sábado, 1 de octubre de 2016

Materia de poder: los cuerpos Contenido de los discursos de poder y sujeto constituido: las víctimas

Materia de poder: los cuerpos

Contenido de los discursos de poder y sujeto constituido: las víctimas



Raúl Prada Alcoreza


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El quinto tópico del Acuerdo de paz es el campo temático definido por el Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”, incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos. Este bloque de intensidades, como anotamos en Episteme compleja[1], al aglutinar planos de intensidad espesores de intensidad integrados, es quizás lo más importante del documento del Acuerdo de Paz y del Acuerdo mismo como compromiso de las partes. El desenlace dramático y trágico de la guerra permanente es este: las víctimas.  La desolación inconmensurable de las víctimas, sus cuerpos demolidos, desvalorizados, empujados a la desgracia y obligados a la migración o, en su caso a quedarse en el lugar fatal de la tragedia, compartiendo con los muertos y desaparecidos el miedo. Lo que produce la guerra, en el sentido más efectivo, contundente e indiscutible, son víctimas. Que alguien o algunos ganen y otros pierdan, siempre estará en discusión, dependiendo de las evaluaciones; siempre estará en suspenso. De todas maneras, se dirá una y otra cosa; pero estos son discursos o, si se quiere, momentos provisionales de victoria; la misma que desaparece con el tiempo. Lo que queda son los cuerpos enterrados, ocultados a la vista, las fosas comunes o individuales, los cuerpos desparramados en los territorios del olvido o de la amargura de familiares y amigos. Lo que queda son los cuerpos vivos magullados, heridos, donde el poder desbordante y demoledor de la violencia ha inscrito su marca de terror. Es este el producto material de la guerra; si se quiere incluir la memoria de la guerra, esa memoria de las víctimas, diremos también lo que queda es esa energía retenida en el cuerpo sufriente, que llaman espíritu, atrapada en su propio padecimiento.

¿Acaso los belicistas no saben esto? No lo saben o lo saben, de alguna manera, casi como dato, sin que termine de afectarles; por lo tanto, sin importancia para ellos. Pues creen que lo único que vale es la victoria; en consecuencia, el poder. Estos sujetos de mirada corta, atrapados en la ideología, en los prejuicios compartidos con sus grupos de poder, no entienden ni comprenden que no hay más valor, en sentido ético, que la vida. Sus finalidades, restringidas al poder, a la victoria o, si se quiere, también a la riqueza banal, que no es más que simbolismo, como las medallas otorgadas en competencias. Ahora bien, si conquistan territorios, si prolongan el poder, si obtienen otros beneficios; esos logros provisionales, dados en lapsos históricos, mas bien, cortos, no se comparan en nada a la vida misma.

Entonces estamos ante el resultado contundente de la guerra, la miles y hasta millones de víctimas. ¿Qué decirles? ¿Cómo resarcirles de los daños múltiples que los demolieron? ¿Cómo lograr la paz, para decirlo metafóricamente, en sus corazones y en los corazones de todos y todas las colombianas? No parece tarea posible; los muertos no regresan, las heridas se cicatrizas; pero, quedan; si no es en la piel y el cuerpo magullado o mutilado, en el espesor mismo del cuerpo, que no olvida. Pues las sensaciones quedan, como los golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé; como muy bien expresaba Cesar Vallejo.

El esfuerzo de las partes del Acuerdo de Paz, por acoger a las víctimasresarcirlas de los daños, tomarlas en cuenta, aunque solo hayan sido tres mil, convocadas en el proceso del Acuerdo de Paz, es ya un gran paso. Que no solo busca enmendar los daños irreparables, sino establecer un nuevo suelo de relaciones sociales y políticas, que no pasen por las soluciones de la descarnada violencia de la guerra. Considerando estas apreciaciones, vamos a citar partes del texto; sobre todo aquellas donde se expresan las intenciones, las voluntades, las reflexiones sobre el drama y la tragedia ocasionada por la guerra; además por los conceptos vertidos sobre los derechos humanos y los derechos de las víctimas.



En el quinto punto del Acuerdo de Paz, se escribe:



Resarcir a las víctimas está en el centro del Acuerdo entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP. En tal sentido en la Mesa de Conversaciones de La Habana, hemos discutido y llegado a acuerdos sobre el punto 5 de la Agenda “Víctimas” que incluye los subpuntos: 1. Derechos humanos de las víctimas y 2. Verdad, tratando de dar contenidos que satisfagan las reivindicaciones de quienes han sido afectados por la larga confrontación respecto a cuya solución política hoy, mediante estos nuevos consensos e importantes medidas y acuerdos de desescalamiento, hemos dado un paso fundamental de avance para la construcción de la paz estable y duradera y la finalización de una guerra de más de medio siglo que ha desangrado al país.

El Gobierno Nacional y las FARC-EP, considerando la integralidad que debe caracterizar el desarrollo de los numerales comprendidos en el punto Víctimas, iniciamos nuestro análisis del punto asumiendo la “Declaración de principios” del 7 de junio de 2014. Estos principios fueron tenidos en cuenta a lo largo de todo el trabajo para el desarrollo del Punto 5 – Víctimas, y deberán irradiar su implementación:


• El reconocimiento de las víctimas: Es necesario reconocer a todas las víctimas del conflicto, no solo en su condición de víctimas, sino también y principalmente, en su condición de ciudadanos con derechos.

• El reconocimiento de responsabilidad: Cualquier discusión de este punto debe partir del reconocimiento de responsabilidad frente a las víctimas del conflicto. No vamos a intercambiar impunidades.

• Satisfacción de los derechos de las víctimas: Los derechos de las víctimas del conflicto no son negociables; se trata de ponernos de acuerdo acerca de cómo deberán ser satisfechos de la mejor manera en el marco del fin del conflicto.

• La participación de las víctimas: La discusión sobre la satisfacción de los derechos de las víctimas de graves violaciones de derechos humanos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario con ocasión del conflicto, requiere necesariamente de la participación de las víctimas, por diferentes medios y en diferentes momentos.

• El esclarecimiento de la verdad: Esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto, incluyendo sus múltiples causas, orígenes y sus efectos, es parte fundamental de la satisfacción de los derechos de las víctimas, y de la sociedad en general. La reconstrucción de la confianza depende del esclarecimiento pleno y del reconocimiento de la verdad.

• La reparación de las víctimas: Las víctimas tienen derecho a ser resarcidas por los daños que sufrieron a causa del conflicto. Restablecer los derechos de las víctimas y transformar sus condiciones de vida en el marco del fin del conflicto es parte fundamental de la construcción de la paz estable y duradera.

• Las garantías de protección y seguridad: Proteger la vida y la integridad personal de las víctimas es el primer paso para la satisfacción de sus demás derechos.

• La garantía de no repetición: El fin del conflicto y la implementación de las reformas que surjan del Acuerdo Final, constituyen la principal garantía de no repetición y la forma de asegurar que no surjan nuevas generaciones de víctimas. Las medidas que se adopten tanto en el punto 5 como en los demás puntos de la Agenda deben apuntar a garantizar la no repetición de manera que ningún colombiano vuelva a ser puesto en condición de víctima o en riesgo de serlo.

• Principio de reconciliación: Uno de los objetivos de la satisfacción de los derechos de las víctimas es la reconciliación de toda la ciudadanía colombiana para transitar caminos de civilidad y convivencia.

• Enfoque de derechos: Todos los acuerdos a los que lleguemos sobre los puntos de la Agenda y en particular sobre el punto 5 “Víctimas” deben contribuir a la protección y la garantía del goce efectivo de los derechos de todos y todas. Los derechos humanos son inherentes a todos los seres humanos por igual, lo que significa que les pertenecen por el hecho de serlo, y en consecuencia su reconocimiento no es una concesión, son universales, indivisibles e interdependientes y deben ser considerados en forma global y de manera justa y equitativa. En consecuencia, el Estado tiene el deber de promover y proteger todos los derechos y las libertades fundamentales, y todos los ciudadanos el deber de no violar los derechos humanos de sus conciudadanos. Atendiendo los principios de universalidad, igualdad y progresividad y para efectos de resarcimiento, se tendrán en cuenta las vulneraciones que en razón del conflicto hubieran tenido los derechos económicos, sociales y culturales.

Sobre la base de estos principios llegamos a acuerdos centrales sobre: 1. Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición; y 2. Compromiso con la promoción, el respeto y la garantía de los derechos humanos.

Dentro de estos compromisos se incluyen trascendentales acuerdos como la creación de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición; la Unidad Especial para la Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto; la Jurisdicción Especial para la Paz y las medidas específicas de reparaciónTodos estos componentes se han articulado dentro de un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, al que se vinculan también medidas de no repetición, precisando que sobre este último tema, aparte de la implementación coordinada de todas las anteriores medidas y mecanismos, así como en general de todos los puntos del Acuerdo Final se implementarán medidas adicionales que se acordarán en el marco del Punto 3 – “Fin del Conflicto” de la Agenda del Acuerdo General.

Durante el desarrollo de los debates del punto 5 “Víctimas”, se puso en marcha la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, la cual arrojó importantes conclusiones de contenido diverso y plural en lo que concierne a los orígenes y las múltiples causas del conflicto, los principales factores y condiciones que han facilitado o contribuido a la persistencia del conflicto y los efectos e impactos más notorios del conflicto sobre la población, todo lo cual se ha considerado como insumo fundamental para el trabajo de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.

Otras medidas de primer orden tomadas en el marco de las discusiones del punto 5 “Víctimas” han sido: la firma de medidas y protocolos para adelantar los programas de limpieza y descontaminación de los territorios de minas antipersonal (MAP), artefactos explosivos improvisados (AEI) y municiones sin explotar (MUSE), o restos explosivos de guerra (REG); medidas inmediatas humanitarias de búsqueda, ubicación, identificación y entrega digna de restos de personas dadas por desaparecidas en el contexto y con ocasión del conflicto[2].
Es un documento valioso en este punto del listado y la estructura ordenada del Acuerdo. Es un Acuerdo ponderable en este bloque de intensidades, que atingen a la experiencia dramática y trágica de las víctimas. Para decirlo, de manera valorativa, solo el contenido expresado en este tópico y campo temático de la problemática abordada, justifica el Acuerdo de Paz y el haberlo logrado por ambas partes. Solo el lograr los objetivos planteados en este apartado, justifican políticamente al Acuerdo de Paz. Es esta paz, la de las víctimas y de los y las colombianas, respecto de las víctimas y las irradiaciones de la guerra permanente, la que justifica el Acuerdo de Paz, como el trazado de un nuevo comienzo histórico-político-cultural. No se podría justificar después del plebiscito sobre el Acuerdo de Paz, el voto por el no. Esto no sería más que una muestra de la incomprensión ante el drama y la tragedia que asoló a la sociedad colombiana; independientemente de las posiciones que se tenga respecto a las ideologías de las partes enfrentadas.





















Crítica de las estrategias de muerte


Se ha dicho de todo sobre la guerra; quizás las tesis más famosas, por lo menos, en la contemporaneidad, son las que postulan simétricamente, contrastando, que la guerra es la continuación de la política, y la que dice que la política es la continuación de la guerra. Se ha hablado también de la guerra desde la formación discursiva histórico-política dialéctica, que la guerra es el enfrentamiento entre Estado-nación capitalistas; enfrentamiento bélico al que empujan las burguesías en competencia. Esta tesis se convirtió, en escala mundial, como que,  los Estado-nación imperialistas, en la etapa superior del capitalismo, cuando el capital financiero se articula con el Estado, no pueden resolver sus contradicciones, sino por medio de la conflagración a escala mundial. También se han enunciado teorías sobre la guerra, desde esa perspectiva de dominación del espacio, desde el vital hasta el mundial, llamada geopolítica. Así como también hay análisis de la guerra desde la perspectiva militar. La lista es larga, la bibliografía extensa, abarcando distintos niveles de incidencia de la guerra. Empero, la guerra no deja de ser acontecimiento, a pesar de los recortes de estas teoríasformaciones discursivas, análisis estratégicos y análisis técnicos-militares.


La guerra es un acontecimiento, compuesto de multiplicidad de singularidades y procesos singulares, cuyas características corresponden a la tendencia y convergencia hacia el desenlace bélico. La guerra, como acontecimiento múltiple, se mueve por formas, organizaciones, estructuras y mallas institucionales; si se quiere, por complejos-compuestos militares-tecnológicos-comunicacionales-políticos, que denominamos máquinas de guerra[3]. Dicho de manera simple, buscando una caracterización clara y contundente, podemos decir que la guerra, cuya dinámica es movida por máquinas de guerra, que suponen las máquinas de poderproduce muerte, en su proyección masiva. Se puede usar otra caracterización sencilla, metafóricamente, diciendo que la guerra es modo de producción de la muerte.


Si comparamos las “lógicas” de la guerra, mas bien, los alcances de sus engranajes maquínicos, con las lógicas creativas de la vida, vemos claramente la inutilidad de estas motricidades mecánicas, de estas máquinas de guerra, que destruyen; vemos el absurdo de las pretensiones ideológicas, que acompañan a estas máquinas de guerra. Así mismo, vemos las miserias de los hombres que conducen a la guerra, incluyendo a los hombres que conducen la guerra misma. Vemos las pobrezas alarmantes de las ideologías, que acompañan al desenvolvimiento de las máquinas de guerra.


No se pueden sostener las formaciones discursivas y enunciativas de los discursos belicistas; no llegan a estructurar un corpus teórico conceptual; solo imitan las voces, las tonalidades, las apariencias, de los conceptos. Lo que efectivamente emiten son los códigos del vacío humano de las instituciones armadas, de las instituciones estatales, de las instituciones del imperio, del orden mundial. Pues no se encuentra sentido en sus aseveraciones, sino el sin-sentido, disfrazado de pretensiones; sin-sentido avalado por ceremonialidades del poder; incluso por ceremonialidades académicas, tragadas por el chirriante movimiento de estas máquinas de guerra, que no son otra cosa que modos de producción de la muerte; en tanto que sus ideologías son apologías de la muerte.



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