Paradojas perversas de la política
Raúl Prada Alcoreza
Paradojas perversas de la política.pdf
Las analogías
dicen quizás más de lo que dicen los contrastes,
en lo que respecta a la comprensión
de las dinámicas políticas. El esquematismo dualista del análisis político, al esmerarse en
remarcar los contrastes, ha
descuidado entender las estructuras de las analogías. Por ejemplo, cuando gestos
políticos acercan a posiciones,
que en el discurso ideológico se
muestran opuestas y hasta antagónicas. Dadas las reglas del juego institucionales
asumidas, cuando se manifiesta el gesto
de desconocerlas, ¿qué nos dice estas conductas
políticas de dos posiciones políticas opuestas
y hasta antagónicas? ¿Si son contrarias ideológicamente, por qué
efectúan gestos parecidos, respecto a
las reglas del juego institucionales
asumidas? ¿Qué nos dicen las analogías
políticas?
Un candidato a la presidencia en Estados Unidos de
Norteamérica dice que no va a reconocer los resultados electorales, salvo si él
mismo gana. En Venezuela tres poderes del Estado se coaligan para desconocer a
la Asamblea Nacional y suspenden el referéndum revocatorio, desconociendo la
Constitución. ¿En ambos casos, por qué
lo hacen? ¿Este gesto, desafiante a
las reglas del juego institucionales
asumidas, es una posibilidad
contenida en el mismo juego político?
Es decir, que de alguna manera, está contenida
y hasta contemplada la transgresión a las reglas del juego; no tanto como lo prohibido, lo no acordado,
sino como algo que se hace, solo que
de manera más suave, casi imperceptible. Estas preguntas tienen que ser
despejadas para interpretar esas señales y signos políticos de una manera integral.
Las analogías,
respecto al gesto político, pueden
estar mostrando, mas bien, más aproximaciones,
en lo que respecta al fenómeno político,
que distancias, más equivalencias que diferencias. ¿Entonces, respecto a qué referente hay que evaluar
las situaciones políticas? ¿Respecto
al discurso político, a la ideología, incluso a las mismas políticas aplicadas o, más bien,
respecto a la relación con el poder? Se
ha atendido mucho a lo primero, al discurso,
y se ha relativizado lo segundo, lo
que incumbe al ejercicio del poder.
Este enfoque parece ser un error del análisis político. Le impide explicar
las analogías.
Es como creer en auto-identificaciones,
en autorreferencia ideológicas, autocomplacientes, como si fueran datos objetivos por excelencia[1].
Cuando de lo que se trata es comprender
la relación con el poder; que es lo estructurante en el acontecimiento político. Si se ejerce
el poder o se pretende hacerlo de una manera que descarta las reglas del juego, más parece que este ejercicio del poder o pretendido ejercicio del poder muestran analogías sintomáticas, que develan
otros cuadros y clasificaciones posibles de la política.
Habría entonces que clasificar a las posiciones políticas por el ejercicio del poder, más que por la ideología.
Entonces, tendríamos otra clasificación política, desde la perspectiva del ejercicio del poder.
Solo considerando, por el momento, de una manera muy sencilla y hasta esquemática, la democracia institucional, la democracia
formal, es decir, la democracia
restringida[2];
tendríamos un punto de partida, línea de base, modelo ideal, como el demandado por el concepto de Estado de derecho. Apegado a la ley y a
la institucionalidad, es decir, a las reglas
del juego. Después un intervalo en el cual se presentan las formas del incumplimiento de las leyes,
de la institucionalidad, de las reglas
del juego; considerando desde las formas más suaves de incumplimientos hasta las formas más descarnadas y duras.
Ciertamente, este primer boceto de clasificación es muy simple; empero,
tiene la virtud de mostrarnos una especie de continuidad del comportamiento
político, del gesto político, que
tanto el discurso liberal como el análisis político se encargan de señalarnos como “anómalos”. Como si
fueran extraños al sistema institucional
político practicado. Al parecer, mas bien, lo que muestran estos comportamientos políticos, calificados
de “anómalos”, que rompen con las reglas
del juego, es algo que se encuentra en el sistema político, en sus prácticas
habituales, en sus maneras de funcionar.
Esto pasa en todas las llamadas “democracias”, tanto en las que se presentan
como ejemplo de la democracia
institucional, las democracias
liberales, así como en las democracias
barrocas, es decir, con dificultades institucionales, para decirlo de algún
modo, las democracias reformistas o democracias populistas.
El análisis
político se ha comportado ideológicamente,
como discurso legitimador de las democracias institucionalizadas, tanto
las liberales como las populistas, al suponer el modelo ideal, el Estado de derecho como si fuese referente
empírico; en relación al cual se define lo normal y lo patológico en
política. Para decirlo taxativamente, las constituciones no se han cumplido en las democracias institucionalizadas, ni en las liberales ni en las populistas.
Las constituciones estaban y están como referentes
jurídico-políticos, que legitiman
actos políticos, sobre todo, gubernamentales;
empero, no se cumplen, se adaptan y adecuan a los intereses y
objetivos perseguidos. En otras palabras, están para transgredirlas, solo que no se dice que se lo hace; al contrario,
se dice que se “cumple la Constitución” y se “acatan las leyes”. Esta es una característica propia, intrínseca, de la política, en sentido restringido,
en sentido institucional; llamemos a
esta característica, paradoja perversa de
la política. Política, entonces, que
alude y acude a la ley para transgredirla. En esta incumbencia
paradójica y perversa nadie puede tirar la primera piedra; todos lo hacen, solo
que no dicen que lo hacen.
No se trata, de ninguna manera, de librar a nadie de
las responsabilidades políticas, que
le compete, al decir que todos lo hacen, aunque lo hagan algunos de una manera
más disimulada y no tan descarada, como la que se señala como mal ejemplo, por
parte del análisis político. Se trata
de comprender el funcionamiento del sistema-mundo
político[3].
Las discusiones ideológicas entre
unos y otros, liberales y socialistas, neoliberales y populistas,
no ayunan a esta comprensión;
atiborran con enfoques autocomplacientes sin permitir entender
las dinámicas moleculares y molares
de la política. Exagerando, para ilustrar, solo se saca en limpio que unos son
los buenos, en tanto que otros son
los malos.
La pregunta es: ¿Por qué la política funciona no como lo que pretende, no
como lo que dice que hace, según las reglas
del juego asumidas, la Constitución, incluso, ampliando, según sus propias ideologías, sino, más bien, de una
manera pragmática, contradictoria,
sinuosa y hasta abigarrada? Daremos
una respuesta práctica, por de
pronto; porque el mundo efectivo no funciona como el modelo ideal concibe, incluso como la ideología cree que funciona,
sino el mundo efectivo funciona en el
despliegue y desenvolvimiento integral
de las dinámicas de la complejidad,
inherente al mundo en devenir.
Ante la complejidad
del mundo efectivo, los aparatos políticos, los aparatos ideológicos, los Estado-nación,
el orden mundial, optan por reducciones de la complejidad, dadas de manera esquemática y operativa[4].
Cuyo alcance eficaz y de efectividad es de corto alcance, tanto temporalmente, así como espacialmente. Pasando un tiempo o ampliando su cobertura, la eficacia lograda, en un
principio, se pierde; pues la complejidad,
sinónimo de realidad, desborda sus máquinas políticas de incidencia e intervención.
Para explicar estos desajustes, estas incompatibilidades, estas ineficacias
políticas, se recurre a la ideología;
se crean hipótesis ad hoc, se
proponen teorías de la conspiración,
se hallan culpables.
Ahora bien, el ejemplo que dimos como boceto de clasificación política, desde
la perspectiva del ejercicio del poder,
es, como dijimos, simplista; lo hicimos para ejemplificar e ilustrar; sobre
todo, para remarcar una característica
intrínseca al ejercicio de la
política, al funcionamiento del sistema político. Claro que la problemática estatal, que nosotros
llamamos genealogía del Estado, es,
mas bien, compleja, que simple figura esquemática, como la que presentamos. Las genealogías del poder, es decir, los diagramas del poder involucrados, las cartografías políticas, dan mejor cuenta de lo que acontece con ejercicio del poder, el funcionamiento
del Estado-nación, la generalización
de sus formas y sus mecanismos. Incluso, podemos aceptar,
con cierta reticencia, considerando nuestras observaciones críticas, que la teoría
relacional del Estado, la que considera la autonomía relativa del Estado, da mejor cuenta que el boceto que
presentamos[5].
Por otra parte, al respecto, ya incursionamos en el pensamiento complejo, abordando desde la perspectiva de la complejidad, estas problemáticas del poder, de
las dominaciones, del Estado[6]. Sin
embargo, nuestra intención, en este escrito, no es interpretar la composición y las combinaciones compuestas del Estado, sus estructuras inherentes; tampoco, desde la perspectiva crítica
genealógica, con la que abordamos la problemática,
durante toda una etapa, la que corresponde a Comuna; sino resaltar que, mas bien, lo que señala el análisis político como “anormal” es
“normal” en el funcionamiento del sistema político.
[1] Ver Crítica de la Ideología. http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-ideologia/.
[5] Ver Diseminaciones. También Antiproducción; así como Flujos-espesores. También Subalternidad
y máquinas del sistema-mundo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario