Episteme compleja
Raúl Prada Alcoreza
Índice:
El prosaico mundo efectivo
Las astucias de la razón
Hacia una crítica de la racionalidad
Epistemológica
Abigarramientos
Epistemología paradójica
Autonomías y descolonización
Alteridad y/o gubernamentalidad
El cuerpo como acontecimiento
El efecto collage
Pensamiento complejo
Desconstitución de la Constitución
Debate sobre las perspectivas
Reflexiones en torno a una diatriba
El poder desde la
perspectiva de la complejidad
El prosaico mundo efectivo
Todo, es decir, lo que ocurre, quizás tenga que ver
con algo más pedestre, más cotidiano, más ordinario, que con algo parecido a lo
que nos cuentan las narrativas. Las narrativas convierten lo pedestre, lo
cotidiano, lo ordinario, las miserias
humanas, las pequeñeces, en grandes tramas,
en grandes tragedias, en sucesos trascendentes, que cambian el decurso de
la historia. Las narrativas nos han acostumbrado a enaltecer la historia, la historia
universal, las historia nacionales,
a encontrar en la historia de los
gobiernos historias de pugnas, historias que marcan hitos; a partir de
los cuales, los gobiernos cambian o adquieren otro perfil. Ciertamente, de lo
más conocido son las narrativas que
retoman el mito, convierten a
caudillos en mito, presentando al poder con rostro y perfil personal, un poder encarnado. Sin embargo, este es el
mundo como representación; este es el mundo
configurado por las narrativas, por
las representaciones, por la
“ideología”, por el mito, por la historia. Quizás es conveniente salir de estas tramas para poder visualizar el mundo efectivo.
Hipótesis
1.
El
mundo efectivo está compuesto de aconteceres
singulares. Aconteceres que no
son ni exteriores ni tampoco interiores;
el acontecimiento no comprende esta
diferenciación entre el afuera y el adentro. Recurriendo a la representación, para el acontecimiento todo acontece; si se puede mantener todavía, provisionalmente, estos
referentes duales, binarios, tanto afuera
como adentro, tanto en exterior como interior, a la vez. Si bien, no es adecuado hablar de afuera ni de adentro, ni del exterior
ni del interior, el acontecimiento acontece en un tejido espacio-temporal único. El espacio-temporal de la irradiación y del
recogimiento, a la vez, espacio-temporal
de la energía, desplegada y plegada en sus múltiples formas adquiridas. Tejido espacio-temporal sensible, perceptible; por lo tanto, con capacidad
de fijar la experiencia, la
información, retenerla, codificarla y decodificarla. Tejido espacio-temporal de las memorias
inscritas, acumuladas, dinámicas, en constante actualización.
2.
El mundo efectivo se encuentra en constante
devenir; habría que decir,
consecuentemente, que se trata de mundos
en constantes devenires. No son
exactamente mundos sino
transformaciones, mutaciones, si se quiere, manteniendo la metáfora, mundanas. Estamos ante mundos que nunca son los mismos, siempre
son distintos, aunque conserven memorias
de lo ocurrido, que llaman pasado. Es
en las memorias donde los mundos son los mismos; sin embargo, no
lo son efectivamente. Las
composiciones singulares han cambiado, han mutado; se han dado lugar nuevas
composiciones; por lo tanto, resulta imposible hablar de mundo, salvo como representación
referencial.
3.
Lo
importante no es solo comprender el devenir,
los devenires, sino sobre todo las singularidades, los singulares aconteceres, que son composiciones de asociaciones de singularidades, en
distintos planos de intensidad. Lo importante es comprender que lo que llamamos
mundo o, si se quiere, mundos, manteniendo la provisionalidad
de esta representación referencial,
está o están compuestos de estas singularidades,
de estos aconteceres singulares; de
estos detalles, expresándonos puntualmente.
4.
Para
facilitar la exposición diremos que se trata del mundo efectivo producido y realizado como efecto masivo, aleatorio,
de multiplicidades de aconteceres
singulares. En el saber popular se dice que en el detalle está el diablo;
esto es como decir que en el detalle esta la clave. En términos teóricos sería
aconsejable decir que, el mundo efectivo
no es la trama de las narrativas sino precisamente la
aleatoriedad de los aconteceres
singulares.
5.
El
mundo efectivo es prosaico, no es dramático, menos es trágico. Efectivamente no se parece o se parece muy poco a las tramas de las narraciones, sean estas teóricas, filosóficas, descriptivas,
incluso sean estas estéticas. En el primer caso se trata de representaciones, en la mejor acepción,
se trata de interpretaciones. En el segundo caso, el estético, que no es
exactamente una construcción, incluso no es una producción, sino una creación,
se trata de mimesis o de rebeliones lúdicas. Sin embargo, el mundo efectivo tampoco es esta
maravillosa creación estética; es una
maravillosa creación vital.
6.
La
vida es paradójica; es, a la vez, memoria genética o, pluralmente, memorias genéticas, por lo tanto,
programaciones, aparentemente teleologías
inherentes, así como, en contraste, aleatoriedad, en pleno sentido de la palabra;
constelaciones de contingencias incontrolables, que, de todas maneras,
enriquecen a la memoria genética. En este sentido, desde esta perspectiva, la
vida es creación, recreación, invención y reinvención constante; moviéndose en
la paradoja inscrita en sus ciclos vitales. Lo que llamamos mundo, que es como la representación de una totalidad aparente, se sostiene en esta
impetuosa paradoja.
7.
Yendo
a los terrenos, por así decirlo,
nuevamente usando metáforas de espesores
corporales, que tomamos como tópicos problemáticos, seleccionados entre
muchos otros, por razones activistas, podemos sacar ciertas consecuencias
importantes. No es que el Estado sea
solamente una institución imaginaria de
la sociedad, sostenida en la materialidad de las mallas institucionales de captura, sino que este acontecimiento de poder responde efectivamente a las miserias humanas, a
prácticas pedestres, a recurrencias prosaicas, a habitus adquiridos. El Estado
no es el monstruo, el levitan, imaginado por Hobbes, tampoco es el enemigo absoluto imaginado por los
anarquistas; el Estado es el efecto
masivo, molar, de múltiples aconteceres
prosaicos; si se quiere, costumbres, habitus,
prácticas reiteradas, inclinaciones conformistas de las mayorías.
8.
El poder tampoco es el drama o los dramas, la tragedia o las tragedias, sufridas por las sociedades, los pueblos, las
poblaciones diversas, el poder o las
formas de poder son el efecto
perverso de multitudinarias aceptaciones
de esta relación de subordinaciones. No vamos a poner esta
aseveración en los términos conocidos, desde Wilhelm Reich, del deseo del amo, tampoco en términos de
Deleuze y Guattari como deseo del deseo,
siguiendo a Lacan, o flujos de deseos,
siguiendo sus propios enunciados rizomáticos, pues ambas enunciaciones suenan dramáticas. No es exactamente esta enunciación lo que
puede expresar más adecuadamente el acontecer
del poder, sino esa paradójica situación de los comportamientos y las
conductas humanas, que, se inclinan por la desobediencia y por la rebelión, por
lo tanto, por la subversión, por la emancipación; y en contraste, a la vez, por
la obediencia, la sumisión, la subordinación. Nos referimos a prácticas
prosaicas, extremando los términos, dependiendo del caso, prácticas miserables, que persiguen el aprovechamiento de la oportunidad. Sobre
todo, esta inclinación, que, obviamente no es única, sino que comparte y
combina con otras inclinaciones, por la inclinación de repetir las costumbres.
9.
Lo
anecdótico expresa mejor estas singularidades donde el poder se manifiesta y realiza. El poder aparece de cuerpo entero, por así decirlo, descarnado, en los
asombrosos contrastes de déspotas solitarios, de violentos gobernantes, amenazantes,
completamente vulnerables, temerosos de todo, paranoicos. El poder aparece de cuerpo entero, desnudo,
en las escenas donde los poderosos
terminan apostando a la riqueza fácil, encubriendo compromisos paralelos, no
legales ni legítimos, enredados en gestiones dignas de crónicas amarillas.
10.
Aunque
parezca contradictorio, el poder no es poderoso; como lo representa la narrativa
política, sino un personaje,
recurriendo a la figuras de la literatura, controversial, vulnerable, inseguro,
impotente, a pesar de la posibilidad de desatar la violencia más desmesurada y
calamitosa. Precisamente por esta característica el poder resulta peligroso.
11.
El
problema de las interpretaciones del poder
radica en que las versiones no solamente oficiales, no solamente
institucionales, estatalistas, incluso contra-estatalistas, sino las versiones
popularizadas, conciben al poder
desde las narrativas dramáticas,
desde las narrativas trágicas, desde
las narrativas que conciben al poder como una necesidad, en el caso de los discursos conservadores; como una condena, en el caso de los discursos revolucionarios; como un monstruo, en el sentido de una representación sublime absoluta; como el
enemigo absoluto, en el caso del
planteamiento anarquista. Efectivamente el poder
no es ninguna de estas representaciones,
es, más bien, un efecto molar prosaico.
Las miserias humanas, como sumándose,
ocasionan un efecto de masa, un efecto
molar, un efecto institucional,
donde estas miserias se realizan en
el escenario más adecuado a las representaciones,
el escenario del teatro político, el
escenario del drama del Estado,
usando figurativamente esto de drama.
12.
Sin
pretender ningún discurso denunciativo,
tan solo buscando descripciones, se puede decir que los poderosos son corruptos, los gobernantes
son corruptos, salvo honradas excepciones, que confirman la regla. El supuesto poder, la supuesta disposición de
fuerzas, acumuladas, es usado para algo tan pedestre como hacerse rico. Si el poder sirve para eso, se trata de un poder no temible, arrogante; pero,
prosaico, elemental.
13.
Lo
temible de los poderosos, de los
gobernantes, es imaginario; es construcción de los imaginarios de las colectividades. Las multitudes agobiadas
construyen estos caudillos, estos poderes omnipresentes, para explicar dramáticamente sus infortunios, sus
historias de vida sufridas.
14.
El poder; es decir, la dominación, tiene como complemento paradójico a la víctima.
El déspota y la víctima conforman el cuadro de la trama de la narrativa política. Así como el amigo
y el enemigo conforman también la
otra parte de la composición de la trama
de la narrativa política.
15.
Para
decirlo de una vez, el poder existe
en la narrativa política y en otras narrativas; efectivamente, el poder no existe, salvo como representación asumida. Lo que
efectivamente se da son estos singulares
aconteceres donde el temor y el miedo, que también son representaciones, empujan a los humanos a buscar seguridad en las
costumbres, en los habitus, en la
inclinación conservadora a concebir la realidad
dada, no como dándose, menos como creación.
16.
El
circulo vicioso de la política, entendiéndola como drama y representación,
es que se concibe a sí misma desde las tramas
de las narrativas; es incapaz de
pensarse desde los aconteceres efectivos,
singulares, prosaicos, de la política como institución y de lo
político campo de fuerzas. Al hacerlo desde la narrativa, confunde la realidad
efectiva, es decir, la complejidad,
con la simplicidad de la trama.
Entonces busca la soluciones en el sentido de la epopeya o en el sin sentido
de la novela.
17.
No
se trata de abandonar ni de condenar la epopeya y la novela como arte, como literatura; de ninguna manera. Se trata de
recuperar de la epopeya, sobre todo
de la novela, de las narrativas primordiales, la capacidad de
ironía, el humor desplegado respecto al asombro de las conductas y los
comportamientos humanos. Se trata de reírse de los delirios de grandeza de los
humanos, de sus centrismos, de su esencialismo y sustancialismos. Se trata de
colocar al humano en el lugar de todos los seres,
en el lugar equivalente de la aleatoriedad de las pluralidades azarosas, que
acontecen desde el big-bang.
18.
Para lograr resolver los problemas que llama
fundamentales la humanidad, problemas pendientes, acumulados, graves, es
menester, dejar de interpretar la complejidad
de lo que acontece desde las narrativas dramáticas, trágicas, que convierten en personajes a las instituciones, sobre
todo a las instituciones consideradas estratégicas y centrales, que convierten a las instituciones y sus
avatares en tramas donde el ser humano es el protagonista de un historia universal. Es indispensable
asumirse como casualidad, junto a todos los seres
del universo, manteniendo la representación de la totalidad; pues cada punto, por así decirlo, contiene la
información del todo, del universo. Es indispensable amar esta
creatividad que se realiza aleatoriamente, en sus singularidades, en sus
detalles, en sus anécdotas sintomáticas.
19.
En
esta aleatoriedad la oportunidad de la humanidad es maravillosa; puede incidir
en esta compulsión creativa de la vida, puede darse tareas creativas,
inventivas, estéticas, a la altura del tejido espacio-temporal del universo,
totalización des-totalizada de múltiples
planos de intensidad. El problema o la limitante aparece cuando la humanidad
prefiere inclinarse por la narrativa
donde aparece como protagonista, donde los pretendidos verdaderos protagonistas
aparecen como los portadores del progreso,
representados “ideológicamente” como civilizados;
por lo tanto, los encargados de llevar adelante el desarrollo y la evolución.
Esta pretensión enceguece a la humanidad, la encarrila a los límites de sus
propias miserias, inhibiendo
precisamente sus capacidades de la potencia
social.
20.
Hay
que aprender reírse de uno mismo. No
tomar en serio las representaciones,
tampoco las identidades, hay que
aprender a deleitarse con las anécdotas que se dan, como aconteceres anacrónicos y paradójicos. Hay que aprender a aceptar
que da lo mismo si hubiéramos estado como si no hubiéramos estado, que lo
sugerente de estar es tener la oportunidad de jugar con la potencia a la creación de
distintas composiciones alternativas.
Esto no es otra cosa que amar la vida, que vivir amando esto que es la vida,
constante creación, constante devenir.
Amar sus detalles, sus singularidades, amar a la gente, amar a los seres.
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