fabuloso que repite el
eterno retorno del origen. Hay toda clase de mitos experimentados por los
pueblos; mitos cósmicos, pero también mitos históricos; mitos del origen del
fuego, de la caza, de la agricultura, de la civilización, pero también mitos
mesiánicos. El padre y la madre, después de muertos, se convierten en mitos;
los padres y madres vivos son vistos como mitos vivientes. Los guerreros se
convierten en héroes, los héroes condensan la historia en su epopeya. Los
conductores de la guerra anticolonial son nombrados como libertadores; sus
nombres y sus perfiles se convierten en la razón de ser las naciones liberadas.
Los libertadores se institucionalizan, sus fantasmas acompañan los actos
cívicos y adornan las paredes de las oficinas públicas. De alguna manera sus
fantasmas han sido domesticados. Sin embargo, pueden reaparecer cuando son
convocados nuevamente en la actualización de antiguas luchas.
El
mito que revive Hugo Chávez Frías es el del libertador Simón Bolívar. La tarea
del libertador ha quedado inconclusa, no hay integración, la constitución de la
Patria Grande no se ha realizado. Los pueblos liberados enfrentan ahora otra
guerra anti-colonial o, si se quiere, la continuidad de la guerra de la
independencia; se trata de la guerra contra la dominación imperialista y el
control hegemónico del capital. El golpe del oficial Hugo Chávez es contra la
oligarquía entreguista de los recursos naturales, la partidocracias y la
corrupción de la clase política. Este gesto es un acto heroico, que convoca a
la guerra a las clases populares, gesto que reclama su despertar ante la crisis
y decadencia de la república. Años después, la victoria electoral de Hugo
Chávez se explica tanto por la convocatoria del mito, así como por la crisis
política de Venezuela. Las clases populares respondieron al gesto, a la
irradiación del gesto, al golpe de cabeza, efectuada por oficiales intrépidos y
grupos de izquierda radicales. La figura del libertador se convirtió en un
proyecto: La República Bolivariana de Venezuela. Este proyecto se plasma en la
Constitución, que da nacimiento a la quinta república, que ya no ansia una
institucionalidad liberal, como en el caso del libertador, sino que busca una
transformación socialista. La Constitución es integradora, es participativa,
profundiza la democracia, la soberanía adquiere connotaciones omnipresente,
recupera los recursos naturales para los venezolanos, se plantea la
redistribución del ingreso y la inversión social, enfrentando de cara la
estructura de las desigualdades, además de proponerse la integración
Latinoamericana y del Caribe. Después de promulgada la Constitución, el
gobierno, el partido, los intelectuales comprometidos, las organizaciones
sociales, se dan la tarea de definir el nuevo proyecto socialista, nombrado
como socialismo del siglo XXI. Las tareas de construcción socialista, las
definiciones de este socialismo del siglo XXI aparecen en los planes de
desarrollo. En la segunda victoria electoral de Chávez se define el carácter
socialista de la revolución bolivariana.
El
mito ha removido el suelo y la geología de la formación histórica, social,
económica y política venezolana. Después de Chávez Venezuela ya no será la misma;
es otra, bolivariana y socialista, tiene como tarea la integración y la
igualdad social. Se ha dado una sintonía armoniosa y pasional entre el que
encarna el mito y las multitudes, el pueblo, las clases populares. Esta
sintonía ha sido acompañada por la organización de movimientos sociales de
magnitud, las comunidades, las misiones, la formación masiva de líderes, la
inversión social. El golpe militar reaccionario del 2002 se enfrentó a un
pueblo organizado, empoderado, convocado, consciente de la certidumbre de los
tiempos de cambio y de su responsabilidad histórica. La gigantesca movilización
popular derrotó al golpe reaccionario de la oligarquía rentista. Esta victoria
popular y el retorno al poder de Hugo Chávez le dieron un impulso inmenso a los
ritmos del proceso político y social. El mito se convirtió en el entrañable
sentido del proceso, en el intérprete de los acontecimientos, incluso en la
significación de la compleja búsqueda de un nuevo horizonte socialista.
No
creo que la experiencia del proceso revolucionario bolivariano se pueda
explicar por interpretaciones “racionalistas” que desprenden las tesis del
partido de vanguardia, tampoco creo que cubra la complejidad del proceso
explicaciones economicistas, del tipo contradicción entre fuerzas productivas y
relaciones de producción, así mismo, son insuficientes tesis como las de la
autonomía relativa de la superestructura. Del mismo modo, del otro lado,
debemos descartar las tesis simplistas de los apologistas del culto de la
personalidad, que convierten al caudillo en el protagonista absoluto de la
historia. El caudillo, como veremos más adelante, es una relación entre el
mito, la memoria intuitiva, y lo popular, relación afectiva y pasional;
relación que emerge de una sintonía entre el flujo figurativo del caudillo, sus
discursos, sus acciones, sus gestos, que conforman una narrativa carismática, y
los imaginarios populares, las pasiones y expectativas populares, prácticas y
habitus populares, que interpretan la narrativa carismática como una convocatoria
y una anunciación. El secreto entonces se encuentra en la alteridad popular,
que despierta ante el sonido y el simbolismo irradiante del mito[7].
Celajes del crepúsculo
Ya en Encrucijadas
histórico-políticas se analizó lo que se puede nombrar como contradicciones
del proceso de la revolución bolivariana, que expresado de mejor manera
corresponde a la paradoja de los
gobiernos progresistas, paradoja que se define en el progresismo y conservadurismo,
imbricados en estos gobiernos. Hoy parece que esta paradoja deriva en una antinomia
y, en consecuencia, por la irresolución de la contradicción, parece conducir a la caída del gobierno de Nicolás
Maduro.
Víctor Álvarez, que fue ministro de Industria del primer gobierno de Hugo
Chávez, escribe:
¿Qué va a pasar en Venezuela? Esta es
la pregunta que se hace el ciudadano de a pie, el funcionario público, el
empresario nacional, el inversionista extranjero, los ministros del gobierno,
los diputados a la Asamblea Nacional y hasta el propio Presidente de la
República.
La crisis económica que se manifiesta
a través de la escasez de alimentos y medicinas, la especulación e inflación;
el desempleo y empobrecimiento generalizado de la población como consecuencia
inevitable de una pésima gestión de gobierno, genera un creciente malestar
social. Las tensiones en el liderazgo opositor han impedido amalgamar el
malestar social para convertirlo en una poderosa fuerza transformadora, capaz
de impulsar los cambios políticos que se requieren para superar la crisis
económica y social.
Si el descontento social no se expresa
en una contundente crisis política que le quite el margen de maniobra que
mantiene con vida al Gobierno, la actual inercia continuará. Inicialmente se
creyó que el fulminante triunfo de la Oposición en las parlamentarias del 6-D
sería el detonante de un conflicto de poderes que inmovilizaría al Gobierno y
lo obligaría a negociar. Pero en el pulso de la confrontación de poderes, el
Gobierno le ha doblado el brazo a la AN, la cual prácticamente ha quedado
anulada al ser declarada en desacato por el TSJ, sin que pueda hacer valer los
mandatos de la Constitución que la habilitan para controlar los actos del Poder
Ejecutivo.
Las torpezas tácticas de la Oposición
han prologado la esperanza de vida de un Gobierno que parecía tener los días
contados si se activaba a tiempo el Referendo Revocatorio (RR). Sin embargo, la
MUD perdió un valioso tiempo mientras decidía entre Enmienda Constitucional,
Asamblea Nacional Constituyente, Renuncia de Maduro y RR. Con ese retraso dio
una excusa perfecta al oficialismo para demorar el revocatorio para el 2017,
con las consecuencias que ya todos conocemos.
Al tanto de que las salas
constitucional y electoral del TSJ fueron colonizadas por el oficialismo, y que
ante cualquier consulta para dirimir las controversias entre el Ejecutivo y el
Legislativo el TSJ siempre se pronunciaría a favor del Gobierno, aun así la
dirigencia de la MUD ha pisado ingenuamente todas las conchas de mango que con
más audacia y malicia le ha tirado el oficialismo[8].
Después de la
decisión del CNE de acatar la resolución de los tribunales penales regionales
de suspender el referéndum revocatorio hasta nuevo aviso, los sucesos parecen
desencadenarse vertiginosamente. ¿Con esta decisión se apresura la caída del
gobierno? En vez de diferir su estadía en el Estado. En el mismo análisis
citado Víctor Álvarez señala:
Escenarios ante la crisis
Movilizar el descontento para calentar
la calle y provocar la caída del Gobierno, tal como se intentó con las
guarimbas del 2014, desencadenaría una represión masiva e indiscriminada. Y en
ese escenario la Oposición lleva las de perder, ya que el Gobierno cuenta con
el apoyo militar y policial como fuerzas represivas del Estado.
Descartado un escenario violento que
desemboque en una salida militarista y dictatorial, la solución negociada a la
actual crisis nacional está condicionada por parte de la Oposición a la
libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados, el cese de las
persecuciones y la represión, la autonomía de los poderes públicos y el
reconocimiento de la AN para la renovación del CNE y la reinstitucionalización
del Estado. Aquí el juego está trancado a pesar de la mediación de los
expresidentes Rodríguez Zapatero, Martín Torrijos y Leonel Fernández.
Ante la barrida que sufrirían el
chavismo en las elecciones de gobernadores y alcaldes si estas se realizan
después del RR, otro escenario que se maneja es el de la renuncia de Maduro
para convocar una mega-elección de presidente, gobernadores y alcaldes, de tal
forma que el oficialismo pueda aprovechar la plataforma del gobierno central,
antes de que esta caiga en manos de la Oposición. Este escenario fue
adelantado por Juan Barreto, ex alcalde metropolitano y coordinador nacional de
REDES, quien aseguró que se está negociando la renuncia de Maduro para evitar
la desaparición del chavismo: “al presidente le han recomendado que
renuncie para que no se mida, porque si se mide podría perder hipotéticamente
el Revocatorio y de perderlo con 80% podría sepultar al chavismo”.
Otro escenario se refiere a la
aplicación de la Carta Democrática de la OEA, lo cual implica que el Secretario
General o un Estado miembro soliciten nuevamente la convocatoria del Consejo
Permanente para verificar la "alteración del orden constitucional que
afecte gravemente su orden democrático". Los estados miembros tendrían que
pronunciarse en la Asamblea General o en la consulta a los cancilleres para
determinar si finalmente se aplicará la suspensión de Venezuela en la OEA, lo
cual terminaría en su aislamiento internacional. Luego de los cambios de
gobierno en Argentina y Brasil, Venezuela prácticamente ha sido anulada en el
Mercosur desde donde sopla viento a favor de la aplicación de la Carta
Democrática, cuestión que obligaría a Maduro a sentarse en la mesa de
negociación para acordar al menos un Gobierno de Coalición[9].
El desenlace que acaezca depende del juego
específico en los campos de correlaciones
de fuerza, que concurren en la coyuntura. Obviamente, teniendo en cuenta estas dinámicas de los campos de fuerza, también hay que tomar en cuenta las decisiones
que tomen las organizaciones políticas involucradas, así como las
instituciones, de la misma manera las personas de toma de decisiones y de
influencia. No podemos jugar a adivinar el desenlace
concreto, en el drama político; sin
embargo, las convergencias de los procesos involucrados parecen anunciar un desenlace marco, el de la caída del
gobierno de Nicolás Maduro.
Lo que importa comprender, en este ensayo, es la complejidad de las dinámicas y mecánicas del
proceso político, dinámicas que
parecen converger a un desenlace ya
anunciado, por los síntomas
manifiestos en la coyuntura.
En ¿Por
qué no estalla Venezuela? Víctor Álvarez analiza la coyuntura de esta manera:
El Gobierno evade someterse al
escrutinio de la voluntad nacional debido a una pésima gestión que ha
erosionado aceleradamente la calidad de vida y el bienestar de la gente. Su
popularidad y aceptación se han derrumbado y ya no cuenta con ninguna
posibilidad de éxito electoral. Por eso, el oficialismo aprieta la
Constitución, se pone al borde de la ilegalidad y se vale de cualquier
subterfugio para darle largas al Referendo Revocatorio (RR) y a las elecciones
de gobernadores y alcaldes.
El presidente de la República, Nicolás Maduro, llegó al extremo de afirmar
que en estos momentos “la
prioridad no es hacer elecciones, sino recuperar la economía”. De
inmediato le hizo coro el diputado del Psuv, Edwin Rojas, quien agregó: “estamos en el contexto de un Estado de
excepción y emergencia económica, estamos viviendo condiciones políticas,
jurídicas y económicas que pueden hacer que las elecciones regionales se puedan
restringir por la economía”. Y Diosdado Cabello, Vicepresidente del
Psuv, insistió en que las múltiples irregularidades detectadas en las firmas
entregadas al CNE por la MUD en mayo “mataron” el RR.
Deshilachan la Constitución: Gobierno en el límite de la legalidad
El artículo 5 de la CRBV señala claramente que: “La soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma
prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente mediante el
sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público”. Por lo
tanto, “Los órganos del Estado emanan de la
soberanía popular y a ella están sometidos”.
A través de las elecciones se
expresa la soberanía popular. Estas constituyen la principal garantía de un
sistema democrático. Si las elecciones no se realizan en la fecha que
corresponde se comete una grave violación de los mandatos y derechos
consagrados en la Constitución. Una suspensión del RR o un diferimiento
de los comicios regionales y municipales trasgrede los mandatos de la CRBV y
priva a la ciudadanía de sus derechos políticos fundamentales.
El único caso en que se justifica posponer las elecciones es cuando ocurre
una catástrofe natural. En tales circunstancias se requiere la declaratoria de
un Estado de Excepción por Alarma que
sea avalado por la Asamblea Nacional (AN) y validado por la Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Requisito muy fácil de tramitar para un
Gobierno que ya decretó un Estado
de Excepción y Emergencia Económica y cuenta con el respaldo
incondicional del TSJ para evadir la aprobación de la AN, la cual en la
práctica fue disuelta al ser declarada en desacato por el máximo tribunal del
país.
¿Por qué no estalla Venezuela?
La fuerza transformadora de la
inconformidad permea los intersticios de todo el país. El acelerado deterioro
de las condiciones de vida pareciera más que suficiente para que se produzca un
estallido social y se desencadene una hecatombe político-militar. Por mucho
menos que la tragedia nacional que actualmente Venezuela está sufriendo estalló
El Caracazo. ¿Por qué entonces no se produce una conmoción social semejante a
la del 27 de Febrero de 1989? ¿Por qué no hay otra rebelión de los militares
como la que encabezó Chávez el 4 de febrero de 1992?
La creciente incorporación de
altos rangos militares en puestos claves de las empresas públicas y Poder
Ejecutivo los compromete con la gestión de Gobierno. Además de la obediencia
debida, se sienten cómodos en esos cargos. Han sido cooptados y quieren
mantenerse en esta zona de confort. Por lo tanto, no van a presionar al
Gobierno ni al CNE para que respeten la Constitución y convoquen el RR y las
elecciones regionales y municipales en las fechas que corresponde.
En la lista de espera se mantienen efectivos militares que también aspiran
a ser colocados al mando de lucrativos negocios que les permita un retiro
próspero y confortable. Lejos de estar pensando en la solución de la actual
crisis, su actitud acomodaticia los convierte en parte del problema que hay que
encarar y resolver. La oficialidad media y baja puede considerar muy grave
que se suspenda el RR o se posterguen las elecciones de gobernadores y
alcaldes, pero mientras los mandos a los cuales están subordinados les creen
expectativas de ascenso económico y social, no habrá ruido de sables ni
conspiración de Comandates
(comandantes, mayores, capitanes y tenientes).
Malestar social sin liderazgo político
La Oposición no termina de
capitalizar el creciente descontento para convertirlo en una fuerza
transformadora. Su falta de constancia y garra en la movilización de la
ciudadanía, sus reacciones espasmódicas y su adicción a la comodidad mediática
ralentizan la movilización social que se requiere para salvar a Venezuela de la
peor crisis humanitaria que ha sufrido y ha desembocado en una diáspora de su
gente.
A solo unos días para la
recolección del 20% de las firmas se mantiene el temor sobre una maniobra de
última hora para abortar la consulta popular. Han circulado rumores sobre una
supuesta medida cautelar que prepara la Sala Constitucional del TSJ para anular
la recolección de firmas prevista para los días 26, 27 y 28 de octubre. Si el
país no ha explotado aún ante la severa escasez de alimentos y medicinas, ante la
voraz inflación que pulveriza el poder adquisitivo del ingreso familiar, ante
la impune criminalidad que aterra a la ciudadanía, conculcar entre gallos y
medianoche el derecho ciudadano de decidir si revoca o no el mandato
presidencial, podría ser el detonante del estallido social que no termina de
ocurrir.
A todas estas, aprovechando la maniobra de correr el RR para el 2017,
Diosdado Cabello recorre el país arengando a las bases clientelares del
oficialismo y acumulando “méritos” para
ser designado como Vicepresidente y así asumir finalmente la Presidencia de la
República que Chávez le negó. Nicolás Maduro ve con desconfianza y recelo esta
ambición desbordada porque sabe que una vez revocado será defenestrado por el
nido de alacranes que hará leña del árbol caído.
Las excusas del oficialismo lucen cada vez más agotadas y ya no movilizan
ni a sus seguidores quienes no creen en la amenaza de una intervención
imperialista, ni en la guerra económica, ni en el coco del capitalismo y el
espanto de la derecha. Están claros que esta crisis comenzó cuando todavía
estaban altos los precios del petróleo debido a la incompetencia e ineptitud
del actual Gobierno, único responsable de esta catástrofe sin precedentes.[10]
En escritos anteriores hablamos
de la ideología autocomplaciente[11].
Nos referimos a esa autosatisfacción
ante la contemplación auto-referida, que
encuentra satisfactorio lo hecho, lo ejecutado, descartando toda crítica, mucho
menos asumiendo la autocrítica. Esta actitud ante el mundo y sus avatares, ante
la política y sus contingencias, termina encaracolando
a los enganchados en la autorreferencia
auto-contemplativa, a tal punto que confunden al mundo con la concha del caracol, donde se encuentran encerrados. Parece que es esto lo
que ha pasado con el gobierno de Nicolás Maduro y el PSUV; han preferido la apología y denostado la crítica, como si
formara parte de la “conspiración”, que blandieron como única explicación de
los fracasos políticos y económicos. Lo que sucede, cuando se embarcan en este encaracolamiento los personajes del
poder, es que al experimentar una especie de autismo político, terminan por encontrarse tan aislados del mundo efectivo, de tal manera que sus
actuaciones terminan tan desentonadas, tan incongruentes, que, respecto a la realidad efectiva, sinónimo de
complejidad, ya no pueden sostenerse ni sobrevivir.
Desconocer a la Asamblea Nacional
es una respuesta política, que lejos de salvarlos de la contingencia de la
fiscalización del Congreso, los lleva al in-constitucionalismo,
desacatando la propia Constitución bolivariana. Oponerse al referéndum revocatorio, que es un
derecho consagrado en la Constitución, aunque, al principio hayan optado por la
dilatación y después por la suspensión, en vez de sacarlos de la problemática de
la crisis de legitimación, crisis política y económica, crisis múltiple
del Estado-nación, los expone más a los
avatares de la crisis. Convirtiéndolos en una barca indefensa en plena tormenta
en mar adentro. Acusar a la “conspiración” del “imperialismo” y de la “derecha”
del desastre económico, no hace más que mostrar la inmadurez de políticos, que
se consideran sucesores de Hugo Chávez y, por esta emulación, del mismísimo libertador
Simón Bolívar.
Solo a Alfredo Serrano, asesor
económico del gobierno, se le puede ocurrir decir “hay más fortalezas en la economía que
debilidades”[12].
Para decirlo, en principio, de una manera general y descriptiva, a grandes
rasgos, solamente aludiendo a datos macroeconómicos globales, con todo el
simplismo que pueden implicar, no se puede hablar seriamente de “fortalezas”
cuando la inflación se
aproxima, según estimaciones todavía optimistas, al 200%; además de la caída
del PIB, que es del orden del 10%. Los ingresos petroleros generan el 96% de los recursos
monetarios del Estado; debido a la caída de los precios del petróleo, que se
han desinflado en más de 50%. Se entiende pues la situación, por lo menos, difícil
sino es calamitosa de una economía, que no ha salido del rentismo petrolero; es decir, de la economía extractivista colonial del capitalismo dependiente. Ciertos analistas económicos dicen que la situación económica
también se debe al infortunado régimen cambiario, el cual ha ocasionado
mayores restricciones al aparato productivo, desatando la ola especulativa de alcances
gigantescos.
Durante
el año de 2015, los empresarios observaron un recorte de 60,8%, en lo
que corresponde al flujo de divisas; disminución impactante que redunda en el
aparato productivo. Considerando datos del
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en
el semestre del año mencionado, las exportaciones cayeron en un 37,6%; el
sector más afectado fue el minero y energético, cuyas exportaciones
descendieron 71,7%, en tanto que los productos manufacturados cayeron 21,8%. Al
dramático recorte de las divisas, destinadas al aparato productivo, se suma la
permanencia del tamaño del gasto público, que podría justificarse si estuviese
efectivamente dedicado a la inversión
social, como se dice; sin embargo, no es así, pues la administración
burocrática disemina el alcance de esta inversión. Se estima que el gasto público
alcanza el 18% del PIB. Como si todo esto fuera poco, al catastrófico panorama macroeconómico
se añade la caída de las reservas internacionales; las que
llegaban a US$22.070 millones, según cifras del BCV; este monto cayó, el año de
referencia, a US$16.527; en otras palabras, aproximadamente un 25,1%.
En este contexto macroeconómico, aunque sea descrito de manera general y con
indicadores globales, no se puede hablar de “fortalezas” en la economía.
Sin
embargo, la problemática económica
se describe mejor, si se quiere, de manera histórico-política-económica,
por la condición de economía extractivista,
en lenguaje de los economistas, economía
primario exportadora, y por la condición de Estado rentista. El mayor fracaso económico de la revolución bolivariano, en lo que
respecta al campo económico, se
encuentra aquí; no haber salido del modelo
colonial extractivista del capitalismo dependiente. Por lo menos, encaminándose
atinadamente hacia otro modelo económico,
que respondan a las estructuras jurídicas,
políticas y económicas propuestas en la Constitución. El mayor fracaso y la
descripción elocuente de la situación
económica se encuentra en haber mantenido la dependencia, en el contexto de la geopolítica del sistema-mundo capitalista.
No nos vamos a
extender en una descripción más
pormenorizada, sobre todo desde la perspectiva de la crítica de la economía política generalizada; nos remitimos a otros
escritos, al respecto[13]. Lo que interesa señalar
es que, como dice, Víctor Álvarez, el gobierno es el principal responsable de
la catástrofe económica.
Una conclusión
que podemos sacar es algo que ya dijimos antes sobre los gobiernos progresistas; están más cerca de la “oposición” y más
lejos de la Constitución. Lo que los acerca políticamente, sobre todo respecto
a la estructura de poder y su concepción de poder, es más de lo que los
distancia, que más bien es de retórica ideológica,
dicho de una manera un poco exagerada, para ilustrar. Al respecto Víctor
Álvarez dice:
Lejos de generar
fondos para el ahorro e inversión se aplicó el gasto sin ahorro de nada. La revelación de las conversaciones secretas
entre Gobierno y factores de la MUD ha sembrado serias dudas en la ciudadanía
sobre el verdadero compromiso de la Oposición con el Referendo Revocatorio para
2016. Estas dudas se acrecientan al conocer que fueron excluidos de estas
conversaciones importantes partidos políticos de la MUD, cuyos líderes están en
prisión o inhabilitados políticamente.
La MUD ordeña mediáticamente las ineficiencias
del gobierno, sin delinear una alternativa que sea percibida como algo nuevo,
diferente y superior. Es el mismo modelo rentista de este y los anteriores
gobiernos: critica al modelo chavista populista y clientelar, pero es incapaz
de concretar una propuesta viable y creíble que trascienda el perverso “quítate
tú para ponerme yo”.
Pero para la cultura rentista y clientelar
siempre será preferible un gobierno que siga repartiendo la renta a cambio de
lealtades políticas, a otro que - a nombre de superar la cultura rentista -
proponga aumentar los impuestos y reducir los subsidios que se han financiado
con el ingreso fiscal de origen petrolero.
La ciudadanía consciente está asqueada del
falso conflicto entre la MUD y el PSUV. Empieza a darse cuenta que tras esa
diatriba e intemperancia subyace una puesta en escena en la que Gobierno y
Oposición simulan querer exterminarse, pero a escondidas pactan la
conflictividad simulada y se reparten las mieles del poder, como siempre ha
ocurrido en todo régimen bipartidista. Y la comparsa mediática contribuye a
este espectáculo que entretiene y adormece a la mayoría políticamente oprimida,
económicamente explotada y socialmente excluida.
Aquí no cambió nada
Tanto el capitalismo rentístico como el
neo-rentismo socialista terminaron siendo dos expresiones distintas del mismo
modelo de acumulación extractivista, sustentado en la exportación intensiva de
petróleo crudo, sin ningún grado de transformación industrial. Estas dos caras
de la misma moneda funcionaron a la perfección mientras la renta petrolera
creció de forma sostenida y resultó más que suficiente para financiar el
proceso de acumulación y la inversión social.
En ambos casos, el reparto de la renta no se
limitó a objetivos de desarrollo económico y social, sino que derivó en un
instrumento de dominación para mantener el apoyo político que necesita el
gobierno de turno para aferrarse al poder. Así, la inversión social y
productiva de la renta se desnaturaliza y termina siendo un premio a las
lealtades políticas. La dominación se logra a través de un sistema de premios y
castigos para asegurar la lealtad de los seguidores políticos, comprar la
simpatía de los indecisos y castigar o disuadir a los adversarios.
El llamado a utilizar la renta en función del
desarrollo económico y social no tuvo éxito porque el propio Chávez exacerbó al
extremo las patologías y perversiones del modelo extractivista-rentista. Sus
logros sociales terminaron mediatizados y pulverizados por una práctica
política que sometió los avances en la lucha contra el desempleo, la pobreza y
la exclusión social al comportamiento errático de la renta petrolera. Lejos de
blindar al país a través de fondos para el ahorro e inversión del excedente petrolero,
impuso la creación de fondos para gastar toda la renta, sin ahorrar nada para
encarar los duros tiempos de escasez que le siguen al colapso de los precios
del petróleo.
El nuevo sujeto
político
Al igual que el capitalismo rentístico, el
neo-rentismo socialista se sustentó en el extraordinario poder político,
económico y social que le otorgó el control de la renta petrolera. Este modelo
confunde el Estado con la sociedad y a la Patria con el Gobierno. Asume que
desde el entramado del Estado burocrático se representa el interés social, a
pesar de las enormes contradicciones que la sociedad tiene no solo con el
mercado, sino también con el Estado.
En medio de esta tensión, crece una ciudadanía
cada vez más consciente, que no ve las cosas en blanco y negro, y no cae en esa
manipulación. Se trata de un creciente sector que no se considera chavista,
pero tampoco de oposición. Es una marcha silenciosa que critica la violencia de
las guarimbas como instrumento político, pero también se opone a la violencia
que pretende criminalizar y silenciar, no solo a los opositores, sino también
al pensamiento crítico que cuestionó las creencias limitantes que desgastaron
su Revolución.
Todo esto ha dado origen a la conformación de
un nuevo sujeto sociopolítico que crece a expensas del chavismo y la oposición
descontentos. No son tan ingenuos como para creer que el simple cambio de
gobierno que se derive del RR automáticamente va a erradicar los problemas de
escasez, acaparamiento y especulación que azotan a la población. Saben que es
mucho lo que hay que reconstruir y que no será tarea fácil ni rápida. La
reconstrucción nacional requerirá mucho esfuerzo, diálogo y capacidad para
lograr grandes acuerdos, más allá de las cúpulas del gobierno y la oposición.
En todo caso, el cansancio de la ciudadanía con las cúpulas políticas que
pactan a sus espaldas se comienza a expresar en la emergencia de un nuevo actor
político que levanta nuevas banderas de lucha:
·
Conjurar la
amenaza de una confrontación violenta entre los fanáticos de ambos lados que se
obstinan en una gran batalla final.
·
Referendo
Revocatorio como derecho constitucional y no como una concesión a las cúpulas
políticas de la Oposición.
·
Trascender el
bipartidismo del PSUV-MUD que negocia a puerta cerrada los derechos
constitucionales de toda la ciudadanía.
·
Reforma
Constitucional para acortar el período presidencial a 4 años con una sola
reelección.
·
Articular los
movimientos ciudadanos en un nuevo sujeto socio-político para la reconstrucción
económica, social, política y moral de la Nación[14].
Otra conclusión que podemos sugerir es que la experiencia, en la historia reciente, de los gobiernos progresistas, nos enseña que no salieron del círculo vicioso del poder, que se caracteriza, más que por los cambios que efectúa, por reducir el cambio a la sustitución de élites; se sustituye a la oligarquía por nuevos ricos. Para salir del círculo vicioso del poder es menester destruir el poder, la maquinaria fabulosa de las dominaciones, y construir otra alternativa de gubernamentalidad; esta vez, la de la democracia, en pleno sentido de la palabra, la de la democracia radical y participativa, el autogobierno del pueblo.
[1] Guido
Gómez de Silva: Breve diccionario
etimológico de la lengua española. Fondo de Cultura Económica, El Colegio
de México; México.
[2]
Ver de Emile Durkheim: Las reglas del método sociológico. Fondo
de Cultura Económica 2001; México.
[3] George
Sorel: Reflexiones sobre la violencia.
Alianza Editorial 1976; Madrid.
[4] Claude
Levi-Strauss: Mitológicas, cuatro
tomos. Siglo XXI; 1976; México.
[5] Ver de
Gilbert Durand De la mitocrítica al
mitoanalisis. Anthropos 1993; Barcelona.
[6]
Ver de Raúl Prada Alcoreza La
colonialidad como malla del sistema-mundo capitalista. Horizontes nómadas,
Bolpress, 2012; La Paz.
[7]
Ver Encrucijadas histórico-políticas.
[8] Lo que en Venezuela puede pasar:
escenarios ante la crisis.
http://www.notiminuto.com/noticia/lo-que-en-venezuela-puede-pasar-escenarios-ante-la-crisis/.
[9] Ibídem.
[12]
Ver "Hay más fortalezas en la
economía que debilidades": la visión sobre Venezuela del español Alfredo
Serrano, el "Jesucristo de la Economía" según Nicolás Maduro.
[13]
Ver Crítica de la economía política generalizada.
[14] Ver
Nuevo sujeto
sociopolítico: ni gobierno ni de oposición. http://www.elmundo.com.ve/firmas/victor-alvarez/nuevo-sujeto-sociopolitico--ni-gobiernero-ni-de-op.aspx.
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