Crítica de la economía política generalizada
Raúl Prada Alcoreza
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A mis hijos Francisco, Blanca y Matilde, con quienes tengo una deuda infinita. Con amor de combatiente.
Índice:
Las conjeturas de la vanguardia
La teoría de la lucha de clases
La narrativa devota
La guerra de razas
La revolución india
La asociación de la comunidad
El capitalismo
desde una mirada de la complejidad
El Estado rentista y las políticas monetaristas
Las conjeturas de la vanguardia
Hay un pre-juicio muy equivocado, manejado por los y las revolucionarias, todavía al estilo bolchevique, incluso cuando creen haberlo dejado atrás, creen haberlo superado. La conjetura del destino implícito en la condición de clase se transmite a otras versiones, a otras tesis políticas. Si ayer era el proletariado la consciencia histórica, antes de ayer los son las víctimas, las comunidades indígenas convertidas en víctimas. Otra versión se da, de manera más extensa, cuando se generaliza a los y las subalternas; la condición dominación sufrida convierte a los reducidos a la condición de subalternidad en portadores de una rebelión innata. Pasa con todas las subjetividades definidas en el perfil de las explotaciones, discriminaciones, violaciones. El problema de este enfoque mesiánico es que duplica la dominación de los amos, de los patrones, de los burgueses, de los patriarcas, al reducir a los colectivos, comunidades, subjetividades, en víctimas. Se puede develar una psicología escondida, en una forma discursiva que se pretende interpeladora; aunque se usen adjetivos amenazantes al enemigo de clase, al colonizador, al patrón, al propietario de los medios de producción, al patriarca, en la medida que el núcleo de la representación es la figura piadosa de la víctima se pide, aunque no se lo pronuncie, conmiseración, piedad, reconocimiento.
Por otra parte, al suponer que la victima de por sí guarda una revolución, una subversión innata, se termina reproduciendo las tesis sustancialitas. Esta metafísica, en vez de armar al proletariado, a las colectividades, comunidades y subjetividades afectadas por la colonialidad, a los campesinos sin tierra, a las mujeres dominadas por las fraternidades masculinas, termina desarmándolos. No hay nada innato, esto es metafísica política, como también no hay clase proletaria de por sí; la clase se hace en la lucha de clases. La rebelión, la subversión, emerge en las luchas emancipatorias y libertarias. Se gesta desde las minuciosas y detalladas transgresiones, en los desplazamientos imperceptibles, hasta cuando se dan las explosiones sociales. El y la rebelde, él y la subversiva, se constituyen en la experiencia de las rebeliones y las luchas.
Al mitificar la figura del proletariado, del indígena, del campesino, de la mujer, como sujetos históricos de por sí, se detiene precisamente la historia. Como ya están ahí, de por sí, el proletariado con consciencia de clase, el subalterno rebelde, el indígena subversivo, la mujer transgresora, no hay necesidad de constituir nada. Hay que esperar que se den las condiciones objetivas y subjetivas para que la esperada revolución, como una tierra prometida, se dé lugar. Mientras tanto se difunden las escrituras, las verdades históricas. Estos procedimientos han terminado legitimando burocracias sindicales, clientelismos de toda clase, reincorporación de la mujer temida a nuevas relaciones endulzadas, que preservan las dominaciones masculinas. Estos procedimientos de herencia “bolchevique”, aunque ellos no se hubieran imaginado que sus tesis hubieran causado estos efectos en los herederos, incluso en los que no se sienten sus herederos, la conjetura mesiánica, aunque en lenguaje materialista histórico o lenguaje indianista, o lenguaje feminista, termina inhibiendo las posibilidades de formación por experiencia, por crítica, termina inhibiendo las posibilidades de constitución de subjetividades rebeldes. Termina legitimando aristocracias sindicales, caudillos déspotas, dirigentes corroídos, feminismos liberales. Lo peor, termina anulando, de entrada, la gestación de las rebeliones y subversiones; termina extirpando las posibilidades de la emergencia de luchas emancipatorias y libertarias.
Este estilo “revolucionario”, apologético, termina favoreciendo a los mecanismos de dominación, al castrar de inicio las capacidades críticas de los sujetos sociales. Este estilo forma parte de las formas de reproducción del poder. Por eso mismo, debe ser criticado demoledoramente, pues inocula debilidad, optimismo demagógico, disfraces y simulaciones, que sustituyen a las rebeliones, subversiones y transgresiones efectivas.
Ciertamente las dominaciones actúan sobre resistencias, hay poder porque hay resistencias que vencer. Las dominaciones, las explotaciones, los despojamientos, generan en los dominados, los explotados, los despojados, en los condenados de la tierra, la activación de las resistencias naturales, que son los cuerpos, haciendo emerger resistencias sociales, culturales, políticas. Empero, a pesar de ser esta condición de posibilidad el substrato de los levantamientos, de las movilizaciones, de los movimientos emancipatorios, la activación de las subjetividades transgresoras, críticas, rebeldes, no se da automáticamente, como herencia congénita. Así como las revoluciones, en realidad, son excepcionales en la geografía política de las sociedades, pues la mayoría de los estados se transforma como jalado por las excepcionales revoluciones. Así también, las rebeliones, las subversiones, los perfiles rebeldes sociales, colectivos, grupales, son más bien pocos; la mayoría es afectada por las convulsiones intensas, aunque, mas bien, efectuadas esporádicamente. Los puntos de intensidad, las zonas de intensidad, actúan como campos gravitatorios, haciendo que los entornos, las otras zonas y espacios se muevan como si también hubieran experimentado las explosiones y movilizaciones.
Si el acontecimiento de la revolución es, mas bien, excepcional, si los perfiles de los y las rebeldes son, mas bien, escasos, que se difunda una “ideología” apologética de los portadores del fuego santo, como si se llevara de manera innata este atributo prometeico, es desarmante. Que potencialmente todos y todas podemos pasar de las resistencias corporales a las resistencias sociales, culturales y políticas, es cierto, es plausible, aceptable; sin embargo, esta posibilidad no se realiza naturalmente. Su realización depende del acontecer histórico, sobre todo cuando la experiencia social es aprovechada por las memorias sociales, actualizando en el plano de intensidad del presente aprendizajes e interpretaciones conducentes a liberar la potencia social. La tarea, en el conjunto de interacciones sociales y comunicacionales es activar las capacidades críticas y rebeldes de los colectivos sociales. Esta activación se creía que era parte de las llamadas vanguardias, en unos periodos de aprendizajes, en una época de iniciaciones; seguir creyendo en esta hipótesis, que ciertamente ayudó a actuar, a desatar acciones, organizaciones, rebeliones, insurrecciones, guerrillas, guerras prolongadas, de liberación, anticapitalistas, anticoloniales y antiimperialistas, es mantenerla, a pesar de haber sido contrastada históricamente. Ahora, cuando la experiencia política enseña, cuando se tiene presente el recorrido de vanguardias, de gobiernos socialistas, de estados del socialismo real, mucho más aun, cuando se cuenta con estudios sobre la conducta, sobre el comportamiento, sobre las relaciones sociales, sobre las interacciones de grupos, estratos, organizaciones e instituciones. Cuando se tiene en cuenta la psicología de masas, los análisis de las estructuras de poder, las investigaciones y teorías sobre educación, formación, pedagogía, no se puede sostener las pretensiones de las vanguardias.
Las vanguardias corresponden al modelo formativo de maestro y discípulo; las vanguardias enseñan y los discípulos aprenden, aunque se hayan dado discursos, incluso gestos, de vanguardias que dicen que también aprenden, el modelo sigue siendo este de la dependencia del discípulo respecto del maestro. Ciertamente, el romanticismo transforma la figura convirtiendo la relación de enseñanza en una relación de ejemplo. En este desplazamiento metafórico se retoma la figura de héroe, quien se sacrifica y entrega, convirtiéndose en un ejemplo. De esta manera afecta de una manera, mas bien, sensible, que por convencimiento racional, como en el caso del maestro. Si bien, no se puede hablar, en este caso, el de la figura romántica del héroe, de dependencia de los y las admiradoras, lo que se transmite, entre la trama tejida, donde el héroe es el centro gravitante, es la reiteración del rito del sacrificio. La relación no es de dependencia; sin embargo, el héroe se ha convertido en un ideal, en mito. La distancia entre los mortales y el héroe es tan grande, que sus actos, acciones y entregas resultan inalcanzables. Los héroes terminan consagrados, como los santos, para prenderles velas; empero, la vida cotidiana sigue imponiendo sus habitus perversos. En todo caso, los discursos de las vanguardias, que no dejan su halo romántico, por más que algunas de ellas se consideren científicas y racionalistas, se oponen, viendo el contraste desde una perspectiva estructuralista, a la novela, donde, mas bien, aparece la figura del anti-héroe, como eje de la trama narrativa.
Ciertamente, de las vanguardias de las que hablamos, las aludidas, son las organizaciones o los colectivos, que asumen la tarea de conducir o, amortiguando el alcance del significado, de orientar. En las versiones más contemporáneas, donde ciertas vanguardias se avergüenzan un poco de serlo, hay quienes dicen que facilitan o mejor, apoyan en la formación y en la movilización. Inclusive en este caso, que es el menos ostensivo, las vanguardias no toman en cuenta la potencia social, la capacidad creativa de los colectivos, comunidades, clases, estratos, pueblos, género y subjetividades que son la causa de sus luchas.
No se trata de descalificar y desechar a las vanguardias, sino de comprender los dilemas en los que se entrampan, así como las limitaciones que no alcanzan romper. El sentido de este escrito no es descalificar su entrega y dedicación, que en muchos casos es ponderable, sino que se retome la autocrítica por este lado, por el lado de las limitaciones, que no pueden cruzar las vanguardias. La hipótesis política es la siguiente:
La complejidad de las interacciones sociales devela que tanto las instituciones, las organizaciones y las vanguardias, aunque estas últimas no lo quieran, ni se lo propongan, inhiben la potencia social.
Debemos distinguir, en todo caso, a las vanguardias, con todas las diferencias que las habitan, de los evidentes dispositivos de poder institucionales. En este caso, la tarea no es conducir, formar, orientar, apoyar, como se quiera, hacia proyectos emancipatorios y de liberación, sino la tarea institucional es preservar, conservar y legitimar el orden establecido. En este caso, la tarea es mantener los prejuicios que obstaculizan la crítica, el juicio crítico, que puede encaminarse a la interpelación, después a la movilización. Los dispositivos de poder son también aparatos "ideológicos" de poder, como lo había dicho, en su memento Louis Althusser. Karl Mannheim propuso separar y distinguir "ideología" de utopía. La "ideología" legitima el orden establecido, el Estado, la institución imaginaria de las sociedades, en tanto que la utopía critica este orden, al Estado, a las instituciones, señalando un horizonte alternativo. No se puede desconocer los esfuerzos que hacen las vanguardias, sobre todo aquellas que lo hacen de una manera apasionada y consecuente. El problema no está ahí, en su entrega, sino en el arquetipo de esta conducción emancipadora, arquetipo que no se libera de la secuela de la relación de dependencia entre maestro y discípulo.
La historia de las vanguardias es problemática; en muchos casos son historias de novela, de gente dedicada, que consagra su vida a la causa. Esto es el gasto heroico. Sin embargo, no es una historia continua; sino más bien intermitente, con rupturas y redefiniciones; por eso mismo, con fragmentaciones, separaciones, incluso con retornos al "pragmatismo" y al realismo político. Quizás los más grandes desafíos aparecen cuando se llega al poder, como consecuencia del empuje de la sublevación social. Parte de las vanguardias tenían como fin esto, llegar al poder, para transformar la sociedad; otra parte de las vanguardias, las menos, entienden que la toma del poder sólo es un paso en el camino. Sin embargo, de todas maneras, cuando se ven en el lugar apetecido o, en su defecto, odiado, quedan como sorprendidos, ante dilemas desgarradores. ¿Qué hacer? La mayoría termina seducida por esas atmósferas deslumbrantes, apoteósicas, de disponibilidad de fuerzas, cargadas de símbolos absolutos; pocos, intentan utilizar la maquinaria estatal para transformar, sin darse cuenta que no se puede transformas con una maquinaria destinada a no-transformar, más bien, a conservar la disponibilidad de fuerzas, el monopolio de la violencia legítima. Las vanguardias terminan derrotadas por el poder, precisamente cuando lo conquistan; ¡qué paradoja más asombrosa!
Una segunda hipótesis política, a propósito de esta paradoja:
Las vanguardias se enfrentaron a la representación del poder, al imaginario odiado del poder; empero no conocen el poder efectivo, la materialidad contundente del poder, la enmarañada complejidad de sus engranajes y funcionamientos entrelazados, concomitantes y cómplices. Cuando entran a la cueva del monstruo quedan atrapados por las enredaderas y la cabeza de medusa. Eso pasa, porque la lucha, en gran parte es una lucha contra imaginarios, que ocultan o no reflejan los referentes materiales, que son sólidos, consistentes y longevos.
Las vanguardias al hacer apología de figuras de referencia de sus luchas - pues eso lo son, no se trata de los protagonistas, actores, perfiles concretos del proletariado, de las comunidades, de los pueblos, de los estratos subalternos, de las mujeres -, construyen su propia soledad poblada de fantasmas. Al representar a estos sujetos sociales y subjetividades de esa manera tan enaltecedora, al final, cuando creen que están siendo acompañados por el empuje desbordante de la clase, del pueblo, de la nación, sólo lo están por las representaciones que las mismas vanguardias han construido. Puede ser que parte del proletariado, el plural, diferencial, singular, no sólo acompañe al drama de las vanguardias, sino hasta trate de seguir adelante, ante la evidencia de las contradicciones; sin embargo, lo más probable es que ante los hechos se muestren tal como son, están más cerca de las necesidades que de los sueños.
Los sujetos sociales no son representaciones, no son figuras del imaginario, sea romántico o pretendidamente histórico; son cuerpos singulares, atravesados por historias propias, específicas, historias atiborradas de contradicciones minuciosas, mezquindades pequeñas, combinadas con solidaridades de entornos. Estos sujetos, en su pluralidad de singularidades, requieren también de la ocasión de des-construirse y constituirse. Requieren ser interpelados, no enaltecidos, pues todos venimos del mismo drama, de las internalizaciones del poder.
La tercera hipótesis va en el sentido de la pedagogía política:
No se trata de enseñanza, de conducción de orientación, de apoyo, sino de aprendizaje colectivo. De participación en la deliberación y reflexión colectivas sobre lo que nos atinge como humanos, como clase, como pueblo, como subalternos, como subjetividades moduladas por el género. Se trata de deliberación y consenso, de asociación y movilización colectiva.
No hay nada que sea innato, a no ser la herencia biológica; empero, hablando del acontecer histórico-político-social-cultural somos lo que ha constituido el mundo en nosotros, mundo que también ha sido constituido por nosotros. Somos lo que la sociedad imaginaria, el Estado, apoyado por la materialidad de las mallas institucionales, ha constituido en nosotros. Somos las violencias cristalizada en nuestros huesos, aunque también las alegrías de los momentos intensos de afectos, cuando vemos, como en los vahos del bosque, los claros, la bella elocuencia de la vida y de sus colores. La rebelión no está ahí, como semilla, que ha de crecer espontáneamente. La rebelión es una creación propia, un arte; es la alternativa que se tiene para tejer la intensidad singular de nuestras voluntades de potencia.
Cuando decimos que hay que liberar la potencia social, nos referimos también a esto, a activar las capacidades creativas, las capacidades inventivas, las estéticas de la que somos capaces los humanos. Esta pedagogía estética, liberadora de la potencia, es un trabajo colectivo, no de vanguardias.
Partimos de la siguiente tesis:
La potencia social es energía, dinámica, generada por múltiples cuerpos y capacidades creativas asociadas.
El secreto está en la asociación; a partir de esta complementariedad se crea energía. En este caso, potencia social. Todo es asociación, las partículas infinitesimales se asocian y forman fotones, hasta las partículas infinitesimales son también composiciones de asociaciones de partículas más infinitesimales aún. En el caso del ser humano, ser que no puede ser entendido sino como asociación, composición de asociaciones, una vez constituido, no podría sobrevivir sin asociaciones.
Podríamos preguntar: ¿Cómo se dan las asociaciones? ¿Cómo explicarlas? ¿Qué fuerzas las empujan a asociarse? Las fuerzas mismas, en todo caso responden también a asociaciones, a composiciones de asociaciones. ¿Son las distintas formas de gravitación, en los distintos niveles? ¿Qué es entonces la gravitación o, mejor dicho, las distintas formas de gravitación? ¿Es así o algo diferente?
En adelante, vamos a hacer una digresión, para hacer algunas anotaciones sobre la fuerza fundamental constitutiva del universo, la fuerza de la gravedad, para tocar un substrato inaugural, en los fenómenos dados en el universo, por lo tanto en la vida, así como en la vida social humana, vinculados a las interacciones asociadas.
Los campos gravitatorios
La gravedad es considerada una de las cuatro fuerzas fundamentales constitutivas del universo. La gravedad nos da la sensación de contar con el atributo de peso. En la superficie de la tierra, la aceleración originada por la gravedad es 9.81 m/s². En sus estudios y análisis Albert Einstein deduce que la fuerza de la gravedad es una ilusión, un efecto de la geometría del espacio-tiempo. Ocurre que la tierra deforma el espacio-tiempo del entorno; en consecuencia es el propio espacio-tiempo el que literalmente nos empuja hacia el centro de gravitación. En este sentido, se interpreta que la gravedad se comporta como fuerza de atracción, en tanto que la energía oscura se comporta como una fuerza gravitacional repulsiva, causando la acelerada expansión del universo. El gran teórico e investigador físico matemático de la relatividad comprobó que la gravedad no es una fuerza de atracción, sino un fenómeno de la distorsión de la geometría del espacio-tiempo, distorsión que responde a la influencia de las masas que lo curvan. La gravedad es la interacción fundamental dominante, rige los fenómenos a gran escala. En cambio las otras fuerzas fundamentales intervienen a escalas más pequeñas; el electromagnetismo es constitutivo de los demás fenómenos macroscópicos; la fuerza de interacción nuclear fuerte y la fuerza de interacción nuclear débil intervienen sólo a escala subatómica. En la teoría de la relatividad general, Albert Einstein efectúa un análisis distinto de la fuerza y fenómeno gravitatorio. Como dijimos, la gravedad se entiende como manifestación de la distorsión geométrica provocada por de la masa en el tejido del espacio-tiempo.
Tomando en cuenta la mecánica clásica; es decir, la ley de la gravitación universal de Newton, considerando sus apreciaciones empíricas, se han llegado a las siguientes señaladas conclusiones:
a) Las fuerzas gravitatorias son de atracción. Cuando se observa que los planetas describen una órbita cerrada alrededor del sol se toma como corroboración de esta tesis. Se considera también que una fuerza atractiva puede producir también órbitas abiertas; sin embargo, se concluye que una fuerza repulsiva nunca podrá producir órbitas cerradas.
b) Las fuerzas gravitatorias tienen alcance infinito. Dos cuerpos, por muy alejados que se encuentren, experimentan esta fuerza.
c) La fuerza asociada con la interacción gravitatoria es central.
d) A mayor distancia menor fuerza de atracción, a menor distancia mayor la fuerza de atracción.
Todavía sigue utilizándose la ley clásica sobre la gravedad. Se puede decir que el alcance de validez de esta teoría es relativo a los cuerpos físicos que se encuentran dentro el sistema solar.
Considerando la mecánica relativista; en primer lugar, la llamada teoría general de la relatividad, podemos hacer algunas anotaciones de importancia. Albert Einstein examinó críticamente la teoría newtoniana, revisándola estructuralmente en la teoría de la relatividad general. En lo que respecta a la interacción gravitatoria, la concibe como una deformación de la geometría del espacio-tiempo por efecto de la masa de los cuerpos. Propiamente hablando, no existe la fuerza gravitatoria; esta fuerza es una ilusión, un efecto de la geometría del espacio-tiempo. La tierra deforma el espacio-tiempo del entorno planetario. Desde esta perspectiva, se puede decir que es el propio espacio-tiempo el que se mueve, el que induce hacia el centro de gravitación. La deformación geométrica se caracteriza por el tensor métrico, que satisface las ecuaciones de campo de Einstein. En este sentido, la fuerza de la gravedad newtoniana es un efecto asociado.
En lo que respecta a las ondas gravitatorias, la relatividad general predice la propagación de ondas gravitatorias. Estas ondas son susceptibles de medición si las ocasionan fenómenos astrofísicos violentos; por ejemplo, el choque de dos estrellas masivas, así como los remanentes del Big Bang. Estas ondas han sido detectadas de forma indirecta en la observación de la variación del periodo de rotación de púlsares dobles. Las teorías cuánticas proponen la tesis de la unidad de medida de la gravedad, denominado gravitón; partícula ligada a esta fuerza de la gravedad. Se trata de la partícula asociada al campo gravitatorio.
A partir de estos avances científicos se pueden observar, estudiar y analizar sucesos que antes eran inexplicables, incluso no podían ser observados. Entre estos sucesos, ahora estudiados, podemos citar al que corresponde a la desviación gravitatoria de luz hacia el rojo; fenómeno observable situado en campos con intensa gravedad. La frecuencia de la luz decrece al pasar por una región de elevada gravedad. También podemos citar el estudio de la dilatación gravitatoria del tiempo; los relojes situados en condiciones de gravedad elevada marcan el tiempo más lentamente que relojes situados en un entorno sin gravedad. Otro fenómeno estudiado es el efecto Shapiro, que se refiere a la dilatación gravitatoria de desfases temporales; diferentes señales atravesando un campo gravitatorio intenso necesitan mayor tiempo para hacerlo. Siguiendo con los ejemplos, tenemos al estudio del decaimiento orbital debido a la emisión de radiación gravitatoria. Este fenómeno es observado en púlsares binarios. Por último, citamos el estudio de la precesión geodésica; debido a la curvatura del espacio-tiempo, la orientación de un giroscopio en rotación cambiará con el tiempo.
Ahora, considerando la mecánica cuántica, sobre todo en lo que respecta a la búsqueda de una teoría unificada, podemos anotar, en primer lugar, que no se dispone de una teoría validada, tampoco de una descripción cuántica de la gravedad. Se han dado lugar a interpretaciones promisorias como la tesis de la gravedad cuántica de bucles, así como la teoría de súper-cuerdas, también llamada teoría de twistores; sin embargo, estas propuestas teóricas no logran convertirse en un paradigma completo. Stephen Hawking sugirió que un agujero negro debería emitir cierta cantidad de radiación, efecto que se llamó radiación de Hawking, hipótesis que aún no ha sido verificada empíricamente[1].
Ahora bien, ¿Qué tiene que ver este asunto del débete teórico sobre la fuerza de la gravedad, constitutiva del universo, con nuestra pregunta sobre la fuerza o fuerzas que empujan a las asociaciones? Como dijimos en otros ensayos, nada que le pase al ser humano, a las sociedades humanas, no se encuentra en el universo, incluso como posibilidad, que también es una forma de ser[2]. La gravedad, aunque no sea una fuerza, mas bien, un campo, mejor dicho una distorsión en el tejido del espacio-tiempo, explica los movimientos de los cuerpos, que, en definitiva, interactúan. Hay pues una analogía, aunque sea metafórica, en cuanto en lo que respecta a que las asociaciones son también interacciones.
Tesis sobre las asociaciones e interacciones sociales
De nuestras anotaciones anteriores, podemos poner en mesa eso de que es el espacio-tiempo el que se mueve, que la fuerza de la gravedad, como tal no existe, pues se trata de una distorsión del tejido del espacio-tiempo. Se puede hablar de algo parecido en lo que respecta a las sociedades humanas. ¿Hay algo como el tejido espacio-tiempo-vital-social que se mueve, que se curva, que se distorsiona, ante la presencia cuerpos sociales? De tal manera, que cuando se curva obliga a los cuerpos a interactuar, a moverse en órbitas, empuja a asociarse a los cuerpos. ¿Cómo es que los cuerpos están ahí, en el tejido espacio-temporal-vital-social? Los cuerpos forman parte del tejido, no están antes ni después del tejido, son acontecimientos del tejido. ¿Cómo explicar un tejido que se curva ante sus propias texturas, nudos de texturas?
Es el tejido espacio-tiempo-vital-social el que crea los cuerpos, los mismos que hacen curvarse al tejido, distorsionan el tejido, curvaturas, hundimientos, que obligan a los cuerpos a interactuar. El tejido espacio-tiempo-vital-social actuaría de varias formas; crea cuerpos, se curva ante la presencia de los cuerpos, empuja a los cuerpos a interactuar, a asociarse.
¿Qué clase de tejido es? ¿Cómo configurar el tejido espacio-tiempo-vital-social? Por cierto lo de tejido es una metáfora. Empero, la imagen de textura queda; entonces, ¿qué clase de textura es? ¿Con qué clase de hilos se teje, que enlazan energía oscura con energía luminosa, materia oscura con materia luminosa?
Formamos parte del tejido espacio-temporal del universo, no somos ajenos, somos parte de este tejido. Si es el espacio-tiempo el que se mueve, entonces se mueve, moviendo cuerpos, los que también afectan al movimiento mismo del espacio-tiempo. La interacción de la que tenemos que hablar es mayor, es la interacción compleja de todo el tejido espacio-temporal. Se trata de interacciones en distintos niveles del tejido espacio-tiempo. Las asociaciones humanas, las acciones humanas, responden a la interacción múltiple y compleja de todo el tejido espacio-tiempo-vital-social. Se trata de comprender que cada acto humano actúa interactuando en distintos niveles con todo el tejido espacio-tiempo-vital-social. Aunque pueda hablarse de diferenciales intensidades de esta interacción integral. El recurso de una interacción humana no solamente implica el bagaje social, cultural, político, económico de sus sociedad o, si se quiere de todas las sociedades, en un mundo integrado, sino que implica a toda la biodiversidad, a todo el planeta, a todo el sistema solar, a la vía láctea, a todas las constelaciones; también, entonces a las moléculas, a los átomos, a las partículas, que también interactúan, al mismo tiempo. Por lo tanto cada acto humano, por más insignificante que sea, mueve a todo el universo. Este es el acontecimiento.
A partir de este acontecimiento no puede ser pues extraña la asociación. La asociación está impulsada por el acontecimiento. Somos el acontecimiento. Nuestro cuerpo es asociación de células, que suponen asociación de moléculas, las que suponen asociación de átomos, que, a su vez, suponen asociación de partículas. Este acontecimiento es el acontecimiento de la asociación múltiple, plural, en distintos niveles, e integrada. La asociación es parte constitutiva del universo, las asociaciones humanas no son ajenas a lo que acontece en el universo.
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