lunes, 25 de julio de 2016

De la Crítica al elogio de la razón pura

De la Crítica al elogio de la razón pura


Raúl Prada Alcoreza

 

De la Crítica a la apología de la razón pura.pdf









La virtud de Emmanuel Kant es haber puesto a la razón pura en figurillas ante la lucida crítica trascendental que despliega; en cambio, más de un siglo después, Edmund Husserl clausura el ciclo abierto de la crítica por la filosofía moderna con el elogio de la razón pura. La fenomenología como epistemología, configurada por Husserl, parece replegarse, de manera densa, enrollándose, en reflexiones profundas, en el regazo abstracto de la razón pura. Las Investigaciones lógicas[1] corresponden a la metódica labor analítica de recuperar a la razón pura de los laberintos empiristas donde se perdió. Parte de las Investigaciones lógicas I están dedicadas a demarcar linderos y marcar distancias respecto a las interpretaciones psicologistas sobre el conocimiento. Para Husserl no se puede hacer depender el desarrollo del conocimiento, abarcando la comprensión, así como la intuición, de las contingencias de la experiencia psicológica.

En esta perspectiva, la de semejante proyecto, que retoma la minuciosa labor de relojero de Kant, cuando desarma el mito de la razón, esta vez, mas bien, para armarlo, Husserl se da la ejemplar tarea de distinguir las condiciones de posibilidad de una epistemología pura, de una lógica pura, por lo tanto, de una ciencia pura. Esta es la fenomenología. La fenomenología, desde la perspectiva de Husserl, se sustenta en las condiciones de posibilidad a priori, podríamos decir trascendentales, en el sentido atribuido por Kant. Estas condiciones no son las de la experiencia, sino anteriores a ella. Empero, las condiciones de posibilidad a priori no se realizan sin la experiencia, cuando aparece la intuición, en su contextura compuesta; como intuición pura y como intuición empírica, dada por la experiencia. Es la intuición pura la que le otorga el alcance teórico a la intuición empírica; la que construye, por así decirlo, el objeto ideal, mientras que la intuición empírica alcanza solo a construir el objeto singular y contingente individualizado.

En este trámite filosófico, entre la intuición pura y la intuición empírica, las relaciones y acciones entre la propensión pura y la retención empírica – usando términos husserelianos, dedicados a pensar la historia -, densidad, para decirlo en nuestras palabras, de la experiencia, son constantes y enriquecedoras. Por ejemplo, la significación no es el resultado inductivo de la experiencia, como suponen las teorías psicologistas, tal como interpreta Husserl, sino que es indispensable distinguir la significación singular, otorgada por la experiencia, de la significación extensible y compartida por singularidades análogas y homogéneas. La primera significación está ligada al objeto empírico; la segunda significación está vinculada al objeto ideal.  La expresión también es como una construcción compuesta; teniendo claro que la expresión no es lo mismo que la significación. La significación es el sentido asumido, tanto en su circunscripción limitada, local, coyuntural y contingente; así como en el sentido ideal, de connotaciones amplias. La expresión, supone la significación, empero, se proyecta como enunciación; adquiere proyección no solo comunicativa, sino, podríamos decir, cultural. La expresión adquiere su plenitud cuando corresponde a la enunciación con respecto al objeto ideal; es cuando, adquiere su condición universal.  

Esta fenomenología del conocimiento y de la comprensión, así como de la intuición, tiene como dinámica fundamental al acto. Se trata del acto, podríamos decir, desde nuestra interpretación, complejo. Acto fenomenológico, que contiene múltiples actos, que hacen a la significación, conforman el objeto, hacen a la expresión, configuran la enunciación, develan lo universal. Abarca actos del lenguaje, actos comunicativos varios, recorriendo señales y signos, actos psicológicos, actos lógicos, actos sociales y culturales, que dan lugar a la expresión. El acto fenomenológico y la fenomenología del acto sitúan al sujeto como el actor primordial del conocimiento.

Ahora bien, la base operativa, por así decirlo, de la fenomenología, no es la psicología, sino la lógica. Edmund Husserl reconoce el desarrollo de la lógica desde Aristóteles hasta las versiones matemáticas de la lógica, pasando por la lógica de proposiciones, además de la lógica simbólica. Sin embargo, observa que la lógica no ha podido resolver los problemas que le plantea el conocimiento, dejando en manos de la psicología estas respuestas. Considera que esta delegación es responsable de haber perdido claridad y entrampar a la filosofía en el laberinto contingente del psicologismo. Considera indispensable llevar a la lógica a todo el campo filosófico, abarcando los alcances de sus búsquedas, abarcando los espacios de enunciación de la filosofía, sobre todo, de la filosofía en tanto se ocupa de la verdad, así como de la filosofía del conocimiento; esto también implica convertir a la lógica pura en una epistemología; es decir, en una ciencia de la ciencia.

Ahora bien, sabe que hubo un intento parecido, por lo menos, en la pretensión; se trata de la lógica dialéctica de Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Sin embargo, Husserl encuentra que la lógica dialéctica de Hegel o la ciencia de la lógica[2], a pesar de la exposición dialéctica y universal del saber, no ha terminado de salir de los horizontes de la experiencia; sobre todo, de la experiencia relativa a la historia. No logra exponer las estructuras a priori de la lógica pura. Por eso, es indispensable corregir estas falencias, apuntalando a la lógica pura, fuera de toda experiencia, fuera, si se quiere, del tiempo y del espacio. Con esto, el proyecto fenomenológico adquiere un alcance universal; nosotros diríamos desmesurado; lograr la verdad, independientemente de la existencia.

Esta verdad fenomenológica vendría a ser algo así como las leyes matemáticas y las leyes físicas; incluso más, pues, tanto las matemáticas, como la física y las demás ciencias, se sustentan en la lógica pura fenomenológica. La verdad, en sentido hussereliano, es independiente de si existe o no el ser humano, independiente de si existe o no el universo. Es una verdad que está más acá y más allá de la existencia.







Las condiciones de posibilidad fenomenológicas

Emmanuel Kant comienza la crítica de la razón pura sobre el substrato, por así decirlo, de las condiciones de posibilidad del conocimiento y de la experiencia. Estas condiciones son trascendentales; es decir, a priori. Son las condiciones que permiten la experiencia y el conocimiento; en otras palabras, posibilitan ambos, orientan el desenvolvimiento de la experiencia y el desarrollo del conocimiento. Al respecto, en relación a la fenomenología de Edmund Husserl, hay que preguntarse: ¿en qué se diferencian las condiciones de posibilidad fenomenológicas de las condiciones de posibilidad trascendentales? Ambas condiciones de posibilidad, las trascendentales y las fenomenológicas, son consideradas a priori; se trata de condiciones puras, sin experiencia. Husserl complejiza, por así decirlo, las condiciones de posibilidad, de la experiencia y del conocimiento; yendo más lejos que Kant en lo que respecta a la intuición y a la imaginación[3]. Desplazándose hacia el análisis de la significación; algo, que podríamos decir, no estaba presente en Kant; sobre todo, en lo que respecta al enfoque lingüístico y semiológico, que ya considera Husserl. Además, incursionando en la perspectiva avanzada de actos lingüísticos, que vienen de la pragmática lingüística. Por este recorrido, avanza a un análisis más minucioso y detallado de la expresión; abriendo un horizonte más plural y complejo de la fenomenología del sentido, para la filosofía y la lógica.

Considerando los substratos de la significación y la expresión, sobre todo, concebidos como actos, actos que dan significación, actos que producen y transmiten expresión, la analítica fenomenológica de los conceptos adquiere también una complejidad mayor. Los conceptos tienen significación, así como tienen expresión y, sobre esta composición, se estructuran como conocimiento; vale decir, como idea. En otras palabras, como verdad del objeto, tanto individual, específico y universal.

Así como se puede distinguir entre significado individual, especifico y universal; también se puede distinguir entre expresión individual, específica y universal. Del mismo modo, se distingue concepto individual, concepto específico y concepto universal, relativos al objeto individual, específico y universal.  En consecuencia, hay verdades individuales, verdades específicas y verdades universales.

La fenomenología no solo amplia los horizontes de la crítica filosófica, sino que se abre a la pluralidad de los planos de intensidad, usando un concepto deleuziano, donde se mueven las significaciones, las expresiones y los conceptos. Entonces, estamos ante una crítica filosófica que, si bien, retoma la tradición crítica trascendental, se propone replantearse las relaciones entre las condiciones de posibilidad a priori y la experiencia y el conocimiento. Las condiciones de posibilidad son más complejas en Husserl. También la experiencia es más compleja; emerge en una gama variada de manifestaciones y percepciones, en distintos ámbitos de realización. De la misma manera, el análisis fenomenológico del conocimiento tiene ante sí el aprendizaje y la historia de las ciencias hasta el siglo XX, que Kant no llegó a conocer.

Con estas descripciones comparativas entre Kant y Husserl, entre la crítica trascendental y la crítica fenomenológica, no se dice que Husserl solo desarrolla la crítica trascendental, complejizando tanto las condiciones de posibilidad, así como la fenomenología de la experiencia y el conocimiento. Hay una diferencia cualitativa entre la dialéctica trascendental de Kant y la fenomenología de Husserl. La crítica kantiana se pregunta sobre los límites de la experiencia, sobre los límites del conocimiento; en cambio, Husserl no lo hace. Mas bien, suspende estas preguntas; deja de lado los límites y se embarca en el proyecto de la verdad absoluta. Ciertamente no como Hegel, quien construyó el sistema del saber absoluto[4].

El sistema del saber absoluto es la realización de la dialéctica de la experiencia de la consciencia. El sistema de la verdad es una construcción fenomenológica; no en el sentido de Hegel, que denomina a la dialéctica de la consciencia fenomenología del espíritu, correspondiente a la ciencia de la experiencia de la consciencia. Sino fenomenología en el sentido de acto o actos, que hacen a las manifestaciones de las composiciones y combinaciones de las condiciones a priori y las intuiciones, devenidas de la experiencia. Fenomenología; entonces, como actuación, actividad, acción, y desenvolvimiento de la intuición en los distintos planos definidos, según sus circunscripciones, sean empíricos o abstractos.

Otra diferencia cualitativa radica en que la crítica de la razón pura afirma que no se puede conocer la cosa en sí; solo se puede conocer el fenómeno, en el sentido de su manifestación. En cambio, Husserl desarrolla la fenomenología partiendo de la tesis o proyecto del conocimiento de la cosa en sí.

Esta diferenciación cualitativa, distancia a ambos filósofos y a sus filosofías. Cuando Kant abre el recorrido de la filosofía crítica, al inicio de la modernidad, momento intenso, desde el cual, visualiza el horizonte de la modernidad, la crítica se dirige tanto al empirismo como al racionalismo; las dos perspectivas y formaciones enunciativas encontradas de las corrientes filosóficas de su tiempo. En cambio, cuando Husserl clausura la historia de la filosofía crítica, al final de la modernidad, por lo menos, en su periodo tardío, dirige su artillería contra el empirismo, buscando salvar al racionalismo de las redes y laberintos del empirismo; aunque efectúa alguna crítica al racionalismo de su tiempo, hasta la primera mitad del siglo XX, lo hace más, que para desarmarlo, para superar sus límites, en las que encalló.

Podríamos sugerir una primera apreciación de la comparación filosófica que efectuamos. Husserl clausura la historia de la filosofía crítica, llevando el racionalismo más lejos de lo que había llegado. Primero, el racionalismo es llevado a la pureza más pura; limpiado de toda adherencia relacionada a la experiencia, todavía presente en las teorías. Segundo, se propone una ciencia de la ciencia, que no solo sería una epistemología, sino la matriz misma de toda ciencia, de toda filosofía, de toda teoría; en consecuencia, de todo conocimiento. Esta ciencia de la ciencia es la lógica pura fenomenológica.

En tercer lugar, se establece que es posible el conocimiento de la cosa en sí; por lo tanto, la ciencia de la ciencia, la lógica pura fenomenológica, es la ciencia de la verdad. En cuarto lugar, esto es así, independientemente de haya existencia o no.

Vamos a añadir una quinta diferencia cualitativa, una relativa a la metodología – para decirlo rápidamente - del análisis. La metodología filosófica en Kant es de una analítica dialéctica trascendental; analiza las relaciones entre las condiciones a priori y la experiencia, así como las relaciones con las formas de conocimiento. Sobre la base de estas relaciones, emergen otras condiciones, más bien, operativas o, si se quiere, efectivas. Así como emergen funciones estructurantes; por ejemplo, las que cumple el entendimiento, o las que cumple la razón, o las que cumple la imaginación, así como las que cumple la voluntad. Entonces, aparecen los papeles que efectúan; el papel legislativo del entendimiento, el papel teleológico de la razón, el papel estético de la imaginación, el papel moral o práctico de la voluntad. La metodología filosófica de Husserl es de una analítica fenomenológica; analiza también las relaciones entre las condiciones a priori y la experiencia y el conocimiento, teniendo en cuenta las diferencias de estas condiciones, esta experiencia y el conocimiento, anotadas antes. Sin embargo, no nos encontramos ante otras condiciones, operativas o efectivas, que intervienen generando la legislación del conocimiento, la teleología de la razón, en forma de ideas, las comprensiones estéticas, los principios categóricos de la moral; sino ante procesos de subsunción, por así decirlo, de la experiencia y del conocimiento a la razón pura, a la lógica pura fenomenológica. Esto ocurre, para decirlo gráficamente, antes y después; la razón pura fenomenológica es como el origen mismo, no solo condición de posibilidad, de la experiencia y del conocimiento; la razón pura es la realización plena de las ciencias, es el lugar donde se encuentran justificadas y se convierten en verídicas, en sentido universal. Fuera de que la razón pura opera permanentemente en los despliegues de la experiencia y los desarrollos del conocimiento.


  





 





[1] Revisar de Edmund Husserl Investigaciones lógicas, tomos I y II. Alianza Editorial; Madrid 1999. http://medicinayarte.com/img/husserl-investigaciones-lc3b3gicas-i.pdf.  http://medicinayarte.com/img/edmund-husserl-investigaciones-logicas-ii.pdf.
[3] Ver de Raúl Prada Alcoreza Pensar es devenir. Universidad Nuestra Señora de La Paz. La Paz 1999. https://pradaraul.wordpress.com/2016/04/15/pensar-es-devenir/.


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