Apuntes para una teoría integral de la civilización moderna
Dedicado a Rossana Barragán y Ramiro Molina. Rossana, quien nos enseñó el amor a la investigación histórica, basada en el manejo crítico de las fuentes; Ramiro, que expresa afectivamente el amor a la comprensión de las sociedades nativas, eternos recorridos de las complementariedades y reciprocidades.
La mirada,
lo que quiere decir figurativamente teoría,
de la configuración conceptual civilización
moderna, no puede ser sino perceptual,
en el sentido de la fenomenología de la
percepción; no puede ser sino corporal.
Es decir, comprometiendo el cuerpo en
el acontecimiento de la mirada, de la
fenomenología del sentido y de la
expresión, del gesto, que entrega el cuerpo por amor a la vida.
Esta mirada
establece, por así decirlo, una relación
afectiva y cognitiva con el mundo efectivo; mundo inventado por la experiencia corporal. También, al mismo
tiempo, cuerpo, si se quiere, creado
por la simultaneidad dinámica del
multiverso, por la sincronía integral
planetaria de las ecologías de la
biodiversidad.
La relación
corporal o perceptual con el
mundo de la civilización moderna es paradójica, por su experiencia obligada de supuesta des-corporeización, para instaurar la ideología; es decir, el fetichismo
generalizado, que corresponde a la economía
política generalizada; que no es otra cosa, que el despliegue de las dominaciones polimorfas, con el objeto de apropiarse las energías vitales, de la potencia de los cuerpos y las territorialidades.
La civilización
moderna, como dijimos, es una hipótesis
histórica y cultural, si se
quiere, también sociológica y
adivinada tibiamente por el materialismo
histórico; sin embargo, entendiendo que el concepto principal,
arquitectónico, es el de modernidad,
es la tesis plástica de la intuición
estética.
Como recorte
de realidad, recorte intelectual, por
cierto, la civilización moderna, se
sostiene en la experiencia social, multitudinaria, de las
sociedades despojadas, obligadas a la
movilización espacial y social;
deshabitando el campo, para habitar, concentradamente, el nucleó compulsivo de las urbes.
Este concepto adquiere su sentido, no por la deducción teórica, sino por
la experiencia dramática de las
sociedades destrozadas y empujadas a la concentración.
Intelectualmente es sugerente por su estructura
categorial, también por su narrativa. Descartando su pretensiones de verdad, lo importante es, en este caso del acontecimiento afectivo, perceptual,
corporal, cognitivo de la intuición
de una totalidad provisional, que es el de la configuración
de la civilización moderna; es su síntesis
representativa, su estructura conceptual, que nombra la experiencia humana de la contemporaneidad como moderna; es decir, en el sentido
primordial estético, del concepto, no
solo como vertiginosidad, sino como desaparición.
Hay que aprender a leer en los conceptos lo que ocultan, lo que esconden, los sentidos íntimos,
que se encubren como la ropa interior con la ropa exterior. En la ideología
evolutiva, en sus distintas versiones, la civilización
moderna, aparece positivamente, como logro de la humanidad, en unas formaciones discursivas u otras, en las de la de
la legitimidad de esta civilización o
en las de la interpelación a esta civilización;
sin embargo, al hacerlo, esconde lo otro
que manifiesta, aunque no lo diga. Ese otro
es que esta positividad evolutiva esconde la negatividad, por así decirlo, jugando con las metáforas de la dialéctica, del despliegue y el
desenvolvimiento de la humanidad, que se inmola por mantener y preservar las apariencias de su centralidad.
Desde esta perspectiva,
la de la episteme compleja, la civilización moderna, como concepto compuesto, que supone una
configuración paradójica, como expresión
dramática, dibujada, pintada y cantada por la estética, es la ilusión de una humanidad que ha perdido su memoria sensible. Optando por el proyecto de poder de la dominación sobre la naturaleza, que en sentido propio es la vida. Pero, ¿Quién es o el qué es el que domina? No es más que la muerte.
En consecuencia, el boceto de teoría sobre la civilización
moderna, desde la perspectiva de la complejidad, retoma, propiamente el substrato primordial de la experiencia
contemporánea de las sociedades humanas, en la contemporaneidad; no responde solamente a la estructura categorial, que hace al concepto, sino también a la estructura
afectiva, perceptual, corporal, de las fenomenologías sociales del sentido
y de la facticidad.
Ahora, retomando, en relación al anterior escrito, Asociaciones y composiciones perversas del
poder y el capital, vamos a intentar seguir con el boceto de teoría integral
sobre la civilización moderna.
Boceto de teoría integral sobre la civilización moderna
1.
Nuestra
hipótesis interpretativa sobre el acontecimiento de la civilización moderna es que las sociedades humanas, en sus largos
recorridos, al encontrarse, compararse, contrastarse y descubrirse análogas;
asumiendo este parentesco como mundialización,
es el reconocimiento multitudinario de las sociedades
en la pertenencia mutua. No tanto a una esencia,
expresada como humanidad, como supone
la filosofía moderna, sino corporeidad similar en el acontecer
efectivo del mundo, en su constante devenir.
2.
Entonces, la estructura compuesta, categorial, afectiva y perceptual del concepto integral de la sociedad mundana o civilización moderna, dice o expresa que esta configuración lingüística se refiere a la experiencia
multitudinaria de las sociedades
humanas en el aprendizaje de la vertiginosidad, de la desaparición o evaporación. Experiencia
social dicha en la figura de
cuando todo lo solido se desvanece en el aire. Experiencia plural, vivida en
las formas singulares de las sociedades y colectivos locales.
3.
Lo
que dice la interpretación compleja
de este concepto, el de la configuración
conceptual de civilización moderna, es no la definición abstracta de lo que
se supone racionalmente, que es la civilización moderna, sino lo que, en
sentido de memorias sociales, es,
en cuanto los registros perceptuales y corporales colectivos.
4.
El
concepto de civilización moderna es
como una “red de pescar”, como figura Karl Popper, para atrapar lo que se
pueda, en los mares de las experiencias
sociales. ¿Qué atrapa esta red? Diríamos, ahora, una aproximación, todavía humana, desde la mirada humana, de lo que es
la evidencia existencial planetaria,
a la que pertenecemos. Esto es lo importante. Para poder ir más lejos, es
menester comprender, que no se trata
solamente de lo humano, que es el concepto renacentista de unidad, si se quiere, de estas sociedades singulares, que se creen
distintas, sin embargo, son similares en su forma de vivir. Se trata de la vida, que compartimos con todas la sociedades orgánicas, con los espesores
territorialidades y los ciclos vitales
de la biodiversidad del planeta.
5.
El campo configurante del concepto compuesto de civilización moderna, ya adivina la integralidad
de las formas de vida en el planeta;
además de la sincronía de la simultaneidad dinámica de la complejidad planetaria y pluriversal.
6.
En
consecuencia, es un concepto configurante
de aproximación de la totalidad - usando
este concepto filosófico metafóricamente - ; totalidad relativa a la sincronización
de la simultaneidad dinámica del
multiverso. En lo que respecta a la experiencia
vital de las sociedades orgánicas en el planeta, es una aproximación al acontecimiento ecológico de la
biodiversidad planetaria; entonces, de la vida,
en sentido biológico. Dice, como recorte
arbitrario, lo que son las sociedades humanas en el planeta, en el presente; no dice lo que es la vida, múltiple y diversa en el planeta.
Sin embargo, ya es una grada en la escalera de la compresión y el entendimiento.
7.
Lo significativo del concepto civilización moderna, tanto en sus interpretaciones históricas,
culturales, antropológicas, sociologías, es su estructura única; basada, paradójicamente
en la diferencial de la pluralidad civilizatoria y social. Además de expresar,
de distintas maneras, según las teorías
y paradigmas en uso, que las sociedades humanas, en la contemporaneidad,
están entrelazadas y comprometidas.
8.
Nuestra
interpretación y deconstrucción del concepto
configurante de civilización moderna,
es que se trata, en parte, de las certezas de la episteme moderna; estructurada en sus esquematismos duales y evolutivos. Pero, también se trata de lo que
desconoce, de sus distancias respecto al mundo
efectivo, que no se mueve por dualismos
esquemáticos, sino por sincronizaciones
integrales, dinámicas y complejas.
9.
Retomando
las hipótesis interpretativas de las asociaciones y composiciones de las mónadas
sociales, diremos, hipotéticamente,
que la civilización moderna, se
compone de asociaciones y composiciones perversas, de estratos sociales, que creen que la realidad efectiva se determina por el ejercicio de las formas múltiples de
poder. Esto es creer que las voluntades
se reducen al querer y deseos individuales; olvidando que todo querer y deseo no puede ser sino un acontecimiento
social, que supone la singularidad
individual.
10.
La
perversión de estas asociaciones y composiciones,
que identificamos como las del poder
y el capital, en la contemporaneidad, radica en suponer que
de lo que se trata es de la disponibilidad
de fuerzas para dominar otras fuerzas.
Enunciado problemático e insostenible, pues las fuerzas son, en el fondo de las dinámicas existenciales del
multiverso, composiciones y combinaciones creativas del universo, de manera señalada y precisa, en
el sentido de la creación de la potencia.
11.
El sentido interpretativo del concepto configurante de civilización
moderna es, mas bien, crítico; pues
muestra, de manera descriptiva, los alcances y los límites de la experiencia acotada de las sociedades modernas en la
contemporaneidad.
12.
Para
decir algo, desde la perspectiva de la complejidad, proponemos que la
denominada civilización moderna, se
ha conformado a partir de asociaciones
y composiciones de dinámicas sociales contrastadas; donde
unos grupos y estratos pretendieron someter al resto de los grupos y estratos
sociales. Empleando, para legitimar sus acciones y procedimientos
jurídico-políticos, mitos inoculados
institucionalmente; religiones monoteístas;
más tarde, ideologías, con
pretensiones objetivas, e incluso democráticas. Enarbolando el argumento
de la libertad, en unos casos, o de
la justicia, en otros casos.
13.
A lo
largo de la historias de la modernidad, para decirlo de este modo,
mas bien, general, las formas y estructuras de estas asociaciones y composiciones
perversas, han variado de modos, de diagramas,
de cartografías, de estrategias;
empero, han mantenido algo que las hace comunes y similares; compartiendo una continuidad del poder, la del circulo vicioso del poder. Este algo es
el imaginario de la centralidad, que deriva del supuesto de
la divinidad; la herencia de sangre de la
nobleza; la legitimidad de la representación de la democracia formal; la pretensión
salvadora de la tarea misional de la justicia,
enarbolada como promesa. Este algo
es, en el fondo, a pesar de las diferencias de las formaciones discursivas e ideológicas, lo que, en sentido práctico, corresponde a las
dominaciones, a las formas de dominación, como el mal necesario, en el camino del Gólgota
a la emancipación.
14.
Lo
que el marxismo llama modo de producción
capitalista, no es más que la lectura
cuantitativa de un hecho global,
el del despojamiento y desposesión de la potencia social. Despojamiento
efectuado a las sociedades humanas;
de la potencia vital, a las sociedades orgánicas; de la vida a las territorialidades y ciclos
vitales planetarios. La característica propia, en la modernidad, es que el despojamiento
y desposesión se da en escala mundial; además, con la intensidad y extensión destructivas, que amenazan la continuidad de la vida, por lo menos, a escala humana.
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