Más acá y más allá de la mirada humana
Raúl Prada Alcoreza
Índice:
Dos anotaciones de
inicio
El zócalo epistemológico
Concepto restringido y concepto ampliado
de la vida
La materia está
viva
El tejido espacio-tiempo
Desplazamientos epistemológicos
Más allá del amigo
y enemigo
Más allá de las
representaciones,
de las fuerzas y
las voluntades
Narrativas en su
entramado dramático
Las acciones y las
prácticas sociales
como narrativas fácticas
Dos anotaciones de inicio
Elocuencia
de las sensaciones
Todavía prepondera un materialismo pétreo, campea como
prejuicio arraigado en las mentes, que, a su vez, se han detenido en la
reiteración “ideológica” de la ciencia
positivista. Ese es el materialismo
que hemos superado, un materialismo pretendidamente objetivista, sin embargo
restringido a los prejuicios positivistas de la modernidad. Desde las teorías de la complejidad se comprende
que todo es vida, la capacidad de las
partículas infinitesimales, sin materia, sin energía, una nada, que crean,
precisamente, en sus interacciones, la materia. Los avances de la física
cuántica y relativista, sobre todo en lo que respecta a lo virtual, que
corresponde al almacenamiento de la información, nos muestra la complejidad del
tejido espacio-temporal, una
simultaneidad dinámica.
Históricamente, si podemos hablar así, de las estructuras del pensamiento, toda episteme epocal se basa en el suelo de la física de su tiempo. La
filosofía griega se basó en la física de los presocráticos; la filosofía y
ciencias modernas se basaron en la física newtoniana; ahora el suelo es la física cuántica y la física
relativista; empero, las filosofías, las ciencias sociales, sobre todo el marxismo, se han anclado en el suelo anterior, geológicamente
sedimentado, el de la física clásica. Son todas estas ciencias sociales y el marxismo profundamente,
recalcitrantemente, conservadores.
Las apreciaciones de que primero es la materia, es, en primer lugar, lineal; en
segundo lugar, determinista; en tercer lugar, responde a una concepción pétrea
de la materia.
No podemos callarnos sobre nada, pues de
eso se trata, de expresar nuestra perplejidad y alegría ante el acontecimiento de la vida, ante la
proliferación dinámica de los universos. Callarnos es como castrarse, enmudecer
las sensaciones y la percepción. Eso
es suicidarse antes de morir. Preferimos gozar de la vida, sobre todo
acercarnos a través de la intuición estética, también la percepción, recurriendo a lo que nos transmite la física
contemporánea.
Dilemas de los saberes
Precisamente, ante la capacidad del “demonio de
Maxwell”, las moléculas capaces de neguentropía, es decir, de oponerse a la
entropía, y retener la energía, que, sorpresivamente, pueden interpretarse,
hipotéticamente, como que son capaces de calcular y conocer. Algo que ya
atribuye Edgar Morin a todo organismos vivo, a todo ser vivo; dejando sugerir,
que también, en otra escala y bajo otras condiciones, la física comprende torbellinos y bucles auto-creativos. Ante la evidencia de la capacidad de
asociación y composición de las partículas infinitesimales – no hay ninguna
partícula que no esté asociada, ni que sea la última indivisible – se sugiere
la posibilidad de retención de información, en otra escala y en otras
condiciones, que hasta ahora no entendemos; por lo tanto, se sugiere,
reconsiderar vitalidades constitutivas en el universo, en la materia del universo, la materia oscura y la materia luminosa, la energía
oscura y la energía luminosa.
Esto ya lo decía Gabriel Tarde en el tiempo coincidente con Karl Marx, el
optimista siglo XIX.
Ante semejantes acontecimientos,
nadie puede callarse, a no ser que se quede afásico. Si ese fue el estilo de
Wittgenstein, en El tratado lógico
filosófico, la de callarse sobre lo que no se conoce o no tiene sentido, lo fue y es explicable, en las
condiciones de su tiempo, mediados del siglo XX. Pero, quería decir otra cosa,
en el debate epistemológico y metodológico. De ninguna manera, se puede evitar
que todos los seres se expresen,
expresen su perplejidad y su incidencia en el universo; por eso son vida,
responden; en concreto, los seres humanos
constituyen mundos, en el sentido imaginario y en el sentido de composiciones sociales. Se expresan estéticamente, racionalmente, a
través de sus saberes y de sus ciencias. Interpretan.
Callarse, en el silencio
de Buda (Raimundo Pániker Alemany)[1],
sobre Dios, es un procedimiento de monjes; procedimiento sabio por cierto;
empero, se refiere a los límites de la gnosis
y su reverencia a los ciclos del eterno
retorno. En todo caso, no se callan con sus cantos, con sus alegorías, con
sus mitos. No se puede dejar de
interpretar.
Por otra parte, el sentido de ciencia ya ha cambiado. No es la gran verdad verificada, la verdad
universal, la ley universal;
ahora se comprende que los corpus teóricos
científicos son prospecciones e interpretaciones, sostenidas por
investigaciones, en todo caso, corpus teóricos útiles para orientarse; empero,
desechables, cuando no sirvan. Hay como una herencia religiosa de parte de los apologistas de la ciencia positivista, la convierten en un mito, en el refugio de la nueva verdad
indestructible. Estas formas de asumir la ciencia corresponden a los nuevos sacerdocios que castran.
Bueno, no sabemos quiénes son los responsables de estas consignas sobre la verdad
indiscutible, afincada como primera piedra en el edificio de la eternidad
abstracta, de la enseñanza de aprender a callarse; empero, me parece que es una
enseñanza frustrante. Prefierimos a Stephen
Hawking y a Iya Prigogine, quienes
postulan, mas bien, la interpretación abierta y metafórica, dejando de lado esa
sotana y esa toga de pretensión científica,
que no es otra cosa que juego de poder de las instituciones académicas.
El zócalo epistemológico
Concepto
restringido y concepto ampliado de la vida
Prolegómeno
a un concepto vital
Nos hemos preguntado mucho
sobre los entes, los existentes, los seres, más o menos individualizados, incluso lo hemos hecho
respecto a conjuntos de existentes y
de seres; quizás hasta considerando
interacciones e interferencias entre estos conjuntos; empero, no se observan
preguntas sobre los espesores donde
se encuentran estos existentes y
estos seres. No hay muchas preguntas
sobre el tejido espacio-temporal, del
que forman parte estos seres. Por ejemplo, a modo de ilustración, una cosa es
preguntarse sobre los peces de los océanos, espesor
acuático donde habitan, y otra cosa es preguntarse sobre el espesor del océano, que contiene a los
peces y toda la fauna y flora marina. No podría haber peces sin el océano; el
océano es una condición de posibilidad
existencial y vital para los
peces. No necesariamente se puede decir al revés, aunque, con el transcurso, el océano ya no sea el
mismo; no podría concebirse un océano sin peces, sin fauna y flora marina. Lo mismo respecto al tejido espacio-tiempo; el tejido
espacio-temporal es condición de
posibilidad primordial para todo lo existente
en sus espesores; no podríamos decir
al revés lo mismo, aunque en el transcurso,
si se puede hablar así, no podría concebirse el espacio-tiempo sin todo lo existente,
conformado, componiendo, combinado, en sus espesores.
La vida, el concepto de
vida, ha sido definida a partir de la experiencia
humana, de la memoria humana, de
la reflexión, análisis, interpretación y racionalidad humana. Por lo tanto, ha sido definida en la historia de las estructuras de pensamiento humanas. No es pues
extraño ni ajeno, haber atribuido al ser
humano un lugar privilegiado, una jerarquía, respecto a los demás seres, otorgándole una condición de vida
superior. Después, en la medida que los conocimientos se fueron afincando y
consolidando, además de corroborando, el concepto de vida adquiere una ampliación
y profundización mayor. Cuando las ciencias logran sus autonomías relativas, en
una especie de división del trabajo de los saberes, el concepto de vida
adquiere una denotación y una connotación, si se quiere, universal. Este
concepto de vida se circunscribe a los campos
de la biología. La ciencia de la vida estudia la génesis, las estructuras,
las transformaciones, adaptaciones y adecuaciones de las formas de vida.
Desprende teorías explicativas y descriptivas de gran alcance y utilidad,
práctica y teórica. Sin embargo, en los umbrales
y límites de la biología,
comienzan los problemas y las preguntas sobre el alcance de las formas de vida.
Es precisamente en estos umbrales y límites desde donde se replantea la
pregunta sobre la vida, considerada como complejidad
y, para decirlo ilustrativamente, considerada como totalidad y totalización.
Como escribimos en La explosión de la vida y en Episteme compleja, no se trata de hacer
física cuántica o física relativista; esta es la tarea de los físicos[2].
Sino de reconocer el suelo epistemológico
en el que nos movemos ahora, en nuestra contemporaneidad; este suelo o zócalo es la física cuántica y la física relativista. Partiendo de
esta premisa, de este principio de ubicación, de este principio de pertenencia,
si se quiere, de este principio de realidad, sacar las consecuencias en lo que
respecta a las transformaciones en las estructuras
del pensamiento, en las estructuras
científicas y en las estructuras
filosóficas. Avanzar en la conformación de la episteme compleja, correspondiente a las teorías de la complejidad. Esta tarea ya ha comenzado; ahí están
las primeras formas de la teoría de la
complejidad; al respecto nos remitimos a lo que escribimos en los ensayos
citados. Sin embargo, lo que se ha avanzado no es suficiente, pues todavía las
ciencias sociales y la filosofía se encuentran ancladas en el suelo y zócalo de las epistemes de
la modernidad; por lo tanto, las estructuras
de pensamiento hegemónicas todavía corresponden a esta episteme, con pretensiones universales.
Concepto
restringido de la vida
Llamamos concepto restringido de la vida a lo que
conocemos, incluso si consideramos su arqueología
del saber. En resumen, por más rica que sea la concepción biológica
alcanzada, en términos amplios, profundos, en su teorización, explicación, así
como en su descripción exhaustiva, todavía se sigue considerando como vida a lo
que experimentan los organismos, los seres denominados vivos. Salvo la biología
molecular, considerando sus avances e incorporaciones cuánticas, que ya ha
incursionado en los umbrales y límites de la ciencia de la vida, para
comenzar a proponer hipótesis prospectivas en los campos moleculares, atómicos y cuánticos.
En este sentido, vamos a
bosquejar diseños de una arqueología del saber del concepto vida, para
después, desde este mapa conceptual, incursionar expediciones hipotéticas a una
concepción ampliada de la vida.
Arqueología
del concepto de vida
Se puede atender el concepto
de vida en su propia arqueología,
recurriendo a esta metáfora de Michel Foucault; por lo tanto, partir de la
concepción inicial, que alude a nacer, crecer, metabolizar,
responder a estímulos “externos”, reproducirse y morir; después, sobre esta
primera capa, acumular los sedimentos conceptuales que siguen. Se
podría entonces definir la vida como la capacidad de administrar los recursos internos de un ser
físico, de forma adaptada a
los cambios producidos en su entorno, sin
que exista una correspondencia directa
causal entre el ser administrador de los recursos y el
cambio introducido en el entorno por la actividad de ese ser, sino una asíntota de aproximación
al ideal establecido por dicho ser,
ideal que nunca llega a su consecución completa por la dinámica de los entornos
y en los entornos.
Se podría decir que, en
términos científicos, para la física y otras ciencias afines, la vida hace
referencia a la duración de los existentes
o a su proceso de evolución, vida
media, ciclo vital de las estrellas. En biología, se considera la condición “interna”
como medular, condición innata, que categoriza, tanto por sus semejanzas como por
sus diferencias, a los seres vivos. Se
trata del proceso intermedio entre el nacimiento y la muerte. Desde un punto de
vista bioquímico, la vida puede definirse como una situación o atributo inconfundible
alcanzado de la materia, debido a estructuras moleculares específicas, con
capacidad de desarrollo, capacidad de
preservarse en el entorno, reconocer y responder a estímulos, así como
reproducirse, permitiendo, de este modo, la continuidad. Las estructuras de vida biomoleculares
establecen un rango de estabilidad, dejando que la vida permanezca y continúe;
a esta dinámica se la considera evolutiva.
Se dice que los seres vivos se
distinguen de los seres “inanimados”,
de acuerdo a un conjunto de características, siendo las más importantes la organización molecular, la reproducción, la evolución y la administración
autónoma de su energía “interna”. Desde la perspectiva médica, existen
distintas interpretaciones científicas sobre el momento determinado en el que
comienza a existir la vida humana,
según los diferentes paradigmas teóricos,
filosóficos, religiosos, culturales, incluso según los imperativos legales.
Para algunos, la vida existe desde que se fecunda el óvulo; para otros, desde
que ya no es posible legalmente el aborto, hasta el cese irreversible de la
actividad cerebral o muerte cerebral. Desde otro ángulo, se define la vida vegetativa como un conjunto de
funciones involuntarias nerviosas y hormonales, que adecuan el medio “interno” para que el organismo
responda, en las mejores circunstancias, a las condiciones del medio “externo”; funciones que parecen
estar regidas por el hipotálamo y el eje hipotálamo-hipofisario.
Desde la perspectiva
cosmológica, no se sabe nada sobre la existencia de vida en otros rincones del
universo. Una serie de proyectos científicos, los proyectos SETI, están
dedicados a la búsqueda de vida inteligente extraterrestre. Por otra parte, la
reciente teoría de supercuerdas
lleva, entre otras conclusiones, a la posible existencia de infinitos universos
paralelos, donde existirían mundos con vida idénticos al que conocemos, así
como también, en otros universos, mundos con variaciones respecto al nuestro.
Desde la perspectiva de la psicología, la vida es un sentimiento inestimable,
considerando a las múltiples interacciones e interferencias con los entornos,
así como la voluntad por lograr la homeostasis en circunstancias permanentes.
Para Ilya Prigogine, la vida
es el ámbito de lo no lineal, de la autonomía
del tiempo, de la multiplicidad de las estructuras,
algo que no se ve en el universo “no viviente”. La vida se caracteriza por la
inestabilidad; condición ambivalente por la cual nacen y desaparecen estructuras, considerando ciclos
geológicos. Para Ilya Prigogine la vida es el tiempo que se inscribe en la materia; los fenómenos irreversibles
son el origen de la organización biológica. Todos los fenómenos biológicos son
irreversibles. Esta irreversibilidad es una propiedad común a todo el universo;
todos envejecemos en la misma dirección, seguimos imperturbablemente la flecha del tiempo. Prigogine considera que es la función la que crea la estructura;
los fenómenos irreversibles son el origen de la organización biológica; en otras palabras, de la vida. La vida no
se corresponde a un fenómeno único; la vida se forma cada vez que las condiciones
planetarias son favorables. Los sistemas dinámicos de la biología son
inestables, por lo tanto se dirigen hacia un porvenir inestimable. El futuro
está abierto a procesos siempre nuevos de transformación
y de aumento de la complejidad de los
sistemas vivos, de la complejidad biológica, en una creación
continua.
Todo organismo vivo contiene
información hereditaria reproducible, codificada en los ácidos nucleicos, los
cuales controlan el metabolismo celular a través de unas moléculas, llamadas
proteínas, denominadas enzimas; catalizadoras o inhibidoras de las diferentes
reacciones biológicas. Esta definición tampoco es completamente satisfactoria,
a pesar de sus precisiones; excluye la vida fuera de la química que conocemos;
por ejemplo, no la concibe como tal lo
que ocurre en el campo cibernético, así como en el campo de una química
distinta.
En todo caso, recopilando
estas consideraciones, se puede decir que la vida es todo sistema capaz de evolucionar. Sin embargo, el problema no
es resuelto del todo, ya que esta definición no es aceptada en biología, pues
incluye los virus dentro del grupo de los seres vivos; podría en un futuro
introducir algún virus informático polimórfico, que incluyera algún tipo de
rutina avanzada de evolución
darwiniana.
En resumen, se puede decir
que los sistemas vivos son una
organización especial y localizada de la materia, donde se produce un continuo
incremento de orden, sin intervención
“externa”. Esta definición nace de la comprensión del universo. El apoyo
teórico radica en el segundo principio de la termodinámica, principio que dice
que la entropía o desorden de un sistema aislado siempre aumenta. Por lo tanto,
la neguentropía, el logro del orden y
la organización, en un sistema vivo, no desacata el citado
principio termodinámico; al no ser un sistema aislado tal incremento se logra
siempre a expensas de un incremento de entropía
total del universo. Así pues, la vida formaría parte también de los llamados sistemas complejos.
Se optó por redefinir la
vida en función de los resultados obtenidos tras el desarrollo completo del
ADN; ya no respecto al potencial mismo de esa molécula. Es así que se establecieron algunas características
comunes:
1. Los seres vivos requieren
energía. Es decir, se nutren.
2. Los seres vivos crecen y
se desarrollan.
3. Los seres vivos responden
a su medio ambiente.
4. Los seres vivos se
reproducen por sí mismos, sin necesitar ayuda externa; siendo éste un hecho
clave.
Estas consideraciones logran
una definición simple de vida; sin embargo, permiten incluir como seres vivos a los cristales minerales;
los cristales minerales crecen, responden al medio, se reproducen, consumen energía al crecer y propagarse. Viendo en
retrospectiva, la definición universal de vida ha venido enriqueciéndose; sin
embargo, no logra alcanzar sus pretensiones; deja pendiente otros problemas,
una vez solucionado algunos.
Repasando, se define en
biología como vida la estructura
molecular auto-organizada, capaz
de intercambiar energía y materia con el entorno, con la finalidad de auto-mantenerse, renovarse y
reproducirse. La manifestación evidente de lo anterior se muestra en forma de
vida. Esta manifestación se singulariza del resto del ecosistema por un
conjunto de propiedades características, comunes y relativas a ciertos sistemas orgánicos, a los que se
denominan seres vivos. Un ser vivo consiste en la conjunción de
diferentes sistemas, capaces de
integrarse por la conveniencia relativa al ahorro en recursos, que supone la
asociación. Los sistemas, por
separado, necesitan un aporte “externo” y generan un desecho. El desecho de un sistema sirve para la alimentación del otro, a esto se llama reciclaje. Dicha integración permite que
el organismo, el conjunto de todos los sistemas integrados, pueda soportar el
desorden inherente a la tendencia natural de cada sistema, por separado, a desorganizar la información. El desorden genera una necesidad, manifestándolo mediante moléculas cargadas, aminoácidos
o cadenas de proteínas. Dichas cargas ponen de manifiesto las propiedades
inherentes del sistema, que el
sistema vecino interaccionará
aportando como desecho, lo que el otro necesita como materia prima. De esta forma se obtiene y procesa de manera
sostenida los materiales y la energía, que se transfieren adecuadamente por
cualquiera de los sistemas capaces de
transmitir dicha información. El resultado final minimiza la entropía “interna”
del sistema vivo, necesitando de aporte
“externo” para que el proceso no decline. La tendencia al desorden es el resultado del desgaste natural asociado a las
interacciones. Como remedio el
organismo reacciona a través del desarrollo
y la evolución, procesos dependientes
de la existencia de un canal de transferencia y/o transacción de cargas, que
para el caso de la vida en la tierra, se compila en la información genética, información
nutriente de información a todo el sistema.
La revolución tecnológica y
científica ha llevado recientemente al científico Raymond Kurzweil a afirmar,
en su libro La era de las máquinas
espirituales, que si, según su pronóstico, a lo largo del siglo XXI, fuese
posible la creación de computadoras más sofisticadas, que nuestro propio
cerebro, conscientes y capaces de alojar nuestro estado neuronal, dando así
lugar a una copia virtual o real e inmortal de nosotros mismos, el concepto de
inteligencia, de consciencia, y de
vida, trascenderían probablemente a la biología.
En otras palabras, lo vivo
es el estado característico de la biomasa, manifestándose en forma de
organismos unicelulares o pluricelulares. Las propiedades comunes a los
organismos conocidos que se encuentran en la tierra, plantas, animales, fungi,
protistas, archaea y bacteria, se pueden apreciar en que los organismos están basados
en el carbono y el agua. Los organismos son conjuntos celulares con disposiciones complejas, capaces de
mantener y sostener, junto con el entorno que les rodea, el proceso homeostático;
proceso que les permite responder a estímulos, reproducirse y adaptarse en
generaciones sucesivas.
En conclusión, en la
biología, se considera vivo lo que tenga las siguientes características:
• Organización: Formado por
células.
• Reproducción: Capaz de
generar o crear copias de sí mismo.
• Crecimiento: Capaz de
aumentar en el número de células que lo componen y/o en el tamaño de las
mismas.
• Evolución: Capaz de
modificar su estructura y conducta con el fin de adaptarse mejor al medio en el
que se desarrolla.
• Homeostasis: Utiliza
energía para mantener un medio interno constante.
• Movimiento: Desplazamiento
mecánico de alguna o todas sus partes componentes. Se entiende como movimiento
a los tropismos de las plantas, e incluso al desplazamiento de distintas
estructuras a lo largo del citoplasma. Una entidad con las propiedades
indicadas previamente se lo considera un organismo.
Hoy el conjunto de toda la tierra contiene aproximadamente 75 000 millones de
toneladas de biomasa (vida), la que vive en distintos medios ambientes de la
biósfera.
Todos los seres vivos sobre la faz de la tierra
realizan tres funciones básicas, a saber, relación,
nutrición y reproducción. Se
excluye de esta definición a los virus, pues no son capaces de realizar las tres;
únicamente se relacionan. No obstante, realizan todas, una vez que infectan a
la célula objetivo; entonces son capaces de manipular su maquinaria celular.
Una estructura viva es una disposición
de elementos químicos, dispuestos de tal forma que, en su estado más estable,
se puede asemejar a un esquema energético
a la espera de ser leído. Es en ese
momento cuando se expresan las reacciones necesarias para obtener homeostasis.
Dicha estructura, que comprende un
organismo, es la base sobre la que pueden establecerse las estructuras materiales vivas. La acción de leer, no es otra que el evento que desencadena las reacciones
necesarias para poner en marcha el programa
genético, unidad en la que se condensa el esquema energético.
Se considera que no es vida
cualquier otra estructura del tipo
que sea, aunque contenga ADN o ARN, otra estructura incapaz de establecer un
equilibrio homeostático - virus, viriones, priones, células cancerígenas o
cualquier otra forma de reproducción, que no sea capaz de manifestar una forma
estable, retroalimentaria, sostenible con el medio, y provoque el colapso
termodinámico -. Así, se puede concluir que una célula está viva, pues posee
una regulación homeostática relativa a ella misma; empero, si no pertenece a un
organismo homeostático, no forma parte de un organismo vivo; sin embargo, consume recursos y pone en peligro la
sostenibilidad del entorno en el cual se manifiesta.
La existencia de vida,
concretamente la vida terrestre, puede definirse con más especificidad
indicando, entre otras cosas, que los seres
vivos son sistemas químicos, cuyo
fundamento son cadenas de átomos de carbono, ricas en hidrógeno; cadenas que se
distribuyen en compartimientos llenos de disoluciones acuosas, separados por
membranas funcionalmente asimétricas, cuya zona
“interior” es hidrófoba; esos compartimentos constituyen células o forman parte
de ellas. Los compartimentos se originan por división de células anteriores,
permitiendo así el crecimiento, también la reproducción de los individuos. Los sistemas vivos no forman un sistema continuo, cerrado y hermético, sino una multitud de sistemas discretos, que se denominan
organismos[3].
Como se puede ver, el boceto
de arqueología del saber del concepto
vida plasma descripciones y clasificaciones de observaciones e investigaciones
de la vida, sobre todo de los llamados organismos
vivos. Estas clasificaciones y descripciones, sobre todo sus
diferenciaciones, los análisis comparativos y también los análisis específicos,
han llevado a teorías explicativas, propiamente de carácter evolutivo, además
de los estudios de estrategias de adaptación, adecuación y equilibración. La biología ha llegado a revelar la inteligencia
innata de los organismos vivos.
El perfil epistemológico de este campo
científico, el de la biología, comprende una articulación dinámica con el campo de la química, el campo de la física, los campos de la geología y la geografía,
así como, recientemente, con el campo de
las ciencias sociales. En este último caso, la biología ha ingresado a la episteme compleja, relativa a las teorías de la complejidad; la configuración epistemológica es la
ecología.
Se puede decir que la
biología hace de transición entre la episteme universalista moderna, episteme de las especialidades, de las
divisiones del trabajo del saber, de la historicidad y la formalización, y la episteme compleja, episteme multidisciplinaria, integradora de conocimientos, de la simultaneidad dinámica y del devenir. En el transcurso la biología se convirtió en el referente primordial,
después de haberlo sido la cibernética, de las teorías de sistemas; la más compleja
de estas teorías es la teoría
sistémica autopoiética. Estos desenvolvimientos de la biología, tanto en
términos prácticos y descriptivos, como en términos teóricos, han ocasionado
interpretaciones filosóficas y epistemológicas de importancia, tanto para el
nuevo acontecimiento epistemológico,
que es este de las teorías de la complejidad, como en los campos de la crítica política y crítica
filosófica. Los conceptos de biopolítica y biopoder han replanteado completamente
el modo de los análisis de la crítica política, de la crítica social y de la
crítica de las dominaciones.
Ahora, desde nuestro punto
de vista, consideramos que, a partir de los avances de la biología molecular,
estamos ingresando a la posibilidad de una teoría
unificada no solamente de la física, no solamente, como dijimos en los
textos citados, de la biología y la física, sino también de la biología, la
física y las ciencias sociales.
Figuraciones
del ser vivo
Un ser vivo es un complexo corpóreo de organización compleja, en la que intervienen sistemas
de comunicación molecular, que lo relacionan “internamente”, así como con el entorno.
Relación dada en procesos de intercambio de materia y energía, de una forma
ordenada; manifestando la capacidad de desempeñar las funciones básicas de la
vida, que son la nutrición, la relación y la reproducción. De tal manera que los seres vivos actúan y funcionan por sí
mismos, sin perder su nivel estructural
hasta su muerte. La materia que compone los seres vivos está formada en un 95 %
por cuatro elementos, denominados bioelementos; éstos son el carbono,
hidrógeno, oxígeno y nitrógeno; a partir de los cuales se forman biomoléculas:
• Biomoléculas orgánicas o
principios inmediatos: glúcidos, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos.
• Biomoléculas inorgánicas:
agua, sales minerales y gases.
Estas moléculas se repiten
constantemente en todos los seres vivos;
de estas circunstancias comprobadas se deduce que el origen de la vida procede
de un antecesor común. Sería muy improbable que hayan aparecido
independientemente dos seres vivos con las mismas moléculas orgánicas. Se han
encontrado biomarcadores en rocas con una antigüedad de hasta 3.500 millones de
años; entonces, la vida podría haber surgido sobre la tierra hace 3.800-4.000
millones de años.
Todos los seres vivos están constituidos por
células. En el interior de éstas se
realizan las secuencias de reacciones químicas, catalizadas por enzimas, componentes
necesarios para la vida. Aparentemente parece fácil, habitualmente, decidir si
algo está vivo o no; esta impresión se debe a que los seres vivos comparten muchos atributos. Asimismo, la vida puede
definirse según estas propiedades básicas de los seres vivos, que nos permiten diferenciarlos de la materia “inanimada”:
• Organización. Las unidades
básicas de un organismo son las células. Un organismo puede estar compuesto de
una sola célula, unicelular, o por muchas, pluricelular.
• Homeostasis. Los
organismos mantienen un equilibrio interno, por ejemplo, controlan activamente
su presión osmótica y la concentración de electrolitos.
• Irritabilidad. Es una
reacción ante estímulos externos. Una respuesta puede ser de muchas formas, por
ejemplo, la contracción de un organismo unicelular cuando es tocado o las
reacciones complejas que implican los sentidos en los animales superiores.
• Metabolismo. Los
organismos o seres vivos consumen energía para convertir los nutrientes en
componentes celulares, anabolismo, también liberando energía al descomponer la
materia orgánica, catabolismo.
• Desarrollo. Los organismos
aumentan de tamaño al adquirir y procesar los nutrientes. Muchas veces este
proceso no se limita a la acumulación de materia sino que implica cambios
mayores.
• Reproducción. Es la
habilidad de producir copias similares de sí mismos, tanto asexualmente, a
partir de un único progenitor, como sexualmente a partir de al menos dos
progenitores.
• Adaptación. Las especies evolucionan y se adaptan al entorno.
Autopoiesis
Se ha avanzado a una forma
dinámica de los seres vivos, esta
perspectiva es la concepción autopoiética;
el concepto de autopoiesis, elaborado
por Humberto Maturana y Francisco Varela, ayuda a comprender mejor la autonomía
de los seres vivos, así como sus capacidades reproductivas, sus reducciones de
la complejidad ocasionando
complejidad “interna”, además de permitir comprender mejor la interrelación
entre la dimensión filogénica y la dimensión ontogenética. La metodología es
definir a los sistemas vivientes por
su organización más que por un conglomerado de funciones. Un sistema se define como autopoiético cuando las moléculas
producidas generan la misma red que
las produjo, especificando su extensión. Los seres vivos son sistemas
que viven en tanto que preservan su organización. Todas las transformaciones estructurales se
explican por su adaptación y adecuación respecto al entorno. Para un observador “externo” al sistema, esta
organización aparece como autoreferida.
Las células son los únicos sistemas vivos
primarios; es decir, aquellos capaces de mantener su autopoiesis en forma autónoma. Los organismos pluricelulares,
formados por células, poseen características similares a las de las células,
particularmente en lo que respecta a las equilibraciones; el despliegue vital es
concedido por la organización
autopoiética de las células que los constituyen.
Sin embargo, el problema
aparece respecto a los virus; los virus cumplen con algunas de estas
características, materia organizada y compleja,
reproducción y evolución; empero, no tienen metabolismo ni desarrollo. Si consideramos que la característica básica de un ser vivo es tener descendencia y evolucionar,
también los virus podrían considerarse seres
vivos; empero, si añadimos la posesión de un metabolismo y la capacidad de desarrollo, entonces no. Si definimos a
la vida como sistema autopoiético, la
polémica si un virus es un ser viviente se resuelve con este concepto, ya que
el virus no cuenta con una organización material autopoiética.
Los organismos son sistemas físicos, sustentados por
reacciones químicas complejas,
organizadas de manera que promueven la reproducción,
en alguna medida la sostenibilidad, así como la supervivencia. Los seres vivos están integrados por
moléculas; cuando se examinan individualmente estas moléculas, se observa que
se ajustan a todas las leyes físicas
y químicas, que rigen el comportamiento de la materia; las reacciones químicas
son fundamentales a la hora de entender los organismos. También juega un papel
importante la interacción con los demás organismos y con los entornos. De
hecho, el desplazamiento epistemológico
de la biología, desplazamiento que consiste en la conformación de la ecología,
tiene, mas bien, una comprensión compleja
de los seres vivos. .
Los organismos son sistemas físicos abiertos; intercambian
materia y energía con su entorno. Aunque son unidades individuales de vida no
están aislados de los entornos; para funcionar absorben y desprenden
constantemente materia y energía. Los seres autótrofos producen energía útil,
bajo la forma de compuestos orgánicos, a partir de la luz del sol o de
compuestos inorgánicos, mientras que los heterótrofos utilizan compuestos
orgánicos de su entorno.
La materia viva está
constituida por unos sesenta elementos; casi todos los elementos estables de la
tierra, exceptuando los gases nobles. Estos elementos se llaman bioelementos o
elementos biogénicos. Se pueden clasificar en dos tipos: primarios y
secundarios.
• Los elementos primarios
son indispensables para formar las biomoléculas orgánicas, glúcidos, lípidos,
proteínas y ácidos nucléicos. Constituyen el 96,2 % de la materia viva. Son el
carbono, el hidrógeno, el oxígeno, el nitrógeno, el fósforo y el azufre.
• Los elementos secundarios
son todos los bioelementos restantes. Existen dos tipos: los indispensables y
los variables. Entre los primeros se encuentran el calcio, el sodio, el
potasio, el magnesio, el cloro, el hierro, el silicio, el cobre, el manganeso,
el boro, el flúor y el yodo.
El elemento químico
fundamental de todos los compuestos orgánicos es el carbono. Las
características físicas de este elemento, como su gran afinidad de enlace con
otros átomos pequeños, incluyendo otros átomos de carbono, además de su pequeño
tamaño, le permiten formar enlaces múltiples. Entonces, lo convierten en ideal
como base de la vida orgánica. Es capaz de formar compuestos pequeños, que
contienen pocos átomos; por ejemplo, el dióxido de carbono, así como grandes
cadenas de muchos miles de átomos denominadas macromoléculas. Los enlaces entre
átomos de carbono son suficientemente fuertes para que las macromoléculas sean
estables y suficientemente débiles como para ser rotos durante el catabolismo;
las macromoléculas a base de silicio, siliconas, son virtualmente
indestructibles en condiciones normales, lo que las descartan como componentes
de un ser vivo con metabolismo.
Los compuestos orgánicos
presentes en la materia viva muestran una enorme variedad; la mayor parte de
ellos son extraordinariamente complejos. Las macromoléculas biológicas están
constituidas a partir de un pequeño número de pequeñas moléculas fundamentales,
monómeras; moléculas idénticas en todas las especies de seres vivos. Todas las proteínas están constituidas solamente por
veinte aminoácidos distintos, así como por todos los ácidos nucleicos, por
cuatro nucleótidos. Se ha calculado que, aproximadamente un 90 % de toda la
materia viva, que contiene muchos millones de compuestos diferentes, está
combinada por unas cuarenta moléculas orgánicas pequeñas. Aún en las células
más pequeñas y sencillas, como la bacteria Escherichia
coli, hay unos 5.000 compuestos orgánicos diferentes; entre ellos, unas
3.000 clases diferentes de proteínas. Se calcula que en el cuerpo humano puede
haber hasta cinco millones de proteínas distintas; además ninguna de las
moléculas proteicas de Escherichia coli
es idéntica a alguna de las proteínas humanas, aunque varias actúen del mismo
modo.
La mayor parte de las
macromoléculas biológicas que componen los organismos pueden clasificarse en
uno de los siguientes cuatro grupos: ácidos nucleicos, proteínas, lípidos y
glúcidos. Los ácidos nucleicos, ADN y ARN, son macromoléculas formadas por secuencias
de nucleótidos, que los seres vivos utilizan para almacenar
información. Dentro del ácido nucleico, un codón es una secuencia particular de
tres nucleótidos que codifica un aminoácido particular, mientras que una
secuencia de aminoácidos forma una proteína.
Las proteínas son
macromoléculas formadas por secuencias de aminoácidos; debido a sus
características químicas se pliegan de una manera específica, así realizan una
función particular. Se distinguen las siguientes funciones de las proteínas:
• Enzimas, que catalizan las
reacciones metabólicas.
• Proteínas estructurales,
por ejemplo, la tubulina y el colágeno.
• Proteínas reguladoras, por
ejemplo, la insulina, la hormona del crecimiento y los factores de
transcripción, que regulan el ciclo de la célula.
• Proteínas señalizadoras y
sus receptores, tales como algunas hormonas.
• Proteínas defensivas, por
ejemplo, los anticuerpos del sistema inmune y las toxinas. Algunas veces las
toxinas contienen aminoácidos inusuales tales como la canavanina.
Los lípidos forman la
membrana plasmática; constituye la barrera que limita el interior de la célula, evitando que las sustancias puedan entrar y
salir libremente de ella. En algunos organismos pluricelulares se utilizan
también para almacenar energía y para mediar en la comunicación entre células.
Los glúcidos o hidratos de
carbono son el combustible básico de todas las células; la glucosa está al
principio de una de las rutas metabólicas más antiguas, la glucólisis. También
almacenan energía en algunos organismos, almidón, glucógeno, siendo más fáciles
de romper que los lípidos; forman estructuras esqueléticas duraderas, como la
celulosa - pared celular de los vegetales - o la quitina - pared celular de los hongos, cutícula de
los artrópodos -.
Como dijimos, todos los
organismos están formados por unidades denominadas células; algunos están
formados por una única célula, unicelulares, mientras que otros contienen
muchas, pluricelulares. Los organismos pluricelulares pueden especializar sus
células para realizar funciones específicas. Un grupo de tales células forma un
tejido. Los cuatro tipos básicos de tejidos en los animales son: epitelio, tejido nervioso, músculo y tejido conjuntivo. En las plantas pueden
distinguirse tres tipos básicos de tejidos:
fundamental, epidérmico y vascular. Varios tipos de tejido trabajan juntos bajo la forma de un órgano para producir una
función particular, como el bombeo de la sangre por el corazón o como barrera
frente al ambiente como la piel. Este patrón continúa a un nivel más alto, con
varios órganos funcionando como sistema
orgánico. Muchos organismos pluricelulares constan de varios sistemas orgánicos, que se coordinan
para permitir la vida.
La teoría celular, propuesta
en el año 1839 por Schleiden y Schwann, establece que todos los organismos
están compuestos de unas o más células; todas las células provienen de otras
células preexistentes; todas las funciones vitales de un organismo ocurren
dentro de las células; las células contienen información hereditaria necesaria
para las funciones de regulación de la célula, así como para transmitir
información a la siguiente generación de células.
En lo que respecta a las
células vegetales, en color verde, se aprecian los cloroplastos. Todas las
células tienen una membrana plasmática, que rodea a la célula, separa el “interior”
del entorno, regula la entrada y salida de compuestos, manteniendo de esta
manera el potencial de membrana. Un citoplasma salino, que constituye la mayor
parte del volumen de la célula y material hereditario, ADN y ARN.
Según la localización y la
organización del ADN se distinguen dos tipos de células:
• Células procariotas, de
los organismos procariontes, que carecen de membrana nuclear por lo que el ADN
no está separado del resto del citoplasma.
• Células eucariotas, de los
organismos eucariontes, que tienen un núcleo bien definido con una envoltura
que encierra el ADN, que está organizado en cromosomas.
Todas las células comparten
varias habilidades:
• Reproducción por división
celular, fisión binaria, mitosis o meiosis.
• Uso de enzimas y de otras
proteínas codificadas por genes del ADN y construidas vía un ARN mensajero en
los ribosomas.
• Metabolismo, incluyendo la
obtención de los componentes constructivos de la célula, energía y la excreción
de residuos. El funcionamiento de una célula depende de su capacidad para
extraer y utilizar la energía química, almacenada en las moléculas orgánicas.
Esta energía se obtiene a través de las cadenas metabólicas.
• Respuesta a estímulos
externos e internos; por ejemplo, cambios de temperatura, pH o niveles
nutrientes.
Es la disposición de las
estructuras corporales respecto de algún eje del cuerpo. Se clasifican en:
• Asimétrica: cuando no
presentan una forma definida, como las amebas.
• Radial: es presentada por
organismos en forma de rueda o cilindro y sus partes corporales parten de un
eje o punto central. Ejemplo: los erizos y las estrellas de mar.
• Bilateral: la presenta la
mayoría de los seres vivos. Es
aquella en la cual al pasar un eje por el centro del cuerpo se obtienen dos
partes equivalentes. Ejemplo: los vertebrados.
Los seres vivos pueden ser estudiados desde perspectivas diferentes y
focalizándolos en visiones distintas: química, celular, tejido, individuo, población, comunidad, ecosistema y biosfera. La
ecología plantea una visión integradora de los seres vivos con los entornos o ecosistemas, considerando la
interacción de los distintos organismos entre sí, también con los ecosistemas.
Así como los factores que afectan a su distribución y abundancia. El medio
ambiente incluye tanto los factores físicos, factores abióticos, locales, tales
como el clima y la geología, así como a los demás organismos que comparten el
mismo hábitat, factores bióticos. Los procariontes y los eucariontes han evolucionado de acuerdo con estrategias
ecológicas diferentes. Los procariontes son pequeños y sencillos; estas
características les otorgaron la posibilidad de una alta velocidad de crecimiento y reproducción, por lo que alcanzan altos tamaños poblacionales en
poco tiempo; condición que les permite ocupar nichos ecológicos efímeros, con
fluctuaciones dramáticas de nutrientes. Por el contrario, los eucariontes, más
complejos y de mayor tamaño, poseen un crecimiento
y reproducción más lentos; en contraste,
han desarrollado la ventaja de ser competitivos en ambientes estables con
recursos limitantes.
Los seres vivos comprenden
unos 1,75 millones de especies descritas y se clasifican en dominios y reinos.
La clasificación más extendida distingue los siguientes taxones:
• Archaea, arqueas.
Organismos procariontes que presentan grandes diferencias con las bacterias en
su composición molecular. Se conocen unas 300 especies.
• Bacteria, bacterias.
Organismos procariontes típicos. Están descritas unas 10.000 especies.
• Protista, protozoos.
Organismos eucariontes generalmente unicelulares. Con unas 55.000 especies
descritas.
• Fungi, hongos. Organismos
eucariontes, unicelulares o pluricelulares talofíticos y heterótrofos, que
realizan una digestión externa de sus alimentos. Comprende unas 100.000
especies descritas.
• Plantae, plantas.
Organismos eucariontes generalmente pluricelulares, autótrofos y con variedad
de tejidos. Comprende unas
300.000 especies.
• Animalia, animales.
Organismos eucariontes, pluricelulares, heterótrofos, con variedad de tejidos,
que se caracterizan, en general, por su capacidad de locomoción. Es el grupo
más numeroso con 1.300.000 especies descritas.[4]
Como se puede ver estas
descripciones y clasificaciones de los seres
vivos corresponden a toda una taxonomía;
se hace el cuadro a partir de las analogías y diferencias, tanto de las formas,
morfología, como de las funciones, análisis de los comportamientos. No está
lejos Linneo, tampoco las taxonomías
introducidas en su época; la situación es distinta de la taxonomía biológica respecto de la taxonomía de la botánica, puesto que estas clasificaciones no
pretenden ser explicativas, sino tan solo servir como descripciones útiles para
el análisis, mas bien, dinámico, no estático como en el caso de Lineo. Por otra
parte, las diferencias de periodos de la modernidad, nos muestra que la
biología accede a la revolución de la
información, generando, con más facilidad, cuadros comparativos más
detallados. El debate entre las teorías acerca de su alcance explicativo lleva
a la biología a una reflexión constante de los sentidos y significados de lo
que se enuncia como teoría. Por otra parte, como dijimos, la biología
incursiona en las teorías de sistemas
avanzando a las teorías de la complejidad.
Sin embargo, se nota
todavía, sobre todo en la enseñanza universitaria, un apego a las tradiciones
de la ilustración, el enciclopedismo, las definiciones de diccionario, las
clasificaciones botánicas; en otras palabras, el apego a la inclinación por el
conocimiento de museo. Es menester afectar la enseñanza con la crítica
epistemológica de la historia de las
ciencias.
Concepto
ampliado de la vida
Ahora retomaremos nuestras
incursiones prospectivas, en los horizontes de la episteme compleja, de las teorías
de la complejidad, incursiones que proyectan una interpretación integral de
las llamadas fuerzas fundamentales
del universo, que nosotros las rebautizaremos como fuerzas constitutivas de la vida, comprendiendo por vida,
no sólo la capacidad reproductiva,
adaptativa y evolutiva de los organismos vivos, sino la potencia inherente a la materia, a la
oscura y a la luminosa, inherente a la energía, que es la misma materia,
energía oscura y luminosa. Potencia
creativa. En La explosión de la vida
escribimos:
La vida no sólo se
explica por la memoria que conserva y crea lo sensible, sino como torbellino
auto-organizativo genético, fenoménico, egoísta y ecológico. Este remolino que
retorna sobre sí mismo para crear vida en su infinita variedad, lo hace en
forma de poli-bucles bullentes y diferenciados, entrelazados e interconectados,
condicionándose mutuamente. La vida es auto-creación y re-organización de las
condiciones de posibilidad mismas de la vida. La vida es auto-poiesis; por eso
mismo supone inteligencia, cálculo, computación, cogitación, saber, aunque no
sea evocativo; subjetividad, sobre todo por el espesor de afectividad. La vida
considerada como constitución de la sensibilidad supone organismos y
organizaciones capaces de sentir, de establecer una relación sensible entre
“interioridad” y “exterioridad”, donde la “interioridad” es precisamente el
cuerpo que capta la “exterioridad”, que captura fragmentos de “exterioridad”,
convirtiéndolos en parte de su metabolismo y su experiencia. No interesa tanto
la separación entre “interioridad” y “exterioridad”, sobre la que se ha
insistido tanto, sobre todo en la teoría de sistemas, donde la relación, la
separación, aparece tanto como clausura, así como apertura, sino, lo que es
indudablemente importante es esta capacidad, esta facultad, de sentir. Sin
lugar a dudas, esta constitución sensible es ya la constitución subjetiva, la
sensación de autonomía. Por eso podemos decir que todos los organismos vivos
son “sujetos”, decodifican físicamente, químicamente, biológicamente,
sensiblemente, la información recibida, y actúan, responden. No se puede tener,
en estos temas, no es sostenible, una mirada antropocéntrica, otorgando sólo a
los seres humanos el privilegio de la subjetividad; la vida como memoria y
creación de lo sensible es la “experiencia” que comparten todos los seres
vivos. La vida es precisamente acontecimiento sensible, el mismo que no podría
comprenderse sino como constitución de subjetividad[5].
Sobre el demonio de Maxwell escribimos:
Para
decirlo en términos figurativos, como el que utilizó Maxwell, cuando supuso la
entelequia de su demonio, quién conspira contra la segunda ley de la
termodinámica. Tomemos en cuenta un recipiente dividido en dos mitades, donde
en una hay gas frio y en la otra hay gas caliente; cuando se abre un orificio,
por la segunda ley termodinámica, sabemos que las moléculas de gas frio y de
gas caliente van a circular de un lugar a otro, hasta que la temperatura de
todo el recipiente se estabilice. Para evitar que ocurra esto, el demonio de
Maxwell devuelve las moléculas frías a su lugar y las moléculas calientes a su
lugar, evitando pérdida de energía. De esta manera el demonio de Maxwell pone
orden o crea orden, si se quiere; evita el camino de la degradación y la
pérdida de energía por medio de su actividad diabólica de administrar estos
flujos de moléculas. Esta precisamente es la actividad creadora de la vida.
Jacques
Monod dice que la clave para resolver la paradoja de Maxwell la dio León
Brillouin, quien se inspira en un texto de Szilard, para quién el ejercicio de
las funciones cognitivas del demonio de Maxwell debe consumir necesariamente
una cierta cantidad de energía que, en el balance de la operación, precisamente
compensa la disminución de entropía del sistema. El demonio no puede efectuar
esta tarea sin conocimiento de causa, debe tener la capacidad de adquirir
información, de conocer, de medir la velocidad de cada partícula de gas. En
otras palabras, toda adquisición de información supone la interacción del
demonio mismo, interacción que consume energía, aunque sea en cantidades
pequeñas[6].
Monod dice que este teorema es una de las fuentes de las concepciones modernas
relativas a la equivalencia entre información y neguentropía o entropía
negativa; es decir, orden. En biología, la labor del demonio de Maxwell la
cumplen las enzimas, proteína que actúa como catalizador en las reacciones
bioquímicas. Las enzimas ejercen, precisamente, a escala microscópica, una
función creadora de orden[7].
Las enzimas drenan el potencial químico, de acuerdo al programa que ejecutan.
Debido a la capacidad de formar, con otras moléculas, los complejos
estero-específicos y no-covalentes, las proteínas ejercen su papel demoniaco[8].
Después, continuamos la
exposición:
Lo que hay que anotar, a propósito de la
paradoja de Maxwell y la elucidación de la misma, es que así como hay una
física clásica, que se ocupa de la mecánica de los fenómenos experimentados en
la vida cotidiana, concebidos en el supuesto del espacio absoluto y del tiempo
absoluto; así como hay una física relativista, que se ocupa de los fenómenos
dados en el universo, concebidos en el espacio-tiempo
absoluto curvado por la gravedad, fenómenos que se comportan de manera
notoriamente diferente cuando se aproximan a la velocidad de la luz; así como
hay una física cuántica, que se ocupa de los fenómenos atómicos, que se dan en
dimensiones “infinitamente” pequeñas, donde el conocimiento y el cálculo de las
posiciones son desafiadas por la incertidumbre, pues la intervención de la
investigación afecta al movimiento del objeto estudiado, objeto que no puede
ser captado si no como probabilidad, en tanto banda, apareciendo en su
dualidad, como partícula y onda; así también, podemos hablar de la ciencia de
la vida, que se ocupa de fenómenos autopoiéticos, cuyos comportamientos exigen
no sólo otra “mecánica” que las desarrolladas en la física clásica, en la
física relativista y en la física cuántica, sino un abordaje diferente, pues se
enfrenta al “demonio de Maxwell”, a la intervención de una racionalidad, de una
cibernética, de un “propósito”, de una performance, de una teleonomía. No es
que la biología se opone a las físicas, sino que son mas bien su substrato, las
usa para lograr un uso y consumo creativo de la energía. Así como se postula la
teoría integral de las físicas, la física clásica, la física relativista y la
física cuántica, también se puede postular la teoría integral de las físicas y
la biología, que logre descifrar, comprender y conocer la génesis, la
producción, la reproducción y los ciclos de la vida[9].
A
propósito de la perspectiva móvil y fluida del concepto de dinámicas moleculares, la exposición anota estas definiciones:
De
la definición
Habíamos dicho que dinámicas moleculares sociales es una metáfora del uso que se hace
en física de este término. Ciertamente las moléculas
de las que se habla no son las moléculas de la física; no podrían serlo, sino,
como dijimos, se remiten a individuos, a grupos, asociaciones, alianzas, no
institucionalizados. Sin embargo, cuando hablamos de dinámicas nos aproximamos
mucho al sentido dado por la física; se trata de una mecánica. Así como se
habla de una mecánica clásica, de una mecánica molecular, de una mecánica
relativista, de una mecánica cuántica, podemos hablar, metafóricamente, de una mecánica micro-social. Sabemos que las dinámicas moleculares sociales son
singulares, múltiples, plurales, heterogéneas; también sabemos que suponen
relaciones y que las relaciones suponen diferencias. Hay relación donde hay
diferencia. Así mismo las dinámicas suponen movimiento; las relaciones son
activas, se activan las relaciones por acciones. Si no se considera el
movimiento, la actividad, la acción, la práctica, como lo que hacen a la
relación, la categoría relación termina siendo una mera abstracción, un mero
vínculo estático en un cuadro inmóvil. No basta decir que una situación es
relacional, todo al final de cuentas es relacional; es indispensable comprender
cómo se efectúa la relación, cómo se hace, cómo se produce la relación. La
importancia radica en las dinámicas que hacen efectivas las relaciones[10].
Por último citamos, del
ensayo mencionado, algunas reflexiones sobre la física cuántica:
La
física cuántica no solo concierne al mundo microscópico atómico, al contrario,
toda la física es física cuántica; las leyes de ésta, tal como las conocemos
hoy, constituyen las leyes más generales de la naturaleza[11].
Si conocemos las leyes básicas a que obedecen las partículas elementales,
podemos, también, en principio, predecir el comportamiento de los sistemas
físicos macroscópicos formados por un número muy grande de tales partículas.
Esto significa que las leyes de la física clásica se siguen de las leyes de la
microfísica y, en este sentido, la mecánica cuántica tiene tanta importancia en
el mundo macroscópico como en el mundo microscópico[12].
Desde esta perspectiva, las leyes de la física clásica no dejan de ser leyes
aproximadas. Pueden ser tomadas como formas límite de las leyes de la física
cuántica, más fundamentales y que abarcan mucho más[13].
Se
ha venido hablando de una “revolución” en la física o de la conmoción o cisma
de la física, sobre todo en lo que respecta a las transformaciones y
desplazamientos epistemológicos realizados por la física relativista y la
física cuántica. De alguna manera, se supone que lo anterior habría sido
derribado; en este caso, la física clásica. Esto no es acertado; las leyes de
la física clásica, en el dominio de esta macro-física, se conservan; no han
sido derribadas. Los fenómenos macro-físicos, que se dan en ese dominio o ese
campo, siguen siendo explicados y descritos de la misma manera[14].
A
propósito, tenemos que decir que nunca ha habido una teoría general clásica de
la materia. Las leyes de la física clásica son buenas leyes fenomenológicas.
Mediante estas leyes se puede describir el comportamiento o el movimiento de un
mecanismo; hasta nos puede dar cuenta de ciertas constancias materiales, como
la densidad, el módulo elástico, así como de los materiales que constituyen el
mecanismo. Sin embargo, si preguntamos por qué las densidades son lo que son,
por qué las constantes elásticas tienen los valores que tienen, por qué una
barra se romperá si la tensión en ella pasa de un cierto límite; entonces, ante
un conjunto de preguntas, sobe las razones materiales y fundamentales últimas,
la física clásica enmudece[15].
Al respecto, tampoco ahora podemos decir que se cuenta con una teoría general
de la materia, a pesar de los grandes avances de la química, de la física
relativista y de la física cuántica[16].
Hasta
el siglo XIX, comprendiendo parte de este siglo, se mantuvo la hipótesis de que
la materia estaba compuesta por átomos; es decir, por una unidad muy pequeña e
indivisible. Esta hipótesis llevó a la teoría cinética de los gases,
desarrolladas por J.C. Maxwell y L. Bolzmann. Con la teoría cinética de los
gases se puede explicar muchas propiedades de los gases, partiendo de la figura
de que un gas en un recipiente es un enjambre de moléculas, que se mueven
turbulentamente al azar, chocando, sin interrupción entre sí y con las paredes
del recipiente. Por otra parte, mediante la teoría cinética se pudo estimar el
número de Avogadro, N0 = 6,02 X 10 elevado a la 23, que es el número de
moléculas en un mol de gas cualquiera[17].
Ciertamente, esta hipótesis del átomo como indivisible, no corresponde, de
ninguna manera, a la concepción que se tiene hoy del átomo, que mas bien es
considerado como divisible y compuesto por un núcleo y una constelación de
órbitas, un núcleo conformado por protones y neutrones, orbitado por
electrones. Son entonces los protones, neutrones y electrones, además de una
multitud de otras partículas elementales, las partículas que componen el átomo.
El mismo problema que se tuvo con el átomo, que fue considerado antiguamente
como indivisible, pasa ahora con el concepto de partícula, que, supuestamente es
definida como indivisible. El profesor Eyvind H. Wichmann dice:
“Una
partícula debe considerarse como elemental si no es posible describirla como un
sistema compuesto por otras entidades elementales. Una partícula elemental no
tiene “partes”, no se ha “construido” a partir de algo más simple”[18].
Sin embargo, ya se sabe, que estas
particulas también son composiciones, estan compuestas por fermiones y bosones.
En
el modelo estándar existen dos tipos de fermiones fundamentales, los quarks y
los leptones; hay tres tipos de bosones de gauge: fotones, bosones W y Z y
gluones. A su vez, ahora se considera que
los fermiones y bosones también corresponden a composiciones. Por lo tanto, tal
parece, que no puede sostenrse la existencia de alguna particula indivisible,
así como tampoco, mucho menos, que exista una unidad última homogénea de la
materia; se trata de composiciones; por lo tanto de la manifestación primordial
de la pluralidad y la asociación. Por lo tanto, podemos decir que el uso del
término partícula es convencional, así como lo es el de átomo.
El argumento del profesor de
física es de que el supuesto de divisibilidad indefinida proviene de los
prejuicios heredados de la física clasica; que no se puede aplicar esta noción
a la física cuática. Los fenómenos dados ante la ruptura del átomo y del núcleo
del atomo no corresponden, de ninguna manera, a las particiones sucesivas que
se pueden dar en un material macroscópico. Dice que, si bien se dan fenómenos
como cuando chocan a alta velocidad dos moléculas de hidrógeno y se fragmentan,
a menos que la velocidad sea muy grande, entre los fragmentos encontraremos
átomos de hidrógeno, protones, electrones; es decir, componentes a partir de
los cuales se constituye la molécula de hidrógeno. La violencia de la colisión
supera las fuerzas de cohesión; entonces se dio lugar a la deisntegración de la
molécula. Lo mismo ocurre con muchas reacciones nucleares, si un proton de alta
energía choca con un nucleo, puede ocurrir que unos protones y neutrones sean
expulsados[19].
Si estudiamos una colisión violenta entre dos partículas elementales, por
ejemplo, dos protones, descubrimos fenómenos que son cualitativamente
diferentes, en comparación con los fenómenos macroscópicos, cuando ocurren
colisiones. Si un protón de energíua muy alta choca con otro protón, puede
suceder que los dos protones subsistan y que nos encontremos con varias
particulas elementales nuevas, como ser, mesones pi, como consecuencia de la
reacción provocada. Ciertamente, también pueden desaparecer los protones y
aparezcan varias partículas enteramente nuevas, conocidas con el nombre de
mesones-K e hipermesones. De la misma manera, si se trata de la colisión entre
electrones, puede suceder que como consecuencia de la reacción se tenga tres
electrones y un positón[20].
Considerando otra situación, si un electrón y un positón chocan, las dos
partículas desaparecen, se da lugar una aniquilación, quedandonos solamente la
radiación electromagnética en forma de rayos gama[21].
Otro ejemplo sugerente es la creación de un par electrón-positón, cuando un
rayo gama atraviesa el campo electrico de un átomo[22].
El profesor de física dice:
“Con los modernos aceleradores de
partículas cabe producir haces de partículas de muy alta energía y tenemos así
los medios para destruir partículas tales como los protones, si es que
efectivamente estos pueden ser destruidos. Pero, los protones no se rompen como
los átomos y los núcleos: ocurre algo muy diferente. Hemos de llegar así a la
conclusión de que en el estudio de los electrones, protones, neutrones, etc.,
hemos alcanzado un límite: no parece razonable ni útil considerar estas
partículas como formadas por otras partículas más elementales”[23].
Llama la atención el límite
encontrado por el profesor de física. En primer lugar, no es cierto que la
divisibilidad indefinida era el supuesto de la física clásica; al contrario,
ésta se sustentó en la conjetura de la indivisibilidad del átomo, después, en
la indivisibilidad de su composición o de sus sistema. Cuando se introduce la
concepción de la divisibilidad del átomo se abre un horizonte epistemológico en
la física contemoránera, relativista y cuántica. Por otra parte, no es
sostenible el encontrar un límite; el descubrimiento de los femoinoes y
bosones, que componen los protones, neutrones y electrónes, nos muestra que la
divisibilidas prosigue. Lo que tiene que cambiar es esta idea de límite
infranqueable; con este cambio, se debe cuestionar la idea cuantitativa y
lineal entre lo pequeño y lo grande, incluyendo la idea heredada, todavía vigente
del espacio[24].
Considerando estas citas largas, podemos aclarar el carácter
de nuestras incursiones hipotéticas interpretativas. Nos interesa sugerir la
hipótesis auscultadora de que no hay nada en el ser humano que no se encuntre en todos los seres orgánicos, tampoco hay nada en lo que llama vida la biología, que no se encuentre en
el universo. De esta hipótesis auscultadora pasamos a la siguiente hipótesis,
también prospectiva, basandonos en la figura comodín del demonio de Maxwell; la vida,
en sentido biológico, no puede comprenderse como si fuera un comienzo de la
nada; sólo se entiende la creación de la vida
por parte de las macromoleculas cuando comprendemos que las moleculas contienen
la potencia para crear, es decir, la
capacidad de asociarse, componer, combinar, creando neguentropia. De esta manera podemos también inducir que las
moleculas, al ser composiciones atómicas, también suponen la capacidad
creativa, asociativa, de composición y combinatoria de los átomos. Los mismo
pasa con los átomos, que son productos de asociaciones, composiciones y
combinaciones de partícuas infinitesimales. Por eso, concluimos en la hipótesis
especulativa de que la materia esta viva, si se quere, es vida
misma, en toda su complejidad,
variedad y diferenciación.
[2] Ver de Raúl
Prada Alcoreza: La explosión de la vida. Dinámicas moleculares; La Paz
2013-2015. Amazon: https://kdp.amazon.com/dashboard?ref_=kdp_RP_PUB_savepub. http://issuu.com/raulpradaalcoreza/docs/la_explosi__n_de_la_vida. También Episteme compleja. Dinámicas moleculares; La Paz 2014-2015.
[3]
Vida
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Vida?oldid=81735544
Colaboradores: Sabbut, Moriel, Pabloes, Lourdes Cardenal,
Bigsus, Rosarino, Cyberdespacio, Dodo, Truor, Cookie, Tano4595, Jsanchezes,
Kernel panic, Melocoton, Xenoforme, Gengiskanhg, Cinabrium, Loco085, Robotico,
Ecemaml, Richy, FAR, Javierme, Alexan, Soulreaper, JMPerez, Taichi, Emijrp, LP,
AgD, Alhen, Caiserbot, Jairzlr, Unificacion, Yrbot, Amadís, Seanver,
Pristigaster, Oscar ., FlaBot, Vitamine, .Sergio, Mortadelo2005, Icvav, Lin
linao, Equi, Beto29, Eloy, Sargentgarcia89, Bichologo, Banfield, José., Er
Komandante, Carlos Alberto Carcagno, Cheveri, Nihilo, Axxgreazz, BOTpolicia,
Xobra, CEM-bot, Laura Fiorucci, Pello~eswiki, RoRo, Unic, Roberpl, Eamezaga,
Rastrojo, Antur, Loquetudigas, Jorge Acevedo Guerra, Damianews, Montgomery,
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IrwinSantos, PhJ, Isha, Mpeinadopa, JAnDbot, Lasai, Serg!o, Loquo, Kved, MoN
02, Mansoncc, Raimundo Pastor, Gsrdzl, Flafus, TXiKiBoT, ^ DeViL ^,
Mercenario97, Gustronico, Lascorz, Millars, Humberto, Netito777, Xsm34,
Rmcampero, Phirosiberia, Amanuense, Idioma-bot, Qoan, Pólux, Jmvkrecords,
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Technopat, C'est moi, Erfil, Matdrodes, Fernando Estel, Synthebot, Juancharlie,
DJ Nietzsche, BlackBeast, Muro Bot, Bucho, Marcelo2891, YonaBot, Srbanana,
SieBot, PaintBot, ÁWá, Dgw1988, Rigenea, Drinibot, BOTarate, Byrialbot, Mel 23,
Manwë, Erudito234, Correogsk, BuenaGente, Relleu, Belb, Fadesga, Copydays,
Tirithel, Mutari, XalD, Jarisleif, Javierito92, Franciscosp2, NeVic, HUB, Antón
Francho, Kikobot, Nicop, Makete, Eduardosalg, Sacel, Fanattiq, Leonpolanco,
Alejandrocaro35, Alex5791, Raulvara, Descansatore, Petruss, Poco a poco, Lord
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[5] Ver de Raúl
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[6] Ibídem: Págs. 82-83.
[7] Ibídem: Pág. 83.
[8] Ibídem: Pág. 83.
[11] V, Berkeley, er de Eyvind H. Wichmann, profesor de física,
Universidad de California, Física
Cuántica. Berkeley Physics course; volumen 4. Pág. 24.
[12] Iídem:
Págs. 24-25.
[13] Ibídem: Pág. 25.
[14] Ibídem: Pág. 26.
[15] Ibídem: Pág. 27.
[16] Ibídem: Pág.27.
[17] Ibídem: Pág. 29.
[18] Ibídem: Pág. 29.
[19] Ibídem: Pág. 30.
[20] El positón es una partícula elemental, análoga al electrón, a
diferencia de su carga, de signo opuesto.
[21] Eyvind H. Wichmann: Ob. Cit.; Págs.
31-32.
[22] Ibídem: Pág. 33.
[23] Ibídem: Pág. 34.
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