miércoles, 13 de abril de 2016

Crítica de la ideología II

Crítica de la ideología II


Raúl Prada Alcoreza


 Frida 2


 Índice: 

Defensa de la vida y lo común

Contra-vida
El sistema-cultura-mundo capitalista                                 
Expropiación de lo común
Lo común no es estatal ni privado                            
Los alfiles y caballos del modelo
colonial extractivista                                                                         

Cartografías políticas singulares

Estructuras de poder viciosas                                                        
Las peculiares formas del poder                                                                          
Juegos de poder                                                        
Genealogía y hermenéutica del presente                  
Genealogía de la decadencia                                      

Potencia social o poder

Alteridad y/o gubernamentalidad                                                  
Pliegues y despliegues de los
movimientos sociales                                                
Complejidad de los movimientos sociales                
Alteridades y alternativas en
la movilización prolongada                                       
Conclusiones                                                                        
La política en tiempos del estaño y el petróleo
En busca de la política perdida                                              
El Estado rentista y las políticas monetaristas                            
Más allá de la política                                                 
¿Cuál es el problema político?                                                               
Atrapados en sus propias redes                                            
Callejones sin salida                             
Estrategias suicidas del progresismo mutilado                    
Liberar la potencia
Dejar los esquematismos                                           
Hacer presente la autogestión                                               





Contra-vida

El sistema-cultura-mundo capitalista

 


















A modo de breve prólogo

Este es un primer ensayo de un conjunto de textos críticos del discurso sobre el Cambio climático, nombre formal y oficial de los Estado-nación y los gobiernos, además de las ONGs y fundaciones, que amortiguan el alcance de la destrucción de la vida en el planeta. Nosotros preferimos nombrar esta problemática por sus evidentes consecuencias, destrucción sistemática, estructural, de la vida, de la biodiversidad, de los ciclos vitales y las sociedades humanas. Entonces, la nombraremos como contra-vida. Este primer ensayo es apenas introductorio al análisis de la problemática, desde la perspectiva de la complejidad.























Preguntas preliminares

¿Cómo funciona? ¿Cuál es su mecánica o, mejor dicho las mecánicas, por lo tanto, en conjunto, sus dinámicas? No basta responder descriptivamente, por más exhaustivas que sean estas descripciones; incluso si después de contar con ellas se logra una narrativa teórica, más bien, compleja, que interprete de manera integral estas descripciones, concatenadas y entrelazadas. Se requiere algo más que el propio pensamiento complejo, que ya es mucho decir, sobre todo cuando sabemos que apenas entramos en este acontecimiento; apenas tenemos hilos sueltos, y fragmentos de diseños, para empezar a tejer en las espesores dinámicos del espacio-tiempo. No solo porque no se trata de pensamiento, por más complejo que sea, incluso cuando también sabemos que el pensamiento complejo es también acciónmaterialidad social e institucionalmaterialidad energéticamaterialidad vital. Se requiere algo más que las relaciones, el entramado de relaciones, en devenir, que suponen estas acciones, estas materialidades, en los espesores de los ciclos vitales. Se requiere de los vínculos primordiales del tejido espacio-temporal del universo o de los universos, en sus distintas escalas.

Si bien esto, sabemos, que no se lograra fácilmente, incluso, que no se logrará nunca, parece indispensable intuir estos vínculos, y comportarse con ellos como siendo parte de sus ciclos. Sin embargo, este ensayo no pretende ir tan lejos; solo decirlo, como una hipótesis prospectiva interpretativa. Lo que interesa es comprender el alcance de las preguntas que nos hicimos, y comenzar a avanzar en sus respuestas posibles. En este sentido, intentaremos un primer avance, desde la perspectiva del pensamiento complejo, auscultando un primer nudo del tejido espacio-temporal-social-territorial de lo que nombramos como sistema-cultura-mundo capitalista.

Uno de los nudos gordianos


La crisis ecológica, que forma parte de las crisis múltiples desatadas por el desarrollo capitalista, es evidenciada cuando el ecosistema aguanta cambios críticos. Los fenómenos desencadenantes son identificables; por ejemplo, un cambio abiótico, en lo que respecta al incremento de la temperatura; también menguado nivel de lluvias, la presión de la depredación, así como la sobrepoblación. Se ocasiona la declinación de la aptitud del ecosistema, afectando a los ciclos vitales.

El llamado cambio climático, eufemismo para ocultar la destrucción de la biodiversidad, de los ecosistemas y de los ciclos vitales, además, de las sociedades humanas, corresponde a una crisis ecológica de magnitud peligrosa. Al respecto se ha hablado demasiado del síntoma del incremento paulatino de la temperatura global.

Muchas especies son trasladadas fuera de sus hábitats. Por ejemplo, los osos polares son uno de los seres afectados. Con el deshielo, las focas han desaparecido, interrumpiendo su ciclo alimenticio.  Algo parecido, incluso peor, ha pasado con el oso panda, uno de los habitantes de los territorios de la geografía política de la República Popular de China. Estos son ejemplos puntuales de una numerosa cantidad de casos, que por su adición nos muestran el alcance de la devastación.

Para dar otros ejemplo, tocando regiones del hemisferio sur, podemos citar algunos casos, en peligro de extinción, que se dan en la Amazonia, el bosque más grande del planeta, el continente, por así decirlo, de una de las biodiversidades más ricas del mundo, que también sufre los avances más desoladores y devastadores del planeta, por parte de este “desarrollo” capitalista, que combina, de manera explosiva, todas las formas del capitalismo, desde el extractivismo depredador hasta el financiero especulador, pasando por revoluciones industriales y cibernéticas inconclusas.

Nathalie Alonso escribe en Fauna amenazada del Amazonas, puntualizando e identificando fauna en peligro de extinción, dibujando el siguiente panorama:


El bosque lluvioso del Amazonas en América del Sur, el más grande del mundo, abarca 2,722,000 kilómetros cuadrados. De acuerdo con el Acuario Shedd de Chicago, es el hogar de un tercio de todas las plantas y animales conocidos. Varios animales amazónicos están en peligro de extinción en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Otras especies son consideradas en peligro de extinción por los U.S. Fish and Wildlife Service bajo la Ley de Especies en Peligro de Extinción.

El Amazonas es el hogar de las ranas venenosas, algunas de las cuales están en peligro. A pesar de que varían en tamaño desde 1 a 2 1/2 pulgadas (2,54 a 6,35 cm), las ranas venenosas segregan un veneno capaz de matar a los seres humanos de una vez. Entre las más expuestas están la rana venenosa de Perú Oxapampa, clasificada como en peligro crítico por la UICN. La rana venenosa dorada, la más tóxica, está en peligro de extinción en toda su gama a lo largo de la costa del Pacífico de Colombia.

Entre las aves en peligro de extinción de la Amazonia está el guacamayo jacinto, el loro más grande del mundo, y el guacamayo de Lear. El guacamayo de garganta azul, endémico de Bolivia, está en peligro crítico según la IUCN. A pesar de que la UICN clasifica el águila arpía, como casi amenazada, U.S. Fish and Wildlife Service la considera en peligro de extinción en toda su gama, que abarca partes de la Amazonia.

La UICN rebajó al caimán negro del Amazonas de una especie en peligro de extinción en 1996 a uno de menor preocupación en 2000, pero U.S Fish and Wildlife Service, sigue considerándolo en peligro de extinción. El caimán negro es el más grande del mundo, de las especies de caimanes. Asimismo, la tortuga de río de América del Sur, la especie más grande del continente, pasó de en peligro de extinción en 1994 a una especie de preocupación menor en 1996, según la UICN. U. S. Fish and Wildlife Service, sin embargo la considera en peligro de extinción.

Debido a la severa pérdida de hábitat, el mono araña marrón, uno de los más grandes primates en la Amazonia, es también una de las 25 especies en peligro de extinción en el mundo. Catalogado como en peligro crítico por la UICN, el mono araña marrón se encuentra principalmente en Colombia y Ecuador. También críticamente en peligro de extinción están el Marañón de manos rojas, mono aullador, el capuchino rubio, el capuchino de cabeza beige y el mono capuchino Ka’apor, todos los cuales son endémicos de Brasil. El tití descarado de Brasil y el capuchino con bucles robustos se clasifican como en peligro de extinción.

La UICN clasifica al manatí del Amazonas como vulnerable, mientras que U.S. Fish and Wildlife Service lo clasifica como en peligro de extinción. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, el manatí del Amazonas se cree que está en declive, a pesar de que el tamaño de su población es desconocido. También en peligro de extinción está la nutria gigante del Amazonas. Nadadoras rápidas y capaces, las nutrias gigantes, las más grandes del mundo, pueden medir hasta 6 pies de largo.

Entre los mamíferos en peligro de extinción de la Amazonia está el perezoso de tres dedos, la especie más grande de perezosos, que se encuentra sólo a lo largo de la costa atlántica de Brasil. La destrucción del hábitat es la mayor amenaza para el herbívoro de movimientos lentos, que desciende de las copas de los árboles sólo para orinar y defecar. Otro mamífero, el tapir, de América del Sur está vulnerable, de acuerdo con la UICN y en peligro de extinción, de acuerdo con U.S. Fish and Wildlife Service[130].

Los alcances de la crisis ecológica son planetarias, todos los ecosistemas, todas las regiones, todos los nichos ecológicos, se encuentran involucrados, aunque se encuentren afectados de manera diferencial, dependiendo de las características y consistencias del tejido ecológico singular. En las regiones andinas, vallunas, de los llanos y chaqueñas de Bolivia se describe estas rupturas de ciclos vitales también con efectos de extinción.

En Foro: Fauna boliviana, animales de los andes, los valles y los llanos, se describe una lista:

Entre las aves en peligro crítico, están el crax globulosa o comúnmente llamado mamaco, el ave hylopezus macularius o tororoí enmascarado, la phibalura boliviana o palkachupa, el cinclodes aricomae o remolinera real 
El Paraba Frente Roja debido a que es buscada para ser mascota, la paraba barba azul, por causa de pérdida de su hábitat y la pava copete de piedra. La mayoría de esas especies se encuentran ubicadas en la provincia Gran Chaco. Además hay ocho especies de aves en peligro de extinción y veinticinco especies vulnerables. 
Entre los mamíferos que se encuentran en peligro crítico está al gato andino o leopardus jacobita, debido a caza, pérdida de hábitat, uso folklórico, pérdida de presa principal (con lo que el animal se alimenta), enfermedades por el hábitat restricto. 
El guanaco o lama guanicoé, a consecuencia de la caza, pérdida de hábitat, uso folklórico, pérdida de presa principal (con lo que el animal se alimenta), enfermedades por el hábitat restricto, competencia con ganado, además de la chinchilla, por causa del uso de su piel, además por el hábitat restricto. 
A esto se suma ocho clases de peces que se encuentran vulnerables, entre ellos: el sábalo, el pacú, la boga, el surubí, el miskincho, el carache negro y la mojarra[131].

Estos son apenas ejemplos, ya se puede imaginar el tamaño de la devastación y truncamiento de ciclos vitales que se dan en todo el planeta, en toda su biodiversidad, en todos sus entramados y tejidos eco-sistémicos. Nadie que esté en su sano juicio puede esperar que todo esto no afecte a las sociedades humanas. Las sociedades humanas no son externas ni ajenas a la biodiversidad, a los ciclos ecológicos; alguien que piensa de esta manera vive en un planeta de fantasmas, sin cuerpos y sin vidas. Sin embargo, por más insólito que parezca, ésta es la idea precursora que alimenta la “ideología” de la modernidad, que, con el tiempo, en la etapa del capitalismo tardío, se convirtió en cultura-mundo. El hombre domina la naturaleza, el hombre moderno se libera de los mitos, el hombre moderno desata, con su ciencia y tecnología, las fuerzas escondidas de la naturaleza, para utilizarlas en su “desarrollo” y “evolución”. Este enunciado, implícito, de distintas maneras, en las narrativas de la modernidad, muestra patentemente el nuevo mito de la civilización moderna, el mito de la supremacía del hombre, del héroe convertido en el depredador por excelencia, depredación, que obviamente, en las narrativas de la “ideología” no se nombra de este modo, sino como “progreso”.

Vamos a dejar una pregunta pendiente: ¿Por qué no incluir en estas listas de especies en extinción al ser humano? ¿Acaso no han desaparecido cientos de lenguas, cientos de pueblos, centenares de culturas, también civilizaciones; acaso ahora mismo no se encuentran en peligro de extinción naciones y pueblos indígenas en el continente? ¿Acaso las sociedades humanas no se encuentran amenazadas por ojivas nucleares, que ostentan irresponsablemente las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial?  Es pues ridículo no poner en la lista al ser humano. ¿Los ambientalistas lo hacen por pudor? ¿Lo hacen porque creen que el ser humano es distinto a los animales y a las plantas? ¿De dónde sacan esto, de los mitos religiosos, sobre todo de la narrativa de las religiones monoteístas? El ser humano no es algo cualitativamente distinto que el resto de los seres; conforma con todos los seres, con sus ciclos vitales, el entramado creativo de la vida. Que desaparezcan seres implica que también desaparece algo necesario en el ser humano, una parte del tejido que lo constituye. Solo la enajenación “ideológica”, el fetichismo religioso, convertido, después, en “ideologías” modernas”, puede haber sostenido, ilusoriamente, esta imagen esquemática e inconsistente, que manifiesta patéticamente una auto-referencia, una auto-contemplación, un engreimiento desmedidos, que ilusionan al hombre con su soledad en el universo vacío. El aislamiento no es posible en un universo inventado por asociaciones, composiciones, combinaciones de partículas infinitesimales, que tocan, como cuerdas vibrantes, las constelaciones de sinfonías, en distintas escalas. El vacío no es posible en un universo cuya materia oscura y energía oscura ocupan el 95%, en tanto que el resto corresponde a la materia luminosa y la energía luminosa. Es momento de dejar de lado estas narrativas autocomplacientes y antropocéntricas; comprender que la sobrevivencia humana depende de la sobrevivencia de los demás seres.


Por otra parte, se encuentran afectados los ciclos vitales del agua. El agua dulce, los ecosistemas secos, están sorteando los efectos del incremento de la temperatura. El cambio climático ya comienza a ser demoledor para el salmón, además de otras especies acuáticas. El incremento en la temperatura trunca los ciclos vitales del salmón y la trucha. Una de las consecuencias del cambio climático es la migración de las especies. Por ejemplo, los peces de agua fría migran de sus territorios acuáticos, hacia aguas todavía frías. Algunas especies han podido adaptarse a nuevas condiciones, acercándose hacia los polos; en cambio, otras especias son menos dúctiles.

Así como pasa con los ciclos vitales del agua, también ocurre con los ciclos vitales del aire, los ciclos vitales de los suelos, los ciclos vitales los bosques, los ciclos vitales de las distintas poblaciones de seres orgánicos; por lo tanto, con la compleja integralidad entrelazada de los múltiples ciclos de la existencia y de la vida.

La destrucción de la biodiversidad ha sido cuantificada; cada año desaparecen entre 17,000 y 100,000 especies, dependiendo de las características del periodo, más o menos intenso en lo que respecta a la depredación. En comparación, se tiene el referente de la extinción ocasionada por el impacto de un meteorito, hace 65 millones de años; es cuando se dio clausura del Cretácico. ¿El sistema-cultura-mundo capitalista tiene un impacto de semejante magnitud?

Siete millones de kilómetros cuadrados de bosque tropical han desaparecido en el lapso de al menos medio siglo. Se estima que alrededor de 2 millones de kilómetros cuadrados han servido para la expansión de la agricultura; los restantes cinco millones de kilómetros cuadrados son considerados tierras de poca calidad. Cuando, antes, estas tierras eran bosques primarios. Se estima que capturaban como cinco billones de metros cúbicos de carbono durante 10 o 20 años.

Parece que el costo cualitativo, de daños irreparables, es esta inscripción desoladora de la huella ecológica, que deja el desarrollo del capitalismo. Costo no conmensurable, tampoco, por cierto, no contabilizado, ni como aproximaciones numéricas, por la aritmética capitalista.


Cambio climático y biodiversidad


En un documento de Naciones Unidas se describe el Cambio climático de la siguiente manera:

En el ámbito mundial, las actividades humanas han causado y van a seguir causando una pérdida en la biodiversidad debido, entre otras cosas, a cambios en el uso y la cubierta de los suelos; la contaminación y degradación de los suelos y de las aguas (incluyendo la desertificación), y la contaminación del aire; el desvío de las aguas hacia ecosistemas intensamente gestionados y sistemas urbanos; la fragmentación del hábitat; la explotación selectiva de especies; la introducción de especies no autóctonas, y el agotamiento del ozono estratosférico. La tasa actual de la pérdida de biodiversidad es mayor que la de la extinción natural. Una pregunta esencial en este Documento es ¿cuánto puede el cambio climático (ya sea de forma natural o inducido por el hombre) aumentar o impedir estas pérdidas de la biodiversidad? Los cambios en el clima ejercen una presión adicional y ya han comenzado a afectar a la biodiversidad. Las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero han aumentado desde tiempos preindustriales debido a actividades humanas, sobre todo la utilización de combustibles fósiles y los cambios en el uso y en la cubierta de los suelos. Estos factores, junto a las fuerzas naturales, han contribuido a los cambios en el clima de la Tierra a lo largo de todo el siglo XX: ha subido la temperatura de la superficie terrestre y marina, han cambiado los patrones espaciales y temporales de las precipitaciones; se ha elevado el nivel del mar, y ha aumentado la frecuencia e intensidad de los fenómenos asociados con El Niño. Dichos cambios, sobre todo la subida de las temperaturas en algunas zonas, han afectado a la estación de la reproducción de animales y plantas y/o la de la migración de los animales, a la extensión de la estación de crecimiento, a la distribución de las especies y el tamaño de sus poblaciones, y a la frecuencia de las plagas y brotes de enfermedades. Algunos ecosistemas costeros o aquellos en altitud y latitud altas también se han visto afectados por los cambios en el clima regional. Se espera que el cambio climático afecte a todos aspectos de la biodiversidad. Sin embargo, dichos cambios tienen que tener en cuenta los impactos de otras actividades humanas pasadas, presentes y futuras, incluyendo el aumento en las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2).

Para la amplia gama de escenarios de emisión del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), se estima que la temperatura media de la superficie terrestre ascienda entre un 1,4 y un 5,8°C para finales del siglo XXI, que las zonas terrestres experimenten un calentamiento más alto que los océanos, y que las latitudes altas se calienten más que los trópicos. Se estima que la elevación del nivel del mar asociada con dicho cambios esté comprendido entre 0,09 a 0,88 m. En general, se espera un aumento en las precipitaciones en latitudes altas y en zonas ecuatoriales, y que disminuyan en zonas subtropicales aunque aumenten las fuertes precipitaciones. Se espera que el cambio climático afecte directamente a organismos individuales, a poblaciones, a la distribución de especies, y al funcionamiento de los ecosistemas (por ejemplo debido a un aumento de las temperaturas y cambios en las precipitaciones y, en el caso de ecosistemas marinos y costeros, se esperan cambios en el nivel del mar y fuertes tormentas repentinas) e indirectamente (por ejemplo mediante el impacto de los cambios climáticos en la intensidad y la frecuencia de fenómenos tales como los fuegos arrasadores). La pérdida, modificación y fragmentación del hábitat, y la introducción y extensión de especies no autóctonas van a afectar los impactos producidos por el cambio climático. Una proyección realista del estado futuro de los ecosistemas terrestres debe tener en cuenta también las pautas de uso de los suelos y del agua, las que van a afectar en gran medida a la capacidad de los organismos para responder a los cambios climáticos mediante la migración.

El efecto general del cambio climático estimado provocado por el hombre muestra que los hábitats de muchas especies se desplazará hacia los polos o hacia altitudes mayores respecto a sus emplazamientos actuales. Las distintas especies se van a ver afectadas de forma diferente por el cambio climático; van a migrar a diferente velocidad a través de paisajes naturales fragmentados, y muchos ecosistemas actualmente dominados por especies de larga vida (tales como árboles longevos) van a tardar mucho antes de que manifiesten los efectos de estos cambios. Por lo tanto, es probable que se modifique la composición de la mayoría de los ecosistemas actuales, ya que es improbable que las especies que componen dichos ecosistemas cambien de emplazamiento todo a la vez. Se espera que los cambios más rápidos sucedan cuando sean acelerados por cambios en patrones de alteraciones no climáticas tanto naturales como antropogénicas. Cambios en la frecuencia, intensidad, extensión y emplazamiento de las alteraciones van a afectar la forma y el régimen a la que los ecosistemas actuales se van a ver reemplazados por nuevos grupos de plantas y animales. Las alteraciones pueden aumentar el régimen de pérdida de las especies y crear oportunidades para el establecimiento de nuevas especies. En todo el mundo, cerca del 20 por ciento de los humedales costeros se podrían perder hacia el año 2080, como consecuencia de la elevación del nivel del mar. El impacto de la elevación del nivel del mar sobre los ecosistemas costeros (como por ejemplo los manglares y humedales costeros, y los pastos marinos) variará en diferentes regiones según la erosión causada por los mares y los procesos de encenagamiento que ocurren en la tierra. Es posible que algunos manglares en las regiones costeras insulares bajas en donde las cargas de sedimentación son altas y los procesos de erosión son escasos, no sean particularmente vulnerables a la elevación del nivel del mar. El riesgo de extinción va a aumentar para muchas especies que ya son vulnerables. Las especies con rangos climáticos limitados y/o pequeñas poblaciones son normalmente las más vulnerables a la extinción. Entre éstas figuran las especies montañosas endémicas y la biota restringida insular (por ejemplo, los pájaros), peninsular (tales como el Reino Floral del Cabo), o costera (manglares, humedales costeros y arrecifes coralinos). En contraste con esto, las especies con gamas amplias y no irregulares, con mecanismos de dispersión de largo alcance y grandes poblaciones tienen un riesgo de extinción menor. Existen pocas pruebas para sugerir que el cambio climático pueda disminuir la pérdida de las especies, pero existen pruebas que demuestran que pueden acelerar este proceso. En algunas regiones podría darse un aumento de biodiversidad local (normalmente como consecuencia de la introducción de especies) pero las consecuencias a largo plazo son muy difíciles de predecir. Cuando ocurren importantes alteraciones en el ecosistema (como por ejemplo la pérdida de especies dominantes o una gran proporción de las especies y por lo tanto gran parte de la redundancia), pueden ocurrir pérdidas en la productividad neta del ecosistema (PNE) al menos durante el periodo de transición. Sin embargo, en muchos casos, la pérdida de biodiversidad en ecosistemas diferentes y amplios debido al cambio climático no implica necesariamente una pérdida de productividad, ya que existe un grado de redundancia en la mayoría de los ecosistemas. La pérdida de la contribución a la producción de una especie determinada dentro de un ecosistema se puede ver reemplazada por otras especies. Los impactos del cambio climático en la biodiversidad ni los posteriores efectos en la productividad no han sido calculados a escala mundial. Los cambios en biodiversidad a escala de ecosistemas y paisajes naturales, como respuesta al cambio climático y otras presiones (tales como la deforestación y los cambios en incendios forestales) podrían afectar aún más al clima mundial y regional mediante los cambios en la recogida y emisión de gases de efecto invernadero y cambios en el albedo y la evapotranspiración. De forma parecida, los cambios estructurales en las comunidades biológicas en las capas superiores de los océanos podrían alterar la recogida del CO2 por el océano o la emisión de precursores para los núcleos de condensación de nubes, causando unas reacciones o positivas o negativas en el cambio climático.

La simulación de los cambios en la biodiversidad como respuesta a los cambios climáticos presenta algunos desafíos importantes. Los datos y las simulaciones que se requieren para estimar la extensión y naturaleza de los cambios futuros en los ecosistemas y los cambios en la distribución geográfica de las especies son incompletos, lo que significa que estos efectos sólo se pueden cuantificar parcialmente. Los impactos de las actividades para la mitigación del cambio climático sobre la biodiversidad dependen del contexto, diseño y ejecución de dichas actividades. El uso y el cambio en el uso de los suelos, y en las actividades asociadas con la silvicultura (forestación, reforestación, deforestación evitada, y las prácticas mejoradas en el manejo de bosques, tierras de cultivo y pastizales) tanto como la implantación de fuentes de energía renovable (hidráulica, eólica, solar y biocombustibles) pueden afectar a la biodiversidad. Dicho impacto dependerá de la selección del sitio y de las prácticas en el manejo de los mismos. Por ejemplo, 1) dependiendo del nivel de biodiversidad del ecosistema no forestal que está siendo sustituido, la escala que se toma en cuenta, y otros temas relacionados con el diseño y la implantación, los proyectos de forestación y de reforestación pueden tener impactos neutros, positivos o negativos; 2) si se evita y/o reduce la degradación de los bosques en zonas amenazadas/vulnerables que contienen grupos de especies que son inusualmente diversos, mundialmente raras o propias de esa región, se pueden proporcionar grandes beneficios a la biodiversidad, evitando al mismo tiempo emisiones de carbono; 3) las plantaciones bioenergéticas a gran escala que generan un gran rendimiento podrían tener efectos adversos en la biodiversidad cuando sustituyan a sistemas con una mayor diversidad biológica, mientras que las plantaciones a pequeña escala sobre terrenos degradados o en zonas agrícolas abandonadas podrían tener ventajas ambientales; y 4) un aumento de la eficiencia en la generación y/o empleo de energías basadas en combustibles fósiles puede reducir el uso de combustibles fósiles y, por lo tanto, reducir los efectos sobre la biodiversidad que se deben a la extracción de recursos, el transporte (como el envío por barco y/o por tuberías), y la combustión de combustibles fósiles. Las actividades para la adaptación al cambio climático pueden fomentar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, y reducir el impacto sobre la biodiversidad tanto de los cambios climáticos como de los fenómenos climáticos extremos. Dichas actividades incluyen el establecimiento de un mosaico interconectado de reservas terrestres, de agua dulce y marinas de uso múltiple diseñado para responder a los cambios estimados en el clima, y actividades de manejo integrada de tierras y aguas para reducir las presiones no climáticas sobre la biodiversidad y, por lo tanto, hacer que el sistema sea menos vulnerable a los cambios climáticos. Algunas de estas actividades para la adaptación también pueden reducir la vulnerabilidad humana frente a fenómenos climáticos extremos.

La eficacia de las actividades para adaptación y mitigación se puede mejorar cuando se integran con estrategias más amplias diseñadas para hacer más sostenibles las rutas para el desarrollo. Existen sinergias potenciales ambientales y sociales e intercambios entre la adaptación climática y actividades para la mitigación (proyectos y políticas), y los objetivos de los acuerdos multilaterales ambientales (por ejemplo, la conservación y uso sostenible que son los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica) además de otros aspectos del desarrollo sostenible. Estas sinergias e intercambios se pueden evaluar en lo que se refiere a la gama completa de actividades potenciales (entre otras cosas, la energía y el uso de los suelos, el cambio en el uso de los suelos, y los proyectos y políticas de silvicultura) a través de la aplicación de las evaluaciones del impacto social y ambiental en el ámbito de proyectos, sectores y regiones, y se pueden comparar con un conjunto de criterios e indicadores mediante el empleo de una serie de marcos para la toma de decisiones. Para esto, se tienen que adaptar y desarrollar aún más las actuales metodologías, criterios e indicadores para la evaluación del impacto de las actividades para mitigación y adaptación sobre la biodiversidad y sobre otros aspectos del desarrollo sostenido. Entre las necesidades de información y los vacíos en las evaluaciones se incluyen: Una mejora del conocimiento de las relaciones entre la biodiversidad, la estructura y el funcionamiento del ecosistema, y la dispersión y/o migración a través de paisajes naturales fragmentados. Una mejora del conocimiento de la respuesta de la biodiversidad frente a cambios en factores climáticos y otras presiones. La realización de simulaciones de definición apropiada de cambios climáticos pasajeros y de ecosistemas, especialmente para la cuantificación de los impactos del cambio climático sobre la biodiversidad a todos los niveles, teniendo en cuenta sus respuestas. Una mejora del conocimiento de los impactos a escala local y regional sobre la biodiversidad de las opciones para la adaptación y mitigación del cambio climático. Un mayor desarrollo de metodologías, criterios e indicadores para la evaluación del impacto de las actividades para la mitigación y adaptación al cambio climático sobre la biodiversidad y sobre otros aspectos del desarrollo sostenible La identificación de actividades y políticas para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad que pudiesen mejorar las opciones para adaptación y mitigación del cambio climático[132].


El sistema-mundo inserto en la biodiversidad

Lo que no se entiende de estos informes, de las consecuencias políticas que sacan, de su utilización en las Cumbres sobre el Cambio Climático, de los documentos que se firman, de los temas que se discuten, por ejemplo, el de la diminución de la emisión de gases de efecto invernadero o, en su caso, de la inversión en bosques, para que no sean desforestados, por el avance de la frontera agrícola, por el comercio de madera, por la economía extractivista, es que, sin tomar en cuenta lo incompletos que son, lo desarticulados que se encuentran, para una comprensión integral de la problemática en cuestión,  sin pedirles que consideren la articulación compleja con las sociedades humanas, incluso sin pedirles su relación con el sistema-mundo capitalista, es que sean tan indulgentes, tan poco eficaces, como si se tratara de un problema técnico y no de la vida.  Lo que describen es indudablemente alarmante, los alcances de la crisis ecológica es de envergadura, amenazando a la biodiversidad, a las especies, a los ciclos vitales, a las sociedades humanas. Entonces, llama la atención que sean documentos burocráticos, al momento de proponer soluciones y salidas, después de haber dado descripciones alarmantes de lo que acontece.

¿Los expertos no saben interpretar la integralidad de la problemática, después de haber interpretado descriptivamente los efectos de los fenómenos inherentes? ¿Los expertos, a pesar de tener consciencia de lo que pasa, son al final de cuentas, funcionarios; más les interesa su estabilidad laboral, que la vida del planeta y en el planeta? Después de leer esos informes, alguien de sentido común concluye, que no se puede seguir como se ha seguido hasta ahora, que se requiere un cambio radical, de emergencia, para salvar la vida, la biodiversidad, los ciclos vitales, donde se encuentran los ciclos de las sociedades humanas. Sin embargo, parece que este esperado sentido común no es el preponderante en los expertos. La reciente Cumbre del Clima de París, la COP21, llevada a cabo en Paris, es más anodina que las anteriores; retoma el Protocolo de Kioto, de una manera más mesurada y contemplativa. Siendo ya aquél documento extremadamente conservador[133].

Los gobernantes de los gobiernos llamados progresistas dan discursos que pretenden ser críticos y pretenden mostrarse defensores de la madre tierra; sin embargo, fuera de ser discursos repetitivos, áridos, de puntos comunes, sin consecuencias, salvo el mostrarse como defensores de los derechos de la naturaleza, no se sostienen moralmente, cuando se trata de gobiernos que han optado por la expansión intensiva del extractivismo, siendo cómplices pues de la depredación y destrucción global de la biodiversidad. Si bien, se puede decir que los más “culpables” son las potencias industriales, que no quisieron firmar el Protocolo de Kioto, este hecho no los salva de su concomitancia.

Un presidente progresista ha propuesto el Tribunal de Justicia Ambiental. ¿Para qué? ¿Para que dirima en la contienda entre empresas extractivitas trasnacionales y gobiernos progresistas, que son, al final los que terminan concesionando a estas empresas, sean las mismas u otras, con otros nombres? ¿Para que dirima entre empresas estractivistas y gobiernos, sean estos neoliberales o progresistas, que contienden con los pueblos y comunidades indígenas, que defienden sus territorios, los ecosistemas, las cuencas? ¿Si esto ha ocurrido muy exiguamente, de vez en cuando, antes, por qué esperar que mejore la situación con este Tribunal de Justicia Ambiental? Estas propuestas brillan por su burocratismo, por su mediación aparente, cuando estos dispositivos forman parte del orden mundial de las dominaciones en el sistema-cultura-mundo capitalista. Este estilo de propuestas y otras como las que se hacen en estas cumbres solo sirven para mantener la expectativa, para dar aliento y esperanza, mientras, efectivamente, cubren el avance demoledor de la frontera agrícola, de la frontera minera, de la frontera petrolera, de la frontera del desierto capitalista, que avanza sin miramientos. Que lo haga un presidente engreído progresista, en una cumbre, se entiende, pues estos escenarios son montajes para mantener la simulación democrática global, aunque también puede servir como calmante ante consciencias desdichadas y atormentadas. Pero, que haya “izquierda” que tome en serio estas retóricas demagógicas, habla de por si de lo incorporada que ya está la “izquierda” en las estructuras de poder local, regional, continental y mundial.

Las cumbres, Naciones Unidas y los Estado-nación no son las instancias adecuadas donde se puede encontrar una voluntad, tampoco decisiones y medidas, para remediar el efecto múltiple de la depredación, contaminación y destrucción ecológica. Estos, los espacios de estas cumbres, son lugares donde se va a tranquilizar las consciencias culpables. Donde se lanzan discurso edulcorantes y adormecedores para mostrar a las sociedades que hay preocupación.

Las cumbres sociales paralelas acuden a la sede de estas cumbres oficiales de Naciones Unidas, para criticar, interpelar, influenciar, en los gobernantes del mundo. Si bien es apreciable e importante la movilización que se efectúa, es importante por su acción pedagógica, si se quiere, de concientización de las sociedades, sobre todo son importantes como activismos; sin embargo, el límite de todo esto es que los interpelados no son quienes pueden resolver el problema mayúsculo de la crisis ecológica y su problemática. Los organismos internacionales, los Estado-nación, conforman el orden mundial del sistema-cultura-mundo-capitalista. No son organizaciones ni dispositivos, ni tampoco redes, para abolir este orden mundial de las dominaciones polimorfas, que es lo que se requiere para evitar la catástrofe.  ¿Para qué han servido todas las cumbres hasta ahora? Para lavar la cara a las potencias industriales, a la gendarmería del imperio, a la aristocracia y a la oligarquía del imperio, a todos los Estado-nación, que tienen concomitancia en lo que sucede, quiéranlo o no. Algunos gobiernos progresistas tuvieron la habilidad, incluso de mostrarse como contrarios a esta impostura; este es el caso de Bolivia, cuando la contra-cumbre de Tiquipaya, que se denominó I Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida, consensuó resoluciones valiosas de alcance adecuado para enfrentar la crisis. Es aquí donde se sacaron resoluciones sugerentes[134]. En cambio, la siguiente ConferenciaII Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático[135], que pretendía emular a la anterior, ser su continuidad, llevándose a cabo en el mismo lugar, no hizo otra cosa que una pantomima triste, para lavar la cara a un gobierno progresista y a un “presidente indígena”, gobierno y símbolo, que optaron vergonzosamente por la expansión del modelo colonial extractivista del capitalismo dependiente.

Los únicos que pueden salvar al planeta, a la biodiversidad, los ciclos vitales, los ecosistemas, las sociedades humanas, son los pueblos. Está demás decirlo; sin embargo, lo recordamos. No están representados en esta burocracia institucionalizada del imperio. ¿Acaso están ahí, en la Cumbre de Naciones Unidas, Cumbre del Clima de París, la COP21, los pueblos, los colectivos, los y las damnificadas por el cambio climático, por el extractivismo destructivo, nocivo y corrosivo, por la contaminación y depredación, que deja el “desarrollo” capitalista como desechos, residuos; es decir, la huella de su destrucción? No lo están; los pueblos, los colectivos damnificados, las comunidades arrinconadas y despojadas de sus recursos y sus territorios, no tienen sitio en esos lugares de poder. Los pueblos son los grandes ausentes, solo son nombrados, como víctimas, como sujetos de derechos, como soberanos que delegaron la representación en esta burocracia. En esta simulación de democracia mundial, la ausencia nombrada de los pueblos está ahí, como fantasma, para legitimar la destrucción del planeta y de la vida.

Ponderando la labor de los activistas, en las cumbres sociales alternativas, es menester observar sus límites; es indispensable que los y las activistas enfoquen también su labor, sobre todo, en activar la potencia social de los pueblos y las sociedades. En coadyuvar a liberar a los pueblos y las sociedades de las ataduras impuestas por las mallas institucionales del imperio, por lo tanto, del orden mundial; compuesto por los Estado-nación, en sus planos de intensidad políticos; por las empresas extractivistas, industriales, de servicios, financieras, en los planos de intensidad económicos. La decisión colectiva, social, política, de parar la marcha al abismo, está en manos de los pueblos; son ellos los que pueden terminar con este juego de muerte, que es el de la acumulación abstracta y sin sentido del denominado capital, que no es otra cosa que contabilidad aritmética de lo que llaman crecimiento y desarrollo; otra idea abstracta y lineal del plano de intensidad económico, cuando, en efecto, en la práctica, puede considerarse, en contraste,  como la cuantificación de la destrucción que provoca esta acumulación.



Hipótesis interpretativas prospectivas

  1. El denominado sistema-cultura-mundo-capitalista, que, obviamente, no se reduce al plano de intensidad económico – por lo tanto, posiblemente se lo tenga que nombrar de otra manera, pues corresponde, a la articulación integrada de múltiples y espesores de intensidad; en concreto, corresponde a la economía política generalizada -, funciona como contra-naturaleza, por así decirlo, como contra-vida, al capturar las fuerzas de la vida y usarlas de una manera no creativa, no vital, sino abstracta e instrumental.

  1. Estamos ante un sistema-cultura-mundo capitalista, que articula e integra múltiples instituciones; sean estas económicas, como las empresas, privadas o públicas; sean estas políticas, como gobiernos y Estados; sean estas globales, como los organismos internacionales; sean estas culturales, como las lenguas y las culturas; con la finalidad de adecuarlos como medios a un fin. Éste de la acumulación ampliada e infinita del capital, que supone la reiterada y recurrente acumulación originaria de capital, que es el extractivismo.


  1. Las dinámicas de este sistema-mundo son, paradójicamente, de destrucción, a pesar de que emergen de la misma vida, de la misma biodiversidad del planeta, de su historia ecológica y social.

  1. ¿Por qué pasa esto, tan contradictorio, incluso tan antagónico? No lo sabemos, a pesar de las teorías críticas construidas; cada una de las cuales pretende decir la verdad sobre este fenómeno paradójico. Es ciertamente una responsabilidad Sin embargo, mientras no se sepa, salvo las descripciones denunciativas de lo que acontece, esto no es óbice para que se tenga claro que éste no es el camino de la vida, de la potencia de la vida, de la creatividad de la vida.


  1. Los defensores del sistema-mundo-capitalista, emitan el discurso que emitan, se apeguen a la teoría que se apeguen, usen los argumentos realistas o pragmáticos que quieran, no pueden reclamar, como a ellos les gusta, ninguna objetividad, ningún pragmatismo, ningún realismo, menos ningún racionalismo, ante las evidencias de las amenazas a la vida y a los ciclos vitales.

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