Desventuras del análisis político
Raúl Prada Alcoreza
Desventuras del análisis.pdf
Sobre la política
separada de la ética, dejando de ser politeia, asociada al ethos y a aletheía, dejando de ser lo que es, gobierno de sí, gobierno de los otros, gobierno de la ciudad, por
lo tanto, cuidado de sí mismo, cuidado de
la ciudad, convirtiéndose, con la separación,
en dominación, se ha edificado una ciencia política, cuya arquitectura conceptual, responde al esquematismo dualista del amigo y enemigo. El análisis que
despliega esta ciencia corresponde a
este dualismo, tanto en el caso del análisis político, propiamente dicho, de
la ciencia política, así como cuando
se generan discursos “ideológicos”.
Los recientes “análisis” sobre el llamado terrorismo, reducen el esquematismo dualista a su mínima expresión. El esquema sigue siendo el mismo, dualista,
correspondiente al de la ciencia de la
dominación, dándole su verdadero nombre a la política, en sentido moderno, política definida por la relación amigo/enemigo. Este esquema se combina con el supuesto
metodológico de la relación lineal
de causa-efecto. Ya que hay un enemigo, desde las dos perspectivas
opuestas, desde las dos posiciones enfrentadas, entonces, hay que buscar sus causas. En este caso, las explicaciones se diferencian; los fundamentalistas, de una u otra religión monoteísta, definen al enemigo como endemoniado; los “analistas” definen al enemigo como “terrorista”, en un caso, como “imperialista”, en otro
caso. Los analistas más serios, menos
mediáticos, buscan la causa en la desigualdad social, la discriminación y el racismo.
Toda la gama del análisis
político, sean científicos o “ideológicos”,
pone en movimiento el esquematismo
dualista del amigo/enemigo y el método inductivo linealista de causa-efecto. Estas son las herramientas de análisis y
los paradigmas en uso. Se esclarece entonces
el círculo vicioso de las explicaciones en el análisis político. También se entiende, que al moverse, el análisis, en los espacios de estos límites, deriven en políticas
infructuosas. Al reducir la realidad
efectiva al tamaño y las dimensiones del esquematismo dualista político, que es, el de la “ideología” de las
dominaciones, a los planos de intensidad de la política del amigo/enemigo, sugiere, de
acuerdo a sus conclusiones, políticas válidas
en su campo de abstracciones esquemáticas;
empero, invalidadas por las dinámicas de la realidad efectiva. Algo
parecido pasa con los análisis políticos;
estas reducciones metodológicas, linealistas, este esquematismo reductivo, produce “explicaciones” coherentes en el paradigma en uso, coherentes en los silogismos de un análisis que cuenta, con escasos recursos y toma en cuenta pocas
variables, como si la problemática en
cuestión se efectuara en el plano del esquematismo
y de acuerdo a la “lógica” causalista;
sin embargo, las “explicaciones” del análisis
político quedan como fragmentos dispersos, después del naufragio, sin poder
rearmar lo que la tormenta destruyó.
Dejando de lado las interpretaciones delirantes del fundamentalismo
religioso, atendiendo al análisis
político, vemos los recorridos de sus desventuras.
Las tramas de los análisis son como hojas perdidas en la
tormenta. Las “explicaciones” dejan pendiente el referente de la explicación
misma, la problemática en cuestión;
contentándose con “explicar” en el plano
hipotético, construido por el esquematismo
y la lógica causalista, como si
la problemática se comportara, tal
cual, como visualiza o abstrae el esquematismo
dualista. Quizás ante problemas menores, circunscritos a tópicos más simples y homogéneos, el modelo sirva mejor. Empero, cuando se
trata de problemáticas que responden
a la complejidad misma, sinónimo de realidad, estos modelos del esquematismo
dualista son inútiles.
La problemática
de la violencia, en la modernidad
tardía, en el sistema-mundo,
rebasa ampliamente los tanteos esquemáticos
del análisis político. Siguiendo la
tradición del análisis de la violencia,
que resaltan en Walter Benjamín y en Hannah Arendt, podemos retomar las hermenéuticas de la violencia que
lograron tejer. Comprensiones
interpretativas que consideran tanto las complejidades que enfrentan, así como las condensaciones de sus singularidades.
La concepción pluralista de la política en Arendt le ayuda a analizar la violencia desde las estructuras conjugadas, que derivan en el totalitarismo; que, en la concepción de Arendt, no se reduce a
sinónimo de dictadura o despotismo, sino que expresa la combinación de varias estructuras afines, que corresponden a
distintos planos de intensidad de la
sociedad. Se puede decir, de una manera rápida, que el análisis de la violencia en Arendt abarca la crisis civilizatoria y cultural, donde es inherente la condición humana[1].
El marxismo
crítico, elaborado y desplegado en los campos
de la estética, le permite a Benjamín hacer auscultaciones en la sociedad,
en los espesores intensos mismos,
donde se manifiestan las complejidades
sociales articuladas. La literatura y el arte, aparecen no solo
como manifestaciones culturales, sino
como producciones sociales, que dan
cuenta de imaginarios y relaciones sociales, que adquieren la tonalidad de la complejidad; saliendo del reduccionismo
economicista y determinista, tan pobre, que no dio cuenta de nada, salvo el
servicio prestado para legitimar las regresiones conservadoras y reaccionarias de los regímenes autodenominados socialistas. El análisis de la violencia en Benjamín, llega niveles penetrantes,
correspondientes a las intensidades
de la experiencia social, en las coyunturas y periodos, que le tocó vivir. El análisis de la violencia adquiere las dimensiones de la historia,
interpretada como dialéctica de la destrucción. La figura
que expresa metafóricamente este frenético desenvolvimiento histórico, vertiginoso y desbocado, es
el del ángel de la historia, que mira
aterrado el pasado; no puede ver el
futuro, pues sus alas extendidas están empujadas por los vientos huracanados,
que también lo propulsan irremediablemente al apocalipsis. Para Benjamín, la revolución, es la suspensión en la historia;
es salir de la historia, suspenderse;
en sus propias palabras y ejemplo sencillo, es parar el tren en marcha[2].
No vamos a detenernos en los análisis de la violencia de Benjamín y Arendt; tampoco en otros del
mismo estilo; nos remitimos a ensayos anteriores. Lo que nos interesa es tener
como referente y enseñanza esta herencia teórica crítica y volver a abordar el acontecer múltiple de la violencia en la modernidad tardía del sistema-mundo
capitalista contemporáneo; ahora, intentando hacerlo desde la perspectiva de la complejidad.
Complejidad singular de la
violencia
Partiremos de la interpretación
que hicimos en recientes ensayos[3];
la tesis es que se recurre a la violencia cuando hay que forzar un proyecto que no concuasa
con la armonía de la complejidad integral. Cuando se busca
imponer una institucionalidad que no concuasa con los ciclos vitales, cuando no forma parte de las armonías de la biodiversidad
del planeta, se tiene a mano el recurso a la violencia, para implantar
edificaciones correspondientes a la artificialidad
lograda por el poder.
La gran diferencia
de los proyectos de poder con los proyectos heredados, dados y por venir,
de la vida, es que la vida sincroniza sus ciclos vitales, sus procesos,
sus composiciones y combinaciones de composiciones, en las
distintas escalas del pluriverso. En
cambio, las edificaciones institucionales del poder solo lo pueden hacer desconociendo los ciclos vitales, las sincronizaciones complejas integrales y
dinámicas de la realidad efectiva.
Habíamos dicho también, que ante semejante quiebre
entre edificaciones del poder y la espontaneidad de la vida, con sus
proliferantes composiciones singulares
creadas y creándose, el poder no
puede sostenerse ni perdurar, salvo con el recurso constante a la violencia. Edificaciones de poder que se afincan en recortes de realidad, que seleccionan, premeditadamente, algunos planos de intensidad de la realidad efectiva, sinónimo de complejidad dinámica, sobre los que se
asienta y cree consolidarse eternamente. Los proyectos, las edificaciones, las mallas institucionales no hallan condiciones de posibilidad para durar permanentemente. El poder, realizado en las formas polimorfas de poder, se encuentra
obligado a recurrir permanentemente a la violencia,
para obligar constantemente a la reproducción
del poder. Sin embargo, estos
esfuerzos, por más tenaces que sean, están destinados a periclitar, pues,
además de no corresponder y no ser parte da las armonizaciones de la biodiversidad,
ni de las sincronizaciones de la realidad efectiva, no gozan de la espontaneidad de la vida de los proyectos vitales, de las invenciones y
creaciones de la vida. Solo la re-incorporación a los ciclos vitales, a las armonizaciones y sincronizaciones de la biodiversidad, pueden lograr esa espontaneidad perdurable.
Considerando estas interpretaciones
críticas del poder, desde la perspectiva de la complejidad, vamos a
lanzar hipótesis interpretativas de
la violencia, en el presente dilatado, en la historia reciente, en las manifestaciones singulares que aparecen
en el crepúsculo del sistema-mundo
capitalista.
Interpretaciones de la violencia
en la modernidad tardía
1.
Los
Estado-nación se han erigido con la guerra
de conquista, obligando a los pueblos y naciones a ser asimiladas a la nacionalidad inventada por el Estado.
2.
Los
Estado-nación dominantes regionalmente, se convirtieron en no solo lo que
equivocadamente llamaba Lenin la “última etapa del capitalismo”, el imperialismo; forma desmesurada del
Estado-nación, que era más adecuado definirla como la última forma posible del Estado-nación.
3.
Las
dos guerras mundiales demostraron que otra forma de Estado-nación, superior,
por así decirlo, al imperialismo, no
es posible. El fracaso de los intentos de expandir el espacio dominado, abarcar
la esfera del mundo, ha llevado a la paz imperialista, que es la que todavía,
en sus extensiones rasgadas y haraposas, hechas hilachas, seguimos
experimentando.
4.
Los imperialismos, en su paz imperial, consignada al mundo, a todos los Estado-naciones, a
todos los pueblos, ha conformado, en mutuo acuerdo entre las potencias
vencedoras de la segunda guerra mundial, un orden
mundial. Este orden mundial es
como la continuación forzada de la genealogía
del Estado-nación, cuando al llegar a su límite, la forma imperialista,
ya se ha convertido no solo en anacrónica,
sino también en composición institucional y estructura
obsoleta. En las condiciones contemporáneas, de la crisis orgánica y estructural de la civilización moderna del sistema-mundo
capitalista, no es sostenible la forma de Estado-nación. Si se mantiene, es
por el recurso a la violencia, no
solo local y regional sino mundial.
5.
En
las genealogías del Estado-nación,
así como en la larga estructuración
de la civilización moderna del sistema-mundo capitalista, es
indispensable tomar en cuenta las genealogías
complejas de la larga conformación de la economía política generalizada[4].
Entre las economías políticas
concretas, que, integradas, conforman la economía
política generalizada, es fundamental tomar en cuenta, en el inicio o el nacimiento de estas genealogías
de poder, a la economía política del
cuerpo, la economía política
religiosa, que separa espíritu de cuerpo, valorizando el espíritu y
descalificando el cuerpo. Se podría decir, que aquí se encuentra el comienzo de las historias singulares del poder. Se captura el cuerpo, para inscribir en él la marca de la separación en
el cuerpo mismo; la marca de su escisión y desgarramiento,
entre lo que podríamos llamar efecto
de las dinámicas corporales, que es
nombrado por las religiones monoteístas, espíritu,
y el cuerpo viviente. Esta separación, obviamente no es real, pues el cuerpo sigue vivo, tampoco hay tal espíritu, independiente del cuerpo,
con vida propia fantasmal. Es una separación
imaginaria, “ideológica”, lograda y sostenida por la separación inscrita, en el cuerpo,
por las mallas institucionales
correspondientes.
6.
Sobre
el substrato de la economía política del cuerpo,
concretamente, de la economía política
religiosa, se asientan las consiguientes
economías políticas concretas. La economía
política del Estado; primero, en su forma
despótica; después, en las variadas formas, que resultan de las correlaciones de fuerzas en el campo social. El Estado-nación moderno
es como el resultado de estas largas
genealogías de las economías
políticas, que separan lo abstracto de
lo concreto, mitificando lo abstracto,
desvalorizando lo concreto.
7.
En
otros textos expusimos nuestras interpretaciones
de otras economías políticas, que van
integrándose y articulándose, en la larga conformación de la economía política generalizada. Ciertamente,
se convierte en referente paradigmático la economía
política restringida, circunscrita al campo
económico. Sin embargo, la economía política
restringida no podría funcionar sino en articulación
con las otras economías políticas
concretas, efectuadas en otros planos de
intensidad social. Hablamos de la economía-política
del signo, que corresponde a la
economía política cultural, que separa cultura
de naturaleza. Hablamos de la economía política de género, que separa en
el cuerpo del ser humano - bifurcando dos figuras, que son constructos culturales -, hombre
de mujer, valorizando al hombre
como ideal, desvalorizando a la mujer
como naturaleza, atada a la reproducción. Hablamos de la economía política del Estado-nación, que
separa Estado de sociedad, valorizando el
Estado como sociedad política, como síntesis política de la sociedad, como unidad abstracta, frente a la pluralidad de la sociedad; por lo tanto, desvalorizando
la sociedad, como incapaz de
gobernarse, debido a su pluralidad. Abrimos la comprensión, de partida, de otras economías políticas concretas, que integran la economía política
generalizada[5].
8.
En
consecuencia, desde la perspectiva
genealógica, además de la perspectiva
de la complejidad, la economía
política religiosa forma parte primordial de la economía política generalizada, no solo por haber constituido el nacimiento de esta generalización, sino porque, en la contemporaneidad, cohesiona y refuerza los engranajes de las máquinas de
poder, máquinas de guerra, las maquinas económicas, las maquinas culturales, del sistema-mundo capitalista.
9.
Lo
que presenta la versión tramada del imperio
– usando ese término polémico de manera ilustrativa -, la “ideología” imperial,
del orden mundial, como “terrorismo”,
que es la interpretación sesgada y
manipulada de la violencia múltiple,
plural, recurrente y desencadenada en plena crisis
estructural del sistema-mundo
capitalista, no es otra cosa que el fantasma
genealógico del infiel, después,
del enemigo, que es descalificado
como anormal, monstruo o amenaza. Violencia que hereda las genealogías
de las formas múltiples y plurales de
violencias anteriores, en etapas preparatorias, por así decirlo, de la globalización y la integración de las dominaciones
locales y regionales en la dominación
absoluta mundial. Con esta interpretación
sesgada y manipulada, oculta su propia violencia,
que es como la madre de las otras
violencias, parte de las que califica como “terrorismo”.
10.
No
se puede tener una mirada parcial de la violencia,
pues esto no es más que un acto
“ideológico”, un procedimiento de legitimación de la propia violencia descomunal efectuada. La violencia, si se quiere, para decirlo
fácilmente, es un fenómeno abigarrado,
que articula distintas formas del ejercicio
de las dominaciones; desde las microfísicas
hasta las macro-físicas. Las
distintas formas del ejercicio del poder,
en sus polimorfas formas, sobre el cuerpo.
La violencia es mundial. Para comprender su fenomenología es indispensable observarla en toda su integridad, en toda su complejidad
dinámica, donde las violencias
sistemáticas de los Estado-nación, que conforman el orden mundial, las violencias
de los imperialismos matizados, las violencias del orden mundial, son los principales componentes. Las otras violencias también conforman esta genealogía presente de la abigarrada violencia total. En este contexto, es bastante insostenible sugerir
y proponer que la violencia se
origina en el “terrorismo”. Sin embargo, es este insostenible absurdo el que se
maneja oficialmente en la interpretación
del orden mundial, de los organismos
internacionales, de los Estado-nación, de los medios de comunicación, incluso
en las academias, conformando sentidos
comunes prejuiciosos, que se convierten en hábitos y habitus.
11.
¿Cómo
adquiere esta genealogía presente de
la violencia la tonalidad religiosa, en su alocución
fundamentalista? En plena crisis
múltiple del sistema-mundo,
cuando los aparatos “ideológicos” de legitimación
del poder ya no funcionan como se espera, pues han quedado rezagados y
anacrónicos, desentonándose con su letargo y aburrido discurso repetitivo, se recurre a las composiciones más ateridas de la economía política generalizada, se acude a las maquinas religiosas.
12.
El fundamentalismo religioso musulmán, no
la religión musulmana, con sus
distintas versiones interpretativas del Corán,
es un fenómeno de la modernidad tardía del sistema-mundo capitalista, en plena crisis estructural y orgánica; fenómeno dado en el clima de su crepúsculo. Parece que, en principio,
aparece como el recurso urgente de los Estado-nación subalternos, para resistir al imperialismo; después, para legitimar
regímenes populistas, que ya ingresaron a su propia decadencia. Lo sorprendente es que, ahora, es el recurso urgente de
los las máquinas de guerra del orden mundial. En primer lugar, los
Estado-nación dominantes del orden mundial, tienen al “terrorismo”
como referente de sus políticas globales de dominación; así
como también las políticas extractivistas
y las políticas especulativas del
sistema financiero internacional. Es decir, es el enemigo principal del orden,
que, además, es denominado mundo,
como si el mundo efectivo se redujera
a la geopolítica desplegada en el
orbe, expandiendo sus espacios de
dominación. En segundo lugar, se convierte en contra-terrorismo; aparatosa política y conjunción de dispositivos
de inteligencia, de intervención y de guerra, que es la cara simétrica del mismo “terrorismo”. Sus procedimientos se vuelven semejantes y similares. En tercer lugar,
se convierte en un proyecto sinuoso,
pretendidamente artero y astuto, de intervención
en los países periféricos.
13.
En
consecuencia, se puede inferir, que
la violencia motejada al denominado “terrorismo”,
corresponde, mas bien, a las dinámicas
integrales de la violencia múltiple
y plural del sistema-mundo capitalista
y de su geopolítica, estructurada
sobre la base de monstruosas máquinas de
guerra, que a plena luz, son aparatosos sistemas
maquínicos excedentarios, pues su desmesura
destructiva es inexplicable.
14.
En
otras palabras, la violencia del
“terrorismo fundamentalista” es complementaria
a la violencia institucional de las máquinas de poder, las máquinas de guerra, las maquinas económicas, las máquinas extractivistas, del sistema-mundo capitalista. Dicho de otra
manera, los enemigos son cómplices de la violencia; se requieren, precisamente, para constituirse como opuestos necesarios.
Más acá y más allá de la
violencia
¿Cómo salir del círculo
vicioso del poder? ¿Cómo salir de las genealogías
de la violencia? No es, visiblemente, ninguna solución, la “guerra
incondicional contra el terrorismo”; ésta no es otra cosa que la profundización
y extensión de la violencia.
Generando no solamente el círculo
envolvente y vicioso de la violencia, sino, también, desatando el terrorismo de Estado en escala mundial. Yendo
hasta las raíces de la problemática, no parece posible salir
del círculo vicioso de la violencia
si no se sale del círculo vicioso del
poder. Esta salida, el desencadenamiento de flujos de fuga multitudinarios, que alteran el orden mundial y lo terminan derrumbando, para crear mundos alternativos, liberando la potencia social, implica
abandonar las reglas del juego del poder. Acordar otras reglas, que coadyuven a liberar la potencia social y las
capacidades creativas de la vida social.
Liberar la potencia social implica potenciar
la humanidad; es decir, realizar
el proyecto humanista, avanzando a su
plenitud. Esta emancipación de la humanidad solo puede darse cuando la humanidad se reconozca efectivamente como parte de la vitalidad múltiple de los seres
del pluriverso y de los ciclos vitales. La humanidad, en tanto tal, no puede encontrarse dispersa, escindida
fragmentariamente; no puede habitar
en geografías políticas,
cartografiadas artificialmente y mantenidas institucionalmente, empleando la disponibilidad de fuerzas amenazantes
del Estado. Ésta es una humanidad
desgarrada; por lo tanto, limitada, reducida a los alcances mezquinos
impuestos por el poder. En consecuencia, no es humanidad como realización
efectiva, sino como posibilidad
inhibida.
Por otra parte, la realización
de la humanidad solo puede darse
considerando y efectuando proyectos de
largo alcance, por así decirlo, que tengan efectos prolongados, no
solo en la coyuntura, en el mediano, incluso en el largo plazo acotado, sino en estructuras
de prolongada duración. Esto quiere decir, que el apostar a proyectos agotadores de corto plazo, incluso de mediano plazo, que beneficien, en el momento, a las élites, incluso a la sociedad
misma, de ese periodo, es develar
la mezquindad y la miseria de los humanos
comprometidos en este nihilismo absoluto. Humanos compulsivos en el hedonismo desenfrenado. Humanos enredados en la ilusión del paraíso del consumo o de la acumulación;
impulsados a las satisfacciones disolutas
en el presente, sin tener en
cuenta la responsabilidad con la humanidad, con su porvenir y proyección de
su presencia en el pluriverso. Humanos
atrapados en las telarañas de
prácticas agobiantes y destructivas del goce
inmediato; poniendo en peligro, la continuidad
de la humanidad, su reproducción potenciadora, aperturando relaciones vitales con los seres del pluriverso.
En conclusión, no hay porvenir para la humanidad
en el sistema-mundo capitalista. Como
tampoco lo había en los sistemas-mundo regionalizados, preparatorios de la generalización de la forma de poder global de la deuda infinita, que es la del Estado
moderno, de su alcance mundial, como orden mundial; preparatorio de la economía política generalizada. Para que
la humanidad pueda encontrar su porvenir y proyectarse, requiere desvanecer la “ideología”, conformada por
conjuntos de fetichismos ateridos;
requiere liberarse de su esclavitud respecto
de sus criaturas, las instituciones fetichizadas. Requiere
entender, comprender y comportarse, en consecuencia, que las instituciones son herramientas que construye para la sobrevivencia y su potenciamiento.
La violencia
múltiple y plural, la violencia
descomunal y desbordada en la actualidad,
es efecto de las dinámicas del sistema-mundo
capitalista; de sus esquematismos
dualistas efectuados, que desgarran los cuerpos,
con los diagramas de poder inscritos
en ellos. La violencia global es el
resultado de una larga acumulación de genealogías
del poder; desde cuando el hombre
se ha encaminado, quizás sin saberlo, a la separación
ilusoria e institucional de la sociedad
humana respecto de la naturaleza.
La violencia, en sus genealogías diversas, forma parte de
esta historia universal, como recorridos sinuosos del nihilismo, del ejercer la voluntad de nada.
[1] Ver
Acontecimiento político. https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/23/acontecimento-politico-i/. https://pradaraul.wordpress.com/2015/06/23/acontecimento-politico-ii/.
[3] Ver Dinámicas
corporales y sociales, también
Metamorfosis y biopoder; así como Subalternidad y máquinas del sistema-mundo. Del
mismo modo, revisar La ilusión del poder.
https://pradaraul.wordpress.com/2016/05/01/dinamicas-corporales-y-sociales/.
https://pradaraul.wordpress.com/2016/05/23/metamorfosis-y-biopoder/.
https://pradaraul.wordpress.com/2016/06/05/subalternidad-y-maquinas-del-sistema-mundo/.
https://pradaraul.wordpress.com/2016/06/20/la-ilusion-del-poder-2/.
[4] Ver Critica de la economía política generalizada.
http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/critica-de-la-economia-politica-generalizada/.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario