sábado, 23 de abril de 2016

México: Intensidades sociales y territoriales

México: Intensidades sociales y territoriales

Estado-nación, resistencias y revolución


Raúl Prada Alcoreza

 

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Índice:

Acontecimiento México                                                    

La invención del mundo moderno                                                

La formación del Estado-nación en México                      

El Estado, institución corrosiva de la sociedad                    

Estado asesino                                                                              

Contra el Estado de la muerte, por la sociedad de la vida           

La sociedad rehén                                                                         

Antagonismos complementarios                                          



Dedicado a las carnales intensidades mexicanas.


























Intensidad

De tus pulsiones

Tus corrientes sanguíneas

Tus ímpetus desbordados

Manadas inventando territorios

Extendiendo inmensas explanadas

Y explosiones de afectos geológicos

Montañas arañando la piel suave

Tenue

Del cielo

Intensidad

De tus pasiones desatadas

Enjambre primaveral de luces

Coloreadas por pintores insomnes

Intensa

Forma de amar

Entrega romántica

Heroica

Como guerrera del alba

Levantándose sigilosa

Felina

Atacando la penumbra de las fortalezas

Con luces incandescentes

Iluminando hasta los sótanos del alcazar

Intensa

Manera de pelear

Contra la conquista repetida

De argonautas espectrales

De quienes sólo se ve la visera

De la armadura

Intensa

Mirada encendida

Quemando la atmósfera

Fuego inicial

Creando por afecto

El universo heredado

Creyendo

Fuese el grito solitario

Inconforme

No es ese tu coraje

Sino

El anhelo de multitudes

 

México

No hay soledad en el mundo

El laberinto

Es el poder

Fantasma carcomido

Por los gusanos de la frustración

México

Eres la intensidad de los cuerpos

Y de la tierra

La pasión convertida en vegetales

Verduras laboriosas

Alimentando

Al mundo

Con la sabiduría de tus manos

 

Eres Abya Yala

Continente entre las aguas

Sueño de utopías

Voluntad aventurera

Territorio de memorias insistentes

Recuerdo del futuro

 

Nadie pude mancillar tu nombre

Menos los déspotas de turno

Los patrones absolutos

Máscaras grotescas

Del mando impotente

Patrones

De la propiedad usurpada

A lo común

Tampoco los mercenarios

Odios recónditos

Sepultureros de la vida

Tampoco los funcionarios de las reglas

Geometría derrotada

Repetidas en sus marcas fosilizadas

Arqueología obstinada

De sacerdotes estériles 

Tampoco los intelectuales conformistas

Pretenciosos engreídos

Dueños de la palabra vacía

México

Nadie puede apropiarse de tu palpitar

Intenso

 

Los cuerpos

Jóvenes, lozanos

Generosos

Sustentando tus ciclos

Cuerpos sensibles a la música

Enredadera creciente de tus composiciones

Sostienen tus recuerdos poéticos

Tus danzas sensuales

Seductoras de universos

Los cuerpos sensibles

Sostienen tus rebeliones iconoclastas

Escritura barroca

Convocando

A las constelaciones agitadas

En la convulsión intrépida de sus partículas

Perdiéndose en la oscuridad creativa

De la inmanencia

Materia ensimismada

En las reflexiones de la nada

 

México

Levántate con todos tus recuerdos

Con todos tus sueños

Con todas tus canciones

Con todos tus lenguajes entrelazando

Espacios y tiempos curvos

Levántate

Intensamente

Como sabes

Recreando los ciclos

De la vida   


Sebastiano Monada México insurgente







 

Acontecimiento México




Dedicado a los y las movilizadas por los desaparecidos de Ayotzinapa.

¿Historia? ¿Historia de un país, historia de un Estado? Ya discutimos en los escritos sobre historia reciente el concepto de historia[1], incluso el de historia reciente, aprovechando los problemas que plantea, desde el enfoque del presente extendido o dilatado. Sin embargo, dejando en suspenso esta discusión, nuestro cuestionamiento al concepto secuencial y temporal de historia, ahora, nos preguntamos ¿quién hace la historia? Los países, los estados; ¿por qué atribuir a estas referencias la condición de sujetos? ¿Lo son? Fuera también de recordar que cuestionamos el concepto de sujeto, concepto que deviene del concepto de soberano, el único sujeto, propiamente dicho. Dejando también en suspenso esta observación, reparamos nuevamente que se atribuye, en términos de proyección, de irradiación, la condición de sujeto a algo, a la institución, a un lugar, a un territorio, a una región, a una geografía, que no tiene esta condición de sujeto, por lo menos en el sentido atribuido al ser humano. Tanto como soberano, así también como voluntad; lo mismo si se le da el significado de persona. Ciertamente, etimológicamente, tiene otras acepciones, como el colocado abajo, que viene del latín subjetus, participio pasivo de subjicere. Así como  cuando hablamos de sujeto, reconociéndole su subjetividad; cuando recurrimos al concepto de subjetivo, que señala a la condición personal, a la condición individual; cuando nos referimos al sujeto gramatical, que vine del latín subjectivus, que significa propio de alguien, pero no como objeto, sino precisamente como sujeto, sino como pensamiento propio, incluso, podríamos decir como inmanencia. Si dejamos en suspenso estas observaciones, si llegáramos a comprender que la subjetividad es propia de la vida, de todos los seres, sería difícil sostener, salvo metafóricamente o por proyección, la condición de sujeto al país y al Estado.

Lo que hace historia, para no decir lo que hace la historia, pues esta la historia no existe, no podría existir, diferenciándose de otras múltiples historias posibles, en todo caso, comprendiendo historia no solamente como relato, narración, incluso memoria, sino como realización social, no podría hacerse historia sino socialmente, vale decir en tanto dinámicas sociales. Hablar de que las sociedades hacen la historia es hablar desde una generalidad tan grande que se pierde la fuerza de enunciación; tampoco podríamos volver, aunque se aproxime  a la idea, a decir que los hombres hacen la historia, sin embargo, bajo determinadas condiciones[2]. No solamente porque no podemos excluir a las mujeres de este hacer historia, sino no son sujetos abstractos los que hacen historia, sino son singularidades, si se quiere, subjetivas, las que lo hacen, las que se asocian, las que componen, las que crean, las que despliegan recorridos, las que fundan, consolidan, institucionalizan, transforman. Entonces hay que situarse en las dimensiones de estas dinámicas singulares para poder darle significados apropiados, sostenibles, a esto de hacer historia.

Una mirada retrospectiva nos muestra el acontecer que llamamos historia como múltiples recorridos, efectuados por humanidades congregadas, asociadas, que forman instituciones, construyen ciudades, ceremoniales o de concentraciones, de ferias esporádicas o permanentes, que se mueven espacialmente, que conforman imperios o, en contraste, se encuentran en constante línea de fuga, como los nómadas. Las humanidades aparecen como conglomerados humanos, situados, dispersos, en movimiento, que se encuentran, forman otros nudos, otros tejidos, ocupan territorios, se asocian, conforman alianzas, fuera de haber conformado filiaciones, también chocan, se enfrentan, entran en guerra. Ahora bien, este acontecer de las sociedades humanas no puede enfocarse localmente, regionalmente, sino mundialmente. La humanidad está en el mundo. En este sentido, tampoco hay una historia nacional; la historia, en todo caso, es siempre mundial. Lo que no es lo mismo de hablar de una historia universal, pretensión imperialista.  La historia mundial, comprende multiplicidades de historias efectivas, dependiendo de los cortes, los enfoques, las miradas, los referentes, las secuencias, los periodos, las épocas, los ciclos, también dependiendo de los contextos.

La historia de México no puede ser sino historia mundial. La pregunta es ¿qué es lo que acontece en el mundo para que emerja un acontecimiento México, para que este acontecimiento despliegue recorridos, incursiones, expansiones, mermas, para que este acontecimiento contenga multiplicidades de singularidades y de singulares procesos entrelazados, que contenga dramas, tragedias, realizaciones, frustraciones, consagraciones, de multitudes? Para decirlo de una forma, los y las mexicanas nunca estuvieron solos en el mundo, estuvieron en el mundo; al estarlo co-accionaron con otros y otras identidades colectivas – usando este término discutible de identidades -, fueron afectados por otras fuerzas, afectaron a otras fuerzas. Para responder a la pregunta ¿cómo hemos llegado a ser lo que somos en el momento presente?[3], es indispensable una mirada retrospectiva que tenga en cuenta esta configuración de dinámicas sociales singulares, de recorridos singulares, en constante asociación, composición,  en constante artesanía de tejidos, tejiendo redes. Esto es precisamente lo que intentaremos hacer.

En Nueva historia mínima de México Pablo Escalante Gonzalbo dice que México es muchos Méxicos. No solo se refiere a las diferencias sociales, sino a la condición multiétnica de la población, de los pueblos,  que conforman o, mas bien, constituyen, además de componer, de crear composiciones variadas, de lo que llamamos México, como un denominativo de connotaciones compartidas. Como Estado-nación, como conglomerado cultural afín, como sociedad histórica, como geografía política, como subjetividades reconocidas, como modismos y comportamientos. El autor citado escribe:

La división más antigua, y una de las más determinantes para la historia, es la que existió entre una civilización agrícola que se extendió en la mitad meridional del territorio y los pueblos de agricultura inestable y cazadores-recolectores que vivieron en el norte árido. Nuestra predilección por el gran Tenochtitlan como sitio de referencia de la nacionalidad, nuestra familiaridad con Moctezuma Ilhuicamina y con Nezahualcóyotl, no deben hacernos olvidar que otros antepasados nuestros vivían en rancherías de las montañas de Chihuahua, cerca de lobos y osos, y otros más caminaban desnudos por las ásperas tierras de Baja California, mirando casi siempre la línea del mar[4].

Nacimiento, si podemos hablar así, puesto que nos referimos a la nación, plural, como todo nacimiento, a pesar de los mitos de origen, a pesar de la historia oficial, que se refiere a un origen, como comienzo de la historia de la nación. Escalante continúa:

El peso demográfico y político de los pueblos meridionales como los nahuas, los zapotecos o los mayas, contribuyó a su supervivencia y a su integración en el nuevo orden surgido a raíz de la conquista española. Estos pueblos lograron, de diversas formas, insertar sus costumbres, sus imágenes, su memoria, en el tejido de la historia nacional.  Las ideas y las historias de los cazadores de Coahuila, en cambio, o de los pueblos de Jalisco o Zacatecas que se reusaron a aceptar el dominio español, fueron borradas con el exterminio de esos pueblos. Otros, como los tarahumaras y los seris, han sobrevivido en el borde de las barrancas, en el filo de las playas desérticas, y en el límite de la historia[5]

Esta es una mirada retrospectiva, no al estilo de la genealogía, sino de la historia nacional. Se narra desde un presente, como si ese presente estuviera esperando, como historia nacional, hasta ese momento, a los pueblos que dieron nacimiento a la nación. Una historia que evalúa lo que hicieron o dejaron de hacer los pueblos; lo que unos hicieron para sobrevivir, lo que otros hicieron para desaparecer. La hipótesis es que los pueblos que sobrevivieron son los que se adecuaron al nuevo orden impuesto por los conquistadores.
No vamos a efectuar, ahora, una interpretación deconstructiva de la narrativa de la historia nacional. Lo que interesa, ahora, es la información transmitida por investigaciones historiográficas, basadas en fuentes, armadas y descritas con la objetividad  de la academia. Dejaremos de lado la “ideología” interpretativa, que tiene que ver con la trama narrativa construida. En este sentido, es apreciable la descripción de la pluralidad étnica del nacimiento de la nación. Por otra parte, la descripción de la diferencia entre los pueblos meridionales y septentrionales ayuda a comprender que la pluralidad étnica contiene también otras pluralidades, esta vez, si se quiere técnicas, para no hablar de diferenciaciones culturales o diferenciaciones civilizatorias. También se describe, como ya lo dijimos, la diferencia en las resistencias de unos pueblos y otros a la conquista y colonización española. Estas pluralidades son importantes tomarlas en cuenta para sostener nuestra hipótesis interpretativa del acontecimiento México.
Son pues singularidades las que se ponen en marcha, las que entran en dinámicas sociales, culturales, de caza y recolección, agrícolas, las que conforman composiciones sociales más complejas, las que construyen instituciones, que no solo suponen la estructura y la organización, sino también los imaginarios. La historia efectiva, a diferencia de la historia oficial, que es una narrativa teleológica, es más bien una tejedora de varios hilos, de varios diseños, que se conectan, que se entrelazan, que se desanudan, componiendo coloridos textiles, donde se inscriben narrativas colectivas simbólicas. La historia efectiva no es teleológico, es aleatoria.
Lo emocionante es atender a la creatividad, a las capacidades inventivas, de las múltiples singularidades, que componen tejidos sociales complejos, que no son interpretados por los historiadores, salvo haciendo recortes, para poder armar secuencias. Lo impresionante es la potencia social creadora de mundos, aunque estos contengan dramas y tragedias humanas como la conquista y la colonización. Se puede decir, siguiendo a Serge Gruzinki, que los mexicanos inventaron el mundo moderno[6]. No lo dice Gruzinski, sino que es una conclusión nuestra.  La primera conquista colonial moderna de gran escala fue la conquista de México, es cuando conquistadores y conquistados se transforman, se convierten en humanos modernos. El hombre moderno, usando el nombre de género dominante de la humanidad, por lo menos durante gran parte de la modernidad, son el conquistador y el conquistado transformados, no solo por el acto de la conquista y la acción de la colonización, sino por el mismo mundo que se está constituyendo, como mundo moderno.
Que primero los conquistadores se apropiaron del mérito de este acontecimiento que cambiaba el mundo, acontecimiento no comprendido en absoluto por quienes creían que se trataba de una extensión de Europa, después por quienes que consideraban que era un logro de la revolución industrial y el libre mercado, posteriormente por quienes consideraron que se trataba de evolución civilizatoria, concebida como desarrollo. Todas estas narrativas lo que hicieron es relatar desde la perspectiva de los vencedores; se construyeron una historia universal a imagen y semejanza. Narrativa, por cierto, pobre, en comparación con los tejidos sociales y culturales que compusieron las poblaciones, pueblos, sociedades, comunidades del mundo.  Estos tejidos espacio-temporales no han sido leídos. 
Ciertamente hay que re-escribir, no la historia, por que no la hay, salvo en el imaginario institucional, sino las expresiones de las memorias sociales, que contienen las huellas de las experiencias sociales. No se trata, de ninguna manera, de escribir la historia desde el sud, como dicen los de-coloniales, pues esto es escribir lo mismo o de la misma manera, solo que desde otro ángulo de la misma geopolítica del sistema-mundo capitalista, con otros nombres, otros escenarios, otros discursos y otros colores.  Se trata de escribir, re-escribir, des-cribir, leyendo estas composiciones de los textiles sociales.

Los que vencieron creen que, porque vencieron, la victoria es una verificación de su razón de Estado. Puede ser de su razón de Estado, de su razón de poder, de su razón de dominio;  pero, esto no quiere decir que tengan razón, respecto, por ejemplo a la complejidad de la vida, a la complejidad de las composiciones sociales, a la experiencia memoria social. No la tienen, pues no han entendido nada. ¿Qué son poderosos? Lo son, pero de qué. Han acumulado riquezas, materias muertas, antes, símbolos de prestigio, ahora signos brillantes de consumo desbordante, riquezas ahora cuantificadas por la valorización abstracta, acumulando datos estadísticos. Tienen instrumentos destructivos, ¿para qué? Para intimidar, para descargar violencias disciplinarias, policiales, para ocupar territorios, para mantener una guerra interminable contra sus fantasmas. Se trata de juguetes peligrosos en manos de hombres inmaduros vernaculares. No están a la altura de la madurez que exigen las memorias del mundo.

Para ilustrar lo que dijimos, que los mexicanos inventaron la modernidad, me remito a los libros de Serge Gruzinski. No los vamos a exponer; solo haremos hincapié en el renacimiento indígena que supera en alcance, en extensión, y en comprensión del mundo, al renacimiento dado en la Europa del siglo XVI. También vamos a remarcas la trasformación del mundo a partir de las circulaciones y transferencias de una civilización agrícola que ha aportado a las sociedades la mayor parte de las verduras que hoy se consumen. Ciertamente también México se transformó con la llegada de instrumentos, de animales, aunque también de instituciones, de formas administrativas, de economías destinadas al mercado, sobre todo al mercado mundial. La revisión que hace Gruzinski de los diarios de nobles nahual es sobresaliente; los diarios expresan una mentalidad moderna, la comprensión de un mundo integrado.

Acontecimiento México por atender al acontecer y no a la narrativa retrospectiva, al acontecer de un presente extendido, que actualiza sus planos y espesores de intensidad sedimentados en la geología de la formación social-territorial, inscritos en los cuerpos como huella de la experiencia, guardados en la memoria socialAcontecimiento por abrir un horizonte histórico y cultural en un momento y lugar donde se perdió el viejo mundo, naufragó, y se abrió paso el nuevo mundo, transformando subjetividades, relaciones, estructuras, instituciones, imaginarios. Acontecimiento por acontecer en el ahora, con nuevas composiciones de tejidos sociales complejos, que tampoco son interpretados por las academias, por las vanguardias intelectuales, mucho menos por las interpretaciones oficiales, institucionales y burocráticas. Acontecimiento que bulle en las múltiples resistencias, en distintos planos de intensidad, que aparece actualizando dinámicamente sus sedimentaciones, sus memorias, sus experiencias, en un presente, que nunca es el mismo, sino la singularidad de la coyuntura que combina la complejidad de una determinada manera, propia para el momento. Acontecimiento porque es vida, ciclos vitales, memoria sensible, creatividad permanente. Acontecimiento también porque convoca, solicita a los cuerpos liberarse de las inscripciones del poder, de los fetichismos institucionales, liberar la potencia, actuar, volver a inventar otro mundo, pues el que vivimos ya se ha clausurado. 


Leer más: http://dinamicas-moleculares.webnode.es/news/mexico-intensidades-sociales-y-territoriales/

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